miércoles, 31 de julio de 2013

Día 89: 1319 caras

Km recorridos (día/total): 5,2/562,2                                   Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/194
 
Creo que por segunda o tercera vez desde que llegué he conseguido dormir una noche completa sin interrupciones de ningún tipo. Se ve que las dobles sesiones ayudan lo suyo, no sólo a conciliar el sueño, sino a hacerlo de una forma profunda. De hecho, estos dos últimos días me ha faltado tiempo, y minutos antes de sonar el despertador estaba inmerso en un profundo universo producto de la mente, que me resultaría un tanto extraño detallar aquí.
 
Hoy mi sesión de carrera se ha reducido nuevamente, después de dos días doblando, a una vuelta al circuito grande, el de cinco kilómetros y poco, sin pausas intermedias, acostumbrando también al cuerpo, cada vez más, a intervalos más largos de carrera. En ese sentido, habrá que llegar, a finales de septiembre, a entrenamientos de cuatro o cinco grupos de cinco kilómetros ligeramente por debajo del ritmo objetivo para el maratón, controlando además que los pulsos sean los que tienen que ser. Todo se andará, sobretodo si sigo sin ningún contratiempo la dinámica de entrenamientos actual.
 
Desde hace un par de semanas, cuando salí a Herat, esto parece haber entrado en una zona de calma absoluta, sin acontecimientos que le recuerden a uno donde se encuentra, más que el en ocasiones triste (por monótono) devenir de los días y de la gente. Es uno de los peligros que uno corre estando aquí: pensar que esto es Afganistán, y que todo es, más allá del merlón y la concertina, esta balsa de aceite que parece aquí dentro.
 
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Y sin embargo en el país, según una noticia emitida hoy por la agencia EFE, el número de civiles muertos en lo que va de año se ha incrementado notablemente (un 14%) con respecto al mismo período del año pasado. A estas alturas, se han alcanzado las 1319 civiles muertos. Se da la triste circunstancia de que el mayor incremento de víctimas mortales se ha dado en mujeres y en niños (un 61% y un 30% más, respectivamente).
 
106 mujeres muertas y 241 heridas.
 
231 niños muertos y 529 heridos.
 
El que diga que las cosas van según lo previsto, o es un cínico, o miente, o tenía prevista una catástrofe desesperanzadora como la que a día de hoy tiene lugar en el país, en imparable y terrorífica hemorragia interna, o unas previsiones de acuerdo a unos intereses muy particulares.
 
Luego podrán venir y adornarlo como quieran: hay más seguridad, se ha avanzado mucho en determinados aspectos, hay más libertad (¿?), bla, bla, bla,... No se menciona, por desgracia, que sigue habiendo miedo, secuestros, asesinatos, mutilados, ajusticiados y un extenso catálogo de muestras de la perversión de la raza humana.
 
Ojalá algún día se le pueda poner cara a todas estas personas, que pasan borrosas por nuestra memoria, cuando lo hacen, como en la foto, y quedan atrás en el margen de la carretera, olvidadas. Por desgracia, la vida no vale lo mismo en según qué sitios. En países como éste, la muerte arroja muchas más ganancias. También genera mucha más indiferencia. Y yo hablando de maratones. Puta rutina.

martes, 30 de julio de 2013

Día 88: (im)percepciones

Km recorridos (día/total): 14,5/557                                          Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/193

Hoy he estado repasando todo lo que llevo escrito hasta ahora. Resulta sorprendente comprobar como han evolucionado las entradas desde el día que llegué a Herat. Así, sin entrar en profundidad a leerlas, me da la impresión de que muchas de las cosas que cuento ocurrieron hace ya una eternidad. En otras ocasiones, sin embargo, me sorprende ver el tiempo que ha pasado desde un hecho concreto que creía mucho más cercano.

El otro día lo hablaba con Mario, que pasó la segunda mitad del mes de junio en España. Parece que fue hace un siglo cuando estuvo allí. Más aún: es como si no se hubiese marchado nunca y, sin embargo, fue hace apenas tres semanas y media cuando le dimos de nuevo la bienvenida a Herat. El tiempo, o más bien nuestra percepción del mismo, tiene esas cosas.

También de nuevo he vuelto a doblar sesión en el día de hoy. Una vez comprobada mi penosa adaptación a la carrera de la mañana, o más bien mi querencia por la sábana y la almohada, he dejado las salidas de primera hora en cinco o seis kilómetros, los suficientes para despejarme un poco, desengrasar el cuerpo y asegurarme, en caso de que el día no vaya como había planeado, esos al menos diez minutos de carrera diaria.

Luego, por la tarde, hemos iniciado un buen grupo de entrenamiento que, a priori, se juntará cuatro tardes a la semana: lunes, martes, jueves y sábado. De momento, hoy hemos sido cinco, aunque a alguno le haya costado asimilar los nuevos ritmos. Todo lleva su tiempo, sin duda. La idea es hacer un par de días de aeróbico extensivo, como en el día de hoy, y otro par de días con algo de calidad. Progresivamente, y dado que somos todos gente de larga distancia, iremos subiendo también el volumen de las sesiones. Los escasos diez kilómetros de estas fechas se antojan, a partir de septiembre, poco volumen. Poco a poco, habrá que ir sumando.
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Polvo en suspensión (gran foto de Pousiño)
Parece que el calor empieza a dar una pequeña tregua. Dicen que el verano afgano es más corto de lo que suele ser en el este peninsular. A partir de mitad de agosto, según cuentan, las temperaturas se suavizarán y las mañanas y las tardes comenzarán a ser más frescas. Tampoco importa mucho si es en un par de semanas o en cuatro: mi organismo está ya completamente adaptado al terreno y, en ese sentido y como contaba ayer, cada día es físicamente un poco mejor que el anterior.

Hoy, precisamente, he comenzado a darle forma a un par de ideas que me habían surgido a lo largo de estos tres meses, y de las que os iré dando rendidas cuentas conforme avance la misión. Probablemente a finales de septiembre culmine la primera de ellas. A la otra no le quedará más remedio que esperar a noviembre para ver la luz.

En cualquier caso, y al hilo de la extraña percepción que se tiene del tiempo por estos lares, me de la impresión de que, en ambos casos, todo llegará mucho antes de lo que espero. Seguramente, en cuestión de un par de meses, volver a leer esta misma entrada me resultará extraño. Parecerá que nunca sucedió, o que aconteció todo de una forma muy distinta a la relatada. Sin embargo, a día de hoy puedo decir que no, que todo fue tal y como se cuenta. Al fin y al cabo, cambian las percepciones. Los hechos son los que son.

lunes, 29 de julio de 2013

Día 87: con un objetivo todo es más fácil

Km recorridos (día/total): 14,5/542,5                                Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/130

Al fin, anoche a las once y diez apagué la luz, y no he amanecido hasta las seis y media, cuando ha sonado el despertador. Hoy me he permitido remolonear poco, mucho menos ya que en días anteriores. A las siete estaba corriendo, despacio al principio, tranquilo, dando a mis articulaciones y músculos el tiempo necesario para trabajar de un modo eficiente, poco más de veinticinco minutos, bajo el sol que auguraba, como después ha sido, un día duro en lo referente a temperatura.
 
Con un objetivo cada vez más claro a la vista, me he planteado la relativa necesidad de mantener el volumen de kilómetros de la semana anterior, casi ochenta. Lo nunca visto en mí, para qué negarlo. Por ello, después de pasar un día muy relajado, en el que he puesto en marcha otro tema que tenía en mente, por la tarde me he animado a llamar a Alberto el Gorra, que no ha sabido negarse a la tentadora propuesta de un entrenamiento vespertino.
 
