lunes, 29 de abril de 2013

10,5 km del Pilar: muchas ganas de competir



Casi tenía que haber estado haciendo las maletas, o calentito en casa, viendo la lluvia caer a través de los cristales, y sin embargo, a las diez de la mañana se daba la salida de la media maratón y de los 10,5 kilómetros de Pilar de la Horadada y no me lo quise perder. Cierto es que, por primera vez este año, fui sin tener la imperiosa necesidad de hacer volumen de entrenamiento, así que, dada la climatología adversa, deje el breve calentamiento para el final, y me bastó con un trote suave de unos minutos y unas cuantas progresiones para que mi cuerpo estuviese dispuesto para la competición.
Ayer contaba con un apoyo excepcional: Teresa, mi hermano Ale y mi amigo David, que merecidamente después de su gran actuación en la Ruta de las Fortalezas, decidió ver los toros desde la barrera (envidia sana...). La salida se dio con unos minutos de retraso, debido a la incidencia de las persistentes lluvias de los últimos días. Después de saludar a varios conocidos y amigos, me coloqué en primera fila, y tras un emotivo minuto de silencio por las víctimas del atentado del Maratón de Boston nos pusimos en marcha.
El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Bueno, en mi caso, dos son pocas, y sin poder evitarlo, con buenas piernas, neumáticos de lluvia (las Asics Gel Noosa Tri-8 se comportaron de manera excelente) y muchas ganas, hice el primer 5000 siguiendo muy de cerca a la cabeza de la prueba de 21 kilómetros. Como nuevamente decidí correr sin cronómetro ni pulsómetro, hasta el kilómetro 5 no tuve referencias de tiempo: ¡16'42" a mi paso por el cinco mil! Genial, por un lado, pero por el otro, mis piernas empezaban a flaquear (el año que viene solucionaremos esto en la pista, seguro), por lo que tuve que poner un ritmo para economizar fuerzas y llegar sin sufrir demasiado, sobretodo porque la vuelta era ligeramente cuesta arriba.
En ese punto, en mi prueba, tenía a dos por delante, así que me centré en buscar a quién tenía por detrás para ir jugando un poco con la ventaja, hecho que me mantuvo vivo hasta el final, controlando en todo momento la separación con el atleta que marchaba en cuatro lugar. Por suerte, eran poco más de 10 kilómetros. Lo bueno que tiene es que, antes de que uno quiera darse cuenta, está enfilando la recta de llegada. La estrategia de control y gestión de la ventaja dio resultado, y entré en meta con fuerza (el que me quiera pasar en ese punto, que corra) y muy feliz, con el corazón en la boca debido al esfuerzo final pero muy contento por haber terminado con buenas sensaciones, y por las privilegiadas atenciones de mis tres acompañantes de ayer: ¡casi me sentí como un profesional!
Ahora toca pasar página y centrarse en lo que viene, después de cuatro meses en los que he acumulado unas cuantas competiciones. En realidad, ahora que me doy cuenta, no he parado desde julio: Aidemarcha, Cross Nocturno del Pilar, 10 km Xtreme de Elche, Milla del Pilar, 10 km de Manos Unidas en Murcia, clasificatorio para el Cross Militar, Cross Militar del Ejército del Aire, Media Maratón de San Javier y Torrepacheco, San SIlvestre de Cartagena, Nacional Militar de Cross, 10 km de San Valentín en San Javier, Media Maratón de Cartagena y de Murcia, 40 kilómetros de la Ruta de las Fortalezas, y por último los 10, 5 kilómetros de ayer. Para todos los gustos...
Así que me vendrá bien, competitivamente hablando, echar un poco el freno, aunque sea de forma obligada, y dedicarme a preparar la temporada próxima. Hay muchas cosas que mejorar, y algunos aspectos que estoy deseando tocar para ello. ¡En breve comienza la aventura afgana!¡No te la pierdas!

jueves, 25 de abril de 2013

Correr con los keniatas: una lectura inspiradora


Hace unas semanas cayó en mis manos el libro "Correr con los keniatas", de Adharanand Finn. Me gusta visitar periódicamente la librería Tahiche, que regenta, desde detrás de montones de libros haciendo equilibrios imposibles entre un desorden sólo aparente, mi amigo Antonio Conesa, en Santiago de la Ribera. A veces busco un libro concreto, otras un rato de charla agradable. En aquella ocasión salía con las manos vacías cuando, desde el escaparate, el libro que nos ocupa llamó poderosamente mi atención. Después de ojearlo brevemente, decidí comprarlo.
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La historia en cuestión gira alrededor de las aventuras del propio autor, un corredor aficionado que trabaja de freelance para la revista Runner's World. Finn nos narra cómo decidió marcharse seis meses a Kenia para intentar desvelar el secreto por el cual los corredores keniatas sobresalen, en las largas distancias, tan poderosamente del resto. A lo largo de este periodo, el autor tiene la posibilidad de conocer las particularidades de la vida de muchos atletas y ex-atletas, salir a entrenar con maratonianos de talla mundial, asistir a algunas de las carreras con más nivel del mundo, como los Campeonatos Nacionales de Cross de Kenia, profundizar en los métodos de entrenamiento de estos deportistas, conocer de primera mano el funcionamiento de los campamentos de entrenamiento más importantes del país, participar en alguna que otra carrera en suelo africano, e ir poco a poco descifrando el complejo entramado que conforma la realidad atlética y social de los mejores corredores del mundo.
Lo cierto es que me resultó una lectura muy atractiva y especialmente inspiradora, que seguro disfrutarán todos aquellos a los que les guste correr. Considero que este libro es una buenísima opción para los días de lluvia, como hoy, o para las próximas tardes de verano. Además, es una fuente de inspiración que, al menos a mí, me ha empujado a querer mejorar como atleta, en un intento de acercarme tímidamente y con unas limitaciones evidentes a los grandes corredores keniatas. ¡Os lo recomiendo!

miércoles, 24 de abril de 2013

La esencia de correr


Parece que últimamente casi todo en mi vida gira en torno a este blog. Cuando me da la impresión de que, esta vez sí, no sabré de qué escribir al día siguiente, aparecen personas que, inconscientemente, me aportan nuevas ideas y perspectivas sobre las que tratar. A veces es gente con la que trato casi a diario y que en un momento dado, como ayer por la mañana, me regala una conversación a priori intrascendente, pero que no lo es tanto, sobre un aspecto acerca del cual no se me había ocurrido hablar.

