jueves, 28 de marzo de 2013

Siempre aprendiendo: la importancia de la técnica de carrera


Esta mañana he tenido la suerte de entrenar junto a Juan Diego Aparicio, mi quiromasajista de Torrepacheco. Hemos compartido juntos unas cuantas vueltas a la pista de tierra del PDM de San Javier. Siempre se agradece una buena compañía durante los entrenamientos, más aún si hay que dar 20 giros a un circuito de 800 metros. Él ha adaptado un poco su sesión de entreno a la mía, de tal modo que la sesión ha sido mucho más amena que si la hubiese llevado a cabo en solitario.
Durante los últimos 4 kilómetros, rodando ya muy tranquilos, hemos tenido ocasión de conversar sobre algunas cuestiones que a mí, al menos, me parecen realmente importantes a la hora de correr: el entrenamiento fraccionadoel nivel de esfuerzo, los ritmos,...y sobretodo, la técnica de carrera. Me doy cuenta de que todavía no he dedicado ninguna entrada a este último aspecto, así que hoy es un buen día para hacerlo, aunque sea de forma breve.
La adquisición y asimilación de una buena técnica de carrera es esencial para continuar progresando en nuestros entrenamientos. Normalmente, la mayoría de los corredores atacan el suelo con el talón, apoyando posteriormente el resto de la planta antes de impulsarse hacia adelante. Esta es una técnica muy extendida y, a primera vista, la que podría parecernos más natural. Sin embargo, considero que conlleva una serie de limitaciones relativas, principalmente, a la longitud de la zancada (difícil de aumentar) así como a la frecuencia de la misma. De hecho, el recurso del que dispondremos para aumentar la velocidad será casi exclusivamente incrementar esta última, con el consiguiente incremento en la producción de ácido láctico.
Por otro lado, el impacto contra el suelo se traslada longitudinalmente a lo largo de toda la pierna, sin que la planta del pie ejerza función alguna en la misma. Por último, se incrementa el tiempo de contacto del pie con la superficie y la cadera desciende más, produciendo un trabajo extra de los músculos isquiotibiales.
A mí me gusta más atacar el terreno con la parte frontal del pie, el metatarso, efectuando el apoyo de fuera hacia dentro, es decir, pisando primero con el exterior del pie, apoyando a continuación el resto de la parte delantera e intentando acortar al máximo el apoyo de la parte posterior. De esta forma, la cadera se hunde mucho menos, el arco plantar soporta una buena parte de la carga de la pisada y el tiempo de apoyo se reduce al mínimo. Por supuesto, asimilar esta técnica lleva consigo un trabajo de adaptación de todos los grupos musculares de la pierna, especialmente de gemelos y sóleo, que verán incrementada su participación en el impulso. A cambio, podremos disfrutar de una mayor longitud de zancada y variarla en función de la elevación del talón y la rodilla durante la ejecución del movimiento, que tenderá a ser más circular. Además de ello, siempre tendremos el recurso de la frecuencia para aumentar nuestra velocidad.
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Preparado para atacar el terreno con la parte delantera del pie
Si os planteáis un cambio en vuestra técnica de carrera, hacedlo siempre de la mano de un profesional experto que os asesore en los ejercicios que tendréis que llevar a cabo para introducir, poco a poco, el nuevo estilo. Recordad que los cambios deber ser progresivos, y en un momento de la temporada en el que dispongamos de tiempo para hacer una buena readaptación muscular. Al principio os cansaréis más, pero poco a poco, a buen seguro observaréis que sois capaces de correr más rápido, una vez se haya producido la asimilación del mismo. Y lo que es más importante, siempre dispondréis de un buen margen de mejora.

martes, 26 de marzo de 2013

Un soplo de aire fresco


Los últimos días han sido una locura de kilómetros en coche por carreteras mal asfaltadas, viejos camiones Bedford y Mercedes de los años 80 con tres o cuatro pasajeros apretujados en el asiento de atrás. También han supuesto un pequeño oasis en la preparación, unas jornadas donde recuperarse de algunas molestias y coger un poco de aliento antes del tramo final.
IMG_1234Me hacía falta, más incluso de lo que pensaba, también físicamente. Esto último lo descubrí el viernes por la mañana, horas antes de partir, cuando aproveché para hacer un buen entrenamiento con David en la zona de Cartagena. Íbamos para hacer 25 kilómetros, aunque al final recortamos un poquito, ya que los dos nos dimos cuenta de que nos faltaba un poco de chispa y decidimos que lo más inteligente era no forzar la máquina, estando como estamos tan cerca de la Ruta de las Fortalezas.
En otro momento me habría agobiado un poco por no encontrarme tan bien como esperaba, pero analizando un poco los acontecimientos de las últimas semanas, las carreras, los entrenamientos, el estrés emocional de la situación actual,…me doy cuenta de que es normal que el cuerpo me pida un pequeño respiro, algo que realmente no me preocupa, pues cuando hay que estar bien es dentro de apenas cuatro semanas, y tengo plena confianza en que hemos ido haciendo un buen trabajo que necesita de cierto tiempo antes de dar sus frutos.
Por eso tal vez escribía, durante los últimos días, sobre la recta final, la puesta a punto y lo importante que es adaptar casi diariamente el entrenamiento de estas últimas semanas, de tal forma que el día de la prueba uno haya sabido apurar al máximo su preparación sin comprometer su estado físico.
Así, la idea era llevar a cabo ese entrenamiento del viernes, exigente pero sin pasarse, y tener luego tres o cuatro días para descansar, coincidiendo con unas pequeñas vacaciones, durante las cuales mis obligaciones atléticas se han reducido a 15 o 20 minutos de carrera al día, sin fallar ni uno, eso sí.
IMG_1239Aprovecho nuevamente para llamar vuestra atención sobre los beneficios de adoptar el buenísimo hábito de correr al menos 10 minutos diarios, pues además de los beneficios de los que os he hablado en el artículo Corre al menos 10 minutos al día, y mejorarás como nunca, se suma el hecho de que, durante periodos más o menos cortos de inactividad (viajes, trabajo u otras circunstancias), correr solamente 10 minutos os ayudará a mantener un tono físico adecuado que facilitará la vuelta al entrenamiento tras esos días de parón. En otras palabras, estaremos hablando de una inactividad relativa, pues nuestro tono muscular y lo que es más importante, la predisposición de nuestro organismo a correr, apenas se verán alterados.
A mí este hábito tan consagrado, camino de los 17 meses de forma ininterrumpida, me ha permitido durante estos últimos días correr en las inmediaciones del desierto del Sáhara, donde no era la primera vez que corría, con las grandes dunas de Merzouga y sencillas edificaciones de adobe desperdigadas al abrigo de las palmeras como telón de fondo. Es lo bueno que tiene haber hecho de un par de zapatillas de deporte, unas mallas y una camiseta mis inseparables compañeras de viaje.
En esta ocasión, paradójicamente, la cálida brisa desértica ha supuesto un soplo de aire fresco…

