viernes, 31 de mayo de 2013

Día 28: vínculos de runners

Km recorridos (día/total): 2/140                                          Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/70
 
Al final hoy también se me ha hecho tardísimo para sentarme a escribir, pero aquí estoy, intentando mantener la compostura delante del teclado y con un calor de muerte dentro de la cabina de internet. De nuevo ha sido un día muy largo, con muchas cosas que hacer, incluidos, como no, mis diez minutos, de momento ni uno más, de carrera por la mañana, seguidos de una buena sesión de estiramientos.
 
Después de un mes aquí, al final uno se da cuenta de que siempre se cruza a las mismas personas, a las mismas horas. Hay grupitos de italianos que salen a rodar, tres o cuatro personas a lo sumo, muy tranquilos, siempre en sentido antihorario. Luego hay gente dispersa por ahí, que me cruzo cada vuelta, normalmente en la parte del circuito que sale de la zona de vida y circula paralela entre el merlón y la pista, una carretera de hormigón con una estrecha cuneta pedregosa que aprovecho para no cargar mucho las piernas.
 
Tras cuatro semanas, los corredores empezamos a reconocernos unos a otros. Ya se sabe quien va a tal o cual ritmo, y aunque no sé los nombres de las personas con las que me cruzo, seguramente al final de estos seis meses hayamos corrido algún día juntos para compartir breve y entrecortadamente alguna que otra experiencia, sobre la vida aquí o sobre las carreras en general.
 
Se va forjando un vínculo entre runners, que terminan conociéndose por el simple hecho de cruzarse en el camino de forma periódica. Es curioso, pero es como una relación que se va consolidando: empiezas por un leve saludo, tal vez un leve asentimiento con la cabeza o un ligero gesto, y conforme van pasando los días ese saludo se hace más cercano, hasta que llega el día en que le preguntas "¿vamos?", y uno de los dos se da la vuelta y une su camino al del otro, aún por unos minutos.
 
A partir de ese momento, sin que haya habido más palabras, se puede decir que surge una relación más cercana, y se va forjando una especie de "amistad atlética" entre ambos: los saludos son más efusivos, a menudo se comparten kilómetros, y puede que hasta alguna que otra vivencia más personal. Yo aún estoy en el punto de los leves gestos y los ligeros asentimientos con la cabeza. Queda tiempo por delante para hacer amistades.
 
Por cierto, hoy, por fin, me he podido escapar al gimnasio, y he aprovechado para hacer una sesión muy suave de swiss ball. Mañana, si no ocurre nada especial, repetiré antes de comer. Ahora me voy a dormir, que estoy muy cansado.

Vaya, otro día sin foto. Tengo que arreglar mi falta de previsión...

jueves, 30 de mayo de 2013

Día 27: mejor con compresión

Km recorridos (día/total): 2/138                                           Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/69

Ayer me llegó de casa una maleta con un montón de cosas. La mayor parte de ellas no era para mí: ropa y zapatos de las niñas que ya no utilizan, algunos medicamentos que aquí son una verdadera utopía, gominolas, unas cuantas tabletas de chocolate, varitas aromáticas para la habitación, una botella de vino de Jumilla para disfrutar con mis compañeros un día de estos que celebremos algo especial y ¡mis medias de compresión!

Digo medias en plural, porque Teresa me ha mandado las perneras Booster (supercómodas), las negras de Medilast (para llevar con las botas) y las de recuperación, para ponerme con una buena capa de radiosalil debajo y recuperar bien los gemelos y el sóleo. No sé si os podéis imaginar la alegría que me ha dado recibir tan precioso envío. Por todo, por supuesto, pero especialmente por las medias, que venía necesitando desde hace tiempo.

Así que hoy, ni corto ni perezoso, he salido a rodar muy despacito, sólo mis diez minutos, y puedo decir que ha ido todo bien, dentro de lo que cabe. Después me he dedicado a estirar un buen rato, y a pasar un día un poco más relajado que los anteriores, que ya iba siendo hora. Con dos o tres días como éste más, me termino el libro que estoy leyendo, Cometas en el cielo. A ver cuál empiezo a continuación....
 
