sábado, 31 de agosto de 2013

Día 120: cambios de ritmo

Km recorridos (día/total): 19,2/930,2                                Vueltas dadas al perímetro (día/total): 4/263
 
Esta mañana el aire era fresco. Creo que, por primera vez desde que llegué, he tenido esa sensación en los brazos y en las piernas, sobretodo cuando hemos enfilado el tramo de dos kilómetros doscientos metros hacia el sur pues hoy, casualmente, la leve brisa soplaba de esa dirección, el sol brillaba, aunque ya con mucha más timidez a esas horas, y se veían las montañas tanto al norte como al este. Ha sido extraño correr sin la permanente oposición del viento turkmeno.
 
Ni que decir que, en esas magníficas condiciones, Alberto y yo hemos disfrutado la carrera como nunca. Uno empieza el día con una motivación mucho más elevada cuando ha pateado durante unos cuantos kilómetros el asfalto y la tierra afganas. Al salir de la ducha, me voy encontrando con caras soñolientas recién amanecidas, cuando yo ya llevo un rato de experiencia vital metida en el cuerpo. Correr por la mañana me renueva, me prepara para afrontar el día de otra manera.
 
El sábado, por lo demás y hasta media tarde, ha transcurrido de forma agradable. La bajada de temperaturas (treinta y dos grados hoy, cuando hace dos semanas teníamos cuarenta y cinco) es de agradecer y, aunque dicen que los próximos días volverán a ser calurosos, soy consciente de que, irremediablemente, el verano afgano ha quedado atrás de manera definitiva. De hecho, empieza a invadirme la certeza de que en breve habrá que tirar de alguna que otra prenda de abrigo, especialmente a primera hora aunque, por otro lado, hacen falta pocos metros para que entremos en calor, sobre todo si Alberto está inspirado.
 
La carrera de la tarde ha reunido a un buen grupo de atletas: Pepe Soria, Tabu, Alberto y Pascual. Antes de salir, nos hemos hecho unas cuantas fotos con el material que nos han facilitado www.identityessence.com (unas magníficas pulseras de identificación para deportistas con los datos de interés en caso de percance), Deportes Zenit (unos dorsales que estamos vendiendo para nuestras 60 NM Solidarias), el comercial de K-Swiss en Zaragoza (las súper-zapatillas que llevaremos en Valencia, a un gran precio) y Eurotri (que nos proporcionará en breve unas estupendas camisetas técnicas).
 
Aún cuando habíamos decidido tomarnos la sesión con relativa calma, otra vez el Gorra ha desenterrado el hacha de guerra a poco que se ha encontrado con buenas sensaciones, provocando numerosos cambios de ritmo y alternativas. El resultado: un entrenamiento divertido, rápido y exigente a la vez, que ha contribuido a elevar mi moral, un tanto baja al principio. Finalmente, el sábado ha sido provechoso, también deportivamente hablando.
 
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Creo que hoy me iré pronto a la cama. Me duelen las piernas y tengo muchísimas ganas de tumbarme en la cama y leer unas cuantas páginas de mi libro Pedaleando en la oscuridad, del ciclista británico David Millar, que descubre su relación con el dopaje y la práctica extendida del mismo en el ciclismo de épocas recientes. Interesante tema, que me hace plantearme si no estaremos equivocados al idolatrar, en muchas ocasiones, a las personas equivocadas por el simple hecho de dar pedales, golpear un balón o correr más rápido que otros. Tal vez deberíamos ir más allá, en busca de unos principios y unos valores humanos más sólidos.
 
Puede que entonces perdiésemos el interés por tales gestas. Y yo pensando: la de tardes de Tour tiradas a la basura...

viernes, 30 de agosto de 2013

Día 119: el escritor de cuentos

Km recorridos (día/total): 14/911                                     Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/259
 
A pesar del viento que todavía anoche soplaba con fuerza, el día ha amanecido limpio y claro, de tal forma que se alcanzaban a ver, cierto es que no con total nitidez, las montañas más al este. La brisa era suave y fresca, el sol calentaba menos que de costumbre y el cielo, como en casi la totalidad de los cuatro meses que ya han transcurrido desde mi llegada, estaba despejado.
 
Casi sin darme cuenta, se ha hecho efectivo un aumento del volumen de la carrera matinal. De los cinco kilómetros doscientos metros habituales he pasado al menos a nueve y medio. Así, casi sin querer, tendré cada semana una base de setenta kilómetros de forma gratuita, más lo que luego haga por las tardes. Desde luego, es mucho más de lo que jamás habría soñado correr. Hoy me ha sorprendido comprobar que durante los últimos treinta días he corrido trescientos cuarenta y nueve kilómetros. Todo un record para mí.
 
Como ayer, a causa del polvo en suspensión, decidimos cancelar el entrenamiento de la tarde, hoy hemos retomado la actividad con ganas, aunque muertos de sueño, a las seis y media de la mañana, para un total de catorce kilómetros en los que he tenido unas sensaciones estupendas. Alberto no las ha tenido tan buenas, pero ha finalizado contento después de que hayamos llevado a cabo una sesión de aeróbico extensivo y rápida a la vez.
 
El incremento de volumen mañanero nos vendrá bien también de cara a acostumbrar al organismo a correr a esas horas con más intensidad y durante más tiempo de lo que hasta ahora veníamos haciendo. La carrera de diez millas del día once será una buena piedra de toque para comprobar qué tal responden nuestras piernas a tan temprana exigencia. De acuerdo a lo visto hoy, no tienen por qué hacerlo mal, después de todo. Aún así, será muy positivo de cara a la preparación ir desplazando la intensidad de la tarde a la mañana, y dejar las últimas horas del día para rodar en extensivo o regenerar un poco.
 
Luego, el día me ha deparado una sorpresa muy agradable. Hoy he conocido a un escritor de cuentos. Aquí. En Afganistán. Una persona amable y de conversación muy agradable, entregada a nobles causas a través de la literatura, de los cuentos para niños. Uno nunca sabe cuándo, en qué lugar o de qué forma suceden determinados acontecimientos, en ocasiones intrascendentes, aunque a veces, como hoy, sorprendentes y magníficos preludios de posteriores encuentros. Presiento que el de este mediodía ha sido el primero de muchos. Me encanta cuando alguien habla con pasión de algo. Entonces, se para el tiempo y se reducen las distancias. Adoro esa sensación de atemporalidad y de proximidad.
 
Después de un intenso e interesante entreno de BJJ me siento, a estas horas, completamente vacío. Mañana a las siete, un poco más tarde que de costumbre, me espera Alberto para rodar un rato. Hoy pensaba en lo mucho que deseo mantener este hábito de correr cada mañana cuando regrese a casa. Aquí el sol sale de entre las montañas. Allí, más perezoso, de entre las olas.
 
Dos tercios de misión.
 
Cómo echo de menos el mar.
 
Y los cuentos.

