lunes, 30 de septiembre de 2013

Día 149: urban running

Km recorridos (día/total): 10,5/1262,6                              Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/327

Cuando esta mañana he abierto los ojos y he tomado mediana consciencia de mi cuerpo, me he dado cuenta de que me dolían hasta las pestañas. Habíamos quedado Alberto y yo a las siete y cuarto, así que no había mucho tiempo que perder, sobre todo porque a continuación teníamos una orientación urbana. Alberto se había quedado hasta las dos y media a ver a su Atleti, y aparte del sueño, traía un dolor de garganta importante (la jornada del domingo nos ha ido pasando factura a todos, poco a poco).
El inicio de nuestra carrera debe haber sido digno de grabarse. Hoy, más que nunca, hemos progresado lentamente, tanto, que ni siquiera Alessandro, el italiano de la carrera de las diez millas, ha podido aguantar a nuestro lado y ha preferido continuar a su ritmo a partir del kilómetro tres. Nosotros, mientras tanto, hemos ido a lo nuestro, desengrasando poco a poco la musculatura, sin otras pretensiones más allá de eso.

Después de la carrera, nos hemos ido directos a la orientación urbana que nuevamente ha organizado nuestro compañero Javier Amaya. De nuevo ha sido divertidísimo andar buscando balizas por toda la zona de vida española e italiana. A mí, además, me ha servido para hacer unos cuantos cambios de ritmo y, por encima de todo, para disfrutar sin andar pendiente del reloj, sino del mapa. Casi sin darme cuenta, han caído otros cinco kilómetros y pico más, rodeando contenedores, atravesando calles de vida, entrando y saliendo de los refugios,... Como digo, todo este rato de diversión, entretenimiento y deporte al aire libre se lo debemos a la generosidad de una persona que se ha tomado mucho tiempo en levantar unos mapas alucinantes de la zona que ha albergado la carrera.

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Para cuando todo ha terminado, yo estaba deseando tomarme una aspirina, coger la cama y desconectar del mundo exterior. El dolor de cabeza me ha durado gran parte del día, aunque no ha sido impedimento para nada. Seguramente por eso, hoy mis ánimos andaban un poco más decaídos que durante las dos últimas semanas. Por suerte, disfrutar de una gran carrera de Moto GP junto a Asís y una visita a tiempo de Alberto y Pascual a lo largo de la tarde (ya hemos comenzado a mandar certificados de las 60 NM Solidarias; terminaremos de hacerlo en los próximos días) han mejorado las grises perspectivas iniciales, y finalmente hemos terminado delante de una pizza y una cerveza, un domingo más.

Con todo ello y Skype fuera de servicio desde ayer, mi cama me llama, aún tan temprano. Mañana toca madrugón (mi despertador sonará a las seis menos cinco), carrera de catorce o quince kilómetros e inicio de una semana en la que nos adentraremos inexorablemente en octubre, el último mes completo que nos resta aquí, así que creo que será mejor que me vaya a dormir ya, antes de que los ojos se me cierren del todo, como amenazan con hacer desde hace un rato.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Día 148: el último tramo

Km recorridos (día/total): 14,8/1252,1                              Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/327

Hace varios días ya que comencé el último cuarto de misión. Después de todo lo transcurrido, se corre el peligro de pensar que al final no se está haciendo tan largo. Luego, uno repasa las entradas, los kilómetros, las fotos, las carreras, la gente que ha pasado por aquí a lo largo de estos meses y ya no está... y se da cuenta de que, en verdad, es ya mucho tiempo el que ha transcurrido desde que aquel lejanísimo dos de mayo en que dejamos atrás a familiares y amigos, entre otras muchas cosas.

Se percibe en el ambiente una saturación general. El cansancio psicológico comienza a hacer mella en muchos de nosotros que, en cualquier caso, continuamos, como todos, con nuestra labor diaria con las mismas ganas y el mismo espíritu. Las relaciones con el resto de compañeros se van haciendo más cercanas o enfriando, en menor medida y según el caso.

En un círculo tan cerrado y durante un tiempo tan prolongado, la gente se va mostrando poco a poco tal cual es (eso, el que no lo ha ido haciendo desde un principio). De cualquier forma, las interacciones entre nosotros son cordiales, o al menos correctas en todo momento, aunque uno busca, cada vez con más anhelo y frecuencia, como describía mi buen amigo Asís en una de sus crónicas semanales, su espacio vital en el que aislarse, al menos durante un rato, del resto del mundo.

A mí, por suerte, me queda la carrera a pie y mis compañeros de rodaje. Podría pensarse que, tras más de mil doscientos kilómetros en un mismo lugar, mis ganas de echarme al asfalto han ido menguando. Sin embargo, cada día que pasa siento que correr aquí me da la vida y, como hoy, siempre que encuentro un hueco estoy deseando salir a rodar, ya sea solo o acompañado.

Este viernes ha supuesto el punto de inflexión de la semana, en lo que a sensaciones se refiere. Por la mañana hemos rodado Alberto, Tabu y yo, pero me encontraba pesado y muy atascado, a pesar de lo cual he completado casi diez kilómetros. Por la tarde, y poniéndonos en marcha al atardecer, Víctor, Millán (otro que se anima con nosotros y alucina), Alberto y yo salíamos nuevamente a por todas. En esta ocasión, mis piernas y mis pulmones han funcionado casi a la perfección, y por primera vez desde el pasado domingo he encontrado los ritmos adecuados sin apenas esfuerzo y disfrutando de lo lindo.

Los kilómetros, en días como hoy, pasan sin casi darse uno cuenta. Correr me da la vida. Mis compañeros de asfalto y de trabajo me la alegran. Vislumbrar cada día un poquito más cerca mi regreso y el reencuentro con mis seres amados me impulsa a continuar en esta línea ascendente.

Ya escribía hace un tiempo que soy un corredor de fondo y que, como tal, las segundas partes de las pruebas siempre me resultaban más llevaderas. En este caso no es distinto, y los días se escapan entre los dedos. La ilusión enmascara la fatiga y mi cabeza hace cálculos en positivo: poco más de siete semanas, unos cuatrocientos cincuenta kilómetros, unas siete mil flexiones,....y estaré de nuevo en casa. No hay nada que desee más en el mundo. Aún más en esta ocasión, el reencuentro bien vale la estancia. También las personas que he conocido a lo largo de todo este tiempo. Con ellas, por ellas, todo esto está mereciendo la pena.

viernes, 27 de septiembre de 2013

Día 147: alegrías varias

Km recorridos (día/total): 10,4/1237,3                              Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/324
 
Esta mañana, cuando he salido al exterior de mi alojamiento (la calle Alfa, como se llama aquí el sitio donde vivo) me he llevado la primera alegría del día al ver que había unas pocas nubes en el cielo y que el sol no brillaba con tanta intensidad como durante los días, semanas y meses previos. Parece que no he sido el único en alegrarme de eso. Fuera estiraban después de su rodaje Pascual y Tabu, y ambos hacían incapié en lo mismo. Es curioso comprobar cómo las necesidades, al cabo de un tiempo, convergen hacia un mismo punto.
 
La segunda alegría del día ha llegado poco después: no llevaba ni trescientos metros recorridos cuando me he cruzado con Víctor, que ha aceptado mi invitación gestual de unirse a mí, y luego, amablemente, me ha acompañado unos cuantos kilómetros más de los que tenía planeados. Se agradece también en este caso disfrutar de nuevas compañías, principalmente porque traen nuevas conversaciones y son un soplo de aire fresco. Así, Víctor y yo hemos ido charlando del atletismo y de sus entresijos, de tal forma que los cinco kilómetros de por la mañana se me han ido volando.
 
A las seis de la tarde ha sido el turno de la tercera alegría: Ángel, uno de mis compañeros de misión, tipo divertido donde los haya y muy buena gente, se ha animado a compartir conmigo la sesión de esta tarde. Además, enseguida nos hemos cruzado a Pepe Soria, que se ha unido a nosotros para conformar un buen trío de corredores, inédito en estas tierras. Es curioso: dos salidas en un día y acompañantes distintos en cada una de ellas. Así no hay quien se aburra.
 