Lo del gimnasio es lo que todavía llevo peor. Para ser sincero, directamente no lo llevo, aunque a partir de mañana tengo que planteármelo seriamente y empezar con una rutina en condiciones. Seguramente durante el fin de semana me prepare un pequeño planning de trabajo que alterne swiss ball, TRX y pesas, todo con mucha tranquilidad, que me basta. Lo que ocurre es que me gusta tan poco el trabajo indoor, especialmente por las tardes, cuando el gimnasio está a tope de gente y el nivel de ruido es demasiado alto para alguien que, como yo, aspira a empezar a relajarse. Excusas...

En fin, tendré que mentalizarme para que, a lo largo de estos tres días, lo que es un propósito se convierta en un hecho. O lo que es lo mismo: menos intenciones, y más...acciones.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Día 26: descalzo, ma non troppo

Herat desde el Castillo de Alejandría
Herat desde el Castillo de Alejandría.

Km recorridos (día/total): 4/136                                           Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/68

Estaba triste porque no tenía zapatos, hasta que ví a mi lado a uno que no tenía pies
(proverbio árabe)

A las seis de esta mañana el aire estaba limpio. Soplaba una leve brisa del norte que atraía el frescor de las montañas en la lejanía, proyectándolo suavemente contra cada poro de mi piel. El sol de nuevo madrugó un poco más que yo, aunque me tengo prometido que antes de marcharme de aquí, un día le sorprenderé en su lecho, y cuando asome por el horizonte yo ya me encontraré allí, conntemplándolo, pensando para mis adentros que, por una vez, gané esa carrera a las sábanas y al despertador.

A día de hoy es una prueba que, a decir verdad, tampoco me he propuesto. Amanece demasiado temprano y el día es muy largo como para esperarlo despierto sin más. Pero llegará la mañana en que me deleite con un amanecer afgano. Me pregunto cómo será en ese momento el contraste de sombras en las montañas al este. Seguro que merece la pena el madrugón.

Los últimos días en Herat han sido una sucesión de mañanas nítidas que dieron paso, conforme avanzaban las horas, a temperaturas que ascendían parsimoniosamente hasta los 35 o 36 grados para luego, con el atardecer, ir descendiendo al tiempo que el aire volvía a enfriarse levemente, pero lo suficiente como para convertir el ocaso en una agradable conjunción de sombras y brisa fresca.

En las horas centrales del día, el sol aprieta de lo lindo, inclemente a los casi mil metros de altitud a los que nos encontramos. Los próximos días, según todos los pronósticos, llegaremos a los 40 grados. Suerte que mi procedencia africana y mi propia naturaleza me hacen especialmente adaptable al caluroso clima afgano, que a mi me recuerda al de las montañas del Rif en julio y agosto.

Sí. Después de todo esto, aún no he hablado ni una sola palabra de correr, pero lo cierto es que el día y las circunstancias no la merecen. Así que bien valga el proverbio árabe que encabeza la entrada para definir mi estado actual. En cualquier caso, da igual cuantas veces (re)caiga: seguiré levantándome. No es tan grave, después de todo, no tener zapatos...

martes, 28 de mayo de 2013

Día 25: vuelvo a disfrutar

Km recorridos (día/total): 6/132                                          Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/66
 
No os podéis imaginar el manto de estrellas que cubre ahora mismo el lugar donde me encuentro. Basta mirar unos segundos hacia arriba para perderse en tal inmensidad. Es el colofón a un día muy largo, pero que ha terminado bien, sobretodo porque empezó de la mejor manera posible: vuelvo a disfrutar de la carrera.
 
Parece que por fin van quedando atrás los dolores y los miedos asociados a ellos. Hoy he corrido casi sin pensar en las tensiones musculares que me asolaban (y me desolaban) la semana pasada. Aún no estoy perfecto, pero me basta. En realidad, me cuesta recordar cuándo fue la última vez que estuve en ese estado, así que me basta.
 