Así, a las siete menos cuarto nos hemos puesto en marcha de nuevo. ¡Qué diferencia tan grande hay entre echar a rodar por la mañana y hacerlo por la tarde! Todo es mucho más fácil después de todo un día activado. El plan era hacer un poquito de calidad, no mucha, y así ha sido. Lo cierto es que, según avanzábamos, he readaptado el entrenamiento para que resultase un poco más sencillo, y en lugar de las cuatro de mil quinientos lo he dejado en dos, que a estas alturas, y con el calor que hace, está perfecto. No se trata de sufrir de más, que aún queda tiempo.
 
imagesCAGRRJMGHe de reconocer que en la primera me he pasado de rosca, lo cual, en cierto modo, es una buena señal de que mi cuerpo va asimilando el entrenamiento. Cuando ha llegado el momento del cambio, allá por el kilómetro uno, yo no podía más que intentar aguantar el tipo. Aún así, he terminado con una buenas sensaciones, ligero, fácil...
 
La segunda ha sido mucho más sencilla, porque me he dedicado a tirar de Alberto a un ritmo mucho más llevadero para mí, y a apretarle y animarle en los últimos quinientos metros para que progresase un poquito. Al final lo ha conseguido, con algo de sufrimiento, pero nada fuera de lo normal. A mí también se me había olvidado todo esto de la intensidad. Se sufre, pero a uno le queda la sensación de haber hecho las cosas bien. Este año va a ser interesante en muchos sentidos...
 
maraton-internacional-ciudad-de-castellon-2013-cartelEl día quince de agosto tendremos otra vez carrera, esta vez sobre una distancia de siete kilómetros. A mí me va muy bien, sobretodo teniendo en cuenta que, con respecto a las ocasiones anteriores, me voy encontrando muchísimo más rodado. De hecho, estoy muy ilusionado de cara al futuro con la forma en que he progresado durante las últimas semanas. Teniendo ya asimilado lo de correr una maratón, ahora me centro en hacerlo lo más rápido posible.
 
Por otro lado, tener un objetivo a medio plazo hace que mi existencia aquí siga una dirección mucho más concreta, con una serie de hitos intermedios que he de alcanzar durante el trayecto. Todo ello tiene un efecto acelerador del tiempo, pues las semanas ya no se parecen unas a otras, y cada una tiene su propósito fundamental. Y si esos propósitos se refieren a ritmos, sensaciones y volúmenes de entrenamiento, ¡bienvenidos sean!
El atardecer eclipsado en Santiago de la Ribera
El atardecer eclipsado en Santiago de la Ribera

domingo, 28 de julio de 2013

Día 86: cabos sueltos y colores

Km recorridos (día/total): 4/528                                         Vueltas dadas al perímetro (día/total): 0/187
 
Ayer hablaba de invertir la tendencia de los últimos días, esa de quedarme remoloneando en la cama hasta la hora límite. Puedo confirmar que esa intención ha fracasado con éxito: hoy me han dado las ocho y media, y casi llego tarde a desayunar incluso a L'Azurro, o La Frontera, como se le llama en el lado español. Por suerte, el capuccino y el corneto son de pago, así que no han tenido inconveniente en esperarme unos minutos, los justos y necesarios para completar cuatro kilómetros de regeneración total y absoluta, que ya iba siendo hora.
 
Por cierto, el flexionator sigue en marcha, y he incrementado el número de flexiones a veinte cada vez, con lo que la media ha subido también a unas doscientas diarias, flexión arriba, flexión abajo. Ya voy por tres mil ochocientas y pico, que no son pocas. La estimación, de aquí a final de misión, si no surge ningún inconveniente, es llegar a veinte mil. Nacho ha subido a quince, y se ha unido al club de los tarados de las flexiones Juan, el jurídico. Voy causando estragos...:-)
 
Ignoro el motivo, pero me da la sensación de que este domingo es un día de atar cabos sueltos. Principalmente, hay un par de ellos que están ahí, a la espera de confirmaciones que, de momento, tardarán un poco en llegar. Una de ellas es la referente a la maratón. A día de hoy, no tengo nada claro que vaya a estar de vuelta para el tres de noviembre, fecha de la de Murcia.
 
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Como ya se me ha metido en la cabeza correr la distancia al volver, ando buscando alternativas para no quedarme con las ganas. Por el momento, gana enteros la de Castellón, el día 8 de diciembre. A mí me gustaría que fuese un poco antes, por eso de aprovechar la forma que lleve, pero también que prefiero que sea en un sitio donde se pueda correr sin agobios de gente. Parece que la de Castellón es perfecta para eso, sin tener en cuenta, por otra parte, lo especial que sería para mí correr allí.
 
Esta tarde tenía previsto hacer un par de horas de artes marciales, pero estoy tan cansado después de esta semana de kilómetros (al final han sido setenta y seis) y calor (hasta cuarenta y cuatro grados hoy), que he decidido dejarlo para otra ocasión y empezar la semana con buen pie. En muchos sentidos, la que queda atrás ha sido muy buena. Haber encontrado a un buen compañero de entrenamientos después de tres meses es algo sin lugar a dudas estupendo. Tengo ganas de que llegue el martes, para ver si conseguimos reunirnos unos cuantos. De momento, somos cinco o seis en nómina. La cosa promete.
 
En tres días habré alcanzado los tres meses de misión, aproximadamente la mitad de la duración total de la misma (digo aproximadamente, porque no tengo ni idea de cuándo volveré). A decir verdad, tengo muchísimas ganas de volver, pero no me iría de aquí por nada del mundo sin el resto de la gente con la que convivo a diario. Anoche todo esto estuvo de quebrarse por un casi desafortunado incidente, que se quedó en un susto sin importancia. Lo que más me habría dolido, pensaba, sería haber tenido que dejar atrás a los míos de aquí. Por qué poco...
 
Hoy quiero romper el color tierra del oeste de Afganistán con una foto que me ha encantado. Curiosamente, me acabo de dar cuenta de que también echo de menos los colores.

sábado, 27 de julio de 2013

Día 85: sumergido

Km recorridos (día/total): 14,7/524                                    Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/187
 
¡Otra mañana más sin poder abrir los ojos antes de las ocho! Voy a tener que invertir esta dinámica, y no porque me quede sin correr. Eso no me falta. El caso es que llevo tres días sin llegar a tiempo a desayunar, de tanto apurar en la cama. Últimamente, de hecho, ni siquiera lo intento, y me apaño luego con lo que tengo en la habitación y el café de después del briefing. No es que haga mucho más gasto, así que me imagino que con eso vale.
 
La de hoy por la mañana ha sido una carrera totalmente regenerativa. Estaba cansado, aunque no excesivamente, y contaba con que por la tarde saldría a entrenar nuevamente, así que he rodado muy suave y sin pausas apenas veinticinco minutos. Como durante los últimos días, el calor a esa hora se deja notar. Nada, en cualquier caso, a lo que no este acostumbrado ya.
 
Luego, a media mañana, he tenido sesión de fisio. Las molestias en los isquios de la pierna izquierda vienen y van. De hecho, esta semana, incluso a pesar de las dobles sesiones, han ido más que venido, principalmente porque aparecen cuando incremento el ritmo notablemente, algo que, por el momento, no ha ocurrido. Correr a ritmos cómodos es, al menos, una garantía muscular. Ya veremos cómo evoluciona todo, en cualquier caso. No me apetece estar toda la temporada así, por lo que el trabajo semanal de fisioterapia es importante para mantener las molestias a raya.
 
A la hora de comer he podido disfrutar de un pequeño gran lujo, que para muchos de los que leen esto, la playa o la piscina a tiro de piedra, supondrá un hecho totalmente cotidiano. Y es que hoy, después de tres meses...¡me he sumergido! Ha sido una pasada meterme en el agua, sentir todo el cuerpo en suspensión, oír mi propia respiración... Durante unos minutos ha sido algo íntimo, para mí solito. Luego, todavía metido en el agua, he compartido un rato de agradable charla con gente excelente, lo mejor sin duda que me llevo cada día de esta experiencia afgana.
 