Después de cuatro días me he vuelto a sentir nuevamente bien sobre el asfalto, sin molestias ni dolores de ningún tipo. Si acaso el polvo, que tanto ha dificultado la respiración y limitado la visibilidad esta tarde, ha sido el inesperado invitado, aunque no ha conseguido evitar que disfrute enormemente de los kilómetros recorridos en el día de hoy. Me hacía falta, por otra parte, seguir rodando muy suave, regenerando mi organismo después del domingo, así que las sesiones de hoy me han venido muy bien en todos los sentidos.
 
Lo que es un hecho, por otra parte, es que pronto tendré que cambiar la hora del entrenamiento de tarde. Hoy a las seis y diez el sol ya se había ocultado, y apenas veinte minutos después la falta de luz para progresar con cierta seguridad entre los baches de algunas partes del trazado era evidente. A poco que las temperaturas diurnas desciendan un poco, empezaré a salir a las tres de la tarde. No me apetecerá tanto, pero tendré que hacer un pequeño esfuerzo si quiero mantener las dos sesiones tres o cuatro días a la semana.
 
Por lo pronto, mañana a las siete y cuarto saldré nuevamente a rodar un buen rato. En principio, iremos Víctor, Alberto y yo. Tabu y Pascual descansarán, que bastante tute llevan esta semana. Parece que por fin va desapareciendo la fatiga acumulada, así que es posible que acabe la semana de una forma ascendente, con dobles sesiones tanto el sábado como el domingo. Para ello, creo que voy a meterme pronto en la cama. Si no, no creo que sea capaz. ¡Hasta mañana!

jueves, 26 de septiembre de 2013

Día 146: no hay mal que por bien no venga

Km recorridos (día/total): 5,2/1226,9                               Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/322

Si hubiese tenido que elegir una semana para tener más trabajo que de costumbre y no poder entrenar como me apetece, a buen seguro habría sido esta en la que nos encontramos. Aunque me apetece hacer más, me estoy teniendo que conformar con mi sesión matinal. Esa no me la puede quitar nadie, porque nadie más que yo controla mi despertador, y puedo adecuar la hora de salida al inicio de mi jornada laboral.

No es mucho, pero llegado el caso es mucho mejor que no hacer nada durante varios días seguidos, como habría sido el caso en los últimos cuatro días. Desde el lunes, no ha habido un día en que abandone la oficina antes de las ocho de la tarde. Por suerte, no es algo habitual, y ha coincidido con mi semana de descanso después de la paliza del domingo. No hay mal que por bien no venga.

Eso sí, lo poco que hago lo estoy disfrutando de verdad. Hoy he vuelto a salir a rodar solo, no muy temprano, sin reloj ni intenciones por mi parte de medir nada. La verdad es que cada vez disfruto más corriendo así, guiándome por las sensaciones que tengo, haciendo lo que me pide el cuerpo en cada momento. Estos días, me pide descanso. Y yo se lo estoy dando, mal que me pese.
Casualmente, a media mañana me he podido escapar un rato al fisio. Roberto ha estado trabajando un poco en mis isquiotibiales, que con su ayuda y el paso de los días van recuperándose lentamente. Como por la tarde he tenido que descansar de manera forzosa, seguramente mañana esté como nuevo y con ganas de comerme el mundo.

Por lo pronto, con Alberto un par de días en el dique seco a causa de una ligera sobrecarga en el tibial anterior, y sin coincidencia horaria con Tabu y Pascual, mañana puede que salga a rodar un rato con Víctor, la más reciente incorporación al grupo, y que me estuvo apoyando durante varias vueltas el pasado domingo. Como tengo la intención de seguir yendo tranquilo, me viene bien, al menos por estos días y siendo egoísta, mantenerme un poco al margen del grupo. Cuando salimos juntos, siempre hay alguien con ganas de tirar y de ir rápido, y yo ya tengo más que comprobado que, al menos a mí, ese sistema no me funciona.

Así que, como digo, no hay mal que por bien no venga, y entre la sobrecarga de isquios, el catarro (del que estoy mucho mejor) y la intensidad laboral de la semana, he tenido que descansar de manera obligada, aunque cierto es que el cuerpo me lo estaba pidiendo. Y cuando eso ocurre, hay que hacerle caso, por si acaso no confluyen las circunstancias, como a mí, afortunadamente, me ha ocurrido últimamente.

Mañana ya estaré más descansado, y los huecos para entrenar aparecerán solos. Seguro.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Día 145: un espectáculo para los sentidos

Km recorridos (día/total): 5,2/1221,7                                Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/321

Ojalá pudiera trasladar a estas líneas el maravilloso espectáculo del amanecer afgano. Ahora que los días son más cortos, a poco que, como hoy, haya que madrugar un poco más de lo habitual, el disfrute sensitivo está asegurado. Los tonos de las montañas, como ya he descrito en alguna otra ocasión, varían según una escala de grises azulados. El sol, además, comienza a asomar suavemente, pero antes de que uno quiera darse cuenta, está ya suspendido sobre la línea del horizonte.

Esta mañana, cuando hemos llegado al sur de nuestro circuito y hecho nuestra habitual pausa, el aire era fresco y limpio. Me he permitido unos momentos de introspección, respirando el ambiente tan especial, contemplando el paisaje, mientras la piel rompía a sudar tímidamente después del primer esfuerzo del día. Apenas eran las seis y cuarto de la mañana.

Pepe Soria
Precisamente, resulta sorprendente comprobar que a esas horas no eramos, ni mucho menos, los primeros en lanzarnos al asfalto. Tal vez porque hoy el día iba a resultar especialmente intenso para muchos, o puede ser porque nuevamente las temperaturas sobrepasarían los cuarenta grados a lo largo de la jornada, lo cierto es que muchos corredores progresaban por la carretera perimetral norte-sur, cada uno a su ritmo.

La nuestra ha sido, por fin, una salida suave de verdad. Yo al menos necesitaba cierta tranquilidad para proseguir con mi recuperación muscular y catarral. Parece que a los demás tampoco les ha venido mal, pues donde en otras ocasiones cuando no es uno es otro el que se anima a tirar del grupo, hoy Tabu, Víctor, Pascual, Alberto y yo nos hemos conformado con un parsimonioso rodar al abrigo de los demás.

Antonio Fresno
La jornada ha transcurrido sin más, increíblemente calurosa, eso sí, para las alturas de mes en las que nos encontramos. En muchos aspectos, y salvo por la bajada de las temperaturas matinales y vespertinas, el tiempo sigue siendo veraniego, con la salvedad de que, al menos durante el estío, el aire, cuando no soplaba con excesiva fuerza, al menos aliviaba mínimamente los calores. Durante los últimos días, sin embargo, la tímida brisa no es capaz de sofocar la sensación de ardor que recorre el cuerpo después de ser brevemente expuesto al sol.

Sigo reposando. No puedo ocultar mis ganas de correr mucho más de lo que he corrido durante los tres últimos días, a pesar de saber que el parón es obligado y beneficioso para mí. Noto que la musculatura del tren inferior está aún lejos de haberse recuperado del esfuerzo. Sigo en ello.

Mañana será un buen día para probar a rodar mañana y tarde. Igual me animo a madrugar nuevamente para contemplar el amanecer afgano. Para alguien como yo, acostumbrado a ver salir el sol desde detrás de las olas, es un verdadero espectáculo que en pocas semanas echaré de menos.

martes, 24 de septiembre de 2013

Día 144: facturas

Km recorridos (día/total): 5,2/1216,5                                Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/320

Lo bueno de una sesión de gran carga como la que tuve el pasado domingo es que, al cabo de los días, el cuerpo ha asimilado el esfuerzo y se produce una supercompensación, o lo que es lo mismo, una mejora orgánica general. Lo malo es que a mí siempre me pasa factura durante los días siguientes, me bajan las defensas y lo pillo todo, como ahora. Si, además, llegaba ya un tanto tocado a la gran cita, el resultado final estaba claro, y no podía ser otro distinto al actual: un catarrazo de impresión que se está intentando hacer fuerte, aunque no se lo permitiré.

Pizarra (Custom)Así, y a pesar de todo (todo incluye una sobrecarga importante de los isquiotibiales), esta mañana hemos salido a rodar un rato a buen ritmo, sobre todo después de que la musculatura se calentase lo suficiente. El grupo se ha ampliado un poco más con la reciente incorporación de Víctor, un gran atleta que estará aquí hasta noviembre, y que el pasado domingo llevó a cabo una tarea de acompañamiento y apoyo excepcional. Su presencia de aquí a mediados de noviembre supondrá un elemento extra de motivación.