Y como decía, he vuelto a disfrutar del aire fresco, de mis pies impactando en el suelo, de los cambios de ritmo y de la intensidad. Aunque sea poco a poco. Me vale de esta forma, y seguro que progresivamente iré encontrándome cada vez mejor, sobretodo ahora que también dejaré atrás unas semanas muy intensas en lo profesional, lo cual me permitirá dedicar un poco más de tiempo al trabajo físico (lo cierto es que con tantas molestias como tenía, no me apetecía hacer nada más).
 
Ayer no lo dije, pero como buen lunes, hubo cambio de sentido y nuevo par de zapatillas. El segundo par de Brooks Cascadia 7 va mejor que el otro, principalmente porque es medio número más grande y la parte exterior de mis dedos meñiques lo agradecen. Además, con el nuevo circuito, del que he hablado en las últimas entradas, todo es mucho más agradable.
 
Hoy por la tarde he visto a un montón de gente corriendo por esa zona, a la sombra del merlón, así que un poco más adelante a lo mejor me animo a doblar alguna sesión, una vez mis músculos hayan demostrado su adaptabilidad a las nuevas circunstancias. Parece mentira cómo cambia todo de un día para otro, cómo me gusta volver a disfrutar de los madrugones y de la respiración rítmica y entrecortada al correr.
 
De hecho, mañana me tocará empezar a rodar a las seis y cuarto, así que voy a empezar a pensar en irme a dormir. Por hoy está bien...
 
PS. Hoy me ha sido materialmente imposible colgar una foto, pero mañana no se me pasa, lo prometo.

lunes, 27 de mayo de 2013

Día 24: un paso adelante

Km recorridos (día/total): 6/126                                           Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/63
 
Ayer me acosté más tarde de lo que habría deseado, pero entre una cosa y otra fui dejando pasar la entrada del blog y a las doce, en vez de apagar la luz o ponerme a leer unos minutos, me senté a ello, con lo que me dieron las tantas delante del ordenador. Parece que, siguiendo el mismo principio de los 21 días, el hecho de llevar con la de hoy 26 entradas de este Diario de un corredor afgano ha pasado de convertirse una pequeña obligación a un hábito imperceptible. Tengo tan asumido que antes de acostarme he de escribir mi entrada al blog, que ni se me pasa por la cabeza irme a dormir sin pasar antes por el portátil, aunque a veces me cueste.
 
Por la mañana me he levantado con la garganta muy irritada, seguramente debido a la sequedad del ambiente y a que llevo un par de días sin poner el humidificador (esta noche no se me olvida). Aún así, al poner los pies en el suelo y dar los primeros pasos, me he dado cuenta de que, esta vez parece que sí, la cosa marcha bien, y las molestias de la semana pasada van remitiendo, de modo que hoy me he animado a dar tres vueltas al circuito.
 
Fuera del merlónPor cierto, he ampliado un poco mi habitat de carrera, y ahora las vueltas son un poco más largas y mucho más agradables, saliendo por fuera del merlón defensivo y disfrutando, como dije ayer y podéis observar en la foto, del paisaje afgano, aparentemente inofensivo, y sin embargo lleno de peligros y tragedias diarias.
 
Hoy no me va a pillar el toro con lo de acostarme pronto. Además, mañana, con un poco de suerte, me llegan mis medias de compresión, con las que podré recuperar la musculatura de forma mucho más rápida. Si todo va bien, igual el sábado hay una sorpresa muy temprana, de la que ya os hablaré.
 
Pero eso será si todo va bien. de momento, hoy he dado un paso adelante de verdad, que no es poco. Veremos qué pasa mañana.

domingo, 26 de mayo de 2013

Día 23: por fuera del merlón

Km recorridos (día/total): 2/120                                           Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/60
 
Aunque en muchos sentidos aquí no lo parezca, hoy ha sido domingo. No lo parece porque se trabaja igual que los otros seis días de la semana, con algunas pequeñas modificaciones de horario. Principalmente, se sabe que es domingo porque montan un mercadillo afgano en el interior de la base, y porque hay fórmula 1 o motos. En mi caso, más por lo segundo que por lo primero.
 
Como de momento sigo un tanto limitado y he decidido armarme de paciencia (ya habrá ocasión de sumar kilómetros de diez en diez un poco más adelante), me he levantado con mucha tranquilidad y con mucha prudencia he salido a hacer el mínimo imprescindible para seguir sumando días. Poco a poco, parece que las cosas van mejorando. Lentamente, pero mejorando, al fin y al cabo.
 