jueves, 21 de marzo de 2013

Desafío Fortalezas-Ronda 2013: afrontando la recta final


Después de las últimas noticias (sobre las que podéis leer en la entrada de ayer, Reinventando el Proyecto 101), y de la decepción que supone para mí aceptar el hecho de que este año no podré estar en la salida de los 101 kilómetros de Ronda, llega la hora de plantearse nuevos retos que mitiguen en parte la sensación de vacío que me quedará el día 11 de mayo.
Me duele por varios motivos: en lo deportivo, porque los 101 son para mí, como para cualquiera que ame el deporte y tenga el firme propósito de superarse día a día, un gran desafío; en lo personal, porque asistir a la prueba se ha convertido en un buen motivo de encuentro con amigos que están lejos el resto del año, y a los que echaré de menos. Sin embargo, y siendo honesto, todo esto queda en un segundo plano ante el reto familiar y profesional que se avecina.
En medio de toda esta tempestad emocional, apenas ha habido tiempo para darse cuenta de que sólo faltan apenas 30 días para el comienzo de la Ruta de las Fortalezas, prueba en la que finalmente tendré que centrar todos mis esfuerzos competitivos de este año, al menos hasta noviembre. Entramos en la recta final, donde hay que cuidar todo al mínimo detalle para llegar a la gran cita de Cartagena en un buen estado físico. Desaparecido a la fuerza de mi horizonte deportivo el reto de los 101 kilómetros, me queda al menos la tranquilidad de poder dedicarme a la RDLF sin tener que afrontar el esfuerzo físico y mental que suponía para mí correr en Ronda tan sólo tres semanas después, tras el fallo de planteamiento del año anterior.
Es hora de seleccionar bien lo que entrenamos y de dejar que el cuerpo se recupere bien de los esfuerzos realizados, para llegar al día 20 de abril en la mejor forma posible. Todo lo que hemos hecho hasta este momento queda atrás, conformando los cimientos sobre los que se ha de asentar la parte definitiva de nuestra preparación. Quedan, si acaso, un par de semanas durante las que mejorar nuestra base aeróbica y realizar un buen trabajo de potencia. Posteriormente, tendremos que dedicar las dos semanas restantes a realizar una buena puesta a punto (échale un vistazo al artículo El arte de la puesta a punto para más información).
He de decir que, si queremos afrontar con ciertas garantías de éxito este último tramo de la preparación, no estará de más dedicar al menos un par de sesiones a la recuperación muscular, poniéndonos siempre en las manos de un buen profesional. Yo me confiaré a la experiencia del Centro de Salud Natural Juan Diego Aparicio, en Torrepacheco, y a mi fisio de confianza en Madrid, José Luis Izquierdo, líder del gran equipo de Fisioizquierdo, para llegar en las mejores condiciones posibles.
Después vendrá el momento de analizar los nuevos retos que se presentan, siempre ligados, como no puede ser de otra manera, a un par de zapatillas. Como deportista, tengo claro que los momentos difíciles nos hacen crecer, que después de caer hay que levantarse y que una dificultad es una oportunidad de mejorar. Pues bien, tengo ante mí un período de crecimiento que, en cierto modo, me apasiona. A pesar de los momentos difíciles que puedan estar esperando.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Reinventando el Proyecto 101


La vida da muchas vueltas. Por mucho que nos lo digan, no terminamos nunca de ser conscientes de lo frágiles que son nuestros planes y proyectos, sometidos a circunstancias y factores que escapan a nuestro control, a la vez que inocuas proyecciones mentales que roban nuestra atención del momento presente.
Ayer recibí una noticia que ha alterado mis planes personales y profesionales durante lo que resta de año. En cuestión de semanas partiré, si todo va bien, rumbo a tierras afganas, donde se iniciará una nueva etapa de mi vida, alejada de todo lo conocido por mí hasta ahora. A día de hoy estoy inundado por las emociones y, por qué no decirlo, los miedos. Hay multitud de incógnitas que no se resolverán más que con el paso de los días, y otras muchas que he de ir desvelando conforme se acerque la hora de la marcha, e incluso una vez allí.
Cómo no, uno de las cuestiones que rondan mi cabeza es el Proyecto 101: 1 kilómetro, 1 euro, cuya próxima etapa será la Ruta de las Fortalezas en Cartagena, el próximo mes de abril. Posteriormente, mi intención era correr los 101 kilómetros de Ronda, para haber sumado por entonces 215 kilómetros, y alcanzar previsiblemente los 400 en la segunda mitad del año. Pero ya no podrá ser, y desde ayer no he dejado de darle vueltas a la cabeza sobre cómo reenfocar el Proyecto 101 para alcanzar los objetivos fijados.
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Hoy, por fin, he dado con la solución. Se me ocurrió, ya durante la tarde del martes, que iniciaría un nuevo apartado en el blog, que previsiblemente se llamará algo así como “Diario de un corredor afgano”. Como seguramente sabréis, llevo desde el día 2 de noviembre de 2011 corriendo todos los días sin interrupción al menos diez minutos al día. Ya son casi 17 meses, y mi propósito, como no podía ser de otra manera, es continuar haciéndolo.
Así que he pensado en reinventar el Proyecto 101: 1 kilómetro, 1 euro, de tal manera que por cada día que corra al menos esos diez minutos estando allí (y pretendo hacerlo durante todos y cada uno de los días de mi estancia), sumaré un euro más al mismo, logrando una cantidad que a su vez se irá acumulando a los kilómetros en competición que lleve antes de marchar, y que se añadirá a los que complete desde mi regreso hasta el final del año. Será, para mí, una bonita forma de motivarme a calzarme las zapatillas cada día, por un lado, y a contaros diariamente mis progresos y mis experiencias atléticas en territorio afgano, por el otro.
Estoy seguro de que los patrocinadores del Proyecto 101, Fisioizquierdo FisioterapeutasAla 30 Garden Center y Centro de Salud Natural Juan Diego Aparicio, estarán a mi lado, y consecuentemente, al lado de la AECC de Cartagena, para seguir dando vida a este proyecto durante los difíciles meses que están por venir. Ojalá se sume alguien más al mismo, y finalmente logremos reunir una buena cantidad de dinero con la que facilitar la consecución de las muchas tareas que dicha asociación lleva a cabo con personas que de verdad necesitan de las mismas.
 ¿Que estás pensando en sumarte y no sabes cómo hacerlo? Visita ¿Qué es el Proyecto 101? e infórmate.
 Anímate a correr conmigo en la distancia.
 Tu aliento será mi apoyo diario. Y el de muchos otros.

martes, 19 de marzo de 2013

¿Tienes un perro atleta? ¡Corre con él!

