Km recorridos (día/total): 5,2/643,1 Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/210
¡Me duele el alma! Si no llega a ser porque esta mañana había quedado con Alberto, me habría costado horrores levantarme, y no porque tuviese sueño, sino porque las piernas se me quejaban a cada movimiento. Así, la carrera de por la mañana ha sido lenta, incómoda y en cierto modo dolorosa, al menos hasta pasado un buen puñado de minutos. Por suerte, para aliviar el sufrimiento, he decidido probar mis nuevas zapatillas, no sé si de cara a la maratón de Valencia, pero sí enfocadas a los entrenos rápidos que me quedan de aquí a entonces.
Tengo que decir que, también en este sentido, ha sido una suerte que venga Pascual, que me ha conseguido un buen par de zapatillas K-Swiss, las primeras de esta marca que utilizo, diseñadas, como él mismo me describió, para corredores rápidos de maratón (éste último no es mi caso, pero acepto el cumplido...). Lo cierto es que las zapas son una pasada, ligeras, cómodas y muy rápidas y, por otro lado, a mí me gusta la sensación, aún penalizando la amortiguación, de llevar este tipo de calzado, ágil y que invita a ritmos mucho más rápidos sin apenas esfuerzo.
La pena es que el terreno de entrenamiento en Herat es duro y con muchas piedras, sobretodo cuando decido ir por la orilla de la carretera para cargar menos las piernas, y las zapatillas están diseñadas principalmente para asfalto, por lo que tendré que dosificar su uso si quiero que me duren un tiempo decente. De momento, me las pondré uno o dos días por semana, especialmente cuando me toque un entrenamiento rápido como el de ayer.
En fin, que esta mañana, a pesar de la rigidez de gemelos y los dolores en tendones y articulaciones, iba como un niño con zapatos nuevos, nunca mejor dicho. En breve me toca un rato de Brazilian Jiu Jitsu para cambiar de actividad. La verdad es que, ahora mismo, no me apetece en absoluto. Sólo tengo ganas de tumbarme en la cama y poner las piernas en alto. Pero no lo voy a hacer. Eso vendrá más tarde, después de cenar.
Y mañana, ¡masaje...y doble sesión! Así, ¿cómo no me va a doler nada?
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