Luego, cuando a duras penas he podido despegarme del ordenador, he comprobado que el rodaje de la mañana no le ha hecho ningún bien a mis isquios. Afortunadamente, jarabe bronquial y antigripal mediante (gracias a Alberto), los síntomas del catarro se han hecho más llevaderos.

Con banderas (Custom)Además, a mediodía me tocaba masaje. No sé si durante estos casi cinco meses ha habido algún día en que haya deseado más uno que hoy. Lo cierto es que me ha venido muy bien, y estoy seguro de que mañana a las seis cuando salgamos a rodar mis piernas estarán un poco más sueltas que durante el día de hoy. El jueves, como nuevo en todos los sentidos.

Todavía resuenan en mi cabeza los ecos del domingo. Incluso puedo decir que fuimos afortunados con la climatología: el lunes y el martes hemos sobrepasado los cuarenta grados de nuevo. ¡Nosotros sólo tuvimos treinta y nueve! He recibido algunos mensajes de gente que ha seguido el proyecto desde su inicio, o que se ha incorporado al mismo con posterioridad. Incluso a día de hoy, ha habido quien ha comprado dorsales.

Alberto y Fructu (Custom)

Temperatura (Custom)
La gestión del dinero recaudado llevará aún unos días, así que todavía estamos a tiempo de ampliar la cantidad. A partir del jueves, iniciaremos la elaboración de los dorsales electrónicos de recuerdo para todos los que han colaborado, así como los contactos necesarios para adquirir los alimentos y realizar su entrega. Será un día muy especial y emocionante, del que daré cumplida cuenta. De momento, sigo poniendo fotos de las 60 NM Solidarias, principalmente porque hay tanta gente que estuvo tan presente que, aún poco a poco, irán teniendo su espacio en el blog. A ver si un día de estos, con un poco de tiempo, puedo crear una galería de fotos para que todo el que quiera se pueda impregnar del maravilloso ambiente que disfrutamos.

Es una suerte que tenga tanto trabajo. De otra forma, estaría deseando salir, correr, entrenar,... La paciencia y el descanso forman también parte del entrenamiento. Hay que dejar que el cuerpo se recupere bien antes de proseguir. A ver si el mío, con un poco de suerte, está listo antes del fin de semana. ¡Apuesto a que sí!

lunes, 23 de septiembre de 2013

Día 143: crónica de un gran día

Km recorridos (día/total): 2,2/1211,3                                Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/319
El despertador sonó a las cinco y media de la mañana. Sin apenas esfuerzo, salté de la cama, hice mis flexiones y salí al encuentro de Pascual y Alberto, que ya estaban trayendo mesas y sillas y colocando el crono con la ayuda de los más madrugadores (¿qué habríamos hecho sin su inestimable apoyo?).

Pasados unos minutos de las seis, Alberto inició su carrera. La temperatura era muy agradable, y le acompañaban unos cuantos corredores: Tabu, Walter, David, Ramón, Roberto, Carlos, Fran Benítez, Javi,..., a los que se irían sumando muchos más durante los 37 kilómetros de recorrido.

Relevo Alberto

El relevo de Alberto fue estupendo, constante en los tiempos y animado por la gran cantidad de compañeros que le esperaban cada vez que finalizaba una vuelta. Tras poco más de tres horas, y no sin esfuerzo ni malos ratos, Alberto Muñoz, increíble fondista, sufridor como pocos y gran tipo, de esos que uno siempre querría tener a su lado, finalizaba su relevo ataviado con su inseparble gorra, la camiseta de su Atleti, esa que se pone sólo en las grandes ocasiones (la de hoy lo era, sin duda), y sus New Balance recién llegadas desde España. ¡Bravísimo, el Gorra!

Relevo Alber-Pascual

Inmediatamente después, le tocaba el turno a Pascual, que durante el relevo anterior había estado echando una mano con todo. Con la buenísima compañía de Ángel Prado, Juan, Paco, Pepe Soria, Asís y muchos otros, el Afghanistan Runner comenzó su andadura contra el asfalto afgano y el creciente calor.

Con veintitrés maratones a sus espaldas (una de ellas durante su anterior relevo, él solito, un caluroso día de junio),y unos cuantos Ironman, Pascual está más que curtido en estas batallas e hizo valer su experiencia, dosificando sus fuerzas, hidratándose bien y marcando buenísimos parciales que le llevaron a las tres horas. También tuvo sus ratos malos, pero la fortaleza física y mental de este menudo corredor es increíble. Todo un crack, tanto en la carretera como en la vida diaria.
Pascual bebiendo

Mi turno llegó al filo de las doce y cuarto. Con Manu y Nacho a mi lado, echaba a rodar a buen ritmo, animado y con muchas ganas. Luego, en la vuelta dos, me vino mi primera crisis, la del kilómetro cinco: dudas, miedos, malas sensaciones,... Por suerte, durante las siguientes vueltas fui muy bien acompañado: Pablo, Carlos, Fran Benítez, Mario, Antonio, Víctor, Ismael... y Óscar haciendo una labor de avituallamiento líquido increíble en varios puntos del camino.

AvituallamientoLa temperatura fue subiendo conforme se acercaban las horas centrales del día, de tal forma que las últimas tres vueltas se convirtieron en un pequeño calvario, especialmente cada vez que enfilaba el tramo norte-sur, ligeramente en pendiente y con la suave brisa a mis espaldas. Más dudas, sufrimiento físico y mental, cansancio, algún que otro convoy de vehículos pesados levantando polvo... Por suerte, pasar cada vez por el punto de inicio me daba alas, gracias a los ánimos de la gente allí congregada.

La sexta vuelta fue el punto crítico, el momento en que me encerré en mí mismo y progresé penosamente bajo un calor de justicia. Los treinta y nueve grados minaron mis reservas físicas, sólo a ratos mi moral. Había que continuar, por encima de todo. Aquí, especialmente, me sacó adelante el impresionante apoyo de Mario, que siempre consigue arrancarme una sonrisa, sin obviar el de los demás que me ayudaron a salir adelante durante esos interminables kilómetros: Antonio, Pablo, Víctor, Fran Benítez, Carmen, Óscar, Ismael,...A todos ellos, mil gracias.
Con el avión

Por fin llegó la última vuelta, que dividí en tramos de mil a mil quinientos metros, tras los cuales caminaba, bebía y cogía fuerzas para continuar. Pascual y Alberto me esperaban en el sur, y todavía tuvieron el valor de acompañarme hasta meta, corriendo conmigo el último kilómetros, yo con los pelos de punta y las emociones a flor de piel.

Con los blindados

Tras algo más de tres horas y cuarto, nueve horas y veintitrés minutos en total, la entrada en meta fue estupenda, con un pasillo de compañeros y amigos esperándonos, aplaudiendo, mientras Pascual, Alberto y yo nos uníamos por las banderas de España y Afganistán, felicísimos por haber concluido esta parte de la aventura tras un día duro y emocionante.

Luego, ¿qué escribir que no haya escrito ya? No me canso de dar las gracias, ni de repetir que todo lo conseguido habría sido mucho menos sin el apoyo de todos los que, de alguna forma u otra, ayudaron a que esto saliese adelante. Lo nuestro fue simplemente correr, movidos por ellos, por vosotros, por todos los que distéis algún paso a nuestro lado, aquí y en la distancia. Así cualquiera corre...

Foto grupo

domingo, 22 de septiembre de 2013

Día 142: sois increíbles

Km recorridos (día/total): 37,7/1209,1                             Vueltas dadas al perímetro (día/total): 7/318
 
“Si cada uno de nosotros barriera la puerta de su casa, este mundo sería un lugar limpio”. (Madre Teresa de Calcuta).
 
Si las 60 NM Solidarias del Repliegue Qala-i-Nao-Herat no hubiesen tenido desde el principio un ligero tinte épico, seguramente habrían pasado más desapercibidas de lo que lo han hecho. Pero nos encontramos en un país en guerra, a miles de kilómetros de casa, en unas condiciones climáticas relativamente extremas y en un lugar poco idílico para la práctica de la carrera, especialmente cuando, como hoy, el calor aprieta.
 
El tinte épico, en realidad, no lo es tanto por la distancia o por las temperaturas. Diría más bien que lo han aportado las decenas de personas que a lo largo de esta mañana se han acercado a colaborar generosamente con Pascual, con Alberto y conmigo, haciendo que este evento haya pasado de ser un sueño que una vez tuvieron tres amigos a una realidad llevada a cabo durante la mañana y el caluroso mediodía de hoy.
 