Y por la tarde, ¡otra vez a correr! Cuarta doble sesión de la semana, y para ello le tenía preparada una sorpresita a Alberto: hoy hemos cambiado un poco la dinámica de los últimos días, y al aeróbico extensivo del primer tercio de carrera le han seguido dos de mil quinientos a un ritmo más bien alegre. Al terminar la primera, me ha dicho que no podía (pensaba que sólo era una, el pobre...), pero en estos casos soy muy pesado y hago oídos sordos, sobretodo cuando sé que sí que se puede, y le hemos metido caña a la segunda, otra vez con buenos ritmos.
Con Mario, entrenando para los Mundiales de Natación de Barcelona
Con Mario, entrenando para los Mundiales de Natación de Barcelona
Como iba animando a Alberto, no se me ocurría otra cosa que ir gritándole al lado todo lo que se me ocurría. Seguro que aquellos con los que nos hemos cruzado han alucinado al ver a un tío con cara de querer pararse corriendo al lado de otro que le gritaba, se reía y movía las manos... Con Alberto medio mareado del esfuerzo, hemos completado el resto del entrenamiento charlando sobre no sé qué cosas. Ha sido una gran tarde, sin lugar a dudas. Espero que nunca llegue a odiarme.
 
Y así ha transcurrido el día, entre amigos, desafiando al agobiante calor. Entre una cosa y otra, me ha venido a la cabeza, así, a última hora, la conversación de la vuelta a la calma con Alberto: hablábamos (le hablaba, más bien) de ritmos, de temperatura, de altitud... En general, de cosas sin mucha importancia. Se trataba únicamente de llenar los minutos para que Alberto corriese sin darse cuenta de que lo hacía. Y en eso soy un especialista.

 

viernes, 26 de julio de 2013

Día 84: me arden las mejillas

Km recorridos (día/total): 5,2/509,3                                  Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/184
Esto no puede ser bueno, de ninguna de las maneras. Treinta grados a las seis y media de la mañana, cuarenta y dos a lo largo del día, y subiendo. A mediodía, el aire parece salir de un secador de pelo. Así, esta mañana a las ocho y media el sol castigaba de lo lindo y, a ratos durante el día, me ardían las mejillas. Curiosa sensación.

Y, sin embargo, aquí sigo, sumando kilómetros, a pesar de lo mucho que me cuesta, después de una doble sesión, arrancarme a correr por las mañanas, cuando todas mis articulaciones se quejan y mis músculos se resienten. Por suerte, es cuestión de un par de kilómetros antes de que todo se equilibre. Sólo el primer tercio de la carrera es un pequeño suplicio. El resto lo disfruto muchísimo, incluso después de pocas horas de sueño (anoche a las dos todavía me encontraba dando vueltas en la cama).

De hecho, después de comer he entrado en un estado de trance tal que cuando Nacho ha entrado en la habitación y me he despertado, lo primero que he pensado ha sido que era por la mañana, me había quedado dormido y que ya casi no me daría tiempo a ir a correr antes de empezar a trabajar. Eran las cuatro menos cuarto de la tarde. Tan profundamente dormido estaba.

Por lo demás, en el aspecto deportivo el día ha sido relajadísimo, lo cual es de agradecer, ya que llevaba siete sesiones en cuatro días. Eso sí, mañana, si todo va bien, volveré a doblar. A este paso, a final de semana me voy a plantar en los ochenta kilómetros (casi sesenta van ya). No está mal, sobretodo teniendo en cuenta que tengo que recuperar y situarme por encima de la línea que me conducirá a los 1200 antes de noviembre. Me parece que, al final y si todo sigue como hasta ahora, los superaré.

De momento, desde ayer estoy reclutando gente, junto con Alberto el Gorra, para hacer grupo al menos los martes y los jueves, a las 18:45 horas. Cuantos más seamos, mejor lo pasaremos. Lo único es que dentro de unos días tendremos que adelantar la hora, porque la puesta de sol le va ganando cada vez más terreno al día. Tiene sus ventajas, de cualquier modo, porque en cuanto se esconde el sol, la temperatura desciende rápidamente diez o doce grados y se agradece de veras.

Pedro Bueno

Por cierto, hoy elijo una foto que me ha hecho muchísima ilusión recibir, especialmente porque me la ha mandado una persona que sí es única e irrepetible y a la que debo mucho en mi vida, como a tantas otras. El mensaje en sí es lo de menos, sobretodo porque lo escribe alguien que me mira con muy buenos ojos y de forma muy subjetiva. Aún así, me ha emocionado muchísimo, y quería agradecérselo enormemente.
También os dejo el mar de mi infancia, visto desde tierras africanas. Casualmente, por ese lugar estuve corriendo hace año y medio. Era diciembre, la brisa era fresca, mis mejillas no ardían como ahora y después de correr me sumergí en él.
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jueves, 25 de julio de 2013

Día 83: seres circunstanciales

Km recorridos (día/total): 15,5/504,1                                 Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/183

¿Cómo iba a sospechar yo, después de una plácida noche y de una carrera tardía, que durante la noche se había amasado tanto dolor? Lo cierto es que hoy no es día para hablar de kilómetros ni de carreras, tampoco tal vez de lo efímero que es todo, de lo pasajeros que son los problemas, las necesidades, los deseos, las risas,...
 
Curiosamente, escribo esto en un país donde la vida humana vale bien poco, donde morir es algo cotidiano, tanto, que peligrosamente nos acostumbramos a ello, al dolor que no llega a tocarnos. La vida es, en muchos casos, circunstancial. No merecemos más o menos de lo que tenemos. Tampoco los demás. Somos, finalmente, producto de la casualidad, de la suerte o la desgracia de haber abierto los ojos unos cuantos meridianos más al este o al oeste, unos pocos paralelos más al sur, a unos kilómetros de nuestro barrio, a un par de portales, en esta o aquella familia.
 
Nacer o morir, tener una vida u otra, casarse a los veinticinco o que te casen a los trece con un tipo barbudo y de olor agrio que te tomará la primera noche mientras las lágrimas se derraman por el dolor, la vergüenza y la falta de amor. Casi todo es, en realidad, un producto de las circunstancias. Viajar en un tren o en otro, rechazar a última hora un billete o llegar por los pelos, una fecha, un cambio de última hora, un poco más temprano o ligeramente tarde...
 
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Y sin embargo, por ahí andamos, cargados de razones, viviendo sin vivir, en el ayer, en la semana que viene, en las próximas vacaciones, en noviembre cuando regrese, atados a ideales, a cuestiones perecederas, a fronteras, a días vacíos de sentido,... sin darnos cuenta de que todo es, en realidad, mucho más simple, infinitamente menos complejo de lo que queremos hacer ver.
 
Esta tarde he disfrutado especialmente de la carrera con Alberto el Gorra. El aire soplaba del este, las sombras del atardecer afgano nos han ido envolviendo y las zapatillas golpeaban el asfalto ágilmente, sin esfuerzo aparente. ¡Qué buen descubrimiento me ha traído la aventura afgana! Tiempo habrá para hablar de ello. Hoy, desde luego, no era el día.

miércoles, 24 de julio de 2013

Día 82: a veces hace falta una cuneta

Km recorridos (día/total): 4/488,6                                      Vueltas dadas al perímetro (día/total): 0/180
 
No sé por qué razón esta mañana, cuando por fin he reunido las fuerzas necesarias para levantarme (mi cuerpo todavía no está listo para meterse cuatro sesiones en dos días, por suaves que sean), y mientras corría en dirección a la puerta sur de la base, pegadito a la valla, por donde a esas horas todavía da la sombra (hay que llevar cuidado con los tobillos, que a menudo me mandan avisos de las irregularidades del terreno), me ha venido a la memoria un momento en particular de la primera etapa de la Ruta de los Conquistadores, en la que participé hace ya cinco años.
 
La jornada en sí fue un autentico suplicio: 126 kilómetros y 5500 metros de desnivel positivo acumulado. En un momento dado, había que atravesar el Parque Natural de Carara, cuestas, riachuelos y barro por doquier. Después de emplear dos horas y cuarenta minutos en recorrer apenas 15 kilómetros, cuando llegué al siguiente punto de control no podía creer que aún me quedasen 80 kilómetros.
 