Hoy, de nuevo, los astros se han alineado para que una de estas personas aparezca, y he tenido la suerte de poder charlar un buen rato con Bruno, un gran deportista con el que coincidí en mi primera participación fallida en los 101 kilómetros de Ronda, prueba que él ha finalizado en varias ocasiones, como la Ruta de las Fortalezas. Bruno es un senderista nato, de esos que camina incansablemente a un ritmo endiablado mientras te va hablando de lo divino y de lo humano, como si con él no fuese la cosa, y devora kilómetros y kilómetros sin esfuerzo aparente mientras tú padeces entre dientes.

Es una de esas personas tan necesarias, que transmite la pasión por el deporte y la naturaleza en cada palabra. Lo he visto en su expresión cuando hemos estado charlando esta mañana, cuando a cada rato miraba por el espejo retrovisor del microbús. A Bruno le apasiona caminar, y posee unas excelentes cualidades que no son entrenables: es un tío humilde y enamorado de lo que hace. Le envidio. De verdad.

Así que, de camino a Cartagena y vuelta, hemos tenido tiempo para hablar precisamente de eso: de lo importante que es, en el deporte como en la vida, ser humilde y no desmerecer los logros de los demás, sin necesidad de que se ajusten a los nuestros. En este mundo de kilómetros, ritmos y tiempos, en demasiadas ocasiones se olvida que lo verdaderamente importante es la esencia de lo que se hace, y no tanto lo que se hace. Es decir: lo importante es disfrutar con aquello que nos apasiona.

Por desgracia, nos encontramos con quien clasifica los méritos de otros deportistas atendiendo a parámetros meramente físicos: cúanto corro, a qué velocidad, durante cuánto tiempo... Y no es eso. Como he tenido ocasión de señalar en alguna que otra entrada, correr, en sí mismo, no es algo tan extraordinario. Nadie conoce las circunstancias que corren paralelamente a los demás, las dificultades que les acompañan y que sin embargo no son suficiente impedimento para que, por un rato, esas personas se calcen unas zapatillas (o se lancen al agua, o se monten en la bici,...) y corran más que aquellas, dejándolas atrás aunque sea de forma momentánea.

En este ámbito de la vida, donde a veces parece que todo se puede medir, se tiene que medir, no podemos olvidar que todos nos merecemos un respeto y tenemos la obligación de respetar. Siempre habrá alguien más fuerte, más veloz, más resistente... Si no ahora, dentro de unos años. Tal vez entonces miraremos hacia atrás con cierta nostalgia, y descubriremos por fin que, en realidad, lo importante es la esencia de lo que hacemos, el cómo, no el qué.

Me gustan las personas como Bruno, porque en esas ocasiones en las que corro el peligro de olvidar, aunque sea brevemente, de ignorar lo verdaderamente valioso, me recuerdan, con su conversación apasionada y su sonrisa sincera, que la esencia está ahí, y no hay que perderla de vista.

En breve comienza la aventura afgana


A partir del día 3 de mayo podrás seguir, en el "Diario de un corredor afgano", mis aventuras atléticas por tierras asiáticas. Habrá de todo: polvo, calor, monotonía, preparación física a tope, TRX, swiss ball,... pero, sobretodo, muchas ganas de compartir esta experiencia contigo.
Así que si aún no lo has hecho, copia y pega esta dirección: www.ensolo10minutos.com, en "Favoritos" y sigue, a partir de la semana próxima, el "Diario de un corredor afgano".
¡No te defraudará!

martes, 23 de abril de 2013

El deporte, fuente de eterna juventud


También leí hace algún tiempo acerca de un hindú, Fauja Singh, que a sus 100 años había completado su octava maratón, entrando en el Libro Guiness de los Récords como la persona más longeva en completar una prueba de esa distancia. Lo más curioso de este singular atleta es que había comenzado a correr ¡a los 89 años!, por una serie de desgraciadas circunstancias personales que, finalmente, le empujaron al ejercicio físico.. En una entrevista, afirmaba que entrenaba todos los días sin excepción, que era vegetariano y que el truco estaba en comer la misma cantidad de comida que come un niño (sobre eso hablaremos en otra entrada un día de estos).
Fauja Singh, atleta más veterano en completar una maratón
Fauja Singh, atleta más veterano en completar una maratón
Estas y otras muchas personas ejemplifican perfectamente un modo de vida que me encanta y que aspiro a mantener con el paso de los años. Lo mejor de todo es que, como vemos, es un estilo accesible a prácticamente todo el mundo, independientemente de la edad. Nunca es tarde para dejar atrás el sedentarismo y comenzar a practicar el o los deportes que más se adecuen a nuestras características. Nuestra calidad de vida aumentará muchos enteros, y no sólo gracias a la mejoría de nuestras capacidades físicas: el ejercicio físico nos llevará a conocer a nuevas personas, vitales, siempre jóvenes, que compartirán con nosotros nuevas experiencias e inquietudes.
No creo que exagere al afirmar que el ejercicio físico, realizado con sentido común, moderación y adaptado correctamente a las necesidades y circunstancias de cada individuo, es la llave de la eterna juventud. Así que si estás valorando la posibilidad de cambiar de hábitos y calzarte unas zapatillas, te animo a que te lances a una aventura que, desde el primer día, te sorprenderá.
¿Por qué no convertir la posibilidad en hechos concretos? 