En alguna ocasión he hablado de Danko y de Troy, los dos dálmatas que a menudo me acompañan en mis entrenamientos. Son una compañía excelente, siempre dispuestos los dos a echar a correr en cuanto me ven con las zapatillas puestas, no importa la hora ni la distancia. Para ellos es una actividad estupenda que les ayuda a mantenerse en forma y a quemar toda la energía que acumulan a lo largo de la semana.

Creo que un perro es, aparte de un gran compañero de vida, una excelente fuente de motivación para salir al aire libre a hacer un poco de deporte. Por supuesto, hay que tener en cuenta una serie de consideraciones para hacer de la carrera junto a él una actividad lo más placentera posible para ambos.

Danko y Troy
Danko y Troy.
Como las personas, los perros han evolucionado hacia un estilo de vida sedentario. Sin embargo, el ejercicio constituye una fuente de salud también para ellos. Hay que decir que no todas las razas son aptas para correr a cualquier ritmo, ni mucho menos en cualquier condición. Las hay genética y morfológicamente más predispuestas a la carrera. Por ejemplo, el ejercicio que necesita un perro de raza grande (tipo mastín o dogo) no tiene nada que ver con el de un labrador, un braco, un dálmata, ni con el de una raza de tamaño más pequeño. Por eso, es conveniente estudiar, aunque sea someramente, las características morfológicas de nuestro perro antes de exigirle de más.

Por otro lado, los principios del entrenamiento y otras cuestiones relacionadas son también aplicables a nuestros fieles compañeros. La progresión, el descanso, la alimentación, la intensidad del ejercicio, la edad del propio animal,...son factores a tener muy en consideración a la hora de echar a correr junto a ellos.

Existen, además, otras circunstancias que a ellos les afectan de una manera distinta, de las que resaltaría, principalmente, la baja tolerancia al ejercicio físico de los perros en condiciones de temperatura relativamente buenas para nosotros, Al contrario que los humanos, los perros no sudan a través de la piel. Sus únicas "vías de escape calorífico" son la lengua y las almohadillas de las patas. Así, les cuesta mucho más enfriar el cuerpo durante el ejercicio que a nosotros debido especialmente a su mecanismo termorregulador. Lamentablemente, ellos no pueden decir "basta", o "me encuentro mal", y harán lo posible por seguir el ritmo de su amo, en ocasiones con fatales consecuencias.

Después de entrenar.
Después de entrenar.
Por ello, es más que aconsejable informarse bien de qué hábitos y condiciones son las más propicias para que la práctica deportiva conjunta hombre-perro llegue a buen fin. Te adelanto algunas de las que considero más importantes:

- Por encima de los 20 grados, limita el tiempo de la carrera. En verano, basta con diez minutos en las horas más frescas del día.

- No le des de comer a tu perro antes de correr.

- Observa cualquier síntoma de lesión y trátalo a través de un buen profesional.

- Si notas un cambio de actitud del animal durante la carrera (se queda rezagado, baja la cabeza, jadea excesivamente,...), disminuye el ritmo o incluso para. Déjale descansar, refréscale un poco y no fuerces la máquina. Mañana será otro día.

Por último, no dejes de agradecerle el esfuerzo de correr a tu lado. Una buena sesión de carrera hará que os compenetréis mejor en otros muchos aspectos del día a día.

¡Y no ensucies! Estate preparado para cualquier contingencia. Por el bien de todos.

lunes, 18 de marzo de 2013

Media maratón de Murcia: los kilómetros más difíciles


Ayer fue una de esas carreras largas de verdad, y eso que amaneció un gran día, nublado, pero con la temperatura perfecta para correr. Como había previsto, a primera hora hice el calentamiento de rigor: 8 kilómetros en la pista de tierra del PDM de San Javier, con unas buenas sensaciones, que en nada hacían presagiar la debacle posterior.
Por suerte, me acompañó mi hermano Ale, cuyas palabras de aliento tanto a mitad de recorrido como en la recta final supieron a gloria, así como la conversación posterior de vuelta a casa. Así, con el tiempo un tanto justo, enfilamos la carretera hacia Murcia, donde a las 10 tendría lugar la salida de la media maratón. 3000 atletas entre los que, como pude, progresé para no salir muy rezagado.
Kilómetro 10: quedaba tanto por delante
Kilómetro 10: quedaba tanto por delante (empezaba a sospecharlo)
Aún después de multitud de carreras, uno puede repetidas veces tropezar en la misma piedra. Mi planteamiento quería ser un tanto conservador, pero a la hora de la verdad, los parciales cada 5 kilómetros reflejaron justo lo contrario. En realidad, durante la primera mitad de carrera iba muy cómodo, a pesar de la difícil semana: 18'10" el primer paso, 36'36" el diezmil. Demasiado rápido para mí, seguramente. O al menos, para mi maltrecha musculatura, que un par de kilómetros más tarde comenzó a quejarse amargamente: isquiotibiales y glúteo izquierdos, sóleo derecho,...Demasiado rápido, demasiado castigo. Simple y llanamente.
Así que en el kilómetro 12 tocó levantar el pie. ¡Como si eso, a esas alturas, fuese una decisión consciente y voluntaria! No me equivocaba al pensar que lo que quedaba se haría muy largo, especialmente cuando las molestias fueron en aumento, de tal forma que del kilómetro 15 hasta el final mi prueba se convirtió en un lento peregrinaje de resignación, en una lección de humildad del asfalto a mi persona, grabada a fuego con cada penoso paso, hurgada involuntariamente la herida abierta en mi orgullo por cada corredor que superaba mi tortuoso desplazamiento por las calles de Murcia. Y yo con una determinación sellada un 13 de enero en una terraza del puerto de Cartagena: terminar para sumar 21 kilómetros más a un proyecto que ayer me llevó hasta meta.
Tal vez esa fue la única motivación que me llevó a concluir ayer. Porque ¡qué largos son los kilómetros cuando se le pierde la cara a la prueba! Luego, al bajar del coche y durante el resto del día, mi preocupación fue en aumento, principalmente porque el dolor en la parte alta de los isquios no remitía, más bien todo lo contrario. La carrera había terminado hacía horas, y yo seguía anclado a él, a pesar del vendaje compresivo, del Radiosalil, del hielo y de la manta eléctrica. ¿Habría ido demasiado lejos? Las dudas y la sensación de haberme equivocado plenamente me asaltaban una y otra vez.
Sin embargo esta mañana (¡fuera vendaje compresivo!), aunque las molestias continuaban, he decidido probar suerte, y después de un maravilloso paseo por la orilla del mar, me he dispuesto a rodar 3 kilómetros. Lentamente la sangre ha vuelto a fluir a los castigados músculos. Despacio. Y ha dado resultado, pues me he encontrado un poco mejor. Y todavía quedaba el reparador masaje de Juan Diego Aparicio en su magnífico Centro de Salud Natural de Torrepacheco. Casi podría decir que estoy como nuevo, aunque sé que estaría exagerando (sólo un poco).
En las manos expertas de un gran amigo
En las manos expertas de Juan Diego, un gran profesional y mejor amigo
Me quedo con lo positivo de la experiencia de ayer: los 29 kilómetros más, los casi 50 minutos de lecciones de la ruta, la inmejorable compañía de mi hermano en esos momentos difíciles,... Las cosas no siempre salen como uno espera. Sí, puede que lo más sensato ayer hubiese sido abandonar y no castigar más al cuerpo. Pero, por una parte, tengo un compromiso, una ilusión que sé que me ayudará en los momentos difíciles a lo largo del año. Por la otra, habría dejado sin explorar la vertiente desnuda de esos kilómetros difíciles que tanto nos enseñan sobre nosotros mismos. Que nos hacen más fuertes.