Recuerdo que allá por el último tercio de etapa había marcado en el rutómetro un puerto de 18 kilómetros de longitud. "Ya será menos", pensaba, esperando inútilmente que la organización simplemente exagerase un poco. Pero no, no exageraba, y el puerto, después de 8 horas en bici, se me hizo una pesadilla. Llegó un momento, a mitad de subida, totalmente exhausto, en que me aparté a la cuneta, me senté allí, la cabeza hundida entre las piernas, y comencé a llorar como un niño. La gente pasaba, y yo les decía que siguiesen, que no pasaba nada.
 
Creo que, después de unos diez minutos, me volví a subir a la bicicleta y continué mi camino, para completar la etapa en diez horas y media. Al llegar, llamé a casa diciendo que, esta vez sí, no podría con la carrera. Pude, después de cuatro días, 450 kilómetros, 32 horas de bici y 14000 metros de desnivel positivo acumulado.
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                              Ruta de los Conquistadores 2008. En pleno esfuerzo.
 
Pues bien, esta mañana, como decía, sin saber muy bien por qué, me han venido a la mente esos momentos en que andaba perdido en la cuneta, sólo, sumido en mi agotamiento y mis miserias de deportista. Tal vez sea, intuyo (lo de esta mañana), porque a ratos el cuerpo y la mente me piden a gritos una cuneta en la que detenerme. Y no les hago caso.
 
Así, en un día especialmente cálido (nos espera un fin de semana con máximas de 44 grados), he rodado lo justito, cuatro kilómetros escasos, deseando el masaje de mediodía y que mañana llegue con otras sensaciones distintas a las de hoy, en muchos sentidos. Con un poco de suerte, igual me animo y completo lo que me falta hasta los 500 kilómetros recorridos desde que llegué.
 
La cuneta en este circuito es bacheada, carente de vegetación y de encanto. Bordea una carretera de hormigón y, si uno se sentase un momento, lo único verdaderamente bello que podría apreciar quedaría a la espalda, montañas marrones en la lejanía. No es cuestión de darle la espalda a tal belleza por lo que, de momento, queda lejos el momento de detenerse, aún por unos minutos. En ocasiones viene bien una cuneta, aunque corre uno el riesgo de querer quedarse ahí, sentado y con la cabeza entre las piernas. Y no me puedo permitir el lujo. Ni tan siquiera la tentación.

Día 81: no sé estarme callado

Km recorridos (día/total): 6,2/474,3                                         Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/180

Normalmente escribo las entradas después de cenar o, a lo sumo, a media tarde, después de haber terminado la jornada de trabajo, cuando presupongo que el día ya no dará mucho más de sí. Hoy voy a hacer una excepción, por dos razones fundamentales: en primer lugar, porque esta noche nos reuniremos a cenar unos cuantos y seguramente a continuación de la cena no tenga más que ganas de irme a dormir. En segundo lugar, porque sé que voy a estar bastante cansado.

La excepción es también curiosa porque esta tarde vuelvo a correr con Alberto. Si acaso, dejaré la entrada en stand by hasta después de entrenar, y simplemente sumaré los kilómetros que haga antes de publicarla. No voy a hablar hasta mañana de lo de esta tarde, pero presumo que la salida se me hará larga. ¿Por qué, entonces, no me voy a tomar algo con la gente, o me paseo por ahí, o me meto en internet? No lo sé, y tal vez es lo que debería hacer, pero estoy con los ánimos como las fuerzas, justos, y sé que pasar este buen rato junto a Alberto me hará mucho bien.

IMG_20130723_200047A ver si tengo suerte y me cuenta anécdotas de alguna de sus carreras, como la de una vez que se perdió en una prueba de 100 kilómetros en Santander, creo recordar, y al final alguien le vio tan mal que le invitó a una cerveza en un bar, y terminó haciendo los últimos diez kilómetros, del noventa al cien, en cincuenta minutos. Seguro que tiene un montón de ellas por ahí guardadas. A ver si esta tarde le tiro un poco de la lengua.
Yo no estoy para contar batallitas, la verdad. Esta tarde estaba tan cansado que me ha costado un montón despertarme de la siesta. Soñaba que me levantaba, que miraba por la ventana y que tenía mucho sueño. Luego, para colmo, como no sé estarme callado, he llamado a Alberto para lo de esta tarde. Masoquismo puro y duro, pero también un poco de autoterapia. Con un poco de suerte, de aquí al viernes llegaré a los quinientos kilómetros, y me tocará invitar a un café a mis compañeros de trabajo después del briefing de por la mañana. Qué menos, ¿no? No se alcanzan quinientos kilómetros en Afganistán todos los días.

Por suerte para mí, en un par de semanas llega a Herat un buen runner con el que tuve la suerte de compartir alguna que otra carrera hace ya más de diez años. El destino ha querido que, después de todo este tiempo, vayamos a encontrarnos de nuevo tan lejos ambos de casa. Para mí será un gran compañero de entrenamiento, especialmente en la segunda mitad de la misión, con setecientos kilómetros por delante. Poco a poco, se va formando un buen grupo de auténticos runners, gente con una pasión desmesurada por el asfalto y el aire libre. ¡Después de todo, me siento tan afortunado!

Cuando vuelva de corre intentaré poner una foto de los kilómetros de esta tarde. A ver qué tal se da todo. Ni sé estarme callado, ni quiero aprender: no me perdería este rato próximo por nada del mundo.

lunes, 22 de julio de 2013

Día 80: día de test

Km recorridos (día/total): 16,5/468,1                                Vueltas dadas al perímetro (día/total): 4/178
 
Parece que la noche y el Ibuprofeno me han sentado realmente bien, y aunque al despertar me encontraba un poco congestionado, especialmente de tren superior, empezar a correr me ha resultado muy fácil y al poco ya me sentía bastante cómodo rodando. De hecho, gracias al trabajo bastante anaeróbico de la última parte del entrenamiento de ayer, tenía un muy buen tono muscular, de tal forma que después de la pequeña pausa al sur de la base, junto a la cabecera de la pista 36, he retomado la carrera con magníficas sensaciones, y he ido subiendo progresivamente el ritmo casi sin esfuerzo.
 
Lo que no recordaba es que el sábado le había dicho a Alberto "el Gorra" que por la tarde haríamos un test de tres mil, así que cuando le he hecho una visita a media mañana hemos quedado en vernos también por la tarde. Mejor, porque yo pensaba doblar mañana y, de esta forma y siendo lunes, ya tengo la sesión hecha.
 
Después de un día bastante anodino (a mediodía estaba reventado y con ganas de coger la cama: la siesta no me la ha quitado nadie), por la tarde hemos quedado Alberto y yo para ver si, de una vez por todas, podemos arreglar los problemillas de entrenamiento que tiene desde que llegamos a Herat.
 
La idea era bien sencilla: completar una vuelta al circuito de cinco kilómetros a modo de calentamiento, hacer una pausa de tres o cuatro minutos, y por último correr tres kilómetros bastante compensados. Para ello, he dejado que Alberto tire los primeros dos kilómetros, y el último he ido dándole ánimos y marcándole un poco el ritmo. Después, toma de pulsaciones y todo lo demás.
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Así me han quedado las patitas después de esta tarde.
 
Mañana me tocará estudiar un poco los resultados del test y darle unas sencillas directrices sobre cómo enfocar el entrenamiento a partir de ahora. Será, en realidad, muy fácil conseguir que mejore y que deje atrás ese estado de semi-agotamiento que padece ahora mismo, a poco que determine los ritmos y la distancia de los intervalos, así como el volumen de las sesiones, y le plantee una variedad de todo ello.
 
Me resulta curioso cómo yo mismo soy incapaz, a día de hoy, de llevar a la práctica todo esto, y me dejo aconsejar por mi intuición a la hora de plantear los entrenamientos. Bueno, a lo que yo hago no lo llamaría entrenar, pero lo importante es que disfruto muchísimo de la carrera y no me siento atado a un patrón definido.
 