La carrera de hoy, a pesar de la brevedad, me reservaba una muy grata sorpresa. En un momento dado, me he “aventurado” a correr por fuera del merlón, en la zona que da a la pista del aeropuerto y…¡se ven las montañas y el horizonte a lo lejos! ¡Qué pena no haberme llevado la cámara, porque he disfrutado un montón de las vistas y del aire limpio.
 
Por primera vez en más de tres semanas, a mi derecha había una extensa llanura que terminaba en abruptas montañas a lo lejos. ¡No os podéis imaginar la sensación que he experimentado! Mañana me llevaré la cámara para que os hagáis una idea. Puede que no veáis más que una vasta extensión de terreno árido y seco a mis espaldas, pero para mí ha sido como tomar una bocanada de aire fresco.
 
Como os prometí, esta tarde, cámara en mano, me fui a esperar la salida de la luna. La pena es que lo hice tarde, y la foto fantasmagórica que os adjunto ni mucho menos transmite lo que vi ayer. A ver si durante estos días soy capaz de captar de mejor manera la imagen que me sedujo de forma inesperada a última hora del sábado.
 
Pero creedme, la luna afgana es tan bella como os contaba, y alumbra a estas horas el vasto imperio que han descubierto mis ojos hoy. Mañana por la mañana iré a comprobar que así ha sido.
 
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sábado, 25 de mayo de 2013

Día 22: luna afgana

Km recorridos (día/total): 2/118                                           Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/59
 
Esta tarde, cuando volvía de la oficina, me he quedado prendado de la luna afgana. Tanto, que me ha dado mucha pena no tener una cámara de fotos en condiciones para inmortalizar el momento. Mañana me las apañaré y estaré pendiente de su salida para que veáis que no exagero. De hecho, llevamos toda la semana con una claridad nocturna impresionante.
 
Aquí, por eso de que a partir de ciertas horas no hay ninguna luz (es lo que se llama "Black out"), se nota aún más, sobretodo si se compara con la oscuridad absoluta que hace un par de semanas había a partir de las ocho de la tarde. Ahora, con esta luz, es fácil reconocer a cualquiera.
 
Por lo demás, y a falta de la esencia de este diario (una vuelta más, dos kilómetros más, diez minutos más, y gracias), el día de hoy ha sido un tanto especial. Es lo que ocurre cuando uno tiene la oportunidad de estar cerca de una persona que, en un país como el suyo, hostil para todo el mundo, pero especialmente para una mujer, decide que quiere luchar por un futuro más digno para todos.
 
Esto, que puede parecer una obviedad, no lo es cuando tu vida se ve amenazada por ser quien eres y dedicarte a lo que te dedicas. Hay que ser muy valiente y poseer una gran determinación para poner la vida propia al servicio de los demás. Me impresiona, sinceramente.
 
Así que no pasa nada si hoy tampoco escribo sobre correr. Habrá más días, seguro, y yo he decidido ser paciente y darle un tiempo a mi musculatura para que se recupere bien, en lugar de andar por ahí renqueando, por el simple y tonto hecho de sumar vueltas. De momento me conformaré con mis diez minutos, al menos mientras pueda, que espero sea durante muchos, muchos días.
 
Hoy me voy a quedar con la luna afgana, tan brillante, tan increíblemente bella en un entorno tan hostil, tan ajena a las vivencias de personas que viven su vida para los demás de una forma tan intensa. Es tarde y no os pongo foto, pero la de mañana merecerá la espera, os lo aseguro.

Día 21: mensajes

Km recorridos (día/total): 2/116                                                 Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/58

Hoy tampoco os puedo hablar mucho de lo poco que he corrido (1 vuelta, 2 kilómetros). Parece que esto (lo de la lesión) no tiene fin, aunque sé que tarde o temprano estaré bien de nuevo y podré correr a mi antojo.