jueves, 29 de agosto de 2013

Día 118: una experiencia única

Km recorridos (día/total): 9,6/897                                      Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/257
"(...)Yo no le he amenazado, sólo mostré mi sorpresa al verle aquí, cuando en mis planes estaba encontrarle esta noche en Teherán".
Muerte en Teherán (cuento persa)
¡Al filo de los novecientos kilómetros, ahí me he quedado hoy! Y eso que habíamos quedado esta tarde para rodar un rato. Sin embargo, el viento ha comenzado a soplar con fuerza, y ahora el polvo en suspensión hace que se irriten los ojos y las vías respiratorias sin que haya una demanda extra de oxígeno, con que cómo nos habría afectado, especialmente a Alberto, que es asmático, si hubiésemos decidido salir a entrenar esta tarde.
Finalmente, hemos decidido, creo que con bastante buen criterio (Mario ya me lo había advertido), cancelar la sesión de esta tarde. Al menos, esta mañana he madrugado, a pesar de que nadie me esperaba hoy (Pascual estará liado por las mañanas hasta el domingo, y Alberto es tan del Atleti que anoche se levantó a la una y media para ver la final de la Supercopa, con lo que apenas ha dormido cuatro horas), y a las seis y media estaba arrancando para una carrera en solitario. ¿Quién me iba a decir que después de tanto tiempo en Afganistán, lo habitual iba a ser encontrar casi siempre una buena compañía para correr? Así que me he calzado las zapatillas y he echado a rodar al ritmo que me pedía el cuerpo. Y lo he disfrutado mucho.
Hoy, después de casi cuatro meses en Herat, me he dado cuenta de la suerte que he tenido al venir aquí, a pesar de lo difícil que resulta por momentos. Creo que es así por muchos motivos. Por supuesto, podría centrarme en las cosas que no me gustan y estar todo el día con un discurso bien elaborado al respecto, buscando aliados que suscribiesen mis palabras y alimentasen mis razones para el descontento. Pero desde el día en que supe que vendría, y a pesar de que, como digo, ha habido muchos ratos de flaqueza, y más que habrá, decidí que sería una experiencia única. Y así ha sido.
Creo que en alguna ocasión he escrito sobre la riqueza personal que me está aportando la misión: las condiciones de vida, la situación del país, la rutina, la lejanía de mis seres amados,... contienen un sinfín de lecciones que ejercitan diariamente mi intelecto, mi paciencia, a ratos mi desesperación, mi resistencia física y psíquica y, en general, todas y cada una de mis capacidades e incapacidades.
Pero por encima de todo está la gente. Por casualidades de la vida, he venido a parar a un sitio repleto de personas especiales a las cuales, sin estar en estas arduas circunstancias, no habría conocido nunca; afganos que venden joyas, que preparan el té, que mueven el cielo y la tierra por conseguirte una fichas de póker; españoles que preparan pinchos morunos, que viajan con su casco y su chaleco en ristre; filipinos, italianos, americanos,...
Y mis compañeros. Los que tienen esas palabras de ánimo cuando más necesarias son, esa conversación aparentemente intrascendente que me saca una sonrisa cuando me encierro en mí mismo; los que organizan barbacoas, pelis-pizza y cenas; los que se unen en improvisados consejos de sabios, los que se sientan a tu lado en el comedor; los que quieren aprender ruso, hacer flexiones, correr; los que me aguantan cuando no es fácil; los que dicen que sí a una cerveza improvisada a última hora de la tarde...
El destino nos reserva cosas que no imaginamos. Hay caminos que son inevitables, que nos llevan a donde no esperamos, a ratos por senderos pedregosos, a ratos por bellos parajes. No podemos escapar de lo desconocido.
Por otra parte, puede que lo desconocido sea mucho mejor de lo que queremos creer.

Día 117: ilimitados

Km recorridos (día/total): 9,6/887,4                                 Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/255

A Alberto y Pascual: las 3 horas no son vuestro límite; el GPS no es vuestro guía.
Podéis. Porque queréis.

Esta mañana, a las seis y media, nos hemos juntado cinco para el entrenamiento matutino. A los habituales (Pascual y Alberto no fallan) se han sumado Tabu, que se va convirtiendo en uno más y creo que al final correrá en Valencia también, y Roberto, el fisio, que se ha animado a hacer unos kilómetros con nosotros. Como ayer, entre una cosa y otra, hicimos poco, hoy hemos alargado la sesión matinal hasta los casi diez kilómetros. Lo cierto es que una vez pasado el shock inicial, el de ponerse a correr nada más levantarse, la carrera ha ido genial, y todo el grupo ha aprovechado el entrenamiento a su manera.

Parece, por otro lado, que me he recuperado un poco del cansancio de los últimos días, al menos teniendo en cuenta las sensaciones de la mañana de hoy. Todavía me falta, no obstante, descansar un poco más. De aquí a la carrera del día once seguro que todo va a mejor. De la del veintidós de momento mejor no hablar.

Hoy, no sé por qué motivo, me ha venido a la mente algo relacionado con las limitaciones que nos imponemos o nos imponen los demás. Debe haber sido porque he mantenido un par de charlas bastante intensas sobre entrenamiento, y me he dado cuenta de,que cada uno tiene fijadas una barreras psicológicas que, en muchas ocasiones, no es imposible derribar. Lo peor de todo es que, habitualmente, esas limitaciones nos las impone alguien de manera inconsciente, a base de repetir una y otra vez lo mismo: "no se puede correr a tanto", "no se puede pasar de este pulso", "hay que hacer tanto volumen", "esos tiempos son de otro nivel",... Todo se resume en un "no puedes, así que no lo intentes". Y al final ni siquiera lo intentamos, porque alguien nos ha dicho que no podemos.

A mí me ocurre lo contrario. Si me dicen que no puedo, entonces quiero aún más. Normalmente, los "no puedes" son, en realidad, un "como yo no puedo, estoy seguro de que tú tampoco podrás". Es decir, son una forma inconsciente de alimentar nuestros miedos, nuestros límites ficticios, de buscar a alguien que los haga suyos también y de paso justifique nuestras creencias.

Por eso me encanta decirle a la gente que sí que puede; que es una cuestión de trabajo, de constancia, de pasión. También, claro está, de fijarse unos objetivos realistas. En la mayoría de los casos, el realismo está mucho más allá de lo que nosotros creemos. Lo que ocurre es que nos asusta lo desconocido, y preferimos vivir en la seguridad que nos dan nuestras propias limitaciones, esas que nos obligan a movernos siempre en terreno conocido: "no puedo correr tan rápido", "no puedo llegar más lejos", "no soy capaz", "es imposible que yo haga eso", "yo no estoy hecho para...", "siempre me han dicho que...".

Estamos aquí para romper barreras, para asaltar límites, para ir más lejos, más rápido, para ser más fuertes, más constantes, para destrozar el asfalto, para marcar el ritmo que nos dicte el corazón, para pisar con ganas y dejar nuestra huella. Estamos hechos para obviar el sufrimiento físico cuando el corazón se desboca, para dejar a un lado las ganas de detenernos y no dar un paso más, la necesidad imperiosa de disminuir la velocidad.

Estamos todos hechos de la misma pasta.

Yo puedo. Yo quiero.

Cualquiera puede. Si quiere.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Día 116: minimizando las pérdidas

Km recorridos (día/total): 10,4/877,8                                Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/253

Hace unos años me dediqué dos o tres temporadas a entrenar bastante más en serio de lo que lo hago en la actualidad. Cuando digo "en serio", me refiero a que, a diferencia de ahora, mis sesiones de entrenamiento estaban programadas a diario, los ritmos y los pulsos marcados, los volúmenes estudiados, la compenetración entre natación, ciclismo y carrera perfectamente definida,...

Durante aquella época, recibía los planes de entrenamiento puntualmente cada dos semanas, así durante meses y meses. Yo algunas veces me preguntaba cuándo me tocaría una semana de descanso. Un día se lo pregunté a mi entrenador, y me respondió que sería el cuerpo el encargado de decirme cuándo debía parar, que tarde o temprano lo sabría. Efectivamente así fue: cada cierto número de semanas mi organismo se tomaba un respiro en forma de indisposición plena para nadar un metro o correr un kilómetro más.

Empiezo a sospechar que, a día de hoy, mi cuerpo está queriendo decirme algo y yo, que para algo sirve la experiencia acumulada, le estoy haciendo caso, no llevándolo al extremo. Desde hace un par de días o tres la cosa, como dice el Afghanistan Runner Pascual Vargas, no marcha. En un principio, pensaba que tal vez era un problema de cansancio general, mezclado con un decaimiento del ánimo propio de los casi cuatro meses de misión. Pero creo que no, que todo lo de los últimos días has sido señales enviadas pidiéndome una tregua: pulsos bajos, rigidez muscular y articular, dolores varios, apatía...

Así que he bajado el ritmo, y estoy intentando engañar un poco al cuerpo haciendo sesiones muy cortas de mañana y tarde, de tal manera que no deje de acumular, pero sin forzar la máquina. Se podría decir que estos últimos días no estoy entrenando, sino más bien frenando el desentreno que resultaría de no hacer nada. Así, me lo tomo con filosofía y no voy más allá de lo que me siento capacitado.

Hoy, en sesiones de mañana y tarde, me he limitado a dar sendas vueltas al circuito de siempre, sin apretar más que cuando las piernas me lo pedían. No es cuestión de hacer kilómetros por hacerlos y sufrir de forma gratuita. Ya llegarán tiempos mejores en los que pueda progresar convenientemente. De momento, como digo, me limito a minimizar las pérdidas.

Lo cierto, por otro lado, es que la compañía hace mucho, y tanto por la mañana con Pascual, Alberto y Tabu, como por la tarde con Alberto y Pepe Soria, me he sentido muy arropado, en estos momentos en los que tal vez lo necesite un poco más que de costumbre. De hecho, me emociona muchísimo saber que hay gente, como Fructu, Pedro o el propio Pepe, que últimamente se toma la molestia de bucear un poco en las páginas de este Diario de un corredor afgano, y me va conociendo más en profundidad a través de ellas. Ésta, después de todo, es mi particular visión de las cosas, sin tapujos ni filtros, para lo bueno y también para lo malo.