También es cierto que me conozco bastante bien y que, cada cierto tiempo, voy haciendo pequeñas pruebas de evolución para ver cuál es mi estado de forma. Por otro lado, cuando tengo un objetivo más definido, como pueda ser a día de hoy la maratón de Murcia (ojalá esté de vuelta para entonces y pueda correrla), todos mis esfuerzos se van encaminando, en mayor o menor medida, a llegar en las mejores condiciones posibles.
 
Bueno, parece que hoy voy a terminar únicamente hablando de correr, y no puede ser. Así que aprovecharé estas últimas palabras para agradecer ENORMEMENTE a Alberto el rato de esta tarde. Kilómetros hay muchos, tal vez demasiados, en solitario. Como hablaba con él durante los últimos metros de entrenamiento, lo mejor de este sitio son las compañías, en este caso, las compañías como la suya. Lo que pasa es que ya me está liando para una carrera de 100 kilómetros en ruta. ¡Y yo no sé decir que no!

domingo, 21 de julio de 2013

Día 79: cuestión de actitud

Km recorridos (día/total): 6,2/451,4                                   Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/174
Hoy es el segundo domingo que he quedado con alguien que, a la postre, ha preferido quedarse durmiendo. No pasa nada. Es más, me viene muy bien quedar con la gente aunque luego no aparezca, porque así me obliga a mí a levantarme y no remoloneo en la cama más de lo necesario. En realidad, esta mañana no estaba precisamente remoloneando, sino con la urgente necesidad de aire libre y de correr. Incluso me he alegrado de poder hacerlo solo. Motivos personales, imagino.
Luego la mañana ha sido relajada, y el aire ha vuelto a entrar en mis pulmones con más normalidad, conforme todo en mi interior se ha ido calmando. Es curioso ver cómo, a veces, se pasa de la calma a la tempestad y viceversa en cuestión de poco tiempo.
A mediodía, aprovechando una comida de trabajo (¡qué buenísima arroz hemos comido!), he participado en una conversación sobre los pros y los contras de estar aquí durante todo este tiempo. Sinceramente, creo que al final es una cuestión más de actitud que de cualquier otra cosa. También, por otra parte, he comprobado, a lo largo de muchos años, que el que se queja por una cosa o situación, se queja por la contraria. O sea, que hay quien no está nunca a gusto y siempre encuentra los aspectos negativos de las cosas.
Por supuesto, pasar seis meses aquí conlleva una serie de incomodidades y restricciones no sólo para mí, sino para todas las personas cercanas que de cuando en cuando me envían el mar en una foto. Pero no es menos cierto que, ya desde hace un tiempo, y mucho más dentro de otro tanto, la experiencia aquí vivida, los lazos creados, los buenos y los malos ratos y muchas otras cosas habrán forjado en mí un aspecto nuevo que hasta ahora desconocía. En los momentos difíciles sale lo mejor y lo peor de cada persona. Aunque también sé de lo segundo, he aprendido mucho más de lo primero, y mi experiencia humana en este lugar es un tesoro que cada día crece un poco más.
Hoy, sin ir más lejos, he compartido dos horas de artes marciales con un grupo de lo más heterogéneo, unido por el simple hecho de estar en este lugar con una afición común. Aunque ahora me duele todo, me lo he pasado genial recibiendo golpes, atrapado en inmovilizaciones bajo pesos imposibles, buscando el aire donde no podía llenar mis pulmones, pero también estrangulando e intentando averiguar la forma de escapar, golpear, agarrar, luxar y terminar al contrario. Aunque parezca mentira, cuando todo esto se hace con respeto por el adversario, une. Lo que decía de las dificultades.

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Así que me voy a tomar algún antiinflamatorio antes de irme a dormir muy pronto. Imagino que los primeros minutos del día de mañana serán duros, al menos hasta que la sangre comience a regar las zonas más doloridas. Porque, por supuesto, mañana a las seis y media me cantarán los grillos del iPhone, y quince minutos más tarde estaré echando a rodar. Cuestión de actitud. Y de umbrales de dolor. Yo no sé, a pesar de algunos despertares agitados, ser de otra manera. No puedo. Tampoco quiero.

sábado, 20 de julio de 2013

Día 78: quema el aire

Km recorridos (día/total): 5,2/445,2                                  Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/172
 
Parece que día a día nos vamos superando, y no me refiero con esto a los kilómetros. Esta mañana, a las siete y media, ya había 36 grados. Con esta temperatura, me conformo con rodar y soltar un rato las piernas, antes que ir buscando ritmos y tiempos. Sé que cualquier parecido con la realidad de lo que me espera a la vuelta será pura coincidencia, así que no me desespero. Me gusta el calor, sobretodo si, como aquí, es seco y uno no comienza sudar más que cuando se detiene. Eso sí, quince minutos después de la ducha mi cuerpo todavía buscaba restablecer un equilibrio...
 
Estos últimos días, meteorológicamente hablando, están siendo de lo más duro: a las altas temperaturas hay que sumar el viento caliente que transporta polvo en suspensión, que se incrusta en los ojos, las vías respiratorias y, en general, en cada poro de la piel. Hay que hacerse a todo, pero sin abusar. La primera hora de la mañana seguirá siendo un buen momento para minimizar todos estos factores.
 
En general, el día, como la meteo, ha sido raro, un sábado que no es sábado, ni más ni menos. Por suerte, hoy he podido hablar, entre otras personas, con mi gran amigo y fisioterapeuta Jose Luis Izquierdo. Llevaba unas semanas sin hablar con él y me ha hecho muchísima ilusión poder ponerle al corriente en persona de mis últimos planes e impresiones.
 
También, por la tarde, me ha alegrado mucho ver que esa persona tan encantadora que me inspiró hace unos cuantos días a escribir una entrada se ha recuperado de unos problemas de salud que le han impedido correr durante los últimos tres días. Sintiéndolo mucho, después de catorce días seguidos, tendrá que poner el contador a cero y comenzar de nuevo :-), pero voy a estar ahí animándola a que corra cada mañana. Como sé que un poco más tarde leerá esto, le envío desde aquí un montón de ánimos para mañana. Lo siento, las normas son las normas. A la larga, seguro que, incluso en los peores momentos, encontrará la motivación y la fuerza necesaria para mantenerse ahí, corriendo. Nadie dijo que iba a ser fácil... ¡Ánimo!
 
Hoy voy a terminar un poco antes que de costumbre. No sé cómo ni cuándo, alguien ha conseguido un bien preciadísimo en Herat: huevos. Esta noche, por segunda vez desde que llegamos, nos vamos a juntar a disfrutar de este exquisito manjar. El valor de las cosas no depende de las cosas en sí, sino de la necesidad del que las quiere. Lo mejor de todo es que será en muy buena compañía, como siempre desde que aterrizamos en Afganistán.
Playa de la Llana, Murcia.
Playa de la Llana, Murcia.
 
Mañana será otro día. Hoy dejo otra foto del mar. Concretamente, de un lugar cuya orilla he recorrido montones de veces corriendo, solo en muchas ocasiones,  acompañado de David y de los perros en otras. Daría lo que fuera por poder sumergirme y bajar unos cuantos metros. Entonces, miraría hacia arriba y sentiría cada centímetro de piel en contacto con el agua, las burbujas de aire desfilando por delante de los ojos, la quietud del fondo, el azul impenetrable frente a mí.
 
Aquí, cambio el agua por viento, el aire caliente quema los pulmones, la quietud es sólo aparente, y el color impenetrable es simplemente marrón. No es lo mismo, pero también tiene su encanto. ¿Cómo podría negarlo?

viernes, 19 de julio de 2013

Día 77: combustible afgano

Km recorridos (día/total): 5,2/440                                            Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/171

Hoy ha amanecido para mí casi a las ocho menos cuarto. Necesitaba este pequeño descanso. Anoche estaba muerto aunque, también hay que decirlo, muy satisfecho de la doble sesión de carrera de ayer. Sabía que hoy me costaría arrancarme, pero una vez lo he hecho, las sensaciones han sido buena. Si todo va bien, entre mañana y el domingo volveré a la carga con otra doble sesión, y esta semana habré pasado, creo que por primera vez en muchísimo tiempo, sobradamente de los sesenta kilómetros. Una minucia para muchos. Para mí, acostumbrado a trabajar otros volúmenes, es más que suficiente.