En cualquier caso, esto me da pie a otras muchas cosas. Por ejemplo, me sorprende comprobar cómo cada día surge, a lo largo del día, algo de lo que escribir. Para mí, en un principio, es un desafío sentarme delante del ordenador cada noche y no repetir lo mismo del día anterior. Vivo en el mismo sitio, corro en el mismo circuito, veo a la misma gente,... Y sin embargo, como digo, cada día aparece algo en lo que no había reparado hasta entonces.

A mediodía me ha llegado al alma un mensaje que he recibido de una persona muy especial (ella sabe quién) de la AECC de Cartagena. Puede parecer una tontería, pero me han emocionado sus palabras, tal vez porque sea cierto que, sin darme cuenta y sin apenas conocernos, esa persona se haya hecho un hueco en mi corazón, y me la haya traído hasta aquí.

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Este mensaje me ha hecho reflexionar sobre todos los que he ido recibiendo desde que estoy en Afganistán: de Teresa, David, Alfonso, Pelli, Jose, Alejandro, Mariajo, Guille, Juan Diego, Antonio, Rafa...y de personas a las que conozco sólo a través del blog: David y Cris, y otros que me dejan un mensaje aislado, diciéndome que les ha gustado este u otro artículo. Mensajes que me hacen sentirme una persona muy afortunada.

He de ser sincero: me llevo una gran alegría cada vez que abro el blog por la mañana y me encuentro con que lo han visitado más de cien personas, alguna de las cuales se han tomado un par de minutos para dejar unas palabras de ánimo a las que intento siempre responder. Por eso, no pasa nada porque hoy tampoco haya tenido mucho de que hablar en el terreno deportivo. Así, al menos, he podido aprovechar la ocasión para recrearme en vuestros mensajes.

Sólo os puedo decir una cosa: GRACIAS a todos. No os hacéis una idea de la ilusión que me hace leeros. Al final, correr es accesorio. Lo importante es lo que vamos aprendiendo por el camino.

jueves, 23 de mayo de 2013

Día 20: mejor no escribo de correr

Km recorridos (día/total): 2/112                                           Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/56
 
Hoy mejor no escribo de correr. Dejémoslo ahí, sin más. ¿Para qué darle más vueltas? Ha hecho un calor sofocante, seco, hostil. A medio día, el polvo en suspensión era un espectáculo desolador. En las distancias cortas apenas se nota, pero si uno levanta la cabeza, se da cuenta de que la visibilidad es tan reducida que apenas deja ver unos kilómetros más allá. Por suerte, todavía no me ha tocado entrenar en estas circunstancias, aunque bien es cierto que a primera hora de la mañana, sin tantos vehículos en circulación, el ambiente está un poco más limpio.
 
A mediodía es, de largo, la peor hora: el calor es asfixiante y el ambiente está muy sucio, así que hago lo posible por evitarlo. Y por la tarde, cuando baja el sol, la temperatura es un poco más agradable, pero el suelo de hormigón irradia el calor acumulado a lo largo del día.
Con Manolito y Juan, dos cracks afganos
Con Manolito y Juan, dos cracks afganos
 
Hace un rato han caído las primeras gotas de lluvia desde que estoy en Herat. Apenas cuatro gotas, sin exagerar. Ni siquiera se ha mojado el suelo. Nada que ver con las tormentas vespertinas de Moscú, donde casi por esta época el año pasado, a las siete de la tarde comenzaba a llover y no paraba durante horas, así día tras día, hasta que aprendí que había que correr antes para no mojarse, especialmente en las salidas de los dvor, los patios interiores rusos, que desalojaban ingentes cantidades de agua imposible de sortear.
 
Me apetece correr por la Casa de Campo de Madrid, con sus árboles, su tierra suelta...o por la orilla de la playa, respirando el aire húmedo que trae el viento de levante. Echo de menos la pista del PDM de San Javier, sus 800 metros de tierra suelta, blandita, la gente jugando al padel en un extremo y tirando con arco en el otro (siempre me da mal rollo correr ese lateral cuando están tirando, la verdad).
 
Me apetece algo que no sea el hormigón armado que me machaca los gemelos y el sóleo, que me ata a ritmos lentos, que no me deja escribir de lo que me gusta...

miércoles, 22 de mayo de 2013

Día 19: ¿prohibido correr?