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Me faltarían líneas para expresar mi más profundo agradecimiento a todos los que han aportado hoy su granito de arena, apuntando en la pizarra, ofreciéndonos apoyo sanitario, preparándonos bebidas, aplaudiendo en cada vuelta, acompañándonos a pie, en bicicleta o en coche a cualquier hora del día, haciendo fotos, regalándonos los oídos con palabras de ánimo y conversaciones que sólo pretendían hacer más llevadero el paso de los kilómetros, poniendo música, ofreciéndonos avituallamientos a lo largo del recorrido, comprando dorsales...
 
Se me ponen los pelos de punta al recordar la entrada en meta, después de nueve horas y media de esfuerzo, de tres chalados de la carrera unidos por las banderas de España y Afganistán y por el deseo, como el de todos los que de uno u otro modo han estado ahí, de hacer algo, lo que sea, para mejorar un poco este mundo tan loco en que vivimos.
 
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Hoy no me acostaré pensando en kilómetros y en tiempos. Sinceramente, hoy los protagonistas no somos Alberto, Pascual o yo. Nunca hemos aspirado a serlos. Hoy los verdaderos protagonistas son los que se han lanzado a colaborar anónimamente con nosotros, los que se han quedado sin comer por animarnos, los que han estado corriendo y pedaleando a pleno sol a nuestro lado, los que han estado en el punto de avituallamiento durante horas, se han cambiado, se han duchado y han vuelto a estar, los que han corrido con unos por la mañana y con otros a mediodía. Sin ellos, nada de esto habría merecido la pena. O mejor dicho, con ellos, esto ha merecido muchísimo más la pena.
 
Esta noche no voy a escribir una crónica de la carrera, precisamente porque siento que lo que verdaderamente necesitaba transmitir era ese agradecimiento del equipo 60 NM Solidarias. Mañana será otro día en que las emociones estén más reposadas y duelan un poco menos músculos y articulaciones. Entonces me pondré a ello.
 
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Ya hemos llevado a buen término la primera parte del proyecto, pero quedan muchas cosas aún por hacer: remitir los dorsales solidarios a todos los que se han animado a colaborar, hacer recuento de lo recaudado (supera con creces nuestras mejores expectativas), gestionar la compra de alimentos para un orfanato de la zona, contactar con sus responsables, invitarlos a la base junto con un montón de niños y niñas, pasar un rato con ellos, hacer entrega de lo adquirido...
 
Aunque cueste creerlo, las necesidades primarias en Afganistán no están ni mucho menos cubiertas. Sólo un diez por ciento de la población tiene acceso a atención sanitaria y los alimentos escasean en las zonas rurarles, principalmente, donde existe una verdadera necesidad. Los más afectados, como siempre, son los niños. De ahí la importancia de lo conseguido hasta ahora.
 
Lo que hemos hecho entre todos al darle forma a este proyecto es algo modesto y grande a la vez. Puede que sea una gota de agua en el océano, pero tiene su importancia. Por todo ello, muchas gracias a todos. Sois increíbles
 
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sábado, 21 de septiembre de 2013

Día 141: objetivo cumplido

Km recorridos (día/total): 5,2/1171,4                                Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/311
 
Ha llegado el día. No sé por qué razón, pero normalmente, la jornada previo a una prueba es cuando suelo tener las peores sensaciones. Puede que sea por lo que escribía ayer (de hecho, estoy bastante convencido de ello): el organismo se prepara inconscientemente para afrontar las exigencias físicas que vienen y empieza a reservar recursos.
 
Esta mañana he salido a rodar pasadas las siete y media. Llevaba ya despierto desde las seis, pero no tenía ninguna prisa ni, en esta ocasión, intención de hacer gran cosa. Tampoco había nadie que me esperase fuera (qué tiempos aquellos tan lejanos de junio y julio...), así que me he levantado cuando me ha apetecido, me he calzado las zapatillas y, no sin cierta parsimonia, he echado a correr en soledad.
 
Como decía, casi sin darme cuenta ha llegado el día de las 60 NM Solidarias. Los últimos días han sido muy intensos, laboralmente hablando, de tal forma que Alberto, Pascual y yo apenas hemos podido sentarnos a compartir nuestras impresiones. Pero estamos contentos e ilusionados, los tres, y se nota. Principalmente, lo estamos porque ha sido mucha gente la que ha respaldado el proyecto, y porque hemos descubierto a personas que nos han prestado un apoyo incondicional durante todos estos días, de una manera generosa y desinteresada, haciendo llegar el proyecto a otros, ofreciéndose a colaborar de una u otra manera, vendiendo dorsales, enviándonos palabras de ánimo...
 
A todos ellos, así como a todos los que de alguna forma han aportado su granito de arena, no me queda sino darles las gracias de todo corazón. Como me han escrito esta tarde, el objetivo está cumplido incluso antes de comenzar a correr. Al principio de todo, cuando empezamos a darle forma a todo, nos aventurábamos a adivinar cuánto se recaudaría, o lo que es lo mismo, a cuánta gente seríamos capaces de implicar. Pues bien, hemos superado las previsiones más optimistas, gracias como digo a todas estas personas.
 
Mañana, por otro lado, promete ser una fiesta del deporte. Hay muchísima gente que se va a animar a correr, no importa qué distancia. El caso es que desde las seis de la mañana, con la salida de Alberto, y más tarde con el relevo de Pascual y el mío, la base va a ser un hervidero de gente corriendo, caminando y apoyando a los que lo hagan. Nuestra intención es sumar en una pizarra todos los kilómetros recorridos ¡La que hemos liado!
 
Va siendo hora de que me vaya a descansar. Aunque no empiezo a correr hasta las doce del mediodía aproximadamente, desde las cinco y media estaremos a pie de asfalto para poner en marcha este #impresionanteproyectodepaz, como lo definió Alberto al principio. El día promete muchas e intensas emociones, así que habrá que estar preparado y descansado para todas ellas. El objetivo está cumplido. Ya sólo queda correr.

viernes, 20 de septiembre de 2013

Día 140: desorden aparente

Km recorridos (día/total): 9,6/1166,2                               Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/310
Me gusta lo que hago. Me refiero a mi forma de afrontar la carrera a pie, que puede parecer un tanto desordenada. En realidad, es un tanto desordenada, al menos para aquellos que no me conocen, y que no son capaces de encontrar una lógica en lo que hago. Me ven correr uno, dos días, y dicen: te iría mejor hacer series, deberías hacer un rodaje largo, no tendrías que hacer paradas... Desordenado, sí. Ilógico, desde luego que no.
Muchos no entienden el sentido que le doy a la carrera a pie. He estado anteriormente atado, literalmente, a patrones de entrenamiento: tantas series, tantos kilómetros, tanta intensidad, a tantas pulsaciones,... y he terminado tan hastiado que me niego a volver a tropezar nuevamente en la misma piedra. Me gusta correr, disfruto, me siento, como escribía ayer, vivo. Todo ello no es incompatible con un buen rendimiento, pero ni siquiera ese es mi objetivo fundamental. Me gusta correr. Simplemente. Correr es el objetivo en sí mismo. Hacerlo lo más rápido posible sin dejar de disfrutar, también.
Me muevo a gusto en mi aparente desorden atlético. Escucho a mi cuerpo, lo cuido, lo castigo, lo dejo en ocasiones maltrecho, pero dentro de unos límites, los míos, no los de otros. Vigilo mi peso, descanso, duermo, pienso en zancadas, en técnica, en lo que podría hacer para mejorar sin dejar de disfrutar. Me peleo con el despertador, supero mis ganas de quedarme en la cama, venzo a mis fantasmas a base de correr más rápido que ellos.
Corro como siento, a veces a tope, otras con un ritmo aletargado. Me asoma media sonrisa cuando salgo solo y me exijo, acelero, me pido más, miro el crono al parar, el corazón desbocado, me digo que cómo no voy a ir forzado, si voy así. Pero disfruto con ello. Salgo a rodar, charlo a ratos, guardo silencio en otros momentos, escucho la respiración del de al lado, le llevo entre algodones o le pongo contra las cuerdas, dejándole siempre un resquicio para seguir adelante, según el sonido del aire entrando a raudales en sus pulmones, en los míos. Correr se ha convertido en la expresión física de todos mis sentidos.
Hoy el día ha vuelto a ser caluroso. Nos hemos abierto camino entre el aire polvoriento a partir de las siete y cuarto: nueve kilómetros y medio a buen ritmo, poco acorde, eso sí, con mis malas sensaciones de la mañana de hoy. Me empieza a pasar que, aún con ellas, soy capaz de ir más deprisa de lo que cabría esperar. Me gusta. Mañana me levantaré con tranquilidad y estiraré un poco las piernas, cinco o diez kilómetros, según me sienta, según me vea.
Responderé nuevamente a los impulsos del cuerpo, que ya ha empezado a gestionar en cierto modo la prueba del domingo, guardando, protegiendo, preparándose para el esfuerzo. Me pasa también antes de los desafíos físicos: la mente, en cierto modo, previene al cuerpo de lo que se le viene encima. A ver si al menos él la escucha.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Día 139: algunos días son mejores que otros