En resumidas cuentas, sólo me queda ser paciente con mi organismo y darle el tiempo necesario para que se recupere en condiciones, que sé que lo hará. Mañana a las seis y media le seguiremos engañando un poco. Con la buena compañía que llevaré, seguro que es más fácil que muerda el anzuelo y me permita correr otros cinco kilómetros sin exigirle mucho. Puede incluso que alguno más. Ya veremos.

lunes, 26 de agosto de 2013

¡Ya tenemos número de cuenta!

¡NOVEDAD!
 
¡Ya tenemos número de cuenta para el proyecto 60 NM Solidarias Repliegue QiN-Herat! Por si queréis empezar a colaborar, ahí dejo el número, del Banco Santander:
 
0049 3836 49 2994114297
 
Sólo tenéis que indicar vuestro nombre en el concepto, y enviar un email a cualquiera de las entradas de este blog para que os hagamos llegar, el día de la carrera, vuestro dorsal solidario electrónico. Una vez más, ¡gracias!

Y recordad: toda la info del proyecto la podéis encontrar pinchando en
 
 
60NM Solidarias

Día 115: tocado, nunca hundido

Km recorridos (día/total): 13,6/867,4                                Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/251
Esta mañana Pascual tenía ganas de ir rápido. Yo no tenía en absoluto malas piernas, así que le he seguido un poco el juego, encontrando buenas sensaciones. Un poco más atrás, Alberto iba jurando en arameo, con toda la razón del mundo, por tener que seguir nuestro ritmo endiablado a tan temprana hora.
Luego, para colmo, después de nuestra parada en el sur de la base, y enfilando ya el camino de regreso, nos hemos animado un poco más, y Alberto, con el gancho desde la salida, ha cedido veinte o treinta metros, no más. Tabu, qué agradable sorpresa, ha aguantado hasta el último arreón. Al terminar los cinco kilómetros doscientos metros mañaneros más rápidos desde que entrenamos juntos los tres, aún jadeando por el esfuerzo, nos reíamos Pascual y yo, Tabu no perdía la compostura, y Alberto se acordaba...bueno, no quiero saber de qué o de quién se acordaba. Buen entreno para comenzar la semana.
No sé si será por el esfuerzo de la mañana, o porque me he pasado todo el día de un lado para otro y la fatiga, tanto física como mental, ya empieza a acumularse, pero lo cierto es que el resto de la jornada la he pasado derrotado, sin ganas de nada. De hecho, ha habido un momento en que me he planteado que esta tarde no saldría a entrenar. Sin embargo, al final, y gracias a Alberto y a Pascual, me he animado y hemos salido a hacer un rodaje corto, mezcla de extensivo y regeneración, que me ha dejado mejores sensaciones de las que traía en un principio.
Espero que sea algo pasajero, porque lo cierto es que llevo tres o cuatro días sin levantar cabeza, un tanto tocado, aunque sigo y seguiré en pie. Los últimos días de agosto se me antojan una eternidad, el calor nuevamente increscendo hace mella en mi estado físico, y el agotamiento mental que acumulo durante los últimos días me obliga a un sobreesfuerzo importante. Sin embargo, aquí sigo, con mi mentalidad de fondista, deseando que el bache pase pronto y volver a reencontrarme con una percepción distinta y más simplista de las cosas.
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¡Ya tenemos número de cuenta para el proyecto 60 NM Solidarias Repliegue QiN-Herat! Por otro lado, y sin que hayamos todavía enviado la información por email, la gente aquí ha empezado a colaborar, aportando sus cinco euros por dorsal, cuando no un poco más. Mañana mismo haré mi aportación familiar: en nuestro caso, aparte de Teresa (gracias, preciosa, por gestionar lo de la cuenta corriente), Raquel y Helena, hasta los dálmatas tendrán su diploma acreditativo de haber colaborado con este magnífico reto.
En fin, eso será mañana. Ahora me voy a dormir, que a las seis me esperan con las zapatillas preparadas mis amigos de la ruta afgana, y no tengo el cuerpo para conceder horas de sueño de forma gratuita. Espero que nos lo tomemos con más calma. Hasta mañana.
PS. Por si queréis empezar a colaborar, ahí dejo el número de cuenta, del Banco Santander: 0049 3836 49 2994114297. Sólo tenéis que indicar vuestro nombre en el concepto, y enviar un email a cualquiera de las entradas de este blog para que os hagamos llegar, el día de la carrera, vuestro dorsal solidario electrónico. Una vez más, ¡gracias!

Día 114: pasiones

Km recorridos (día/total): 10,4/853,8                                 Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/248

“El tipo puede cambiar de todo: de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de dios… pero hay una cosa que no puede cambiar: no puede cambiar de pasión.”
(El secreto de sus ojos)

En bastantes ocasiones, la gente se queja de que no tiene tiempo para hacer lo que le gusta. Debe ser porque simplemente le gusta, pero no le apasiona. Cuando encontramos algo que nos apasiona, rápidamente hallamos la forma de que las múltiples piezas que componen nuestro día a día se ajusten de tal manera que el tiempo surge, no se sabe muy bien de dónde, para que podamos disfrutar de nuestra pasión. Claro está que no lo hace espontáneamente, sino que se requiere, al menos al principio, un esfuerzo que en realidad no lo es tanto, cuando de pasiones se trata.

Encontrar un hueco para mi pasión en Herat es relativamente sencillo: me basta con levantarme una hora antes del comienzo de mi actividad profesional. Es el tiempo que necesito para levantarme, vestirme, calzarme las zapatillas, correr veinticinco o treinta minutos, ducharme y estar listo para comenzar la jornada laboral. Si ésta comienza a las ocho, me pongo el despertador a las siete. Si, como hoy, tengo que estar preparado a las siete y cuarto, no importa que sea domingo:  a las seis y cuarto sonará el despertador y, con más o menos sueño, me desperezaré al ritmo que me pida el cuerpo (normalmente, a esas horas, suele ser poco exigente).

Hoy, por otro lado, y dejando un poco de lado el suave entrenamiento (mañana y tarde, para compensar un poco la falta de kilómetros, pero de forma muy relajada), ha sido un gran día para nuestras 60 NM Solidarias del Repliegue QiN-Herat. Gracias a unas cuantas personas que están haciendo lo imposible para dar a conocer el proyecto, nos encontramos con que la idea está llegando a muchísima gente que está interesada en colaborar con nosotros.

De hecho, Alberto, Pascual y yo nos hemos dado cuenta de que lo que empezó como una mera ilusión hace escasamente una semana se ha convertido en un éxito potencial, a la vista de la repercusión que está alcanzando. Me imagino que muchas veces las cosas son así de sencillas, y sólo hay que ponerse manos a la obra. No hacen falta grandes pensadores, sino personas comprometidas que se pongan manos a la obra. En este caso, estar metido en este proyecto con Alberto y Pascual me hace ver lo sencillo que es todo cuando no se trata de intereses personales, sino de una pasión en común: correr.

Mañana se inicia la última semana de este mes. Cuando comencé la misión, hablaba de que me gustaba la época porque era fácil diferenciar claramente tres fases: el final del curso, el verano y el principio del curso siguiente. Método fraccionado, pequeños objetivos a corto y medio plazo. Pues bien, está a punto de finalizar esta segunda fase, y aunque el cansancio comienza a hacer mella, se vislumbra, a lo lejos, el final de esta aventura.

Yo, sinceramente, lo llevo mejor cuando me invade la pasión por lo que hago. Me apasiona correr, mucho más aún cuando sé que los kilómetros que corro no son en balde. A lo largo de los últimos cientos de ellos, he cultivado una buena amistad y he reverdecido otra que se hallaba en estado latente. Curiosamente, dentro de una pasión, y gracias a ellos, ha nacido otra pasión, que es la que me ocupa las horas desde hace unos días. Ambas, en cualquier caso, van creciendo con el transcurrir de los días, haciéndose grandes, echando raíces.

En serio, no sé si sabré enfocar mi vida de otra manera cuando todo esto pase.

No sé siquiera si querré que así sea.