Km recorridos (día/total): 6/110                                           Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/55
 
Parece mentira, pero después de cincuenta vueltas a un mismo circuito, hasta ahora no había reparado en algunos de los detalles que salpican el recorrido. Sin embargo hoy, cuando enfilabala la calle norte del compound, justo en la rotonda de las Banderas, en un discreto segundo plano me he encontrado de golpe con la señal de marras: Prohibido correr. ¿Prohibido correr? No saben con quién están tratando...
 
Prohibido correr
 
En la segunda vuelta he hecho una breve parada para la foto que os adjunto. Da la casualidad de que la señal está justo en la bifurcación que conduce hacia la salida principal, así que hay varias interpretaciones que poco a poco hemos ido desechando:
 
Primera (absurda, pero...): la señal no es de "Prohibido correr", sino de "Prohibido saltar rayas rojas". Me gusta, y me guardo la explicación por si algún día me paran los carabinieri.
 
Segunda (falla el sentido): la señal indica que está prohibido escaparse de aquí. Dan ganas, pero ¿a dónde? ¿Turkmenistán?¿Irán? Y además corriendo. Como que no cuadra. Además, como digo, el corredor apunta hacia el interior de la base, no hacia afuera. En cualquier caso, estudiaré cambiar la posición, de tal forma que el frustrado escapista apunte a la puerta, a ver si alguno se anima. Las probabilidades de éxito, no nos engañemos, son escasas.
 
Tercera: verdaderamente, está prohibido correr. Esta es la interpretación más absurda y descabellada de todas. Bueno, estaría bien si le pusiesen una luna, o algo que indicase que se refiere a las horas sin luz natural. En ese caso lo entendería, porque correr aquí de noche, con el tráfico, los baches y otros peligros al acecho no es nada recomendable. Pero así, sin más, no puede tener ningún sentido. Porque, ¿a quién se le puede ocurrir prohibir correr? Es una idea verdaderamente descabellada, así que, por ello, descartaré también esta tercera hipótesis.
 
Entonces, ¿a qué se referirá la señal? Sabemos que Afganistán es un país en el que el tiempo pierde su sentido occidental, y las horas son aproximadas. En muchos casos, los horarios los marca la madre naturaleza. Así que, seguramente, el letrero quiere decir: PROHIBIDO TENER PRISA.
 
Por suerte yo, lo que es prisa, no tengo ninguna...

martes, 21 de mayo de 2013

Día 18: hay una primera vez para casi todo

Km recorridos (día/total): 6/104                                           Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/52
 
Ya estoy en dobles dígitos. Me ha costado superar esa pequeña barrera de los 100 kilómetros, pero finalmente han llegado en una mañana fresca, en la que he podido rodar un poco más rápido que en días anteriores, sin pasarme, porque la tensión en gemelos y sóleo todavía está latente. De hecho, al terminar a correr, con la musculatura "relajada", parecía un bloque de cemento. ¡Pero he podido correr!
 
Puede que haya gente que no lo entienda cuando me ve cojear levemente por aquí y por allá. Yo digo con una sonrisa que no pasa nada, que ya curará cuidándolo un poco. Parece que va siendo así. Hoy, por si acaso, le he hecho una visita al fisio de la base, previo paso por el traumatólogo. Llevo en mi vida deportiva muchos pinchazos y muchos tratamientos: infiltraciones, EPI, ultrasonidos, masajes, acupuntura, onda corta, onda de choque, infrarrojos, frío, calor, masajes, kinesioterapia,... y sin embargo, hasta el día de hoy, no me habían hecho ninguna punción seca.
 
IMG_20130521_195850Hoy me han hecho seis: dos por gemelo y dos en el sóleo de la pierna derecha....Estoy que no me lamo, que diría José Mota, pero tranquilo, porque una vez pasada la inflamación generada por la punción, los músculos se relajarán lo necesario para no estar creando tensiones en los tendones.
 