Km recorridos (día/total): 10,4/1156,6                              Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/308
 
Me habría quedado en la cama. Definitivamente, así habría sido de no ser porque me esperaba fuera Alberto. Y eso que él se quedo hasta la una y media viendo el partido de su Atleti. Yo soy incapaz de sacrificar horas de sueño por ver fútbol. Aún así, me habría quedado en la cama, con las piernas hechas jirones del esfuerzo de ayer por la tarde. Pero me he levantado. Un día más.
 
Por la mañana nos hemos quedado en cinco kilómetros, no por una mera cuestión de tiempo (teníamos de sobra para haber continuado), sino porque el cuerpo me lo pedía. Cierto es que, después de nuestra pausa en el sur, he recuperado cierto tono muscular, y correr no ha sido más una penosa progresión por la estrecha y pedregosa cuneta, cuyos baches, piedras y desniveles conozco ya de memoria. Aún así, hemos decidido que con lo mínimo bastaba, poniendo rumbo a casa.
 
Luego, las temperaturas han vuelto a asomarse a los cuarenta grados, por suerte un espejismo preotoñal afgano. Durante el fin de semana prometen ser ligeramente más benévolas. Estamos, por qué no decirlo, considerando la posibilidad de adelantar la salida de nuestras 60 NM Solidarias a las cinco y media. No sé, no sé. Puede que, después de todo, no merezca tanto la pena. Igualmente correremos, con treinta y dos que con treinta y seis.
 
Esta tarde, después de un día laboralmente ajetreado, a la par que interesante, he rescatado a Alberto de la oficina. De no haberlo hecho así, seguramente ni él ni yo habríamos pisado el asfalto poco después, con una enorme luna colgada sobre las montañas. A medio camino nos hemos topado con Pascual y Tabu, que iban muy cansados después del madrugón de hoy a las cuatro y media. Como nosotros tampoco íbamos para tirar cohetes, de nuevo nos hemos conformado con lo justo. No sé por qué, se me ha venido a la mente una canción de U2, Somedays are better than others.
 
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Efectivamente, algunos días son mejores que otros. No son los días buenos los que nos hacen más fuertes, más rápidos, más resistentes... Son los días malos, esos en los que uno se quedaría en la cama, en la oficina o en la habitación con las piernas en alto, en los que no apetece calzarse las zapatillas y echar a rodar, porque duele todo o porque los ánimos nos empujan a lo contrario.
 
A veces, como hoy al sonar el despertador, me siento en el borde de la cama, los pies en el suelo, los brazos sobre las piernas, las manos entrelazadas y la mirada un tanto perdida, y espero ese pequeño instante que me arranque del sombrío estado de incapacidad transitoria y me empuje fuera de la habitación, al aire fresco de la mañana afgana. Luego despierto, ya en movimiento, y disfruto del momento.
 
Corro.
 
Respiro.
 
Me siento vivo.
 
¿De verdad habría preferido quedarme en la cama?

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Día 138: minimalista

Km recorridos (día/total): 14,8/1146,2                              Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/306
 
Hoy a media mañana he recibido un regalo sorpresa. Antes, a eso de las seis y media, ya estaba golpeando el asfalto en compañía de Alberto. Pascual y Tabu, por motivos laborales, han tenido que salir incluso antes que nosotros. ¡Y luego hay quien dice que no tiene tiempo! Nuevamente, el rodaje matinal ha sido suave, forzosamente un poco más corto en esta ocasión.
 
A medio camino hacia el sur, veíamos aterrizar un gigantesco Ilyushin que, yo aún sin saberlo, me traía un soplo de aire fresco para mis entrenamientos en Herat: un par de zapatillas casi minimalistas por las que suspiraba desde hacía tiempo. Teresa no ha podido estar más acertada con el regalo: mis nuevas New Balance MT1010, un modelo de trail super ligero (220 gramos) y muy cómodo que favorece una técnica de carrera eficiente sin llegar a ser tan radical como otras zapatillas de este segmento. Las he tenido todo el día a mi lado en la oficina, hasta que ha llegado el momento de probarlas.
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De izquierda a derecha: Pascual, Tabu, yo, Alberto y Ángel
 
Eso ha sido ya a las seis de la tarde. El grupo, desde luego, era de calidad: Pascual, Alberto, Tabu y Ángel. A esa hora, la luna ya lucía con fuerza, preludio de unos últimos kilómetros en la penumbra. Así, con mis zapatillas nuevas, echábamos a rodar. Desde el primer momento me he encontrado bien, ágil y con una zancada que me ha resultado muy fácil. Hoy he disfrutado de verdad con la salida, corriendo ligero y casi sin esfuerzo a ritmos en muchos momentos por debajo de la barrera de los cuatro minutos el kilómetro.
 
IMG-20130918-WA0001De hecho, la noche se nos ha echado encima en el penúltimo tramo. Ha sido una sensación extraña. Recuerdo un pensamiento ya bajo la única iluminación de la luna: ayer escribía que me entraban ganas de salir a rodar a estas horas; hoy lo estamos haciendo. El último tramo ha resultado ser un excelente ejercicio de propiocepción, donde el pie impactaba en la irregular superficie sin saber muy bien qué había debajo. Ha sido divertido correr así, adivinando el perfil del terreno conforme avanzábamos velozmente, con la luna brillando sobre nuestras espaldas, dibujando siluetas, y el cielo adquiriendo progresivamente un tono cada vez más oscuro.
 
Al terminar, todos estábamos muy satisfechos con el entrenamiento. ¡Qué suerte el haber encontrado un grupo de carrera tan homogéneo y con tantas ganas! De esta forma, nos mejoramos los unos a los otros, no sólo por el incremento imperceptible de nuestra velocidad media, sino por el apoyo incondicional que nos prestamos unos a otros. Cuesta tan poco entrenar así...
 
La semana está pasando a una velocidad de vértigo, casi como los kilómetros que recorremos. Voy camino de batir mi récord histórico de volumen de carrera en siete días. Sólo estamos a miércoles, y ya han caido cuarenta y cinco. Sin embargo, correr aquí, con esta gente tan estupenda, se ha convertido en un ejercicio de liberación personal tal, que casi no me supone un esfuerzo, si acaso durante los primeros minutos de la mañana, que es cuando mis tobillos, principalmente, se quejan en voz baja.
 
Por todo, se ha convertido en algo natural y sencillo. ¿Estaré progresando hacia mi proyecto de corredor total? Creo que estoy en el camino adecuado. A buen ritmo. Imparable. Con estos compañeros de ruta, ¡qué fácil resulta!
 



martes, 17 de septiembre de 2013

Día 137: en la recta final de las 60 NM

Km recorridos (día/total): 9,6/1131,4                               Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/303
 
Hoy he vuelto a experimentar la sensación que relataba ayer, si cabe aún con mayor intensidad. ¿Quién me lo iba a decir, después de todos los meses que han pasado desde aquel ya lejano tres de mayo? Sentir nuevamente el aire fresco es reconfortante, una especie de preludio de la temporada que se avecina.
 
Después de dos días más o menos intensos, hoy tocaba el turno de tomárselo con calma: nueve kilómetros y medio por la mañana, relajando piernas, charlando tranquilamente con Alberto, disfrutando del frescor matutino y especialmente de la belleza del paisaje que, ya sin polvo en el ambiente, se divisa desde casi cualquier punto de nuestro recorrido. Las montañas a esas horas son un catálogo de luces y sombras y de distintos tonos de marrón.
 