Tampoco creo que pudiese hacerlo.

domingo, 25 de agosto de 2013

60 NM Solidarias Repliegue QiN-Herat

60NM Solidarias

La distancia aeronáutica que separa Qala-i-Nao de Herat es de 60 millas náuticas, o lo que es lo mismo, 111,1 kilómetros. A finales del mes de septiembre, si todo marcha según lo previsto, se culminará el proceso de repliegue de las tropas españolas desplegadas en Qala-i-Nao, en la provincia afgana de Badghis, a Herat. Después de casi ocho años. De muchos relevos. De muchas misiones. De muchos momentos alegres, aunque también de algunos (siempre demasiados) muy tristes.

Alberto Muñoz y Pascual Vargas son dos grandes deportistas, compañeros de trabajo y asfalto, además de buenos amigos. En la mente de cada uno de nosotros se fue gestando, con el paso de los kilómetros en esta tierra cálida, hermosa, pero a la vez árida y hostil, la idea de hacer algo distinto, de honrar humildemente a todos aquellos que, durante los últimos años, han sacrificado un trozo de sus vidas, cuando no, lamentablemente, la vida entera, en esta lejana parte del planeta, Asia profunda, territorio desconocido para la gran mayoría de los españoles.

Por eso, cuando pusimos en común nuestras inquietudes, surgió el proyecto 60 NM Solidarias del Repliegue Qala-i-Nao - Herat. El objetivo es simple: cubrir corriendo a pie la distancia aeronáutica que separa las dos bases españolas. Así, pensamos que podíamos recorrer esa distancia en tres relevos de treinta y siete kilómetros y doscientos metros cada uno, dando siete vueltas a nuestro circuito de cinco kilómetros y doscientos metros, y completando el recorrido con una vuelta a la zona de vida española.

Pero no queríamos quedarnos ahí. Afganistán es un país en guerra desde hace más de treinta años. Como siempre, los más desfavorecidos son los que en mayor medida padecen las consecuencias de esta desastrosa situación, especialmente los niños y niñas que han perdido a sus padres durante tantos años de conflicto armado. Por eso, se nos ocurrió que queríamos y teníamos que hacer algo más.

De este modo, se nos ocurrió que podíamos poner a la venta, de manera simbólica, tanto aquí como en España, dorsales al precio de cinco euros, para todo aquel que, de una manera desinteresada, quisiese colaborar con el proyecto, de tal forma que con el dinero recaudado comprásemos alimentos para donarlos a un orfanato de los muchos que hay en la zona.

La iniciativa ya está en marcha. La fecha fijada para llevarla a cabo es el 22 de septiembre. Nosotros seguimos entrenando, y lo cierto es que ahora llenamos algún que otro kilómetro hablando sobre cómo resultará todo, exponiendo ideas para llegar a más gente, presumiendo ritmos de carrera y temperaturas, deseando que mucha gente nos apoye y se sume al proyecto. Afortunadamente, desde que lo planteamos a nuestros respectivos jefes, únicamente hemos encontrado facilidades. Es, en todos los sentidos, el mejor apoyo que podíamos recibir por su parte.

En lo sucesivo se podrá acceder a toda la información referente a las 60 NM Solidarias del Repliegue Qala-i-Nao - Herat en las páginas de este blog, a través principalmente del Diario de un corredor afgano, así como en el blog de Pascual, cuyo link podéis encontrar en la columna derecha de este blog, y en el Facebook de Alberto.

En breve pondremos a disposición de todos un número de cuenta corriente en el que, el que lo desee, podrá hacer su aportación al proyecto. A cambio, todas aquellas personas que de algún modo colaboren recibirán, cuando se culmine el reto, un diploma electrónico como recuerdo de su cooperación.

Espero que mucha gente se anime. La causa bien merece la pena. Ya lo veréis.


¡NOVEDAD!
 
¡Ya tenemos número de cuenta para el proyecto 60 NM Solidarias Repliegue QiN-Herat! Por si queréis empezar a colaborar, ahí dejo el número, del Banco Santander: 0049 3836 49 2994114297. Sólo tenéis que indicar vuestro nombre en el concepto, y enviar un email a cualquiera de las entradas de este blog para que os hagamos llegar, el día de la carrera, vuestro dorsal solidario electrónico. Una vez más, ¡gracias!

sábado, 24 de agosto de 2013

Día 113: según dictan los sentidos

Km recorridos (día/total): 10,4/843,4                                Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/246
 
Durante los últimos días, a primera hora sopla una brisa casi imperceptible que hace que durante el tramo de bajada, en esos dos kilómetros doscientos metros de norte a sur, el calor se deje notar de tal manera que llegamos abajo, a nuestro punto de giro, donde solemos parar un minuto escaso y dejar que el cuerpo asimile el esfuerzo, y rompemos a sudar.
 
Lo cierto es que, aunque pocas veces reparamos en ello, es un lugar privilegiado: al sur se extiende una llanura polvorienta; al este se yerguen tres cadenas montañosas que, según la incidencia de la luz, ofrecen una gama de colores pálidos en distintas tonalidades; al norte, más allá del horizonte, se levantan también los grandes macizos que separan Turkmenistán de Afganistán, morada de bandidos, territorio comanche; al oeste, sólo un triste merlón de tierra compactada y concertina.
 
Hoy he aprovechado para hacerme un análisis de sangre, a ver qué tal estaba respondiendo mi organismo a tantos kilómetros. Sin que el resultado sea para tirar cohetes, lo cierto es que mi cuerpo va tolerando las agresiones a las que le voy sometiendo con el paso de los días. En cualquier caso, ya presumía yo que no habría ningún motivo para echarse las manos a la cabeza. Sigo, pues, adelante.
 
Por otro lado, me sigue ilusionando enormemente descubrir que hay muchísima gente que se va comprometiendo a colaborar con nuestro proyecto 60 NM Solidarias, del que daba cumplida información hace tres o cuatro días. Me emociona aún más si cabe comprobar que gran cantidad de esas personas que quieren aportar su granito de arena lo van a hacer desde España. Al final no sé qué resultará de todo esto, pero estoy seguro de que será algo muy grande. Por cierto, en breve inauguraré el apartado 60 NM SOLIDARIAS en la esquina derecha de la barra de menú del blog y tendremos un número de cuenta en el que se puedan hacer efectivas las compras de dorsales 00. Estamos en ello.
 
Se aproxima el mes de septiembre (¡¡por fin!!) y el día once los americanos van a organizar una carrera de dieciséis kilómetros que me hace muchísima ilusión. Será un buen test para mi preparación de cara a la maratón de Valencia y un aperitivo de los treinta y seis kilómetros en solitario que me esperan el día veintidós. Por supuesto, a una hora muy temprana, aunque ya no me sorprenda tanto como al principio (y a mi cuerpo tampoco).
 
Esta tarde, a pesar de lo que digan los resultados de la analítica, no estaba yo para correr mucho. Tampoco Alberto, por lo que hemos rodado muy suave unos veinticinco minutos durante los cuales hemos decidido que hoy no era día de sufrir. Así, hemos convertido la carrera en una agradable charla sin más pretensión que la de mover un poco el cuerpo, al ritmo que me dictaban los sentidos. De vez en cuando viene bien darse un pequeño respiro, sobre todo en buena compañía. Y la de Alberto es cada día mejor. Una suerte estar aquí, no me cansaré de repetirlo.
 
Por primera vez en algunos días voy a permitirme el lujo de cerrar el ordenador un buen rato antes de irme a dormir. Como ya tendré la entrada escrita, a ver si luego encuentro las ganas suficientes para abrir mi próximo libro: Pedaleando en la oscuridad, de David Millar. De momento ahí está, mirándome desde la minúscula mesita de noche un par de noches. Igual hoy me animo a empezar con él. Si no me vence el sueño, claro está.

 
 

viernes, 23 de agosto de 2013

Día 112: cuerpo a cuerpo

 Km recorridos (día/total): 5,2/833                                   Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/244
 
"Vivir no es sólo existir, sino existir y crear, saber gozar y sufrir y no dormir sin soñar. Descansar es empezar a morir"  (Gregorio Marañón)
 
Esta mañana me dolía la cabeza. No sé por qué razón, las dos últimas noches he abierto los ojos bastante antes de que amanezca. Al rato, consulto el reloj y compruebo aliviado que aún queda bastante para que suene el despertador, así que permanezco en un estado de delicioso duermevela hasta entonces.
 
A las siete menos cuarto, Alberto y yo hemos ido a rodar un rato, muy callados (me decía Alberto que qué estaría pensando esa cabecita mía, que iba tan en silencio), muy cansados después del tute de ayer, pero respirando el aire fresco de la mañana afgana en el tramo sur-norte de nuestro trazado.
 