¿Y qué es una punción seca? Una agresión consentida, simple y llanamente: aguja de las de acupuntura pero más larga, pinchacito y estimulación de las zonas contracturadas. No es agradable (según en que zona duele un poco más) pero tampoco es para morirse (es mucho peor una infiltración en algunos puntos, además de mucho más agresiva). Como digo, hoy me he llevado seis pinchazos, una por kilómetro, especialmente doloroso el del gemelo externo. ¡Con lo que me gustan las agujas!
 
Ahora relajare un poco las piernas, las pondré en alto, y mañana por la mañana saldré a rodar con mallas largas y Radiosalil para que caliente bien la musculatura. Y una de estas noches me quedaré un rato más por la noche, que la luna está creciendo y dicen que es alucinante.
 
Pero que me espere otro día. Total, estaré aquí una temporada...

lunes, 20 de mayo de 2013

Día 17: remontando el vuelo

Km recorridos (día/total): 6/98                                             Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/49
 
¡¡Hoy he dado tres vueltas!! Muy despacito, eso sí, pero tres vueltas, al fin y al cabo, o lo que es lo mismo, seis kilómetros. Parecía que la pereza que se había adueñado del contador de kilómetros y de vueltas me había hecho mella, contagiando mis días y haciéndolos interminables. Pero hoy no, hoy ha sido un día para probar que este pequeño bache llega a su fin.
 
A decir verdad, durante los últimos días he visto complicado poder continuar incluso con los diez minutos al día. Ayer, sin ir más lejos, tras un sólo kilómetro tuve que ponerme a hacer carrera lateral y alternarla con la carrera normal para no tener que pararme, porque sentía que el sóleo me daría un latigazo en cualquier momento.
 
Y sin embargo hoy, a pesar de las molestias iniciales, el cuerpo ha querido aguantar un poco más. Primero una, luego otra, y finalmente, por qué no, una última vuelta. ¡Qué alivio! Contento, después de cuatro o cinco días bastante malos. Me imagino que de aquí en adelante, todo irá a mejor.
 
Cambiando un poco de tema, hoy he estado chateando un rato con mi amigo Rafa Suárez, del Radio San Javier y Depormanía. He de decir que Rafa fue uno de los que me impulsó a poner en marcha el Proyecto 101: 1 kilómetro, 1 euro, y que ha estado siempre apoyándome con ideas, ánimos y también desde los micrófonos de Radio San Javier. Pues bien, hemos acordado una pequeña entrevista en directo, San Javier-Herat, ahí es nada, para cuando haga unas cuantas gestiones. Y en breve le mandaré un pequeño artículo sobre mi aventura afgana, que no ha hecho más que comenzar, pero que poco a poco va acumulando días y kilómetros, y lo que es mejor, euros para la Asociación Española Contra el Cáncer de Cartagena.
camp arena
 
Porque incluso aquí, a casi 7000 kilómetros de distancia, no se me olvida que este año me mueve el propósito de sumar kilómetros para esta asociación. De hecho, creo que ha sido ese objetivo el que me ha mantenido sobre el asfalto durante los tres últimos días, cuando mi cabeza me decía que debía parar y recuperar la lesión, pero mi corazón y, por qué no decirlo, mi orgullo, me movían a avanzar penosamente alrededor de Camp Arena.
 

Así que, paulatinamente, voy sumando días corridos en Afganistán, y voy por dieciocho. No son muchos, pero ya crecerán.
 
PS. Por cierto, a partir de hoy me comprometo a poner fotos (gracias, Rafa, por la sugerencia). Ya me las apañaré, no sé de que manera, e iré añadiendo una instantánea a cada día de carrera. La de hoy es para empezar. Vendrán mejores, lo prometo.

domingo, 19 de mayo de 2013

Día 16: sólo fue un espejismo

Km recorridos (día/total): 2/92                                             Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/46
 
 
Parece que los 100 primeros kilómetros en Afganistán van a tener que esperar un poco. Y eso a pesar de que hoy al levantarme las sensaciones eran muy buenas. Por ser domingo, me he permitido el lujo de quedarme en la cama un poco más de lo habitual y me lo he tomado todo con mucha calma. Cierto es que no habría tenido problema en levantarme a las seis, pero no, hoy había que hacer una pequeña distinción, para que el día fuese al menos un poco distinto al de ayer.
 