Resulta que esta noche ha reventado una tubería, así que a primera hora no había agua en muchos de los alojamientos, entre ellos el mío. Lo que ha podido convertirse en un buen motivo para no salir para otros, para mí, por qué no decirlo, no ha sido un obstáculo. He intentado salir a no sudar, pero con los treinta y dos grados que había ya a esa hora, incluso en estas condiciones de baja humedad, es imposible no hacerlo, no tanto mientras uno se desplaza y recibe el aire de impacto, como cuando se detiene y el cuerpo busca desesperadamente refrigerarse.

Al llegar me ha tocado ducharme con dos botellas pequeñas de agua mineral y un poco de gel. No es lo más cómodo del mundo, pero ha resultado más que suficiente. A estas alturas, no vamos a ponernos románticos con estas cosas... La carrera, como no podía ser de otra manera, me ha sentado genial.

Antes de comer he ido a hacerle una visita a mi amigo y compañero Alberto "el Gorra", que sé que ayer lo pasó mal al tener que levantar el pie y dejarme marchar. ¿Cómo puedo saberlo? Porque respira una muy sana competitividad por los cuatro costados. En fin, a mediodía me mando un correo, prometiéndome en breve una buena carrera. Otro día, no obstante, intentaré llevarle un poquito más progresivo, que sé que a veces se me va un poco la cabeza con la conversación y me vengo arriba. Estoy deseando esa y muchas otras carreras a su lado. A ver si se me pega algo.

Hoy me ha llegado desde España lo necesario para darle un poco de caña al Brazilian Jiu Jitsu. No sé estarme quieto, y aquí hay un grupo de gente que se junta dos o tres veces a la semana para entrenar un poco por las tardes. A mí me vendrá bien, principalmente porque me encantan las artes marciales, y los que se reunen a entrenar son muy buena gente. Lo malo es que son rocosos y alguno que otro me saca más de veinte kilos. Lo bueno es que son rocosos y alguno que otro me saca más de veinte kilos :-). A buen seguro, voy a mejorar mi capacidad aeróbica y anaeróbica.

Acaban de regalarme un buen montón de cerezas riquísimas. Voy a ponerlas enseguida en el frigo. Buen combustible afgano para un corredor afgano...
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Helicóptero Apache a punto de despegar.

jueves, 18 de julio de 2013

Día 76: still got the run (todavía tengo la carrera)

Km recorridos (día/total): 16,5/434,8                                 Vueltas dadas al perímetro (día/total): 4/170
 
Hace ya unas cuantas semanas que los días comenzaron a acortarse. El sol ya no madruga tanto y se pone cada tarde un poco más temprano. Esta mañana he podido comprobarlo cuando, a las cinco y media, saliendo por la puerta, medio desperezándome aún, las sombras lo inundaban todo y los primeros rayos todavía no asomaban por encima del merlón.
 
Sólo puedo decir que he disfrutado muchísimo de la carrera. Apenas me he cruzado con un par de personas, y me he encontrado muy cómodo, gracias al descanso de los dos últimos días. Incluso me he permitido el lujo de rodar un poco más rápido que de costumbre a la vuelta. Correr solo tiene esas ventajas.
 
Luego ha venido el rato de las despedidas. Por supuesto, no todo el mundo deja la misma huella en los demás. Hay personas que comienzan pisando fuerte y luego se diluyen; otras que, aunque lo desearían, no consiguen dejar la huella que algún día pretendieron. Están aquellas que jamás imprimieron más que un par de pisadas en la orilla en plena pleamar y otras discretas, a lo suyo, que dejan un leve pero agradable rastro.
 
Por suerte, hay unas pocas que caminaron tan sigilosamente durante un tiempo que, cuando uno se vino a dar cuenta, gesto amable por ahí, mirada cómplice por allá, visita a media mañana, un par de canciones, un café, una cerveza, unos mails, unas cuantas charlas intrascendentes, alguna más íntima, más profunda,....andaban metidos hasta la cocina en esta a ratos compleja vida mía, tan llena de subidas, bajadas y momentos únicos.
 
El día a día sigue su curso, es cierto, y lo hace como siempre, arrastrando con su inercia todo lo que encuentra a su paso. Se lleva lágrimas y risas, besos y abrazos. Sólo perdura lo que seguimos cuidando. El resto se desvanece con el paso del tiempo. Por suerte o por desgracia, hasta en eso soy insistente.
 
Esta tarde me he animado a correr otra vez, esta vez en compañía de Alberto "el Gorra". Lleva ya un tiempo encontrándose flojo (las condiciones aquí son llevaderas, pero exigen un cierto grado de tensión diaria que acaba por agotar a uno si no se encuentran determinados momentos de escape), así que a falta de un kilómetro y medio para concluir la primera vuelta (de las dos de cinco kilómetros que íbamos a dar) ha levantado el pie y he seguido solo. Me habría encantado seguir con él. Otro día será.
 
Las comparaciones son odiosas pero, entre el lunes y hoy, ha habido más de cuatro minutos de diferencia. Estoy más cansado, pero seguramente mañana me dolerán menos cosas. Al final, en poco más de cuarenta y cinco minutos, minuto y medio de pausa incluido, he completado los diez kilómetros trescientos metros. He comenzado mi andadura hacia el maratón, al menos en lo que a ritmos de carrera se refiere. Iré mejorando, sin duda. Por suerte, todavía tengo la carrera.
 
Estoy muy cansado. Son casi las once y creo que me voy a ir a dormir. Como hoy no tengo ninguna foto chula que poner y llevo un par de días intentando diseñar un logo o algo que se le parezca, voy a colgar aquí lo que ha salido, de momento, a ver qué tal. ¿Qué os parece? ¡Mañana mucho más!
 
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miércoles, 17 de julio de 2013

Día 75: el mar, con otros ojos

Km recorridos (día/total): 2,2/418,3                                   Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/166
 
Producto de una pequeña sobrecarga en los isquios de la pierna izquierda, hoy me he levantado con el tendón correspondiente un poco inflamado, así que por la mañana he pensado que con los diez minutos bastaría, y a ver cómo evolucionaba la cosa durante el resto de la jornada.
 
A mí me habría gustado mucho salir esta tarde otro rato, especialmente después de haber estado estirando la zona cada vez que me he acordado, pero finalmente he decidido que sería mejor no hacerlo. Entre otras cosas, el viento ha soplado durante todo el día y había un montón de polvo en el ambiente. Además, sé que si hubiese salido por la tarde habría contribuido un poco más a sobrecargar la zona afectada. Para ser sincero, he estado a punto de salir, pero me habría equivocado. Prefiero esperar a mañana.
 
Por cierto, como viene avión con algunos que otros relevos, me tocará madrugar bastante para salir a correr. En principio, me voy a poner el despertador a las cinco y cuarto, para así estar rodando a las cinco y media. Me gustaría mucho completar media horita muy tranquilo, especialmente porque a esa hora, las veces que he ido a correr, disfruto muchísimo de la temperatura y de la brisa fresca.
El Mar Menor a través de los ojos de mi amigo Pedro.
El Mar Menor a través de los ojos de mi amigo Pedro.
 
Luego, si las cosas se dan bien y no estoy demasiado cansado, igual hasta me animo a salir otra vez cuando termine de trabajar, a eso de las seis y media de la tarde. Me muero de ganas por empezar a completar kílómetros un poco más en serio. Una vez fijado el objetivo, el día 3 de noviembre, siento que he de ponerme las pilas enseguida. Pero, por otro lado, me encantaría comenzar sin arrastrar ninguna molestia residual, como toda la pasada temporada. Tengo asumido que eso es misión imposible pero, a su vez, estoy mentalizado para no forzar al cuerpo más de la cuenta.
 