jueves, 14 de marzo de 2013

Desafío Fortalezas-Ronda 2013: algunas cuestiones tácticas

A pesar de que hace casi tres meses parecía que esto no llegaría nunca, estoy empezando a notar cada vez más próximo el aliento de las para mí dos grandes pruebas de este año: la Ruta de las Fortalezas y los 101 kilómetros de Ronda. Y eso que sigue haciendo frío, que por ahí abajo, en los alrededores de Ronda, llueve a cántaros y que en lo alto de las baterías de costa que rodean Cartagena soplan a día de hoy vientos huracanados. Pero no me dejaré engañar: los días son cada vez más largos, el sol, cuando quiere salir, empieza a apretar lo suyo, y se respira en el aire virtual de las webs la inminencia de la competición.

Uno empieza a visualizar la salida, los puntos intermedios, los avituallamientos, las cuestas...Ayer me sorprendí reviviendo el último kilómetro de los 101. Seguramente, por encima de todas las razones que se tienen para volver, una sea la de correr ese último kilómetro, con las emociones a flor de piel y la certeza, en ese momento sí, de que se va a culminar un sueño. Un kilómetro de felicidad absoluta.
Hoy quería escribir brevemente sobre algunas cuestiones tácticas, sobretodo referentes al tema de las mochilas, que a buen seguro trae de cabeza a mucha gente a estas alturas. ¿Llevo mochila? ¿No la llevo? ¿Mejor una riñonera? ¿Qué dejo preparado en Setenil y en el cuartel? Como ya he escrito una entrada al respecto (puedes complementar este artículo con dos artículos: Estrategias y Material de carrera), me centraré en la que considero la táctica más adecuada si vas a correr la mayor parte del tiempo.

En la Ruta de las Fortalezas no hay opciones: o llevas algo o no llevas nada. Los avituallamientos están muy bien situados y la distancia es relativamente corta como para necesitar transportar una mochila todo el tiempo. En esta edición hay que tener en cuenta que están prohibidos expresamente los apoyos externos, así que cada uno tendrá que hacerse valer con lo puesto y lo que encuentre en los puntos fijados por la organización: plátanos, naranjas, frutos secos, agua y bebida isotónica. Para mí es más que suficiente.

En Ronda la cosa cambia, aunque poco, dado que hay dos puntos situados estratégicamente en los que puedes dejar una mochila con lo necesario: el primero en el kilómetro 55, aproximadamente, y el segundo en el cuartel de la Legión, antes del kilómetro 80. Hasta ese primer punto, yo no llevaría nada de nada. La distancia entre avituallamientos es perfecta para cubrirla en un tiempo óptimo. Eso sí, hay que olvidarse de las prisas desde el primer momento, y hacer de cada punto un lugar de parada mínima pero obligatoria.

En Setenil uno puede dejar preparada una mochila según sus necesidades, y continuar sin peso adicional hasta el cuartel. Si todo va bien, llegar al cuartel desde allí será cuestión de entre dos horas y media y tres horas, así que hay que calcular las horas de luz por el tema del frontal y la ropa de abrigo. Yo dejo este material preparado en el cuartel de la Legión. Saliendo a las 11 de la mañana, uno tiene en torno a 11 horas de luz natural antes de alcanzar ese punto. Es cuestión de hacer cuentas y determinar dónde dejar ese material.

En la mochila del cuartel, como digo, es conveniente dejar preparado un frontal y ropa de abrigo. No olvidéis, no obstante, comprobar las predicciones meteorológicas la mañana de la prueba, para conocer de primera mano qué temperaturas aproximadas nos esperarán a partir de la caída del sol. Eso nos ayudará a escoger el material de manera adecuada. Aparte, siempre es conveniente tener en la mochila (tanto en Setenil como en el cuartel) vaselina, gasa y esparadrapo, algún spray o pomada analgésica, así como unas pequeñas tijeras y aguja e hilo con las que intervenir de urgencia alguna que otra ampolla.

Teniendo en cuenta el terreno que viene a continuación y las condiciones físicas de cada uno, también puede ser una buena opción tener unos bastones preparados. Nos ayudarán en las subidas posteriores, donde difícilmente, al menos en mi caso, puedo optar a trotar. Y de nuevo, vuelvo a recomendar que dejemos en el cuartel todo lo que nos sobra, que ya nos lo llevarán a meta, y partamos con lo justo. Hay que tener en cuenta, a este respecto, que llevar peso adicional implica un incremento de las pulsaciones medias y un gasto energético suplementario. Siendo la exigencia en este sentido ya de por sí extrema, ¿qué necesidad hay de endurecer las condiciones?

En cualquier caso, en los 101 kilómetros de Ronda están permitidos (si no estoy equivocado), los apoyos externos, así que aquel que tenga la suerte de contar periódicamente con un poco de ayuda extra (se me ocurre un bocadillo de jamón y una Coca Cola después de Arriate...) puede organizarse de otra manera. Sin embargo, yo no apostaría toda mi suerte a ellos, dado que es difícil coordinarse en determinados momentos, y no hay por qué añadir elementos de estrés a la carrera.

Lo que necesitemos de verdad debe estar en las mochilas, de tal forma que cualquier descordinación, en muchas ocasiones obligada por las circunstancias del día (multitud de desplazamientos cortos, carreteras cortadas temporalmente,...), no afecte más que mínimamente al desarrollo de nuestra prueba, o lo que es peor, nos impida disfrutar de la misma al cien por cien.

miércoles, 13 de marzo de 2013

El arte de la puesta a punto

Hoy ¡por fin! he podido rodar 30 minutos sin ninguna molestia. Lo cierto es que podría haber hecho más, pero después de tres días sobreviviendo, en el sentido atlético de la palabra, con lo puesto, tenía las piernas un tanto congestionadas, principalmente porque después del entreno del sábado y de las sobrecargas que se derivaron del mismo, en la sesión del lunes el trabajo de Jose, mi fisio y amigo de Fisioizquierdo, se tuvo que centrar en apagar incendios y dejar el resto, que, aunque bastante castigado, estaba en un estado decente, para mejor ocasión.