lunes, 22 de abril de 2013

Después del día después: nuevas ilusiones para "quemar" la forma



A veces me pregunto cómo puede ser que, recién salido de una, ya me esté metiendo en otra. En algún que otro momento de la Ruta de las Fortalezas del pasado sábado me hice la eterna pregunta ocasional del ultrafondista: ¿Qué hago yo aquí? Deduzco, pues, que se trata meramente de una queja agónica del inconsciente que no tiene la más mínima esperanza de ser atendida. En cualquier caso, me encuentro desde pasadas unas horas de la finalización de la prueba y superada la decepción inicial, con que se ha ido alimentando en mí un deseo aún mayor de afrontar los desafíos venideros y de prepararme aún mejor para ello. No tengo remedio.
Ayer fue un día familiar, de descanso casi absoluto. Únicamente a primera hora de la mañana, aprovechando el paseo matutino de Danko y Troy, me animé a correr mis 10 minutos de rigor para comprobar que, a pesar de los dolores iniciales, en cuanto mis piernas se engrasaron un poco, no estaba tan mal como podía pensar. Después, no sé en qué momento, caí en la cuenta de que el próximo domingo hay carreras en el Pilar de la Horadada. Eché una ojeada a la web y, felizmente para mí, hay, aparte de la media maratón, una prueba de 10,5 kilómetros que me apetece muchísimo correr.
Retocando la entrada de hoy
Retocando la entrada de hoy
En un primer momento ni siquiera me había planteado la posibilidad de hacerlo. Es más: para ser sincero, si las cosas hubiesen salido como esperaba el sábado, si hubiese podido exprimir mi condición física de la forma deseada, no habría buscado nada más. Pero no fue así, y después de no ser capaz de ofrecer una versión competitiva de mí mismo cuando más lo habría querido, me quedaba un sabor de boca bastante amargo. Así que, si todo va bien, el próximo domingo, días antes de partir hacía a Afganistán, quemaré la forma que me quede corriendo la distancia corta en el Pilar.
Es, además de todo, una buena forma de terminar de optimizar los entrenamientos que hasta ahora he ido acumulando. Después de una prueba larga siempre se produce una supercompensación por el esfuerzo realizado, y aunque soy consciente de que mi organismo no se hallará totalmente recuperado, espero compensar eso con las ganas, pero sobretodo con las buenas sensaciones que el otro día no me acompañaron. La distancia, por otro lado, no es tan larga. Palabras mayores, en mi caso, serían que decidiese correr la media maratón, pero un diez mil, ¿por qué no? ¡Seguro que disfruto muchísimo!
Será, por supuesto, una ocasión más antes de mi marcha de sumar unos cuantos kilómetros más al Proyecto 101: 1 kilómetro, 1 euro. Si todo va bien, a primeros de mayo habré acumulado nada más y nada menos que 125 kilómetros en competición, o lo que es lo mismo, 125 euros a los que, como podéis leer en el artículo "Reinventando el Proyecto 101", sumaré, a partir de la fecha de mi despliegue en tierras asiáticas, 1 euro por cada día que corra al menos 10 minutos hasta noviembre. Mi firme intención es que sean más de 180 días corriendo de forma ininterrumpida, que añadir a su vez a los 18 meses corriendo al menos 10 minutos al día que alcanzaré el próximo día 2 de mayo. Todo ello, por supuesto, con la inestimable colaboración de FisioizquierdoAla 30 y el Centro de Salud Natural Juan Diego Aparicio. Podréis leer al respecto, a partir de esa fecha, en el "Diario de un corredor afgano", que iré actualizando diariamente junto con otros contenidos del blog.
En fin, aprovechando que he adelantado mi masaje de recuperación de mañana martes a esta mañana, voy a rodar veinte o treinta minutos y a hacer una buena sesión de estiramientos posterior. ¡Hay que ir poniendo la máquina a punto nuevamente para el próximo domingo! 