Casualmente, esta mañana nos hemos entretenido brevemente en su contemplación, aventurándonos a calcular la distancia hasta el macizo montañoso situado más al norte y que no es, como descubrí hace poco, la frontera natural con Turkmenistán, sino una cadena de mediana elevación que se yergue entre la ciudad de Herat y el sur, unas decenas de kilómetros más arriba, de la ex-república soviética.
 
Así, la carrera ha discurrido placentera, disfrutando de un día visualmente hermoso. Las noches son, ahora y durante los últimos días, dignas también de disfrute. La luna brilla con fuerza, proyectando las sombras nítidas de cuerpos y edificios. ¡Dan ganas de calzarse las zapatillas también a estas horas!
Por lo demás, hemos entrado en la recta final de nuestro proyecto solidario, las 60 NM del Repliegue Qala-i-Nao-Herat, y me alegra muchísimo comprobar que hay tanta gente colaborando con el mismo, decidida a correr, a apoyar, y en general a hacer lo que sea por acompañarnos el próximo domingo desde las seis de la mañana. De hecho, se nos ha ocurrido que al final de la jornada sumaremos no sólo nuestros kilómetros, sino también los de todos aquellos que se animen a seguirnos. No me atrevería a dar una cifra, aunque estoy seguro de que serán muchísimos.
 
Lo cierto es que, como no he tenido mucho tiempo para pensar en ello, todavía no me hago a la idea de lo que supondrá correr treinta y siete kilómetros en este entorno tan poco amable con el corredor. Imagino que, dado lo especial de la ocasión, no supondrá un esfuerzo tan grande como cabría esperar. Además, me agrada el hecho de poder estar prácticamente desde el alba pendiente de lo que hagan primero Alberto y luego Pascual. Es para nosotros ilusionante comprobar, por todo lo que supone, lo mucho que se ha volcado la gente con la prueba.
 
No olvido que el objetivo final de la misma es recaudar fondos para comprar alimentos que luego entregaremos, con la ayuda de las Fuerzas Armadas españolas, a un orfanato de la ciudad. Hay gente que se pregunta si es verdaderamente posible que todo lo recaudado llegue de esa forma a quienes más lo necesitan. Pues bien, así será, simple y llanamente porque nosotros mismos lo gestionaremos y nos encargaremos de ello. No habrá intermediarios, ni se empleará el dinero en otra cosa que no sean esos alimentos.
 
Cada día estoy deseando irme a la cama más temprano. Apenas pasan unos minutos de las diez, pero ya tengo ganas de descansar. Mañana echaré a rodar con Alberto a las seis y media (Pascual y Tabu lo harán a las seis). Ya estaremos a mitad de semana. Septiembre se me va volando. Estoy inmerso en el último tercio de esta prueba de gran fondo. Empiezo a visualizar el momento de cruzar la línea de meta. Casi a cada instante.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Día 136: diversión a tope

Km recorridos (día/total): 16,3/1121,8                              Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/301
 
Esta mañana he sentido, diría que por primera vez desde que llegué, el aire frío impactando en los brazos mientras corría. Cierto es que durante las últimas semanas las temperaturas matinales han descendido, en algunos casos por debajo de los veinte grados. Sin embargo, hasta hoy no había experimentado esa sensación tan aparcada desde hace meses.
 
Mi despertador ha sonado a las seis y diez de la mañana. Amanecía el lunes más o menos a esa hora, así que cuando hemos comenzado a rodar Pascual, Alberto, Tabu y yo veinte minutos más tarde, el sol apenas asomaba por encima de las montañas. El ambiente era distendido, y la carrera ligera, sin grandes esfuerzos, en buenísima compañía, como vengo reseñando desde hace algún tiempo.
 
Ha comenzado una semana que me llevará, si todo va según lo planeado, a completar treinta y siete kilómetros el próximo domingo. Estoy muy tranquilo al respecto, a pesar de que se espera un repunte de las temperaturas el jueves y el viernes. En cualquier caso, me he enfrentado a peores condiciones climatológicas y a distancias más largas, y lo que es más importante, con mucha menos motivación.
 
Esta tarde quería salir a rodar muy suave. Sin embargo, nos hemos reunido unos cuantos, y la moral del grupo, con la presencia de los más habituales, más Pepe Soria y Ángel, ha crecido en consonancia con el ritmo de la carrera. Como describía muy bien Alberto en su twitter (@albertogorra), ha habido risas, diversión, velocidad y kilómetros. Los seis hemos progresado por el asfalto afgano engullendo corredores uno tras otro, al abrigo de las últimas luces de la jornada, sin esfuerzo aparente.
 
Finalmente, hemos completado casi siete kilómetros, que podrían haber sido muchos más, dada la extrema facilidad con que han transcurrido. Las sombras, sin embargo, avanzaban también a un ritmo infernal, y nos han invitado a poner rumbo de regreso antes de lo que, a buen seguro, habríamos querido.
 
Me sorprendo, durante estos últimos días, contemplando en algunas ocasiones el paisaje montañoso que nos rodea, respirando el aire proveniente del norte, sintiendo en cada poro de piel el contacto con esta atmósfera tan extraña. Lo hago, especialmente,  cuando llego al punto más meridional de nuestro circuito, en esa pequeña pausa de un par de minutos antes de emprender la marcha rumbo al norte. Presiento que voy a echar de menos estas carreras.
 
Es tarde y estoy agotado, pero feliz. Mañana intentaré tomármelo con más calma: un único rodaje a primera hora, y masaje a mediodía. Lo estoy deseando con toda mi alma. Casi tanto como meterme esta noche en la cama...

Pedaleando en la oscuridad: una historia de segundas oportunidades

Llevaba ya varios días queriendo escribir sobre este libro que recientemente terminé de leer. Aunque en un principio fue una compra de oportunidad, en una de esas visitas sin propósito concreto a la Librería Tahiche, que regenta mi buen amigo Antonio Conesa en Santiago de la Ribera, finalmente he de decir que el libro en sí ha resultado ser una grata sorpresa, ya que hace pensar. En ese sentido, ¿qué más se le puede pedir a una lectura?

Pedaleando en la oscuridad es una historia que no me ha dejado indiferente, ni mucho menos. David Millar, gran ciclista escocés, destripa los entresijos del oscuro mundo del dopaje en el ciclismo. Lo hace de tal manera, que probablemente todo aquel que haya disfrutado con este deporte durante los últimos quince o veinte años sentirá que, de repente, le han robado un montón de tardes delante del televisor, o al pie de las cunetas esperando a ver pasar la serpiente multicolor.

Y es que da verdadero asco comprobar que, en determinados ámbitos, el deporte profesional está, o al menos ha estado (siendo optimista y pensando que esa época ha pasado, aunque sé que no es así), en manos de negociantes sin escrúpulos, manipuladores, tramposos y adictos que, arrastrados en ocasiones por la inercia del pelotón, se han visto envueltos en terribles historias que, en muchos casos, han terminado en tremendas desgracias.

Es una pena comprobar de qué forma se puede desenamorar alguien de una pasión, hasta llegar a odiarla, cuando todo se convierte en una mera cuestión de cifras: vatios, kilómetros, hematocritos, euros,... Sin embargo, al leer las vivencias de David Millar, uno descubre que no es tan sencillo juzgar sin conocer y que, independientemente de las sanciones y los castigos, justos y necesarios en cualquier caso, no se puede, o no se debe, defenestrar a la persona sin más. En muchos casos pecamos de simplificarlo todo a blanco o negro.

En su libro, David Millar descubre en primera persona la cara oculta del deportista profesional: la soledad, el desamparo, el sufrimiento físico, la presión del entorno, la deshumanización de las estructuras deportivas, el éxito, el fracaso y, finalmente, la redención. Es, finalmente, un libro de segundas oportunidades. Creo que, simplemente por eso, merece la pena.

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domingo, 15 de septiembre de 2013

Día 135: los buenos ratos

Km recorridos (día/total): 19,2/1105,5                              Vueltas dadas al perímetro (día/total): 4/298
 
Después de tres días de descanso, el domingo me ha traído de vuelta a una normalidad, en lo que se refiere a los entrenamientos (la otra normalidad es ya de sobra conocida), que ya añoraba en cierto modo. Así, a las siete y media de la mañana me he calzado las zapatillas y he salido a disfrutar de una carrera en solitario. Esa intención apenas ha durado doscientos metros, que ha sido lo que he tardado en encontrarme de frente con Alessandro, el italiano que me acompañó en las diez millas del otro día, y con el que he compartido unos cuantos kilómetros hoy también.
 