A continuación, he disfrutado de mi segunda sesión de yoga. Estoy convencido de que, con un poco de paciencia, es algo que me ayudará a encontrar de nuevo la senda en mi maraña interna de caminos sin salida e impenetrables espesuras, desesperantes a veces. Por el momento, al menos me aporta un buen rato de relajación y me va abriendo puertas para acceder a interiores cuyo contenido ignoro.
 
La tarde nos la hemos tomado de relax, atléticamente hablando, que ya está bien después de los últimos siete días que llevamos. El descanso, en mi caso al menos, no ha sido absoluto porque hoy, como buen viernes, me tocaba BJJ, y allá he ido dispuesto a tomármelo con mucha calma y estar sólo una hora, practicando sobre todo técnicas que no me desgastasen lo más mínimo. Sin embargo, a partir de las ocho no he podido contener mis ganas de medirme, y he pasado unos muy buenos cincuenta minutos más de combate de suelo que, en esta ocasión y a pesar de los vapuleos, me han dejado mejor sabor de boca que el viernes pasado.
 
Esta tarde he recibido con tristeza el fallecimiento de Álvaro Bultó, deportista extremo y aventurero. Habrá quien critique tales aficiones que hacen vivir a uno en constante combate cuerpo a cuerpo con la muerte. No seré yo el que juzgue éstas u otras prácticas. Leyendo sobre su fatídico accidente he encontrado unas declaraciones suyas, que son las que inauguran la entrada de hoy, en las que hacía referencia a unas palabras de Gregorio Marañón. Eran, al parecer, el leitmotiv de Álvaro, al que tuve ocasión de saludar brevemente hace unos años en el transcurso de una exhibición.
 
salto
 
¡Qué razón tenía Gregorio Marañón al afirmar lo que afirmó! Vivir sin crear, sin soñar, sin gozar y sin sufrir es tan sólo un discurrir de días a la deriva, una sucesión de horas sin sentido. Vivir sin darse a los demás, sin arriesgarse más allá de los límites de la propia seguridad, sin probar, sin equivocarse, sin fracasar, sin experimentar la amarga y dolorosa sensación de una caída y la satisfacción de un éxito conseguido a base de sudor y lágrimas, vivir sin desafíos, sin miedos, no es en realidad vivir.
 
En muchas ocasiones a lo largo de estos últimos meses me he preguntado por el sentido de muchas cosas. En momentos de lucidez extrema, creo, me doy cuenta de que, de un tiempo a esta parte, soy más consciente de todo lo que me rodea, aún a pesar de las mil piezas que quedan todavía por encajar.
 
Honestamente, deseo existir y crear, saber gozar y aprender a sufrir. No quiero dormir sin soñar. No quiero descansar. No quiero empezar a morir. Todavía no.

Día 111: corremos en la misma dirección

Km recorridos (día/total): 19,2/827,8           Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/243

Me habría gustado que no me hubiesen dado hoy las once y media de la noche teniendo aún la entrada sin escribir, pero lo cierto es que bien lo ha merecido el buen rato de después de cenar rodeado de buena gente, entre ellos mi querido compañero y amigo Alberto. Ya no tenemos suficiente con los entrenamientos, según parece, y eso que hoy le he apretado de lo lindo…

El día comenzó en buena compañía, como viene siendo habitual durante las últimas semanas. Independientemente de los cinco kilómetros y pico, saber al despertarme que me esperan Pascual y Alberto es un revulsivo increíble, y uno se calza las zapatillas con entusiasmo y va a su encuentro atravesando el refugio exterior al alojamiento después de repetir el ritual de siempre: flexiones, mallas, calcetines y zapatillas, gafas de sol, camiseta al hombro, baño, botella de agua, camiseta puesta, y listo para empezar.

60NM Solidarias

Después, la velocidad de carrera la determinan nuestras sensaciones. Si hay conversación, rodamos parsimoniosos y tranquilos, señal indicativa de cansancio; si, por el contrario, la charla brilla por su ausencia, el ritmo siempre es más vivo y la respiración un tanto más agitada. Hoy tocaba discutir algunos temas referentes a nuestras 60 NM Solidarias del repliegue QiN-Herat, como finalmente ha venido a llamarse nuestro proyecto. Estamos los tres muy ilusionados con la dimensión que va tomando todo, y especialmente con la cantidad de gente, no sólo en Herat, sino en España, que ha mostrado su interés por el reto y ha declarado sus intenciones de colaborar con el mismo.

A día de hoy, y apenas tres días después de haber parido el proyecto, hay muchísimas personas, más de las que imaginábamos, que han decidido apoyar las 60 NM Solidarias, y que esperan la información necesaria para cooperar con el reto. En los próximos días iremos dando respuesta a algunas cuestiones. Por ejemplo, hoy hemos diseñado el cartel representativo del proyecto, que acompaña a la entrada, con mucha ilusión. A mí, personalmente, me gusta lo fácil que es ponerse de acuerdo con Pascual y Alberto en todos los detalles. Corremos en la misma dirección, después de todo.

Independientemente del resto, aún nos ha quedado tiempo para un buen entrenamiento esta tarde. Tanto Pascual como Alberto y Tabu se han sometido a un test de casi cuatro kilómetros y medio que les ha exprimido al máximo. A partir de los resultados del mismo, será mucho más fácil perfilar el entrenamiento de cara a la maratón de Valencia, que nos aguarda en apenas tres meses, justo a continuación de nuestro regreso. A mí, el test me ha servido para correr con un poco más de intensidad. Por el momento, creo que estoy en el camino adecuado. Al menos, disfruto de la carrera a pie y me siento muy cómodo corriendo a los ritmos que me he marcado como referencia para la prueba de noviembre.

Como decía al principio, hoy se ha hecho muy tarde para andarse con florituras, y se me cierran los ojos delante de la pantalla de mi portátil. Mañana será otro día, intenso a buen seguro, en el que trataré de sacar partido, un día más, a mi experiencia afgana, de la que cada día voy extrayendo una enseñanza nueva. Sirva la del día de hoy para agradecer enormemente su tiempo a aquellos a los que, como dicen, les gusta la “buena literatura”, término excesivo para definir las humildes pretensiones de este blog. Yo, encantado y muy agradecido de saber de nuevos y tan estupendos lectores. De todo corazón.

miércoles, 21 de agosto de 2013

Día 110: y entonces llegó el yoga

Km recorridos (día/total): 5,2/808,6                                  Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/240
Me gustan las personas que dan y no piden nada a cambio, que dediden compartir lo poco o lo mucho que saben de algo con amigos y desconocidos, que han perdido el miedo a regalar sus conocimientos, su tiempo, sus experiencias, que no temen abrirse a los demás, aún sabiendo que en alguna que otra ocasión se darán cuenta de que tal vez se equivocaron de persona, aunque no de forma de actuar.
Me gustan las sonrisas amplias y sinceras, las relaciones que llevan a alguna parte, que no caen en el olvido, los comentarios divertidos y sin malicia, los ánimos que parten desde el corazón, las palmadas en la espalda de las manos que no sujetan disimuladamente un puñal, las conversaciones íntegras, las opiniones mesuradas, las verdades a la cara, las miradas a los ojos.
Me superan las personas retorcidas, envidiosas, rencorosas, con doble intención, irrespetuosas, que nunca hacen nada por nadie, que siempre esperan lo peor del otro, que exigen pero no dan ejemplo, que aprovechan una posición ventajosa para imponer sus criterios manidos y rancios, su ausencia de principios, para narrar ficciones de las que nunca fueron los pretendidos protagonistas, para intentar hacer daño.
He dicho (parece que tenía que soltarlo de alguna manera, no sé por qué razón...).
Esta mañana estaba en pie a las seis de la mañana. No es que hayamos cambiado nuestros horarios de carrera. De hecho, el madrugón de hoy ni siquiera ha tenido que ver con ajustes horarios laborales. Simplemente, hay se ha abierto una nueva puerta en mi vida, la del yoga, gracias a la generosidad de Óscar, que ha decidido compartir con aquellos que quieran sus conocimientos en la materia. Lo que ocurre es que la hora (las siete de la mañana los miércoles, siete y media viernes y domingo) me obliga a salir a rodar un buen rato antes, aunque no me importa.
Así que hoy a las seis y cuarto de la mañana, solo, por primera vez en muchos días, he ido a rodar mis cinco kilómetros de rigor. Esa ha sido, junto con la sesión de yoga, la única actividad deportiva de la jornada, pero me hacía falta descansar un poco y coger fuerzas de cara a lo que resta de semana.
Team 60NM
Mañana nuevamente tenemos doble sesión. Hemos quedado a las siete menos diez para rodar un rato, y luego por la tarde. Si todo va bien, Pascual y Alberto harán un test de tres kilómetros que nos ayudará a afinar un poco el entrenamiento. También, cómo no, nos servirá para ir preparando nuestras 60 NM Solidarias, que tendrán lugar justo dentro de un mes.
Me encanta saber que el reto está encontrando muchos apoyos tanto en España como en Afganistán. Al final, estoy seguro de que serán muchos los dorsales simbólicos que se vendan, y mucha la gente que se animará, aquí o en la distancia, a correr un rato con nosotros. De momento, ahí os dejo una foto del equipo "60 NM Solidarias", con dos grandísimos atletas y mejores personas. ¡Qué suerte haber coincidido con ellos!