sábado, 20 de abril de 2013

Ruta de las Fortalezas: el fracaso es la semilla del éxito



Para ser sincero, me gustaría comenzar esta crónica diciendo que la prueba me ha ido genial, que he cumplido con creces con las expectativas que me había generado después de un gran año y que he disfrutado cada metro de carrera. Pero no ha sido así, y creo que uno debe ser capaz de hablar de sus fracasos en la misma medida que lo hace de sus éxitos. O incluso en mayor medida: a todos nos gusta ganar, triunfar, superarnos,... Yo no soy una excepción: soy un competidor nato, un deportista que lucha por ser cada día un poco mejor que el anterior.
Fortalezas 2013-6Hoy, qué duda cabe, me ha tocado enfrentarme a una cara un poco más amarga de lo que es todo esto. Y eso que tenía unas sensaciones inmejorables de cara a la prueba. A las seis hacía rato que tenía los ojos como platos, así que cuando ha llegado David a las siete menos cinco estaba totalmente listo. Inmejorable ambiente en Cartagena, bajo un techo de nubes que arrastraba el viento de levante. Y entre una cosa y otra, saludos, sonrisas, buenos deseos para todos, comenzó la prueba.
De primeras, David, Óscar y yo hemos hecho una aproximación relajada al Calvario, para ir cogiendo sensaciones poco a poco. Sin embargo, al comenzar la subida, enseguida he notado que no iba. Parafraseando al de "Aterriza como puedas", elegí un mal día para tener malas piernas. Pero había que continuar, con la esperanza de ir encontrándome con el paso de los kilómetrosPero no, tampoco era el día para encontrarse, y a pesar de ir marcando los tiempos esperados (poco menos de una hora en San Julián, poco más de hora y media en el kilómetro 20, dos horas al coronar Fajardo), y de contar con la inestimable compañía de Fernando, del Club Atletismo Mandarache (gracias de todo corazón por tu paciencia para rodar a mi lado durante kilómetros), con el paso del tiempo me iba encontrando cada vez peor, y empezaba a sufrir muscularmente demasiado pronto.
La subida a Galeras se convirtió en un penoso peregrinaje, anticipo de lo que venía después. Subiendo me crucé con Óscar, que estaba haciendo un carrerón, y justo al empezar la bajada con David, que también se salía. La transición a la Atalaya fue ya un sufrimiento físico y mental absoluto. Palabras de ánimo del grandísimo Alberto González, pero ni por esas. Al empezar a subir la Atalaya me pasó un montón de gente, y cuando me alcanzó David  no era capaz ni de progresar decentemente a pie. En ese punto he empezado a valorar si me merecía la pena alargar la agonía y completar la prueba. Bajando, esa posibilidad se ha convertido en una imposibilidad física para continuar sin poner en riesgo mi salud física durante unas cuantas semanas. Me dolía todo, y era incapaz siquiera de trotar. Sonrisas de agradecimiento para los que me regalaron palabras de ánimo...
P1040568Así que terminada la bajada, la decisión estaba más que tomada. Tres horas y media, y a casa. Encontré a unos buenos compañeros que me acercaron hasta meta, donde Teresa esperaba verme pasar. Otra vez será. Me derrumbo un poco. Aún me quedaban lágrimas de impotencia...
Sería injusto valorar el trabajo que uno ha realizado por un resultado aislado, incluso cuando se ha dado en la prueba que era mi objetivo para este año. Podría enumerar un montón de posibles factores que, en cierto modo, pueden haber influido en mis bajas prestaciones de hoy pero, sinceramente, desde que he terminado esta mañana a mi mente no acuden las excusas. En los primeros momentos, me invadía la decepción, la frustración de no haber estado a la altura. Sin embargo, con el paso de las horas comienzo a valorar este fracaso como la semilla de futuros éxitos, y me invade la sensación de que tengo muchas cosas que mejorar por delante. A buen seguro volveré a fracasar nuevamente, pero da igual. En muchas ocasiones, se aprende más de la derrota que de la victoria.
Valorar negativamente, como digo, todo un año por un mal resultado es injusto. A mi la temporada me ha dejado grandes momentos. Probablemente, he aprendido más que nunca: el simple hecho de haber iniciado este blog me ha hecho crecer muchísimo como persona y como atleta, por no hablar de lo que me ha aportado el Proyecto 101 en todos los sentidos. Y sin embargo, de todo ello, me quedo con la oportunidad que he tenido de cultivar una gran amistad, de haber podido compartir muchos kilómetros y muchos ratos buenos y a veces malos con una persona a la que admiro.
David, este artículo es mi felicitación personal por la gran prueba que has realizado hoy y mi agradecimiento más profundo por todos esos momentos que hemos compartido y que compartiremos en el futuro. Tus éxitos han sido fruto únicamente de tu esfuerzo. Para mí ha sido un placer que me hayas permitido guiar ese esfuerzo por donde creía que podría dar más frutos. Hoy no debe haber alegrías a medias. De verdad pienso que, escondida bajo tantos kilómetros de malas sensaciones, hay una enseñanza que no tardaré en descifrar. Míralo así: hoy yo también he ganado. ¡Gracias de todo corazón!
Y gracias también a todos aquellos que, de un modo u otro, han seguido este blog durante estos últimos meses. Todo lo que en él aparece está escrito desde la imperiosa necesidad de compartir humildemente con vosotros mis experiencias. Espero que, a pesar de que la Ruta de las Fortalezas 2013, aunque reciente, ya es historia, continuéis haciendo una visita de vez en cuando a estas páginas, donde en breve comenzaré a escribir mi "Diario de un corredor afgano". ¡Gracias!

viernes, 19 de abril de 2013

El día D-1 de la Ruta de las Fortalezas: hay kilómetros de sobra


Ya lo tengo todo prácticamente preparado: dorsal (gracias a los que han hecho los trámites y lo han recogido esta mañana, ahorrándome un viaje extra a Cartagena), camiseta, mallas, zapatillas y calcetines. Me falta hacer la fotocopia del DNI y pegarla en su sitio en el pasaporte y preparar un bote de vaselina y una bebida isotónica para mañana por la mañana, porque desde que salgo de casa hasta que la hora de comienzo pasará casi una hora, y es conveniente estar bien hidratado desde el principio.
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Hoy me he tomado el día con mucha calma. A media mañana he salido a rodar muy suave (demasiado, para mi gusto, tanto que casi me cuesta un esguince de tobillo, por no estar a lo mío...) con dos grandes deportistas y amigos: Paco Luque, genio y figura del triatlón a nivel nacional, y Alfonso Pellejero, que después de unas vacaciones de algunos años y a costa de sudar lo suyo, está otra vez camino de volver a ser el gran atleta que era hace unos años.
Por lo demás, es una suerte que haya cuartos de final del Masters 1000 de Montecarlo, porque no me ha hecho falta mucho para poner las piernas en alto y pasarme unas cuantas horas en el sofá, intentando no pensar mucho en la prueba de mañana, aunque sin mucho éxito. Volviendo al artículo anterior, en parte es como si ultimase mentalmente los detalles y la estrategia adelantándome a las posibles situaciones para, en la medida de lo posible, centrarme en hacer mi propia carrera.
Eso es, probablemente, el factor más importante a día de hoy: la capacidad que cada uno tenga para centrarse en su propia prueba. En una distancia tan larga es vital no ir por encima de las propias posibilidades, y a buen seguro nos encontraremos con muchos que simplemente vayan a otro ritmo. Parece que no, pero dos o tres segundos más rápido o dos o tres pulsaciones por encima de nuestro ritmo se notarán con el paso de los kilómetros, y no hay por qué: por suerte, tenemos distancia de sobra para exprimir al máximo nuestras capacidades, pero a su tiempo: lo poco que podamos ganar por querer ir rápido de más lo perderemos con creces si reventamos, y al contrario: si guardamos, luego lo agradeceremos. Hay kilómetros para gastarlo todo varias veces.
Así que lo mejor es ir de menos a más, comer y beber bien en todos los avituallamientos y disfrutar de la prueba, que no deja de ser una excelente oportunidad para competir y aprender sobre uno mismo. Kilómetros hay más que de sobra...
Y hablando de kilómetros, ¿todavía no sabéis qué es el Proyecto 101: 1 kilómetro, 1 euro? ¿Por qué no os animáis a tomar parte y sumáis aunque sólo sea uno de los kilómetros que correréis mañana? El de la subida al Calvario, por ejemplo, que da más de sí. Al final, habríamos hecho algo muy grande.
Ahí lo dejo, por si alguno se anima a última hora, junto con mis mejores deseos para todos de cara a mañana. ¡Mucha suerte!