En otro orden de cosas, y aprovechando que ha llegado un montón de gente de Qala e Nao para quedarse unas cuantas semanas, estaba pensando que estaría bien organizar una carrerita un domingo de estos. Seguro que hay participación masiva, y sería una buena forma, por otra parte, de ir realizando poquito a poco ese trabajo de calidad que tanto me cuesta incluir en mis sesiones de aquí.
 
Para terminar, me gustaría decir que hoy me han vuelto a regalar, de nuevo, un poco de mar, y que me encanta recibir estos regalos. Poco a poco, siento que me voy endeudando con todos aquellos que, en un momento determinado, se acuerdan de mí paseando por la orilla de la playa y se toman unos segundos para hacer una foto y enviármela. Este tiempo aquí me está descubriendo aspectos maravillosos de personas excepcionales.
 
El mar se ve desde otra perspectiva según quién lo mira y, siempre que alguien me lo manda, intento mirarlo a través de los ojos de esa persona. Gracias de todo corazón.
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Herat desde detrás de un parabrisas

martes, 16 de julio de 2013

Día 74: me pasa por ir despacio

Km recorridos (día/total): 5/416,1                                      Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/165
 
Después de lo intenso, deportivamente hablando, que fue el día de ayer, hoy me he encontrado, como esperaba, un poco más cansado de lo habitual. Por fortuna, ya he aprendido, a base de tropezarme mil veces en la misma piedra, a escuchar a mi cuerpo, y esta mañana he salido a rodar cinco kilómetritos muy, muy tranquilo, y sin ganas de apretar.
 
De hecho, en otras ocasiones, conforme va avanzando la carrera, empiezo a recuperar sensaciones. Hoy no, y me he conformado con completar una vuelta larga al circuito. En solitario. Sin derrochar lo que no tengo. Mañana será otro día, y si todo va bien, espero repetir el plan de ayer y doblar. A ver si así voy cogiendo nuevamente un poco de chispa, a base de kilómetros y de breves cambios de ritmo.
 
Por otro lado, no sé si volveré a rodar en grupo a los ritmos de ayer. Hoy me duele la rodilla izquierda. Me parece que está un poco sobrecargada debido a la velocidad de la salida del lunes por la tarde. Parecerá una tontería, pero por mi forma de correr, en cuanto voy más despacio de lo que acostumbro empiezo a cambiar los apoyos, a ser más vertical y menos horizontal en el reparto de los pesos, y mis articulaciones sufren más.
 
No sé si me he explicado: al correr despacio, el tránsito del peso del cuerpo por la vertical del mismo con respecto al apoyo es más largo, y las articulaciones tienen que soportar esa sobrepresión durante más tiempo. Además, el recorrido de flexión y extensión de la pierna es mayor. Por eso a mi me gusta ir con una ligera inclinación, buena frecuencia y zancada un poco más viva. Pero claro, eso da unos ritmos un poco más altos e incómodos a nivel cardiovascular, y sin embargo, mucho más saludables para mí articular y muscularmente.
 
Así que mañana me quitaré las penas con una carrera un poco más ligera, con paradas cada diez minutos, de tal forma que consiga una buena disposición muscular al esfuerzo. Y, si acaso, por la tarde saldré a regenerar un poco con el grupo, pero también intentaré ir un pelín más ligero que en el día de ayer.
 
Por lo demás, la vida aquí sigue su curso, con más gente pululando por la base, pero sin mayores problemas. Ha llegado un punto en que no importa demasiado tener una cola de veinte minutos donde antes no la había. No es tan grave. Y sin embargo, en determinados momentos la gente se altera porque no queda pollo, le piden la tarjeta de identificación o hay que ajustarse a determinados horarios para acceder a los sitios.
 
Por mi parte, intento tomármelo con filosofía y mucha calma. En ocasiones por desgracia, las ramas no dejan ver el bosque. Y el bosque está lleno de rincones estupendos.
 
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lunes, 15 de julio de 2013

Día 73: "Disculpe, que ahí lo hice lento..."

Km recorridos (día/total): 16,5/411,1                                 Vueltas dadas al perímetro (día/total): 4/164
Después de haber dormido escasamente cinco horas, al salir al espacio exterior me he llevado la grata sorpresa de encontrarme con dos colegas de armas de El Salvador, país que tiene una pequeña representación en esta base en labores de entrenamiento de personal afgano (una de las labores más complicadas y arriesgadas de las que se lleva a cabo). Uno de ellos era Walter, un coronel encantador, de operaciones especiales, ex-corredor de 400 metros, fuerte como un mulo, que corre prácticamente todos los días desde que llegó en febrero.
No he dejado pasar la oportunidad de unirme a ellos y disfrutar de una carrera más tranquila de lo habitual, aunque en muy buena compañía. Llegando al punto intermedio, el otro salvadoreño ha cedido al suave ritmo, de tal manera que Walter y yo hemos apretado un poco. Cada cierto tiempo le iba preguntando: ¿Bien, coronel? Y él, tipo duro, asentía, la respiración cada vez un poco más pesada. Al entrar en los últimos ochocientos metros ha bajado el ritmo ostensiblemente, por lo que me he puesto a su lado y hemos finalizado el rodaje de forma muy suave.
Cuando me despedí, verdaderamente encantado de la compañía, le animé con un apretón de manos sobre la marcha: "Muy buena carrera, coronel". Walter me respondió (en referencia a esos últimos metros): "Disculpe, que ahí lo hice lento", sonrió y prosiguió su marcha. Y yo me quedé con una sonrisa pintada y el título de esta entrada, por una vez, sin que sirva de precedente, desde bien temprano.
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Con Lumi, durante el examen del Nivel 1 de Defensa Personal Policial.
Poco más tarde tuve la suerte de encontrarme con Alberto "el Gorra", y como teníamos una carrera pendiente, le propuse salir a rodar un rato esta tarde. Al final, a eso de las seis y media, nos hemos juntado con tres o cuatro más, y de nuevo sobre el asfalto progresamos suavemente, salvo un tramo de dos kilómetros en los que me quite la carbonilla del ritmo lento que hasta ese momento llevábamos.
En cualquier caso, ha sido también muy agradable rodar en compañía de grandes corredores como el propio Alberto (un día me tiene que contar sus experiencias atléticas, que las tiene, muchas y muy buenas) y Julio, otro verdadero crack del ultrafondo con participaciones en las pruebas más duras y exigentes del mundo, como Les Sables y alguna que otra carrera por el Himalaya. A pesar de que lo piensan al contrario, para mí la élite son ellos. Es un verdadero lujo compartir kilómetros con tíos tan grandes y tan humildes.
Así que hoy, casi sin querer, he acumulado una buena cantidad de kilómetros, sin apenas enterarme. Seguramente mañana lo note un poco, pero creo que será de esta forma, con frecuentes dobles sesiones, como empezaré a preparar, un poco más adelante, mi primera participación en una maratón. Espero que dé el resultado esperado. De momento, no doy para mucho más.
Por otro lado, más que disculpado, queda agradecido mi coronel salvadoreño, que esta mañana me regaló los oídos con la humilde frase que encabeza esta entrada, y que definen, intuyo, a una gran persona y deportista. "Disculpe, que ahí lo hice lento...". Disculpado queda, coronel. Yo, más que agradecido por los kilómetros compartidos.

domingo, 14 de julio de 2013

Día 72: canciones

Km recorridos (día/total): 6,2/394,6                                  Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/160
 
¡Qué día tan largo! Hoy ni siquiera he tenido tiempo para mi capuccino y mi trozo de pastel de frutas de los domingos en el italiano que está pegado a la inicio de la parte española. Por fortuna, ayer quedé con alguien a correr, y aunque al final me ha tocado irme solo después de los cinco minutos de cortesía, lo bueno es que a primera hora lo tenía ya todo hecho.
 