Día 109: sesenta millas solidarias

Km recorridos (día/total): 20/803,4                                          Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/239

¡Qué bien me ha venido el descanso activo de ayer! Hoy por la mañana, a pesar del sueño, tenía las pilas cargadas al igual que el resto, y se ha notado. Los cinco kilómetros doscientos metros han volado en apenas veintitrés minutos, con todos entonados y mucho mejores sensaciones que durante los días previos.
Finalmente y por fortuna, a las tres he podido acudir a mi cita con el masaje de descarga semanal. Así, por la tarde, aunque las piernas no estuviesen tan a tono como en otras ocasiones, rodar a buen ritmo me ha resultado relativamente sencillo, gracias también al sentido común que imperó ayer por la tarde.

Hoy, tan sólo veinticuatro horas después de habernos sentado delante de unas pizzas y unas cervezas, ha tomado definitivamente forma nuestro nuevo proyecto: las 60 millas solidarias del repliegue. Ayer, como explicaba, bastó un retraso de cinco minutos para que Alberto y Pascual me la liasen bien liada. Cuando llegué me pusieron al día de una gran idea: cubrir la distancia aeronáutica que separa Qala-e-Nao (la otra base española en el oeste de Afganistán, que cierra a finales de septiembre) de Herat. Total, que ni cortos ni perezosos, nos pusimos a darle vueltas al tema, para ver de qué manera podíamos sacarle partido al asunto.
Sesenta millas náuticas son unos ciento ocho kilómetros aproximadamente. Esa es la distancia en línea recta, o sea, la que prácticamente cubren nuestros aviones y helicópteros, entre la base de Qala-e-Nao y Herat. Así que pensamos que podíamos recorrer esa distancia en tres relevos de treinta y seis kilómetros cada uno, dando siete vueltas a nuestro circuito de cinco kilómetros y doscientos metros. Yendo más allá, se nos ocurrió que podíamos vender, de manera simbólica, dorsales a cinco euros, de tal forma que con el dinero recaudado comprásemos alimentos para donarlos a un orfanato de la zona.

Hemos fijado la fecha para el veintidós de septiembre. De momento, la idea ha gustado mucho a la gente más próxima a nosotros. Estoy convencido de que muchos, no sólo aquí, sino también en España, se animarán a comprar un dorsal y a donar ese dinero por una buena causa; también de que más de uno se animará a dar con nosotros alguna vuelta, y de que tendremos el apoyo de muchos compañeros que, en algún momento a lo largo de la mañana nos regalarán palabras de ánimo.

Sin llegar a representar una empresa extraordinariamente dura y complicada, sé que será, en cierto modo, un reto físico y psicológico completar siete vueltas de cinco kilómetros doscientos metros a un mismo circuito, el de todos los días, y en unas condiciones que esperamos sean las óptimas para correr. Especialmente, después de lo que llevaremos, por esas fechas, corrido. Por supuesto, estoy seguro de que no faltarán ni el calor ni el polvo afganos, aunque ya en menor medida de lo acostumbrado hasta ahora.

Queda sólo un mes para este nuevo reto solidario. La verdad es que me ilusiona enormemente verme embarcado en este proyecto con Alberto y Pascual, dos grandes deportistas que viven la vida de acuerdo a unos principios con los que me identifico totalmente. Y es que ninguno sabe vivir sin correr.

Aquí nos hemos juntado, tan lejos, tan cerca, por casualidad. Para completar sesenta millas náuticas. Para hacerlo como un verdadero equipo. Para aportar nuestro granito de arena. Para invitarte a que hagas lo mismo. Yo prometo describirte las sonrisas que cosechemos con todo lujo de detalles. ¿Qué mejor recompensa?

martes, 20 de agosto de 2013

Día 107: nuevos horizontes

Km recorridos (día/total): 11,6/773                                          Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/234

La jornada de este nuevo domingo ha comenzado, una vez más, con una suave carrera junto a Alberto, que se ha convertido en mi inseparable compañero de fatigas sobre el duro suelo afgano. Así, a primera hora de la mañana hemos hecho el recorrido de costumbre, cinco kilómetros y poco con una parada intermedia en el punto más al sur de nuestro circuito, con una charla agradable y una temperatura que, poco a poco, se va acercando a valores más llevaderos. A la vuelta nos esperaba Pascual, que esta mañana se ha metido veinte kilómetros entre pecho y espalda saliendo a las seis de la mañana. El Afghanistan Runner se ha labrado su buena fama a base de muchísimo trabajo. ¡Qué gran atleta, pero sobre todo, qué gran tipo!

En un domingo que no prometía grandes cosas, el mediodía me tenía reservada una sorpresa más que agradable. Nunca sabes dónde ni cuándo vas a conocer a una persona que amplíe tus horizontes personales. En ocasiones, se trata simplemente de confiar en la propia intuición, esa que te dice que la persona que tienes delante merece la pena, aún sin conocerla en profundidad. Es muy agradable, por otro lado, descubrir a alguien que va más allá, que trabaja y hace por los demás.

Hoy, de la manera más circunstancial posible, se ha abierto un nuevo horizonte en mi vida. En realidad, era algo que llevaba unos meses en un estado latente en mi interior y que, por fin, en el día de hoy, ha visto la luz al final del túnel. Sin saber muy bien por qué ni de qué forma, me he comprometido a dar un paso adelante apoyando una causa solidaria: la de la Asociación por los Derechos Humanos en Afganistán, de la que Mónica Bernabé, una periodista que parece haber consagrado su vida a este país, me ha hablado esta tarde. A decir verdad, sí sé de qué forma lo haré, aunque de momento no puedo adelantarlo, ya que es uno de los proyectos que surgió hace unos meses, y que poco a poco va tomando forma. Al final de mi estancia en Herat, espero, todo se andará.

Ya a media tarde, Pascual, Alberto y yo hemos cubierto los últimos seis kilómetros y medio de la semana, a buen ritmo a pesar de las malas sensaciones: a estas alturas, mis piernas necesitan un pequeño descanso. Aún así, de nuevo he sobrepasado los ochenta kilómetros semanales, lo que me lleva a darme cuenta de que, durante el último mes, he recorrido trescientos treinta y tres kilómetros, todo un récord para mí, más aún en pleno verano afgano, con todo lo que ello supone.

Está visto que el desafío de la maratón de Valencia está bien encaminado y navega con todo el velamen desplegado, aprovechando cualquier brisa. Espero que sigan soplando vientos favorables, o al menos no demasiado contrarios al rumbo deseado. Como escribí en una ocasión, es cierto eso de que “ningún viento es favorable si uno no sabe a dónde se dirige”. A mí, a día de hoy, todos los vientos me resultan de gran provecho: los más favorables me acercan a mi objetivo; los menos me enseñan a lidiar con el mar embravecido, lo cual me lleva a otra frase: “ningún mar en calma hizo experto a un marinero”.

Definitivamente, no quiero mares en calma.

lunes, 19 de agosto de 2013

Día 108: preparando algo grande (60NM)

Km recorridos (día/total): 10,4/783,4                               Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/236

Es curioso que en mi día de descanso obligado (las piernas y el cuerpo no me daban hoy para mucho más) haya corrido mañana y tarde. Pero lo cierto es que correr se ha convertido en una costumbre tal, que ya no sé empezar el día de otra manera, y aunque esta tarde, de no haber sido porque había quedado, tal vez lo habría perdonado, al final hemos salido, para variar.
 