Por fin han quedado atrás las piernas doloridas y la sensación de fatiga que tenía desde el miércoles. Desde luego, me vino muy bien el descanso de ayer por la tarde, porque hoy estaba con muchas ganas y rodando muy fácil desde el principio. Tanto, que nuevamente por la tarde me he animado a salir, a ver que tal respondía Alberto después del obligado parón a causa de sus molestias, y con la buenísima compañía de Walter, un coronel salvadoreño encantador con el que ya he coincidido en otras ocasiones, al que prometimos una tarde tranquila que sólo lo ha sido a medias. Para él, ha sido posiblemente una buena forma de celebrar el Día de la Independencia de El Salvador, hoy quince de septiembre.
 
Así, entre charlas sobre equipos punteros y segundones, atletas cazados por doping, maratones y lo pronto que anochece, se nos han ido otros casi diez kilómetros que me han parecido la mitad, especialmente por la grata compañía de Alberto y Walter. Lo mejor de todo es que el primero ha respondido bien al entrenamiento, y parece haber dejado atrás todo indicio de lesión, lo cual es especialmente importante para afrontar con ciertas garantías los treinta y siete kilómetros que nos esperan a cada uno el próximo domingo.
 
Después del entrenamiento, Alberto, Pascual y yo hemos pasado un buen rato de charla delante de una pizza y una cerveza. No todo va a ser el hablar entrecortado de los rodajes a pie y el hombro con hombro sobre el asfalto. Con más tranquilidad de la habitual, hemos intercambiado opiniones sobre ritmos, parciales, tácticas, expectativas... Todo gira en torno a la maratón de Valencia del diecisiete de noviembre, donde esperamos encontrarnos nuevamente pocos días después de haber abandonado Afganistán.
 
Desde luego, no podría haber encontrado mejores compañeros de entrenamiento en Herat. Poder contar con ellos a diario lo hace todo un poco más llevadero. Más allá del deporte, creo que compartimos la misma pasión por la vida en general. Todos añoramos a nuestras familias y estamos deseando, algunos con menos esperanzas que otros, dicho sea de paso :-), que nos acompañen allá donde vayamos a nuestro regreso: Valencia, Melilla, Ronda... por el simple hecho de tener una excusa para volver a compartir ratos tan inolvidables como los que compartimos aquí.
 
Y así pasamos las horas juntos: corriendo, planeando, soñando con esta o aquella marca, exponiendo inquietudes y pequeñas alegrías, que son más grandes cuando estás entre amigos. Porque, ¿qué nos quedaría, sino, de toda esta experiencia, una vez hayan volado todos estos kilómetros y los que tenemos por delante? Simplemente eso: los buenos ratos como el de esta tarde.
 
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sábado, 14 de septiembre de 2013

Día 134: escribir entre líneas

Km recorridos (día/total): 5,2/1086,3                                Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/294

Cualquiera que haya seguido el Diario de un corredor afgano desde hace algún tiempo se dará cuenta de que en estas páginas es todo lo que está, pero no está, al menos explícitamente, todo lo que es. A menudo, para conocer sobre esto segundo es necesario saber leer entre líneas, aunque qué duda cabe de que para ello uno necesita saber escribir entre líneas, aspecto definitivamente condicionado por mi limitada capacidad de expresión escrita, principalmente.

Dicho esto, este sábado catorce de septiembre me ha servido para darme cuenta de lo rápido que las sombras le van ganando terreno a las luces. Ya amanece después de las seis de la mañana, y atardece apenas pasados unos minutos de las seis y media de la tarde. 

Esta mañana, echándole un vistazo a la previsión meteorológica de la semana próxima, por eso de hacerme una idea de las temperaturas que me voy a encontrar en mi relevo de las 60 NM Solidarias, he constatado que en menos de una semana el sol se pondrá diez minutos más temprano que a día de hoy. Me temo que en breve, en cuanto las temperaturas bajen un poco, tendré que cambiar mis horarios de entrenamiento y salir a mediodía.

En cualquier caso, hoy no he tenido que hacer cábalas al respecto, y me he conformado con rodar apenas cinco kilómetros por la mañana, cansado como estaba de los últimos días. Lo cierto es que esta tarde también tenía previsto salir un rato, pero la ausencia de compañía ha mitigado mis ganas de hacerlo y he decidido, de una vez por todas, darle un poco de descanso al cuerpo. Mañana será otro día.

Así, he podido tomarme la tarde con un poco más de calma. Parece mentira, pero el ritmo diario que me he impuesto de un tiempo a esta parte implica que apenas me queda tiempo para nada. Por un lado está bien, pero por el otro, el día a día provoca un desgaste tanto físico como mental relativamente importantes, de tal forma que, a ratos, el cuerpo y la mente piden a gritos una pequeña pausa como la de esta tarde.

Por otra parte, hoy he recibido algunas directrices sobre cómo, a partir de los datos obtenidos el pasado miércoles, orientar el entrenamiento durante las próximas semanas. Me va a tocar apretar un poco en algunos sentidos si quiero culminar el trabajo de estos meses como se merece. No obstante, los treinta y siete kilómetros del domingo próximo me aportaran nuevos elementos de análisis para ir afinando mi preparación.

Haciendo cálculos, me quedan más de seiscientos kilómetros por recorrer hasta el final de la misión. Desde luego, estuve poco acertado cuando fijé mi objetivo en tan sólo mil doscientos: en cuestión de ocho o diez días espero haber superado esa cifra y seguir sin problemas hasta alcanzar los mil setecientos o mil ochocientos kilómetros. Si alguien me lo hubiese dicho en mayo, no me lo habría creido.

En fin, poco más ha dado de sí este día. Tal vez algunas cosas de las que, por el momento, ni siquiera
puedo escribir entre líneas, aunque todo se andará. Os dejo una pincelada que os sonará a chino: ¿a alguien le gusta el té de la marca Earl Grey? Hasta aquí puedo escribir...

Día 133: ni siquiera durmiendo

Km recorridos (día/total): 10,4/1081,1                       Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/293

No sé de qué forma, pero el hecho de llevar casi trece mil flexiones, siguiendo nuestro plan de trabajo diario (voy ya por veinticinco al salir y veinticinco al entrar), debe estar afectando a mi subconsciente. La pasada noche, según me cuenta Nacho, a eso de las cuatro y cuarto me puse a hablar en sueños (eso es habitual en mí), y acto seguido me levanté de la cama y me puse a hacer flexiones (eso ya no lo es tanto). Yo no recuerdo nada de nada, así que no puedo opinar ni para bien ni para mal, ni defenderme de ninguna manera. A veces el subconsciente juega estas malas pasadas…

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En el plano atlético, sigo recuperándome de la prueba del miércoles, de nuevo con dos sesiones muy cortas de mañana y tarde. A primera hora del día de hoy salimos Pascual, Tabu y yo a relajar un poco la musculatura. Alberto, desde el miércoles, está temporalmente fuera de servicio, espero que por poco tiempo. Seguramente mañana por la tarde vuelva progresivamente a los entrenamientos, una vez recuperado de una ligera sobrecarga de cuádriceps.

Luego, por la tarde, he rodado un rato con Pascual y Pepe Soria. Se nota mucho que el Afghanistan Runner no compitió en las diez millas. Pepe y yo, por nuestra parte, nos hemos conformado con completar cinco kilómetros y poco a un ritmo tranquilo, charlando sobre maratones y otros aspectos del correr. Espero, eso sí, estar totalmente recuperado del esfuerzo mañana, e incrementar un poco el volumen total. ¡No hay que olvidar que en ocho días tenemos nuestras 60 NM Solidarias!

Si hay algo, al respecto de estos dos últimos días, que he aprendido hace relativamente poco tiempo, es a escuchar a mi cuerpo, especialmente cuando me pide un descanso. Se nota que, conforme pasan los años, al organismo le cuesta cada vez más tiempo recuperarse de los esfuerzos. Ahora, a diferencia de hace algún tiempo, soy mucho más prudente cuando aparecen signos de fatiga, no siempre físicos. En mí, la apatía suele ser una de las señales que me indica que debo bajar el ritmo de los entrenamientos.