Luego, el día se ha convertido en una sucesión de acontecimientos varios, algunos de ellos muy interesantes de los que ya pondré fotos (me habría gustado ponerlas hoy, pero no he tenido tiempo para descargarlas de la cámara al ordenador), en ocasiones tenso, en otros momentos divertidos, a ratos deseando que el día acabase y por último disfrutando de la compañía de amigos que pronto se marcharán y dejarán un gran vacío.
 
Hay una canción para cada momento, como he podido comprobar a lo largo del domingo. Hoy, durante la cena, hemos disfrutado de verdad, entonando entre charla y charla un montón de ellas en una mesa compartida primero con italianos y luego con albaneses que debían estar alucinando, sin que realmente nos importase mucho lo que fuesen a pensar.
 
Algunas noches afganas son realmente especiales, y la de hoy ha sido una de ellas. La semana que mañana comienza va a traer consigo amargas despedidas, pero deja sellados muy buenos momentos que, a lo mejor en otra ocasión, en otra terraza o en otra ciudad, vuelven a repetirse en una frecuencia emocional distinta a la actual.
 
Por otro lado, estoy muy ilusionado con la preparación de la Maratón de Murcia. Con un poco de suerte y tiempo, mañana me inscribiré. Lo mejor de todo es que no lo haré solo. David ha aceptado el envite. Será un doble desafío, no tanto por la distancia como por el hecho de prepararla separados por más de 6000 kilómetros. A ver si consigo hacer una planificación medianamente decente para que el tres de noviembre no se nos note a ninguno de los dos.
 
Al final, entre una cosa y otra, son casi las doce y aquí estoy, cayéndome de sueño. Mañana volverá a ser, a priori, un día intenso, lo cual me va a obligar nuevamente a madrugar. Creo que me tocará estar a las seis y media con las zapatillas puestas para alcanzar los 400 kilómetros afganos, después de dos meses y más de diez días. La pena es que a esas horas no habrá canciones...
 
¡Por cierto, hoy también ha habido alguien muy especial que se ha acordado de enviarme el mar!
 
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sábado, 13 de julio de 2013

Día 71: que decida el inconsciente

Km recorridos (día/total): 6,2/388,4                                         Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/158

Llevo un par de días dándole vueltas a un tema. Hace un par de días me enteré de que la media maratón de San Javier, en principio prevista para el día 3 de noviembre, va a celebrarse el 13 de octubre, con lo cual me va a ser imposible, salvo que se abra pronto un agujero negro en este suelo cálido y árido y se trague a todos los malos de turbante, barba, AK-47, RPG, clavos y olla express (el puto kit del talibán, con perdón). Como esto, lamentablemente, no tiene visos de suceder, me temo que la media de San Javier quedará para otro año, así que habrá que buscarse otra carrera.

Hasta aquí no hay ningún dilema. La cuestión se plantea cuando uno indaga y, como sospechaba, descubre que el motivo del cambio de fecha ha sido la coincidencia de la carrera de San Javier con la I Maratón de Murcia. Y como no sé estarme quieto, ayer abrí la web de la Maratón, y le empecé a dar vueltas al tema. Esta mañana, cuando he empezado a rodar, he estado valorando los pros y los contras. Paradójicamente, NUNCA he corrido una maratón como tal. Sí los 101 kilómetros de Ronda y varias ediciones de la Ruta de las Fortalezas, por lo que la distancia en sí no sería un problema en condiciones normales.

Está claro, por otro lado, que estas pruebas no tienen mucho que ver con cuarenta y dos kilómetros y pico de asfalto, a priori mucho más monótonos: aceleración, velocidad de crucero, avituallamientos cada cinco kilómetros y a dejar que transcurra el tiempo. Por otro lado, existen varios factores que hacen que me lo esté pensando dos veces. En primer lugar, el 3 de noviembre es demasiado pronto, sobretodo pensando en lo larga que es luego la temporada. En segundo lugar, la preparación tendría que ser aquí, con el desgaste que ello implica. A esto último se suma el hecho de que aún me resiento de algunas molestias en diversas partes de mi musculatura avatar.

Foto San Fermín

Sabiendo todo esto, y otros muchos elementos que no me he detenido a analizar, pero que seguro irían surgiendo, está el problema principal: ME APETECE. Y como me conozco, por mucho que me empeñe en negarlo, sé que soy especialista en hacer caso a mi intuición, aunque para ello haya que negar lo evidente hasta el punto en que, sin saber muy bien cómo, cuando me quiero dar cuenta estoy con el agua al cuello y con escasas posibilidades de dar marcha atrás.

Lo peor de todo es que supone, por qué no decirlo, un desafío importante y que, en medio de tantas vueltas a la cabeza, mucho me temo que mi inconsciente ya ha tomado una decisión. Precisamente, mientras escribía esta entrada...

Máquina, ¿nos apuntamos?

viernes, 12 de julio de 2013

Día 70: naúfrago en días de calma

Km recorridos (día/total): 6,2/382,2                                  Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/156
 
Ya va siendo hora de hablar de despertadores, y de kilómetros, y de pulsos, y de zapatillas gastadas, y de molestias,...pero no puedo, porque los días transcurren, y yo esta semana no he hecho sino pelearme con el despertador y dejarlo sonar, o apagarlo antes de tiempo. Hoy, por ejemplo, no he salido a correr hasta casi las ocho de la mañana, con un dolor de cabeza importante que sólo he conseguido mitigar a base de Ibuprofeno después de la carrera.
 
A veces no me sale hablar de kilómetros. En realidad, ¿qué importancia puede tener, a día de hoy? Ando navegando en medio de un mar de días, tan parecidos los unos a los otros, hasta tal punto que deja de tener interés el día que viene, porque es simplemente otro día más.
 

Bueno, tal vez sumar kilómetros me asemeje al triste náufrago que araña sus largas jornadas en el mar sobre un tablón de madera gastada. Tal vez lo haga, después de todo, por el sencillo motivo de mirar de cuando en cuando hacia atrás o hacia adelante y ver que, después de todo, han transcurrido los días, aunque sea de una forma en ocasiones tan anodina.
 
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No fue anodina la cena de ayer, ni mucho menos. De hecho, fue, con mucho, la mejor cena desde que llegué. Hoy nos lo hemos pasado en grande viendo las fotos. Todo tan natural, tan llano, tan tonto,...y tan divertido. Parece mentira que se haya juntado tanta buena gente en este lugar en concreto, de tal forma que, a pesar de las circunstancias, casi podría decir que no me habría perdido a muchas de estas personas por nada del mundo.
 
Vamos, que me alegro muchísimo de haber venido, y que no me iría antes que ninguno de los que está aquí conmigo. Puede que sea contradictorio. Estoy deseando llegar a casa y, sin embargo, me dolería tanto hacerlo antes que mis amigos de aquí, que, a la postre, los tres meses y medio restantes no son tantos.
 
Vamos, que me alegro muchísimo de haber venido, y que no me iría antes que ninguno de los que ha venido conmigo. Puede que sea contradictorio. Estoy deseando llegar a casa y, sin embargo, me dolería tanto hacerlo antes que mis amigos de aquí, que, a la postre, los tres meses y medio restantes no son tantos.
 
Otro día más, y de nuevo sin hablar de despertador y de correr. En breve alcanzaré los 400 kilómetros o, lo que es lo mismo, un tercio de mis intenciones afganas. Me cuesta pensar que aún me separan más de 800 kilómetros de todo lo que añoro. Cuantas vueltas, cuantas tormentas, cuantos días de calma chicha, cuántos palitos marcados a cuchillo en la madera...Y pasarán, a buen seguro, y serán sólo un recuerdo marcado en la suela de dos o tres pares de zapatillas, en el moreno de mi piel y en la sequedad de mis músculos pidiendo auxilio.
 
Prometo que mañana escribiré un poco más temprano, a ser posible sobre kilómetros y los grillos del despertador del iPhone, sobre los gemelos que se me quieren subir mientras duermo, sobre ritmos y objetivos concretos, sobre cuánto y de qué forma deseo pisar tierra firme. Aunque sepa que ese día miraré al mar a mi espalda y me sentiré huérfano de sus noches al raso...