Coincidencia o confluencia, según se vea, el hecho es que, a pesar de la buena temperatura y la ausencia casi total de viento, la carrera de las seis se ha convertido en un duro peregrinar de Alberto, Pascual y yo, cada uno sufriendo en silencio sus miserias en sólo cinco kilómetros. Hoy las piernas no iban, tampoco la cabeza, así que por primera vez en mucho tiempo pusimos rumbo a casa antes de tiempo, y cambiamos los kilómetros por pizza italiana. No todo va a ser vernos de lado y con la respiración forzada, después de todo.
 
No hay mal que por bien no venga, y como soy cinco minutos impuntual, cuando he llegado a las siete y media, el Gorra y el Afghanistan Runner ya estaban tramando una buena. No sé decir que no, lo sé, y ellos me temo que también. Así que, entre una cosa y otra, finalmente se ha gestado un buen proyecto que verá la luz, esperemos, de aquí a un mes. ¿Que de qué se trata? Bueno, no vamos a adelantar acontecimientos, pero puedo decir que está relacionado con la carrera a pie, cómo no, con un buen desafío y una buena causa. Lo mejor de todo es que, en esta ocasión, no es cosa de uno solo. El número sesenta ha empezado a ser algo más que un número...
 
Lo de intercambiar pista por pizza ha sido un recurso bien empleado. No es de extrañar que, después de todo, hoy esté un poco más cansado de lo habitual. Desde el jueves pasado, los días de entrenamiento han sido intensos, mañana y tarde, a buen ritmo y acumulando fatiga. Por todo ello, ando un poco sobrecargado muscularmente, pero sobre todo es mi organismo el que me pide a gritos una pequeña pausa. A ver si, entre una cosa y otra, soy capaz de dársela en el grado merecido.
 
De momento mañana hemos quedado de nuevo a las siete. A las tres de la tarde tenía programado un masaje, pero mucho me temo que, por causas ajenas a mi voluntad, tendrá que esperar un poco. ¡Y yo que lo esperaba con los brazos abiertos! En fin, ¿qué se le va a hacer? Por la tarde volveremos a rodar, espero que con un poco más de soltura que en la tarde de hoy.
 
IMG_20130819_081439-1Termina aquí un día intenso, del que daré debida cuenta en su justo momento. Estamos preparando algo grande, eso lo puedo asegurar. No podía ser de otra forma, habiéndose juntado en este lugar los tres que se han juntado, entre los que tengo el honor de contarme. Sesenta. NM. Recordad esto. Pronto sabréis lo que se cuece en Herat...


domingo, 18 de agosto de 2013

Día 106: ¡esto es vida!

Km recorridos (día/total):  19/761,4                                        Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/231

A las seis de la mañana he abierto los ojos. No era una cuestión de andar sobrado de sueño (lo cierto es que tampoco me puedo quejar). Más bien, el prematuro despertar ha estado orientado a un autochequeo de mis dolencias varias. Afortunadamente, he podido constatar, no sin gran alegría, que lo único que me lastraba, y sólo en cierto modo, era una congestión muscular del tren superior en general, importante, eso sí, pero no lo suficientemente poderosa como para atarme a la cama y hacerme eludir mi carrera diaria (por otro lado, a estas alturas no sé qué razón mundana, que no sea un impedimento físico manifiesto, puede evitar que corra).

Así, un buen rato más tarde, a las siete y cuarto, he salido a la luz del sol, desperezándome al ritmo de la suave y fresca brisa del norte, para encontrarme con Alberto, que me esperaba sentado, con cara de mucho sueño, sobre una arqueta situada al otro lado de la carretera, a los pies del merlón que ahora simplemente divide las zonas de vida italiana y española, pero que hasta hace unos años, y he ahí su razón de ser, delimitaba el campamento inicial donde convivían todas las fuerzas desplegadas al oeste de la pista de aterrizaje.

La carrera de la mañana ha sido, como viene siendo costumbre, renovadora. Esos veinticinco minutos de rodaje suave, tranquilo, parsimonioso a ratos, son para nosotros la mejor forma de afrontar el nuevo día. Lo hablábamos Alberto y yo a la vuelta de la puerta sur de la base: ¡esto es vida! Me cuesta comprender, después de todo, que haya quien pueda sobrevivir al día a día sin una pequeña dosis de ejercicio.

Después el día transcurrió de una forma agradable, sin grandes acontecimientos a los que referirse, salvo mi visita de rigor al fisio, Roberto, un castellano-leonés muy agradable que se encarga de tratar semanalmente, desde hace un par de meses, las partes de mi cuerpo más castigadas por los impactos y las cargas de la carrera.

También querría referirme hoy a algunas personas que, desde hace escasas dos semanas, siguen mi blog desde Palma de Mallorca, gracias a mi compañero y amigo Asís. Aquí me veo, a siete mil kilómetros de distancia, intentando exportar la filosofía “en sólo diez minutos” de la que soy un ferviente defensor. Ojala descubran de algún modo lo beneficioso que es consagrarse a la práctica del ejercicio diario. A mí me hará muy feliz ser parte influyente en el proceso. El mérito es, al fin y al cabo, del que se pone las zapatillas y echa a correr. Sólo puedo decir que, aunque no lo parezca, diez minutos sí que sirven.

La tarde, a pesar del cansancio acumulado, nos ha juntado de nuevo a Alberto y a mí, y poco después a Jose Soria, para completar un grandísimo entrenamiento de casi catorce kilómetros, recorridos en su gran mayoría en un silencio que decía bien a las claras que está tarde tocaba sufrir, especialmente en los tramos contra el viento. Aún así, cada uno ha sacado lo mejor de sí mismo, demostrándose una vez más que el límite está siempre bastante más allá de lo que creemos. Sólo necesitamos, en algunas ocasiones, que alguien nos muestre el camino y nos abra paso. Finalmente, no puedo más que quitarme el sombrero ante el derroche realizado por mis compañeros de asfalto.

Mañana es domingo. Tendremos, como es obvio, nuestros pequeños placeres: carrera suave por la mañana, desayuno al sol en gran compañía y un día más relajado que el resto de los días de la semana. Yo he entrado en una dinámica positivista en cuanto a lo que resta. Después de dieciséis fines de semana aquí, únicamente quedan diez para volver a casa. A priori, para mí es el tramo más sencillo. En la práctica, aún con algunos momentos de duda, así está siendo, al menos de momento.

Cuento los días que faltan, los que llevo, los kilómetros que he recorrido y los que, presumiblemente, quedan por recorrer. Siempre me ha resultado más fácil ir marcando pequeños hitos a alcanzar. El próximo son los mil kilómetros, espero que en apenas tres semanas, coincidiendo con el inicio del último tercio de misión.

Esto está hecho. Aunque a veces cueste verlo de esa manera.

sábado, 17 de agosto de 2013

Día 105: el Centro de Alto Rendimiento de Herat

Km recorridos (día/total):  11,8/742,4                                    Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/228

Estoy hecho una piltrafa, después de que me haya pasado por encima durante treinta minutos un tío de ciento treinta kilos de puro músculo, potencia sin control, una y otra vez, machacándome, golpeándome, luxándome articulaciones, estrangulándome una y otra vez. Me duelen todos y cada uno de los músculos del cuerpo, sin excepción. Cuando he terminado el último combate me he quitado la parte de arriba del kimono, frustrado, marcado, roto de verdad además de agotado, y así he llegado a la habitación, con el ánimo y el orgullo, ese que procuro dejar siempre fuera del tatami, por los suelos. Aún me temblaban los brazos del esfuerzo, de tal forma que las flexiones de llegada me han costado lo suyo.

Y eso que el día ha comenzado bien de verdad, con un buen grupo de carrera. Hoy, además de Alberto y Pascual se ha sumado Tabu, y hemos rodado a buen ritmo al calor del sol matutino, casi once kilómetros de aeróbico extensivo, procurando que nadie quedase descolgado por el momentáneo exceso de ímpetu de alguno de los otros. El resultado final ha sido una buena sesión de entrenamiento que complementaremos mañana con otro buen puñado de kilómetros, los que sumemos entre la mañana y la tarde de tal forma que, en cierto sentido, recuperemos el tiempo perdido durante la primera mitad de la semana.