Así, durante los dos últimos días no he tenido ningún reparo en adaptarme sobre la marcha a las sensaciones que tenía. No he dejado, cierto es, en ningún momento de rodar más o menos rápido, pero he limitado, y mucho, el volumen de carrera, de tal forma que mi cuerpo vaya recomponiéndose del esfuerzo sin problemas y compensé el derroche de energías al que me obligó la prueba del miércoles. Lo mejor es que, cuando uno descansa como debe, la supercompensación posterior se nota, y mucho.

Mañana por la mañana me tocará rodar nuevamente en solitario. Es sábado, y quedarán exactamente cincuenta y ocho días para mi regreso, una vez confirmado el reajuste de fechas que me tendrá en estas tierras afganas durante algunos días más de los previstos. Al menos, sabiendo ya el día de regreso, me puedo organizar de alguna manera. Y es que Valencia me esperará sin haber tenido apenas tiempo de mitigar los efectos del jet-lag.

En cualquier caso, se trata de disfrutar, y será estupendo a la par que extraño volver a coincidir con Alberto, Pascual y Tabu (que ya está a puntito de caramelo) en otro lugar que no sea Herat. También lo será volver a correr junto a David, después de todos estos meses. Será, qué duda cabe, un fin de semana memorable en todos los sentidos.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Día 132: seres primarios

Km recorridos (día/total): 10,4/1070,7                              Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/291

El día después de las diez millas no ha sido, ni mucho menos, un mal día. Esta mañana me dolían las piernas, especialmente los gemelos, después del esfuerzo y de las punciones secas de ayer, pero durante el rodaje de la mañana iba mucho mejor de lo esperado y apenas notaba la fatiga de la prueba. Al menos, eso pensaba yo después de cinco kilómetros y pico de suave rodar. Luego, por la tarde, descubriría que las sensaciones matinales eran engañosas…

Hoy, sin embargo, no escribiré de sensaciones ni de la ausencia casi total (¡qué novedad!) de dolores musculares y/o articulares. Me toca dar las gracias a tanta gente que a lo largo del día de ayer me felicitó por la prueba, que no caben más reseñas a pulsaciones, ritmos y kilómetros. Por otro lado ya está bien, por esta semana, de datos que a más de uno le dejarán bastante indiferente. Y es que correr, como he escrito en más de una ocasión, no es algo tan extraordinario.

Sí lo es la oportunidad que me brinda de ir conociendo más en profundidad a las personas. Y hoy no querría perder la ocasión de hablar de cierta felicitación que me ha llegado a media mañana, cuando los ecos de la prueba se perdían ya en la rutina de este jueves. Me escribía una persona a la que conozco desde hace bien poco, pero que no ha dejado de sorprenderme por su franqueza y su sonrisa casi permanente, un mensaje de los que, a media mañana, emocionan a uno por lo inesperado de su contenido y procedencia.

Esto me ha hecho pensar en la suerte que tengo al poder disfrutar del deporte en general, y de la carrera en este caso particular, para acceder a personas que, sin duda, de otro modo me perdería. A la vez, me gusta que el asfalto me muestre las relaciones tal y como considero que deben ser, de igual a igual. En el esfuerzo no hay divisas ni subordinaciones estipuladas; cuando aparece la fatiga cesan las falsas apariencias y uno no tiene más remedio que mostrar sus cartas.

A veces olvidamos que, en muchos aspectos, somos seres circunstanciales: estamos donde estamos gracias en gran parte a una serie de condicionantes externos que han ido guiando nuestro camino. Eso es algo que a menudo dejamos inconscientemente a un lado, llegando por momentos a creer que somos mejores o más capaces que otros por el simple hecho de disfrutar de una posición a la que, en última instancia, hemos accedido gracias, como digo y entre otras cosas, a una serie de factores no controlables.

Por esto me gusta correr: porque nos convierte momentáneamente es seres primarios, cuya única necesidad es proporcionar el oxígeno necesario a los músculos para desplazarnos a una velocidad determinada. No hay jerarquías, no hay estúpidos protocolos de actuación, no hay distinciones... Nos conocemos a nosotros mismos y a los demás. Sin filtros. Sin etiquetas.

Gracias a todo esto, creo, hoy alguien me ha regalado unas anotaciones íntimas, unas palabras sinceras, emotivas y cariñosas. Sin que haya más vínculo entre nosotros que el de las zapatillas y el cemento, la respiración agitada y la satisfacción de sabernos capaces de progresar cuando las condiciones son más difíciles.

A veces no se necesitan más que unos cuantos kilómetros.

Lo que ocurre es que nos empeñamos en complicarlo todo.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Día 131: Shadow Runner

Km recorridos (día/total): 19,1/1060,3                              Vueltas dadas al perímetro (día/total): 4/289
 
Hoy ¡por fin! hemos salido antes que el sol. Como ayer me dormí temprano, esta mañana estaba despierto mucho antes de que sonase el despertador. Ya no es como hace un par de meses cuando, a eso de las cinco, podía ver la hora en el Polar sólo con abrir los ojos. Ahora a esas horas está oscuro, y tengo que recurrir perezosamente al móvil para saber cuánto me queda hasta la hora de levantarme.
Finalmente, después de comprobar nuestras inscripciones y recoger los dorsales, hemos comenzado a rodar a eso de las seis, muy suavemente, en dirección sur. A la vuelta de este breve calentamiento nos hemos detenido unos instantes: el sol comenzaba a abrirse paso entre la neblina y las montañas. El aire soplaba con fuerza. La recta se haría dura...
 
Unos minutos después de las seis y media, casi ¡setenta! corredores se agolpaban en la salida. En esta ocasión, ni siquiera me he preocupado por estar en primera fila. Aún así, antes de la primera curva estaba en cabeza. Durante los primeros kilómetros se ha formado un trío con un italiano y otro español. He decidido marcar el ritmo, vivo, exigente, para ver qué tal respondían las piernas de los demás.
 
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Enseguida ha dado resultado, y al final de la larga recta sur-norte nos quedábamos solos el italiano y yo, él siempre a resguardo, vigilante. Escuchaba su respiración, entrecortada a ratos. Así, durante una vuelta y media, en la que he querido probarlo en alguna ocasión, aunque sin mucha convicción, cuando veía que se retrasaba un par de metros.
 
Después de mi habitual crisis del kilómetro cinco y de todo lo anterior he llegado a la última vuelta sin poder descolgarle, como me habría gustado. Pero el italiano tenía piernas de sobra, y en el tercer paso por la recta sur-norte, esos dos kilómetros doscientos metros con viento en cara, se ha puesto por primera vez en cabeza y ha apretado de lo lindo. Me ha tocado sufrir para seguirle y, de hecho, por momentos he pensado que ahí se acababan mis aspiraciones de victoria. Así se lo hacía saber a Pascual (¡gracias por sus constantes palabras de ánimo en la parte de arriba del circuito!) con una ligera negación con la cabeza cuando pasaba a su altura.
 
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Pero la carrera guardaba una pequeña sorpresa. Después de completar la tercera vuelta había que continuar y recorrer un kilómetro más, algo que parece ser ignoraba mi adversario. Así que cuando ha esprintado para lo que el creía la meta no le he podido seguir, sabiendo que restaba aún un kilómetro. Cuál no ha sido mi sorpresa al verle detenido, celebrando la victoria.
 
Ahí, he de reconocerlo, le he pasado y he cambiado con todas mis fuerzas, intentando aprovechar el bajón psicológico que seguro tendría. Me ha seguido, pero ya con menos brío y, finalmente, yo con toda la carne puesta en el asador, se ha venido abajo, con lo que he podido entrar en meta en solitario y ligeramente por debajo de la hora, feliz por la carrera y un tanto exhausto por el esfuerzo.
 
IMG_20130911_135616Por lo que respecta a nuestro grupo de carrera, tanto Tabu como Pepe Soria han cuajado grandes actuaciones. La lástima es que Alberto haya tenido algunos problemas físicos que le han impedido rendir al nivel esperado. A buen seguro, en un par de días estará como nuevo y habrá olvidado el disgusto de no haber podido correr tanto como quería.
 
Y así ha sido como ha transcurrido la Army Ten Miler Shadow Run organizada por el contingente americano en memoria de las víctimas del 11-S. Sobre el resto del día (visita al fisio con punciones secas en los gemelos incluidas) ya escribiré mañana, si hay ocasión. A estas horas estoy deseando poner las piernas en alto y descansar un poco, que mañana hay que retomar los entrenamientos a primera hora y seguir progresando.
 
¡Hasta mañana!
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