Toca ya dejar de quejarse y ponerse las pilas con la puesta a punto para el domingo. Si difícil es entrenar y sacar partido de lo que se hace, más difícil aún es conseguir llegar en una forma óptima al momento preciso. Uno puede haber entrenado a las mil maravillas, rendido a tope en las series o en las salidas largas, o por el contrario haber tenido sensaciones pésimas, pero confiar en que ha estado andando el camino correcto. De un modo u otro, la manera de afrontar los días previos a una competición determinarán en gran medida las posibilidades de éxito o fracaso, entendiendo siempre estos términos como algo relativo.

Por supuesto, todo lo que se ha hecho hasta ese momento cuenta, y mucho. El proceso de entrenamiento ha servido para obtener la materia prima a la que ahora toca dar forma, pulir y dejar preparada para la ocasión. La puesta a punto es un arte complicado, en muchas ocasiones del tipo ensayo-error, hasta que uno consigue dar con la clave de lo que de verdad le viene bien. Hay quien necesita gran intensidad en los prolegómenos de la prueba. A otros, en cambio, les sienta mejor el descanso. Existen aquellos que, víctimas de la ansiedad, se exigen de más en los días previos y llegan a su gran cita pasados de rosca, sin saber muy bien por qué no van como esperaban.

Como digo, cada uno, con el paso del tiempo, debe saber determinar qué es lo que le va mejor para rendir al máximo. También hay que tener en cuenta que, como arte que es, la puesta a punto no se asemeja a un proceso matemático, sino que la conforma un conjunto de sensaciones, señales e intuiciones a las que conviene prestar atención. A menudo es necesario moldear y retocar la preparación final casi a diario, en función de los mensajes que nos envía el propio organismo.

No debemos olvidar que es vital tener en cuenta las circunstancias vitales que nos acompañan, y procurar integrarlas en el proceso, de tal manera que no nos centremos exclusivamente en la parte física, descuidando aspectos que pueden influir a la postre negativamente en la parte psicológica. La mayoría de las veces, el equilibrio entre ambos factores nos proporcionará el mejor estado posible.

Por otro lado, tampoco podemos obviar el simple hecho de que, por diversos motivos que escapan a nuestro control, en ocasiones vemos como el propósito de estar en plenitud de condiciones el día D a la hora H se aleja de nosotros. En este caso, es una postura inteligente no pretender luchar contra los elementos y replantearse los objetivos, haciéndolos más accesibles y consecuentes con nuestro estado real, y no con el que nos gustaría haber alcanzado. Hay una meta que siempre estará a nuestro alcance: disfrutar de lo que hacemos. Somos afortunados: corremos.

En principio, mañana mientras corro me dedicaré a la contemplación de los árboles y las hojas caídas, seguramente durante cuarenta o cincuenta minutos con paradas intermedias. El viernes jugaré al tenis y soltaré diez o quince minutos, no más. El sábado, si todo va bien, a lo mejor opto por rodar entre 4 y 6 kilómetros. Y el domingo, antes de la media, trataré de repetir el esquema de hace diez días: 4 kilómetros muy suaves, y otros 4 parando cada mil que incluyan alguna que otra progresión. Y ya veremos qué sucede...

martes, 12 de marzo de 2013

Media maratón en breve (y yo con estos pelos...)

La salida del sábado me está pasando factura, no tanto a nivel orgánico (seguro que también, aunque todavía no he tenido tiempo de comprobarlo) como a nivel físico. Al final había que bajar desde San Julián hasta el coche, y aunque no fueron muchos minutos de la basura, me temo que sí los suficientes para dejar una huella para tres o cuatro días, especialmente en los sóleos de ambas piernas.

La sesión de fisioterapia de ayer fue sin duda mucho más dolorosa que la salida del sábado. Los sóleos me dolían sólo con estar de pie, sin que nadie los tocase, así que el masaje de descarga fue duro de verdad. No encontraba hueco en la camilla donde retorcerme a gusto. Jose, de Fisioizquierdo, empezó con la pierna izquierda, y al decir que estaba fatal, no pudo más que entrarme la risa: "esa es la que está mejor...". Y efectivamente, así era. Yo no quería imaginarme lo que vendría después con la derecha.

Al llegar a casa tenía las piernas en carne viva, pura tensión, los sóleos queriendo atravesar la piel y tener un poco más de sitio para expandirse, así que hice caso a los consejos de Jose y me puse hielo durante un buen rato en las zonas afectadas, y luego una buena dosis de Calmatel antes de irme a dormir. Ha funcionado, y aunque hoy siguen estando cargadas, entre el Radiosalil y las media de compresión que llevo puestas desde las siete y media parece que van mejor.

Ahora a medio día saldré a rodar diez o quince minutos, para conservar las buenas costumbres (voy camino del decimoséptimo mes corriendo al menos diez minutos al día sin interrupción) y ver si activando un poco la circulación sanguínea progresamos un poco. Con un poco de suerte, mañana podré salir a rodar con tranquilidad unos cuarenta o cincuenta minutos, y para el fin de semana habrán desaparecido las molestias. Y es que el domingo tengo media maratón en Murcia, y mi intención es hacerlo decentemente.

De momento, habrá que ser cautos y ver como evolucionan las sobrecargas. Mañana les meteremos otra sesión de fisio para exterminarlas definitivamente, y seguro que el viernes estoy como nuevo, o al menos lo más nuevo que se puede estar a estas alturas, y con ganas de rodar a tope en Murcia.

Entiendo que cualquiera que me vea correr durante los próximos minutos lo ponga en duda, pero, creédme, estoy en ello...

lunes, 11 de marzo de 2013

Allez, Jaja!