miércoles, 17 de abril de 2013

Vidi, veni, vici: visualización, el último escalón


En el año 47 a.C. Julio César describió escuetamente una rápida victoria suya sobre Farnaces II del Ponto en la Batalla de Zela con la famosa y breve frase "veni, vidi, vici", o lo que es lo mismo: "vine, vi, vencí". Así de rápido y fácil. Y dirás: "¡en el título lo has puesto al revés!". Efectivamente, así es. Y es que yo no me parezco, ni de lejos, al gran estratega militar romano, que guiaba con suficiencia a las legiones del Imperio Romano por prácticamente todo el suelo europeo, cosechando, en la época de máximo esplendor del mismo, victoria tras victoria.
200px-Vexilloid_of_the_Roman_Empire.svgSin las grandes habilidades guerreras del gran César, a mí me cuesta bastante más y tengo que echar mano de algunas estrategias mentales que me ayuden a batirme el cobre con los kilómetros y las pendientes de Cartago con ciertas probabilidades de éxito. Por eso, como ultimísimo escalón del período de preparación, me he tomado la libertad de alterar ligeramente el orden de las palabras de aquel: vi, veni, vici (entendiendo el triunfo, claro está, como una culminación de mis objetivos personales).
En estos días más de uno se sube por las paredes, velando armas para el gran desafío del próximo sábado (hoy me ha salido la vena belicosa...). Al menos a mí, las dudas me corroen, el cuerpo adivina el intenso esfuerzo que se avecina, la impaciencia me puede... No pasan las horas, me aparecen pequeñas molestias por todas partes y me siento pesado, por momentos incapaz de afrontar los 51 kilómetros de la prueba. Estos son los días en los que más se tiene que creer en el trabajo que se ha realizado, en que nuestra preparación ha sido la adecuada, en que sí que podemos, sí que somos capaces de estar a la altura de las circunstancias. Parece que hay poco que podamos hacer, más que esperar...
Y sin embargo, hay un trabajo mental que sí se puede llevar a cabo: la visualización de la prueba. Todos hemos visto como, por ejemplo, antes de un salto de altura, o de longitud, el atleta vive la ejecución del mismo antes de que se produzca, como habrá hecho miles de veces con anterioridad.
Estos días, a mí me gusta dedicar unos minutos de vez en cuando a repasar la carrera mentalmente, tal y como yo preveo que puede desarrollarse: los momentos previos a la salida, los primeros kilómetros, las subida al Calvario, con sus curvas, sus detalles, el primer avituallamiento, la bajada cruzándome con los valientes que aún están enfilando las temibles rampas, el tramo de transición hasta el Castillo de San Julián, la bajada técnica a continuación,...y así, hasta los últimos metros antes de entrar en meta, en los que me recreo voluntariamente con una secreta intención: parece que lo que he visualizado llegará, tarde o temprano, así que me gusta revivir esos postreros instantes de la prueba porque sé que, durante muchos momentos de la mañana del sábado, tirarán de mí.
En mi visualización previa de la prueba no hay espacio para las molestias y las ampollas: sólo cabe el éxito, la culminación positiva de esta gran aventura. Eso me ayuda a querer terminar, incluso en aquellos momentos en los que sé que será duro. La determinación es clave, y empieza no con el cañonazo de salida, sino mucho antes. Comienza durante las sesiones de entrenamiento, sigue en la camilla del fisio, en los malos ratos, en los días de viento y frío, cuando tanto apetecía quedarse en la cama,...y sigue ahora, en estos días en los que uno no sabe muy bien con que llenar las horas que no se entrena.
Por eso yo, que soy un atleta muy normalito, sin las divinas destrezas del César, tengo que tomarme ciertas libertades que alivien el sufrido paso de los kilómetros. Por eso, no creo que a la historia le importe mucho que esta semana cambie el orden de la famosa frase, de tal forma que el sábado a mediodía pueda decir: vi, vine,...¡vici!

lunes, 15 de abril de 2013

Swissball y TRX: renovarse o morir

Aprovechando que durante los próximos meses voy a estar en un ambiente un tanto hostil para un deportista, con altas temperaturas, baja humedad, polvo en suspensión,...por no hablar de la monotonía de correr cada día en el mismo circuito de 3 o 4 kilómetros, me estoy aprovisionando con algunos artilugios de los que os iré hablando en mi "Diario de un corredor afgano" desde primeros de mayo.


El primer elemento que voy a introducir en mi entrenamiento es la swissball, o pelota suiza. Ya he estado investigando algunas rutinas de ejercicios, e incluso he llevado a cabo algunas pruebas en casa, y la verdad es que las primeras impresiones son inmejorables. Estoy seguro de que no tardaré en hablaros maravillas de ella, conforme la vaya incorporando a mi día a día.

Lo segundo que estoy esperando es el TRX, un sencillo sistema de bandas desarrollado, al parecer, por los Navy Seals para entrenar en cualquier parte, que se puede anclar casi a cualquier sitio, y con el que se pueden trabajar prácticamente todos los grupos musculares. Como aún no lo he recibido ni probado, no puedo hablar en primera persona de las ventajas o inconvenientes que lleva consigo. Pero, a priori, tiene muy buena pinta, y lo bueno es que he estado investigando un poco en Youtube, y hay un montón de vídeos explicativos y rutinas de trabajo desarrolladas.
Practicando equilibrio sobre la pelota suiza
Practicando equilibrio sobre la pelota suiza
La principal ventaja, tanto de la pelota suiza como del TRX, a parte de desarrollar los grandes grupos musculares que se trabajen de forma específica, es la de movilizar los músculos equilibradores, que intervienen imperceptiblemente en cualquier ejercicio y que, al ser difícilmente "trabajables" de forma aislada, no están a la altura de aquellos, limitando en muchas ocasiones nuestro potencial, cuando por las características del ejercicio que desarrollemos requiramos inconscientemente de su acción.
Es por ello que quiero aprovechar las circunstancias del periodo que se avecina para innovar y empezar a cuidar ciertos detalles que, sinceramente, a día de hoy tengo un poco abandonados, y que sé me llevarán a mejorar como deportista. Todo esto, por supuesto, complementando la carrera a pie, y con el objetivo de mejorar mis prestaciones en la misma. Así que ya os iré contando, a partir del próximo mes, dentro, como digo, del "Diario de un corredor afgano", mis experiencias con estas para mí nuevas adquisiciones.
¡Ah! ¡Y muchos estiramientos! A veces no hay que innovar tanto, y sí recurrir a lo que ya sabemos que funciona para mejorar un poco...