Como escribe Pascual en su blog, esto se ha convertido en el Centro de Alto Rendimiento de Herat, un lugar árido y agreste situado a casi mil metros de altitud (el cartel donde se muestra la elevación en la puerta de la antigua del aeropuerto así lo atestigua), donde un gran número de deportistas, cada uno a su nivel y según sus posibilidades, se calza las zapatillas cada mañana y especialmente cada tarde. Es un gustazo correr a partir de las seis y encontrarse con veinte o treinta personas, algunas agrupadas, otras en solitario, desafiando a la rutina diaria, ensimismadas o en animada charla, caminando, corriendo, el uno cinco o diez metros por delante de sus compañeros de fatiga, con su camiseta del Sevilla C.F., el otro con los cascos puestos, la mirada en el asfalto.

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A mí me gusta cuando nuestra grupeta se cruza con algún conocido (la gran mayoría lo es, por otra parte), y nos cruzamos saludos, sobre todo cuando vamos más tranquilos, y un leve gesto a cambio de unas palabras de ánimo, cuando apretamos de lo lindo y el resuello da para poco más que algún monosílabo. Así, sin más, devoramos kilómetros en el transcurso de mañanas y tardes, progresando hacia nuestros objetivos y simplemente disfrutando del asfalto y de la compañía.

Sin lugar a dudas, es algo que echaré de menos en un futuro ya no tan lejano. Mucho me temo que la alegría del regreso se verá teñida, en algunos aspectos, por la tristeza y la melancolía de dejar atrás a muchos de los que aquí compartimos vida y milagros desde hace ya casi cuatro meses. Sin embargo, estoy seguro de que las amistades aquí forjadas sobrevivirán al paso del tiempo. ¡Tan intenso es el día a día de seis meses!

Puede resultar paradójico: uno está deseando que llegue el final pero, al mismo tiempo, siente que añorará esta no tan breve etapa afgana. ¡Qué complicadas son a veces las personas mayores, que diría el Principito!

viernes, 16 de agosto de 2013

Día 104: pequeñas treguas

Km recorridos (día/total):  16/730,6                                       Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/226

Cuando a las seis de la mañana he salido de mi alojamiento, hoy sin gafas de sol a pesar de la cara de sueño que llevaba (Nacho dice que no he parado de roncar en toda la noche), y he visto que Alberto se había animado también a correr a esa hora, he sentido una inmensa felicidad. Lo digo sinceramente: después de tantas mañanas de salir a entrenar solo, tener desde hace ya varias semanas a un compañero de carreras tan fiel y puntual como él me saca de la cama con mucho más entusiasmo del que hasta ahora era habitual. Podría afirmar, sin exagerar, que gracias a Alberto mi vida en Afganistán es ahora mucho mejor de lo que era.

Y eso que hoy traía mala cara. Como me ha contado luego, se ha pasado la noche en tránsito al baño, aquejado de una gastroenteritis aguda, de esas que le dan aquí a la gente bastante a menudo, y de las que yo, de momento y por suerte, me voy escapando, pasados ya tres meses y medio.

El caso es que hemos rodado nuestros cinco kilómetros y pico, charlando de lo divino y de lo humano. Luego yo me he ido a trabajar y él se ha ido la carrera italiana, a pesar del mal cuerpo que llevaba, y aún así… ¡ha quedado tercero! Y bien podía haber sido un segundo puesto, por tres segunditos. Lo de Alberto tiene muchísimo mérito. Como él dice, no sabe hacer otra cosa más que vaciarse y entregarse al máximo cuando corre. A ver si algún día puedo parecerme a él…

Mi día, por lo demás, ha sido muy relajado, al menos en comparación con el resto de la semana, y especialmente a partir de media mañana. Después de comer, el cuerpo me pedía a gritos una siesta. He dormido profunda y plácidamente, aunque cuando me he levantado me he dado cuenta de lo cansado que estaba. Mi carrera de por la tarde no ha hecho sino constatar esto último: de lo mucho que pensaba hacer, al final me he quedado en un poco menos, y con unas sensaciones en absoluto parecidas a las de los días anteriores. Las piernas no me iban, y aunque recuperaba bien, el pulso apenas me subía, claro indicador de que mi cuerpo no estaba en disposición de dar más de sí.

Así que he decidido, después de luchar un rato contra el viento y contra los sentidos, hacer caso a mi instinto y dejar la sesión en un punto en el que aún mi ánimo no se había visto afectado. Parece que no, pero después de cuatro días yendo de un lado para otro, sin apenas sentarme más que para comer y siempre pendiente de mil y un detalles, y de una mañana plantado de pie a pleno sol durante más de cinco horas, con el zumbido de helicópteros y otras aeronaves martilleándome el cerebro sin piedad, hay que darse una pequeña tregua y saber reconocer que uno necesita, de vez en cuando, levantar el pie.

Hoy he leído una frase de Paulo Coelho que me ha encantado, y que en todos los sentidos es aplicable a lo que llevo haciendo desde hace más de veintiún meses, y de una forma más intensa, si cabe, desde que llegué a Afganistán. Decía algo así como que no hay una buena razón como para no hacer cada día lo que a uno le gusta. Por suerte, puedo suscribir esta afirmación: efectivamente, al menos en mi caso, no hay una buena razón como para no correr cada día un rato.

Aún con estas pequeñas treguas.

Cada día.

Sin descanso.

Porque es lo que me gusta.

Y lo que me mantiene vivo.

jueves, 15 de agosto de 2013

Día 103: se abre una ventana

Km recorridos (día/total):  5,2/714,6                                        Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/223

Continuando con la racha de esta semana, en el día de hoy mi entrenamiento se ha limitado nuevamente a cinco kilómetros a primera hora de la mañana. A decir verdad, es algo con lo que contaba, principalmente porque sabía que tendría el día ocupado desde primera hora y hasta bien entrada la tarde. Así, he decidido tomármelo con filosofía, pensando también en la carrera de mañana.

De hecho, durante el rodaje me he encontrado realmente bien. Al terminar la carrera de la mañana he comentado con Alberto las buenas sensaciones que tenía de cara a la carrera de mañana, como no podía ser de otra forma. De esta forma ha comenzado el día, y ha continuado de la misma manera que los anteriores: con mucho trabajo y poco tiempo. Desde luego, las horas vuelan cuando uno no para pero, por otro lado, prefiero un poco más de tranquilidad para no tener que ir de un lado para otro deprisa y corriendo.

Lástima que, al final de la tarde, he sabido que no podré correr la carrera de mañana. Por supuesto, estoy aquí para trabajar, y siempre ajusto mi carrera matinal y vespertina a la jornada de trabajo, madrugando más o apurando al máximo el trabajo para tenerlo todo hecho a la hora de entrenar por la tarde. Sin embargo, mañana no puedo ajustar el horario de comienzo de la carrera a mis obligaciones laborales, de tal forma que, aunque lo he intentado hasta última hora de la tarde, finalmente las cosas han caído por su propio peso y a las siete, muy a mi pesar, no seré de la partida.

Una lástima, aunque sólo si se mira desde un punto de vista limitado y poco objetivo. Es cierto que me apetecía un montón correr mañana, pero no lo es menos que no es una prueba a la que haya consagrado todos mis esfuerzos así que, si no puede ser, pues no será, y a otra cosa. Me fastidia, más que nada, porque me habría encantado correr con Alberto y con Pascual para exprimirles un poco. Pero por otro lado, sé cuál es mi estado de forma actual, y de que manera he de continuar para mejorarlo cada día un poco más.

Lo que sí tocará mañana, indefectiblemente, es madrugar. A las seis he de estar en marcha si quiero irme a trabajar con mi carrera, la principal, la de al menos diez minutos, completada. Luego, por la tarde, y adaptándome un poco a las nuevas circunstancias, rodaré largo y tendido, para volver así a sumar kilómetros. Ni qué decir tiene que el fin de semana, sin competición y sin otras obligaciones de las que, por fortuna, me he liberado en la tarde de hoy, tendré mucho que hacer, dada la exigua cantidad de kilómetros acumulados durante esta semana.

Tal vez por eso, por esas obligaciones que de un plumazo han desaparecido y me han aclarado un sombrío panorama hasta el domingo, no me he sentido especialmente contrariado por el hecho de no poder competir mañana. A fin de cuentas, otros días habrá para desengrasar la máquina y ponerla a punto antes de noviembre. De momento, mañana será una buena ocasión para ello. Es bien cierto el dicho de que “cuando se cierra una puerta, se abre una ventana”.

Por la mía entrará el sol mañana antes de lo previsto: aunque no haya competición, me esperan mis zapatillas, que ya llevan un rato descansando. Luego no entienden que no dé más de mí…