Hace unos años participé en la Titan Desert Mountain Bike Marathon. Fue una edición durísima, con una media de 42 grados y una máxima de 48 en la etapa maratón, temperaturas altísimas para esa época del año, debidas principalmente a una ola de calor que afectó a la zona. Recuerdo que en el aeropuerto del Prat me coloqué en la fila de facturación, y allí estaba él, el gran Laurent Jalabert, junto al mostrador, con otros componentes del equipo Look, dispuesto, como yo, a partir rumbo a Marruecos.
Con Jalabert

No pude evitar acercarme, no para pedirle un autógrafo, sino para darle las gracias por lo mucho que me había hecho disfrutar del ciclismo durante los años que había estado compitiendo a nivel profesional. Para mí, Jalabert era un ejemplo de superación, sacrificio y valentía. En esas, entablamos una breve conversación. Finalmente, le dije que venía solo, que no conocía a nadie allí. Me dijo sonriendo: "Ahora ya no vienes solo. Nos conoces a nosotros".
Al final de la segunda etapa me lo crucé nuevamente. No perdí la ocasión de charlar brevemente con él, y en ese momento sí le pedí a alguien que nos hiciese una foto juntos. Al día siguiente, vino la etapa maratón, y si no recuerdo mal, Laurent tuvo una infección bucal que le impidió estar delante. En lugar de abandonar, entró como uno más a un par de horas de la cabeza. Al día siguiente, creo recordar que se escapó en solitario y ganó la etapa, como para resarcirse de lo del día anterior y dejar constancia de su gran clase. En esa etapa, a mí se me partió el cuadro por la inserción de la tija, y tuve que completarla de pie sobre la bici desde el kilómetro 8. Al llegar, recuerdo que me crucé nuevamente con Jalabert, que me preguntó si yo era el que había terminado la etapa sin sillín. Le dije que sí. Me felicitó, y me dijo que tenía eso, un par... A mí el cumplido, viniendo de quien venía, me supo a gloria. Ya no volvimos a coincidir más.
Desde entonces se ha dedicado, entre otras cosas, al triatlon de larga distancia, con buenísimos resultados. Siempre aparece en las fotos con una sonrisa. Hoy un coche ha atropellado al gran Jaja en las proximidades de Toulouse. Parece que, finalmente, su vida no corre peligro, y que todo se saldará con unas cuantas fracturas, algunas importantes, como la de tibia y peroné, de las que espero se recupere bien y pronto.
Desde estas líneas, quiero enviarle mis mejores deseos.
Allez, Jaja!

El primer entrenamiento serio y los minutos de la basura

En el argot deportivo, los minutos de la basura son los que restan cuando todo está decidido pero el partido aún no ha terminado. Sin embargo, hay que jugarlos. Trasladando este concepto a la carrera a pie, para mí los minutos de la basura son aquellos en los que ya se ha entrenado todo lo que se tenía que entrenar, uno está agotado muscularmente y aún así continúa corriendo, que no entrenando, por el simple hecho, en la mayoría de las ocasiones, de que se había propuesto completar un número de kilómetros determinado.

Digo "corriendo, que no entrenando", porque a partir de ese punto lo único que se hace es desentrenar y castigar al organismo, haciendo no sólo que más allá de ese momento lo que se haga no nos aporte ningún beneficio, sino además echando por tierra, probablemente, todo lo conseguido. Se incrementa además, en esa fase, el riesgo de padecer una sobrecarga o una lesión. Los síntomas son claros, al menos en mi caso: agotamiento, rigidez muscular y tendinosa, alteraciones en del gesto técnico,... Todas ellos son indicaciones evidentes de que ha llegado la hora de marcharnos a casa.

El sábado tuvo lugar el primer entrenamiento serio de la temporada: la idea era completar dos vueltas a un circuito de casi 17 kilómetros con doble subida al Calvario y al castillo de San Julián. Como estos entrenamientos provocan un fuerte desgaste orgánico, y no es cuestión de andar en la cuerda floja desde enero, he reservado lo mejor para este último mes antes de la RDLF, cuando ya hay una buena base de kilómetros acumulada. La primera vuelta fue estupenda, fácil, sin dejar de correr a buen ritmo, con la dureza que se le supone al terreno. Después de bajar hasta el coche a rehidratarnos un poco y hacer un cambio de compañero (David y yo completamos las dos vueltas, pero tuvimos una "liebre" distinta en cada una de ellas: Óscar en la primera y Guillermo en la siguiente), comenzamos el segundo giro.
 
El Calvario, como ya he descrito en otras entradas, es una subida de potencia. Cuesta a la primera, pero más a la segunda, cuando los músculos están tirando de grasas y el glucógeno hace ya tiempo se ha agotado. Bajando empecé a notar la tensión muscular, sobretodo en la zona del sóleo derecho, me dolían los pies y no estaba nada ágil de piernas. La subida al Castillo de San Julián se me hizo eterna, con sus curvas de herradura y los largos tramos de pendiente constante con el viento en cara. Al llegar arriba estaba k.o., así que cuando llegó David y junto con Guillermo empezamos el descenso, decidimos evitar la bajada de San Julián por el lado de la carrera, por donde se precisa estar en buenas condiciones físicas, y poner rumbo al coche por el camino más corto sin grandes alardes y poca conversación (señal inequívoca de que estábamos deseando terminar). De vez en cuando cantaba los kilómetros para animar un poco: 30, 31, 32...Al final, la llegada al coche fue un alivio para David y para mí, no tanto para Guillermo, que tuvo la buena (o la mala) suerte de pillar la vuelta lenta e iba aún sobrado de ganas y fuerzas (ya te pillaremos...).

sanjulian
Una misma subida puede ser muy distinta, en función de las condiciones en que uno la afronte. Lo llevaba pensando todo el entrenamiento, y por la experiencia de los entrenos del año pasado sabía que no me equivocaba: si la segunda subida al Calvario es dura (pero muy corta, afortunadamente) en comparación con la primera, la siguiente a San Julián no tiene nada que ver con la primera vez que se afrontan sus rampas. Con 25 kilómetros en las piernas hay que tener mucha determinación para subir a ritmo y sin desesperarse, porque ya no hay de donde tirar, sobretodo en este primer entrenamiento duro de verdad. Por eso creo que analizar las subidas de forma independiente carece de sentido, ya que lo que se sube con 5 o 10 kilómetros recorridos poco o nada se asemejará a lo que se hace con 3 o 4 horas de esfuerzo en el cuerpo.

La realidad es que, a falta de poco más de un mes, estamos donde queríamos, pero nos queda lo más duro: los entrenamientos de acumulación de volumen, desnivel positivo y fatiga. Y, si cabe aún más a partir de este punto, hay que estar casi diariamente evaluando qué entrena y qué no, de tal forma que, en este caso, una readaptación de las cargas de trabajo a tiempo puede ser vital.

Sobre el asfalto no hay minutos de la basura. Sólo más o menos desgaste. Que nos aproveche o no, ya es otra cuestión...

jueves, 7 de marzo de 2013

Desafío Fortalezas-Ronda 2013: ¿Por qué vuelvo?


Mi idilio con los 101 kilómetros de Ronda comenzó, como muchas cosas en la vida, casi por casualidad. En cuestión de meses, pasé de no haberme siquiera planteado la carrera a estar en la línea de salida. Ese año en concreto, hace tres ediciones, fue para mí un desastre, producto de mis faltas de experiencia y de paciencia: a mitad de preparación padecí una fascitis plantar aguda, y aunque me empeñé en ir a Ronda, me quedé, entre lágrimas de dolor y de frustración, a un par de kilómetros de Setenil. Sin embargo, se había prendido la llama en mi interior. Volvería, estaba seguro.