domingo, 14 de abril de 2013

Desafío Fortalezas-Ronda 2013: los últimos días


Quedan sólo 5 días para la Ruta de las Fortalezas. Con todo el trabajo hecho, a estas alturas únicamente queda pulir un poco nuestro entrenamiento y no hacer nada que estropee el estado de forma que tanto ha costado alcanzar. Bueno o malo, mejor o peor, lo único cierto es que, a día de hoy, nuestro margen de mejora para afrontar la prueba es mínimo. Sin embargo, y por desgracia, un mal enfoque de estos últimos días sí que puede  disminuir nuestras prestaciones de cara a la carrera.
Una cosa está clara: lo que no hayamos entrenado hasta el día de hoy, los kilómetros que no hayamos corrido o andado, las cuestas que no hayamos subido o bajado,...todo eso no se podrá entrenar, correr, andar, subir o bajar durante el tiempo que queda hasta el sábado. Estos últimos días no nos servirán para ser más rápidos, más potentes o más resistentes. Eso es algo que hemos tenido tiempo de hacer en estos últimos meses y que, por diversas circunstancias, habremos logrado en mayor o menor medida. Así que esta semana no es una semana de entrenamiento. Más bien, es un breve período de preparación para lo nos viene encima.
Primeros kilómetros de la edición del año pasado
Primeros kilómetros de la edición del año pasado
Hay quien es a duras penas capaz de tomarse los días previos a una gran competición con cierta tranquilidad, quien piensa que, de no entrenarse duramente hasta casi el momento previo a la salida, su nivel de entrenamiento se verá disminuido y sus probabilidades de éxito disminuirán. Sin embargo, la clave del éxito o fracaso reside, casi a partes iguales, tanto en nuestro entrenamiento previo como en la puesta a punto para la prueba.
Para mí estos últimos días son verdaderamente importantes. Hay que descansar, pero también recordar a nuestros músculos que en breve se les exigirá mucho. Para que rindan al máximo de sus posibilidades tendremos que mimarlos, aunque no en exceso. Yo, por ejemplo, mantendré la intensidad del entrenamiento hasta el martes, pero disminuyendo el volumen, de tal forma que no haya desgaste, y sí mantenimiento de las capacidades. Como muy tarde el miércoles por la mañana haré una visita al quiromasajista para descargar bien la musculatura y ponerla a punto. Los tres últimos días me limitaré a rodar muy suave, como mucho 20 o 30 minutos, con pausas y alguna que otra progresión, procurando estirar bien y encontrar buenas sensaciones.
Otros factores a tener en cuenta son la alimentación y la hidratación previas al día de la carrera. Desde tres o cuatro días antes, primarán en mi dieta los hidratos de carbono y abundante líquido, e intentaré evitar, entre otros alimentos, la carne roja, que por su alto contenido proteico me daría una tensión muscular excesiva para una prueba tan larga. En otras palabras, me predispondría a gastar mis recursos energéticos demasiado rápido. El día antes de la competición cenaré algo ligero acompañado de una sopa de sobre de las de toda la vida, ya que favorecerá la retención de líquidos de cara al exigente esfuerzo del día siguiente.
Y por último, el sábado me levantaré al menos un par de horas antes del inicio de la carrera (habré dejado todo el material preparado la noche anterior, para evitar prisas de última hora), desayunaré como siempre, daré un paseo con los perros y me dirigiré a la línea de salida lleno de ganas y mentalizado para completar los 51 kilómetros a tope, pero con cabeza.
Así que ya sabéis, tomaos con calma estos últimos días, no experimentéis cosas nuevas ni os dejéis llevar por los nervios propios de esta gran aventura. Para bien o para mal, está todo hecho. Es cuestión de no estropearlo.

jueves, 11 de abril de 2013

¡Son sólo 10 minutos!


Hoy he tenido la gran suerte de poder charlar durante casi una hora con alumnos del IES Mar Menor, gracias principalmente a la invitación de su profesora de Educación Física, Sara, siempre implicadísima en la formación humana y deportiva de sus alumnos. Lo cierto es que llevaba varios días dándole vueltas a qué decir, pero sobretodo a cómo decirlo.

Anteriormente, y por otros motivos relacionados también con el deporte, me he apoyado en fotos de algunas de mis experiencias. Sin embargo, en esta ocasión he decidido que quería algo más sencillo, más directo, así que allí me he plantado con tres o cuatro palabras escritas en un folio en blanco que llevaba guardado en el bolsillo: impulso, acción, repercusión, pasión,...y a ver qué salía.
Terminando la Ruta de los Conquistadores, en Costa Rica
Terminando la Ruta de los Conquistadores, en Costa Rica
Durante el encuentro he intentado transmitir a estos jóvenes la pasión que siento por el deporte, a la vez que compartir con ellos algunas de las cuestiones fundamentales que rodean, desde mi punto de vista, a cualquier actividad deportiva practicada de forma regular: constancia, disciplina, motivación, sacrificio, desarrollo personal...También ha sido una buena ocasión para hablarles del Proyecto 101: 1 kilómetro, 1 euro, y de la filosofía "en sólo 10 minutos", de tal forma que he terminado retándoles, en cierto modo, a que adopten esa sana costumbre de correr al menos 10 minutos al día.