Tuvieron que pasar un par de años hasta la siguiente edición. De nuevo algunos problemas físicos retrasaron el inicio de mi preparación hasta enero, pero en esa ocasión puede terminar, con más pena que gloria, mi primera Ruta de las Fortalezas y, cinco semanas más tarde, los 101 kilómetros. Recuerdo que desde el cuartel de la Legión hasta meta sólo pude caminar debido al agotamiento y a una inflamación del tibial anterior, y que los últimos 20 kilómetros se me antojaron una eternidad.


¡Gracias, David, por la magnífica foto!

Recuerdo el frío, el vaho a la luz del frontal, el barro del sendero paralelo al río y las luces rojas en lenta procesión brillando a lo lejos. Recuerdo el último avituallamiento, allá por el kilómetro 96, cuando un legionario me dijo que el año que viene otra vez. Recuerdo que yo le respondí que no, que ya no volvía más. Recuerdo la inmensa alegría al recorrer el último kilómetro por las calles de Ronda.

Por supuesto, al año siguiente volví. En unas condiciones personales muy difíciles, perdido, menguado psicológica y físicamente. Y claro, no son formas. Me bastó en la Ruta de las Fortalezas, pero no en los 101, que requieren un estado físico, pero sobretodo mental, superlativo. Tal vez el físico pueda flaquear. La mente no. En esta última ocasión, mi carrera acabó antes que nunca, en el kilómetro 40. Vacío. Roto.

Este año, más que nunca, estoy deseando volver a ver el vaho a la luz del frontal. A pesar del sufrimiento físico y psicológico, paradójicamente recuerdo esos momentos como instantes de verdadera paz interior. Puede que el agotamiento extremo nos conduzca a una visión mucho más sincera de las cosas, mucho más limpia. Seguro que cada uno tiene su razón para someterse a un esfuerzo mental y físico tan brutal. Puede incluso que alguno ni siquiera se haya planteado el por qué.

Existe una razón por la cuál volvemos. Una razón que los demás desconocen, que aquellos que no se han aventurado antes a algo parecido jamás entenderán. Yo no sé explicar esa imperiosidad, ese deseo que me impulsa a volver. Aunque lo intente. Es algo demasiado íntimo, que no sé definir más allá de estas palabras.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Cambia tu discurso y correrás mejor

La línea de salida de una carrera debe ser el lugar del mundo con mayor concentración por metro cuadrado de gente joven y deportista que:

- no se encuentra bien,

- tiene algún tipo de molestia,

- o no ha podido entrenar bien últimamente.

CIMG4416

Qué difícil es encontrarse a alguien en la línea de salida que diga: "¡Estoy mejor que nunca!" Resulta que, en el sitio donde tendrían que estar personas vigorosas, fuertes, resistentes y plenas de confianza en sus posibilidades, se ve mayoritariamente a deportistas encogidos, venidos a menos y con más excusas que ganas de hacerlo bien;

"Es que no he dormido bien".

"Es que vengo tocado de un resfriado".

"Es que no sé lo que me pasa pero no voy".

Estamos en la antesala del fracaso. No nos damos cuenta de que todas esos argumentos son tan sólo inconscientes mantras, argucias mentales para justificar el fracaso antes de que tome cuerpo, para eludir el sufrimiento que nos conduzca al éxito, y que nos invitan a conformarnos con lo mediocre. Posteriormente, este discurso se transformará, con el paso de los kilómetros en:

"¿Qué necesidad tengo de estar sufriendo?"

"¿Qué más da si aflojo el ritmo?"

"¿Para qué tanto esfuerzo?"

No nos damos cuenta de que si cambiamos nuestro discurso, si dejamos de ponernos la venda antes de la herida, probablemente nos predispongamos a afrontar los momentos duros de otra manera. A mí me gusta visualizar la carrera pensando en el éxito. Éxito es una palabra que abarca un gran número de objetivos: puede ser completar una distancia, hacerlo en un tiempo determinado, en una posición determinada,...

Desde mi punto de vista, el éxito implica disfrutar de la prueba, sentirme vivo en cada zancada, disfrutar del sufrimiento intenso de cada inspiración, vencer el deseo de pararme, de aminorar la marcha, de dejar de padecer...El exito es estar en la línea de salida con una sonrisa, con un gesto de concentración, dispuesto a la lucha. El éxito es sobreponerse a los malos momentos que vendrán, levantarse después de caer, apretar los dientes y fijar la mirada un par de metros por delante de donde impactan mis pies. El éxito es estar en la ducha y sorprenderme pensando en cuándo será la siguiente, en cuánto más estoy dispuesto a entrenar para hacerlo mejor, para superarme. El éxito es pensar en volver.

El discurso negativista nos empobrece. Las excusas sobran, tanto antes como después de correr, principalmente porque desmerecen, conscientemente o no, a los que han corrido más que tú, simplemente porque han sido mejores, más fuertes, más sólidos. A lo mejor, si incorporamos a nuestros momentos precompetición frases del tipo: "qué bien me encuentro", "soy capaz", "podré con los momentos difíciles"..., todo nos va mucho mejor.

Yo me quedo con mi frase de la temporada:

"¡Máquina, este año nos salimos!"

Estoy convencido de que así será.

martes, 5 de marzo de 2013

Hora de aumentar el volumen

Acabo de echarle un vistazo al calendario para hacerme una idea de lo que queda por delante de aquí hasta las Fortalezas y posteriormente a los 101. En concreto, aún hay seis fines de semana antes del 20 de abril, y otros dos más antes del 11 de mayo, fechas de celebración de las respectivas pruebas. Parece una eternidad y, sin embargo, no lo es tanto, así que hay que estructurar bien lo que se quiere hacer desde ahora hasta entonces para llegar en unas condiciones óptimas.

Por mi parte, está todo más o menos claro. Para lo que es habitual, el volumen de entrenamiento puede parecer bajo, pero desde mi punto de vista y conociéndome un poco, es mi garantía de éxito, entendiendo el éxito por no lesionarme ni llegar a Cartagena y a Ronda pasado de vueltas. Ahora viene, eso sí, la hora de apretar un poco y aumentar la distancia de las sesiones de domingo, llegando a los 30 o 35 kilómetros casi de manera obligada.

El próximo sábado toca el primer entrenamiento de más de treinta con desnivel importante: un par de vueltas a un circuito que comprende las subidas al Calvario y el castillo de San Julián, en Cartagena. La semana siguiente vuelvo a tener una media maratón, la de Murcia, y aprovecharé nuevamente para hacer calidad y sobrepasar los 30 kilómetros totales. Después vienen tres fines de semana importantes, pues son los tres últimos de carga antes de la Ruta de las Fortalezas y, consecuentemente, antes de los 101 kilómetros de Ronda, ya que el período de tiempo entre una prueba y otra lo dedicaré a un descanso activo.
Dibujo
Mi circuito de entrenamiento preferido...
Además de todo, estoy considerando la posibilidad de aprovechar los días de Semana Santa para hacer un pico de volumen semanal, con tres o cuatro días de gran carga intercalados con otros de descanso activo. Eso sería la semana del 25 al 30 de marzo. Alguno de esos días sería para acumular kilómetros sin apenas desnivel.

Aunque parezca mentira, incluso cuando se está acostumbrado a entrenar en sesiones que ronden los 20 o 25 kilómetros, pasar de los 30 kilómetros conlleva inevitablemente un período de adaptación, así que hay que tomárselo con cierta calma. Uno puede tener unas sensaciones buenísimas durante el entrenamiento hasta la hora y media o dos horas, y sufrir un bajón energético importante a partir de entonces.

Por eso, es más que conveniente estructurar estos entrenamientos de tal forma que se pueda disponer de uno o dos puntos de avituallamiento intermedios. La hidratación y la alimentación durante el ejercicio son dos aspectos básicos que también han de trabajarse. Por una parte, estaremos entrenando la tolerancia del organismo a recibir alimentos y líquidos en unas condiciones anormales. Por otra, evitaremos un desgaste excesivo de nuestras reservas energéticas de emergencia y optimizaremos las condiciones del trabajo muscular.

En fin, que si todo va bien, el sábado a eso de las ocho y cuarto estaremos echando a rodar hacia el Calvario. Así que si alguien se anima, aunque sea a una vuelta, será bienvenido.

lunes, 4 de marzo de 2013

Media maratón de Cartagena: correr por sensaciones

Ayer se completó el tercer paso del Proyecto 101: 1 kilómetro, 1 euro, bajo un cielo gris plomizo y una fina lluvia que acompañó de manera intermitente a los participantes en la Media Maratón de Cartagena durante toda la mañana. Fueron otros 21 kilómetros que van dando forma a esta causa conforme avanzan las semanas, y que, si todo va bien, tendrán continuación dentro de un par de semanas en Murcia.
Con David antes de la salida. ¡Qué carrerón, máquina!
 
He escrito en alguna ocasión del efecto mariposa, o de cómo casi todo lo que hacemos tiene una repercusión en los demás. En este caso, para mí, el batir de alas fue el libro que terminé de leer el sábado pasado, “Correr con los keniatas”, de Adharanand Finn, y que recomiendo a todos. Este hecho me llevó a tomar la decisión de afrontar la media maratón de ayer basándome única y exclusivamente en mis sensaciones: ni crono, ni pulsómetro, ni nada de nada. Quería, en cierto modo, no dejarme condicionar por agentes externos y simplemente correr por correr, según me sintiese en cada momento. He de decir que resultó un experimento interesante que repetiré en breve.

Para evitar aglomeraciones y prisas de última hora, David y yo habíamos quedado temprano, con la intención de realizar un buen calentamiento en las pistas del PDM de San Javier, y posteriormente ir a Cartagena con los deberes hechos. Ayer queríamos hacer algún que otro kilómetro de más, así que llegamos a la salida, después de recoger a Teresa, con unas cuantas vueltas completadas. Como habíamos recogido los dorsales el día anterior, pudimos tomarnos las cosas con tranquilidad.

Concentrado antes de la salida.
Durante el calentamiento, estuvimos hablando un poco de la carrera. Yo intuía que David podía dar un salto de calidad en su marca de media maratón, así que enfocamos la prueba de tal manera que no se dejase condicionar, en la medida de lo posible, por el cronómetro: un primer cinco mil de ajuste, sin frenarse ni preocuparse del tiempo, y a partir del kilómetro cinco, tres segmentos más de la misma distancia en los que inicialmente acomodarse al ritmo y posteriormente luchar por mantenerse en la referencia del segundo cinco mil. Para él, como para muchos, era dar el salto de la falsa seguridad que nos proporciona ir al ritmo que creemos correcto para aventurarse en un mundo de sensaciones, donde el cronómetro deja de ser un indicador de nuestro estado.
 
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A las diez y veinte comenzaba la carrera: una combinación de asfalto mojado y piso resbaladizo, sobre todo en las calles del centro de la ciudad.  Hoy, evidentemente, no puedo hablar de parciales ni de ritmos. Sí de sensaciones. He de reconocer que, a ratos, me sentía un poco perdido sin poder apoyarme en minutos y segundos que contrastasen los progresos que iba realizando en la prueba. En esos momentos, procuraba centrarme en correr según lo que me pedía el cuerpo, aunque por momentos dudaba sobre si habría acertado o no con la decisión. La parte más resbaladiza me sentó realmente mal: veía como otros avanzaban con facilidad mientras yo perdía terreno. Negociar las curvas y progresar por las calles del centro se convirtió para mí en un pequeño suplicio que acabaría pasándome factura.
 
En función de ese tramo, en el primer tercio de cada vuelta, podría fácilmente desglosar mi carrera: muy buenas sensaciones antes, muy malas durante y después (en la primera vuelta), recuperación y mis mejores momentos entre los kilómetros 7 y 12, durante los cuales me uní a un corredor finlandés, otra vez el tramo resbaladizo (donde perdí contacto) y una pelea constante desde entonces, con unos tres últimos kilómetros un tanto agónicos hasta meta, viendo como me superaron tres corredores. Justo antes de negociar los últimos doscientos metros, primera referencia de tiempo: 1h19m15s, 16, 17,…Al final, tres segunditos por debajo de la hora y veinte minutos, y 20-17 de segundo y tercer pulso. Después de todo, satisfecho.
 
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Me había cruzado con David en un par de ocasiones durante la carrera, en un pequeño grupo que marchaba  ligeramente por detrás de mí, así que pensé que no tardaría en entrar. Su marca anterior rozaba la hora y veinticuatro minutos. Yo suponía que podía acercarse a la hora y veintidós minutos (mi predicción era de veintidós treinta), pero tampoco había querido decirle nada para no condicionarle. A la hora y veintidós minutos entraba Miguel, otro amigo que iba en el grupo de David allá por el kilómetro 15. No podía estar lejos…En breve apareció por recta de meta, esprintando a lo grande. ¡Una veintidós once: esa fue su gran marca, casi dos minutos por debajo de su anterior registro! Nos dimos un abrazo enorme. ¡Qué alegría!

Hoy toca descansar un poco de forma activa y sesión de fisio. Ya estoy pensando en la media de Murcia, el próximo día 17. Seguramente me decida otra vez a correrla sin referencias, a ver qué tal sale. Es una buena forma de conocerme un poco mejor, y no será explorar un terreno tan desconocido como el de ayer, aunque nunca se sabe.