Para mí ha sido una gran satisfacción ver como, al final de la charla, han sido muchos los que se han comprometido a "poner su contador a cero" y comenzar a correr a diario. Ojalá muchos de ellos sean capaces de encontrar esa pizca de motivación que les anime a ponerse las zapatillas al menos durante esos 10 minutos cada día. Yo no puedo más que agradecerles la atención y el interés que han mostrado y animarles a que afronten este y otros retos que se les plantearán a lo largo de sus vidas.
¡Son sólo 10 minutos!

lunes, 8 de abril de 2013

Entrena bien en 30 minutos


El sábado pasado, mientras David y yo rodábamos suave después de un gran entrenamiento extensivo, estuvimos charlando un poco sobre cómo optimizar el tiempo de entrenamiento de que disponemos, que en muchas ocasiones es escaso. No esperes encontrar en esta entrada cosas del tipo "prepara una maratón corriendo 30 minutos", ni cosas por el estilo. A cada prueba hay que dedicarle lo suyo, y existen aspectos y capacidades que hay que desarrollar en las sesiones adecuadas, que en la mayoría de los casos excederán ese tiempo.
A lo que yo me vengo a referir en este artículo es a que hay formas de sacarle el máximo provecho a una sesión corta, de tal manera que olvidemos eso de que "para media hora no me merece la pena cambiarme", y dejemos de pensar que en 30 minutos sólo se puede hacer una carrera continua, porque es lo que mejor aprovecharé. Y no es así. Media hora da para mucho más que para estirar las piernas. Por supuesto que se puede regenerar, pero también existen otros modos de enfocar esos 30 minutos, de tal manera que podremos hacer una breve sesión de aeróbico intensivo o medio, por ejemplo.
Si se dispone de un pequeño circuito será muy sencillo adecuar el entrenamiento a los objetivos de la sesión. Imaginemos que tenemos justo media hora. A mi me va muy bien dividir la sesión en bloques de 800 metros saliendo cada 3'45". Es decir, el tiempo que tarde en recorrer los 800 metros más el de recuperación no ha de superar los tres minutos y cuarenta y cinco segundos.  Ocho repeticiones de 800 metros cada 3'45" son exactamente 30 minutos. Si quiero hacer un buen trabajo intensivo, ajustaré la intensidad de cada repetición, digamos, por ejemplo, a 3 minutos, con lo que descansaré 45" antes de salir cada vez. ¿Y de calentamiento y vuelta a la calma? La primera y la última repetición, ni más ni menos, en las que puedo rodar sin pensar tanto en el tiempo, y si dedicándome a preparar a mi organismo para lo que venga después.
Si, por el contrario, prefiero llevar a cabo un trabajo más extensivo, correré los 800 a 3'25", limitando mi descanso a 20". En este caso, ni siquiera necesito hacer un calentamiento previo, ni siquiera una relajación posterior, ya que los ritmos no serán lo suficientemente exigentes para ello.
Ni que decir tiene que cada uno puede adecuar las distancias y los tiempos, tanto en función del circuito como del número de repeticiones y el descanso. Pero tener sólo 30 minutos para entrenar no puede ser una excusa para dedicarse únicamente a rodar por rodar. Porque un día no pasa nada, pero si nuestro tiempo es limitado con frecuencia, pronto dejaremos de progresar si no adecuamos el contenido de las sesiones de entrenamiento a las limitaciones horarias.
Termino, que hoy sólo tengo 40 minutos y aún tengo que cambiarme. ¿Y qué voy a hacer? Hoy toca trabajar un poco de extensivo: 10x800 saliendo cada 4'. ¡Hasta mañana!
¡Ah! ¡No dejéis de estirar, aunque sea después de la ducha!

domingo, 7 de abril de 2013

Proyecto 101: en realidad, correr no es algo tan extraordinario


En apenas un par de semanas comenzará la Ruta de las Fortalezas. A pesar de que últimamente todo esto parece haber pasado a un segundo plano, no puedo olvidar que es una prueba importante para mí, principalmente porque me apetece mucho sumar esos 51 kilómetros al Proyecto 101: 1 kilómetro, 1 euro. Mi preparación, después de algunas dudas, parece ir viento en popa, así que espero encontrarme bien y hacer una buena carrera. En cualquier caso, el objetivo fundamental es completar el recorrido en las mejores condiciones posibles, con el deseo de mejorar mi actuación del año anterior.
Hace unos días estuve charlando con una persona que, por su forma de afrontar la vida, me parece sencillamente admirable. Me resulta curioso el hecho de que a ella le parezca que todo esto de correr algunas pruebas a lo largo del año le resulte algo extraordinario. A mí me parece todo lo contrario: lo extraordinario es ver como esa persona afronta las dificultades que le va planteando la vida con una entereza increíble. Al lado de eso, correr es una cuestión puramente física.
Como en la vida, en esto de correr a veces le damos excesiva importancia a cosas que en realidad no la tienen: hacemos de los kilómetros, los ritmos y los tiempos cuestiones capitales, como si eso, al fin y al cabo, fuese lo esencial. Y no lo es. No digo que tener un objetivo o una meta en una u otra carrera no tenga ningún sentido. Simplemente, en ocasiones olvidamos que, en sí mismo, el hecho de correr no es algo tan extraordinario, especialmente cuando lo materializamos en cifras a la postre baladíes.
Creo que correr, si se entiende de la manera adecuada, es aspirar a conocer el interior de uno mismo, dejar una huella especial en lugares vistos desde un prisma bien distinto al habitual, en personas a las que, de otro modo, no conoceríamos de la misma manera. A mí, que estoy al principio de ese largo camino del descubrimiento interno, correr me ha abierto a seres extraordinarios que viven la vida con valentía, franquean sus obstáculos, tropiezan, se levantan, luchan,...
A mí, que intento aprender a hacer todo esto último, correr me enriquece cada día un poco más como ser humano.
Y en realidad no es algo tan extraordinario.

martes, 2 de abril de 2013

¿Cómo hacer calidad sin que se note?


Hacía mucho tiempo que no llevaba a cabo una doble sesión de entrenamiento. En realidad, a lo que hice ayer apenas se le puede llamar doble sesión, ya que por la mañana únicamente me dediqué a rodar unos 30 minutos muy suaves, sin crono ni referencias, y parando cada cierto tiempo. Regeneración pura y dura, después de haber estado un par de días tirando con lo mínimo: mis 10 minutos al día.
Por la tarde me animé a ir nuevamente a entrenar. En principio, mi intención era hacer 10x800 metros en el PDM de San Javier, saliendo cada cuatro minutos, para trabajar un poco de aeróbico extensivo y a la vez descansar de forma activa. Sin embargo, nuevamente sobre la marcha, convertí la sesión en un buen trabajo de calidad, ya que mis sensaciones fueron inmejorables y mi segundo pulso, siempre por debajo de 20, me invitó a llegar hasta las ocho repeticiones a buen ritmo, para posteriormente echar el freno y suavizar un poco durante las últimas dos vueltas.
A veces nos encontramos con el problema de no saber de qué forma llevar a cabo una sesión de calidad cuando estamos cansados, o a principios de temporada. En otras ocasiones, una mala estructuración de una sesión de este tipo aumentará la fatiga y comprometerá nuestras reservas, perjudicando nuestro organismo cuando activemos los sustratos energéticos inadecuados. En todo caso, he de decir que a mí me gusta llevar a cabo entrenamientos rápidos desde el principio de temporada, teniendo siempre en cuenta que, en función de mi estado de forma, tendré que adecuar la sesión de tal forma que sea positiva.
Para ello, hay que considerar la necesidad de observar ciertos parámetros, especialmente los relativos a pulsos de recuperación, que determinarán si el trabajo que estamos llevando a cabo está en consonancia con los objetivos que nos habíamos propuesto. De manera genérica, si se quiere trabajar la calidad sin comprometer el estado de forma, de tal forma que lo que hagamos sirva para mejorar y no al contrario, habrá que estar muy encima no tanto del pulso de trabajo, como del segundo y tercer pulso, que determinan la respuesta orgánica ante la agresión que supone una sesión de entrenamiento. 
De este modo, será preciso afinar a la hora de fijar tanto el número de repeticiones como el volumen de las mismas, así como prestar atención a la evolución de nuestra recuperación entre serie y serie, para, en un momento dado, disminuir la distancia o incluso dar la sesión por concluida.
No hay que olvidar que, para correr rápido, hay que entrenar rápido. Esto, desde mi punto de vista, es totalmente cierto, con una pequeña salvedad: hay que saber cómo encajar esa velocidad, ese entrenamiento de calidad, en nuestra planificación, para que, en ningún caso, se convierta en "factor de riesgo" que comprometa el resto de capacidades que se han de trabajar conjuntamente con aquel.
Así que ya sabes, entrena la calidad desde el primer día, pero con criterio. Si quieres ir rápido, ¡corre rápido!

lunes, 1 de abril de 2013

Alarma: ¡me falta aeróbico extensivo!


Después de unos días de baja actividad bloguera, hoy vuelvo a la carga con algo que te resultará verdaderamente práctico si sientes que has alcanzado la forma antes de lo esperado y estás empezando a pasarte de vueltas. Lo cierto es que yo llevaba varias semanas con la sensación de que algo fallaba en mi preparación: iba sobrado de potencia, pero no lograba encontrarme bien en las distancias largas y mis recuperaciones eran cada vez peores.
El jueves hice un pequeño test para determinar no tanto mi estado de forma actual, como lo que necesitaría trabajar en las tres semanas que restan hasta la Ruta de las Fortalezas. En principio, la idea era hacer 4x4 kilómetros descansando hasta estar por debajo de 120 pulsaciones por minuto, pero después de la tercera repetición, y a pesar de que los ritmos no eran malos, mis pulsos de recuperación sí me decían que debía parar. Así, readapté el entrenamiento sobre la marcha, y los últimos 4 kilómetros los dediqué a rodar suave para no castigar más a mi organismo.
Con los datos de pulso y ritmos y la ayuda de mi amigo y ex-entrenador Leo, para el viernes confeccionamos un entrenamiento extensivo de 20 kilómetros en bloques de 1,6 y 3,2 kilómetros, controlando pulsos intermedios y recuperación, de tal forma que pudiésemos determinar cómo enfocar las tres semanas inmediatas. Los resultados de la sesión no hicieron sino confirmar las sospechas que había ido acumulando durante el último mes: me falta aeróbico extensivo y un poco de calidad de forma muy controlada. Así que, especialmente en las próximas dos semanas, mi trabajo irá principalmente enfocado a mejorar mi base aeróbica, con 3-4 sesiones semanales de trabajo extensivo y a mantener la potencia aeróbico con una sesión semanal.
En ocasiones ocurre que existe un trabajo de base deficiente, sobretodo si hemos entrenado demasiado rápido, regenerado poco, competido a menudo o acumulado un volumen insuficiente. En cualquiera de los casos, los pulsos de recuperación son unos excelentes avisadores de que nuestro estado de forma puede no estar en consonancia con los objetivos que perseguimos.
Por ejemplo, en mi caso había detectado después de varios entrenamientos que mi segundo y tercer pulso eran demasiado altos (para más información al respecto, puedes pinchar aquí), y la relación entre ellos casi lineal (segundo y tercer pulso casi iguales), lo cual indicaba un trabajo aeróbico extensivo deficiente y un organismo fatigado. Además, me costaba que mi segundo pulso estuviese próximo a 20 (de hecho, en el test del jueves decidí parar cuando comprobé que a los 45 segundos de recuperación estaba en 23).
Todo apuntaba a que debía trabajar de forma extensiva, es decir, a ritmos cómodos, de forma fraccionada para no acumular fatiga, y sin excederme en el volumen de la sesión. Pero está claro que, con la RDLF a la vuelta de la esquina, no podía descuidar el trabajo de potencia aeróbica, así que un par de sesiones durante estas últimas semanas irán enfocadas a ese objetivo, pero de tal forma que el pulso de recuperación esté próximo a 20. ¿Cómo hacer esto? Con varias series de subida de no más de 2 minutos, que me asegurarán una buena recuperación a la vez que mantengo mi nivel de potencia. En otras palabras, series que me permitirán no descuidar mi capacidad para subir a buen ritmo sin destruir mi trabajo extensivo.
En resumen, si has detectado que te falta la chispa que tenías hace unas semanas y presumes que estas tres semanas se te harán largas, prueba a dedicar el 75% de tus sesiones de entrenamiento a trabajar con baja intensidad, pausas y controlando que tu pulso al minuto de parar está próximo a 20, y transcurridos dos minutos dos o tres puntos por debajo. El 25% restante puedes enfocarlo a repeticiones cortas de intensidad, controlando igualmente tus pulsos de recuperación, de tal manera que, sin descuidar este aspecto, no comprometas tu estado orgánico general.
En definitiva, se trata de no continuar acumulando fatiga, más bien de optimizar tu estado de forma actual y prepararte de la mejor manera posible para la inminente competición.