Como decía, las sensaciones al levantarme eran bastante buenas. Casi no notaba tensión en la zona lesionada, así que he pensado que, por qué no, hoy iba a ser un gran día, sin molestias por primera vez en una semana. Lástima que los pronósticos no se han cumplido. Y no sólo eso: ha sido el peor día de todos.
 
Tan malo, que a partir de mitad de vuelta (y eso que iba mentalizado para hacer una, aunque tuviese pocas molestias, por eso de recuperar...) he tenido que empezar a hacer un poco de carrera lateral para engañar a mi sóleo, con tal de que aguantase hasta el final del giro.
 
Así ha sido: entre engaños, el sóleo ha aguantado amenazando con decir basta. Pero no ha sido ha sí, y se ha portado, dejándome completar esos diez minutitos que a mí me dan la vida.
 
En cualquier caso, no soy demasiado optimista de cara a mañana, y sin embargo sé que saldré, que rodaré mis diez minutos y que me iré a la ducha con al menos una pequeña satisfacción. Porque claro, la satisfacción no puede ser completa mientras esa molestia siga ahí, empeorando. Pero se lo vuelvo a decir: ¡No podrá conmigo!
 
En definitiva, no he podido disfrutar del día estupendo que ha amanecido hoy aquí. Luego a medio día las temperaturas subieron hasta los 40 grados (de momento, ya serán más), pero al menos en ese sentido las mañanas se están portando bastante bien. Aunque hoy haya sido un espejismo, estoy convencido de que pronto llegaré a un oasis.

sábado, 18 de mayo de 2013

Día 15: punto de inflexión

Km recorridos (día/total): 2/90                                                   Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/45

Normalmente, en las lesiones suele haber un punto de inflexión inesperado. Uno pasa de pensar que lo que tiene le seguirá doliendo toda la vida, pero resulta que llega un día en que, sin haber hecho nada especial, el cuerpo decide tirar para adelante con lo que hay y deja atrás las desagradables huellas de contracturas, roturas, esguinces, inflamaciones, tendinitis y demás compañeras indeseadas del deportista.

Pues bien, tal y como ha amanecido el día, no me habría aventurado a pensar que hoy sería el punto de inflexión de nada: nuboso y caluroso, y con el polvo en suspensión flotando en el ambiente. Todo ello habrá tenido que ver con el dolor de cabeza que me ha acompañado en este sábado que no se parece en nada a los sábados familiares: aquí uno sabe que es sábado porque lo mira en el calendario, pero si se le pregunta a alguien qué día es, pocos se aventuran a decirlo sin pensárselo dos veces. Los días son tan iguales unos a otros...

A lo que quería referirme es que las primeras impresiones del día me empujaban a pensar que mi sobrecarga seguía ahí, como en los días anteriores, así que he optado por no forzar y cumplir con los diez minutos de rigor antes de irme a la ducha, sin muchas esperanzas de que la cosa mejorase, y con la cabeza a punto de estallarme durante todo el día. Desanimado.

Pero, mira por dónde, parece que era hoy el punto de inflexión. A lo largo de la tarde he comenzado a notar como mi musculatura se iba relajando poco a poco, y como las tensiones se aliviaban, hasta tal punto que a esta hora soy moderadamente optimista de cara a mañana. No obstante, y por si acaso, la del domingo también será una sesión muy relajada. No voy a tener prisa por correr más de lo debido, y quiero que la contractura desaparezca del todo antes de volver a coger el ritmo.

Algo es algo, en cualquier caso. Puede que para quien no está por aquí, o para aquel que no sea tan cabezón como yo, lo más sencillo y recomendable sea parar un par de días. Pero ¿cómo hacerlo si son ya casi 19 meses, estoy en un lugar donde correr significa ser libre y es una simple contractura? Espero no equivocarme y estar otra vez completando vueltas una tras otra en unos días, sin dedicarle mis sentidos a otra cosa que no sea el cálido aire afgano que sopla del norte.

viernes, 17 de mayo de 2013

Día 14: poco que contar que merezca la pena

Km recorridos (día/total): 2/88                                             Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/44
 
Como dije hace unos días, no le voy a dar al sóleo de mi pierna derecha más protagonismo del que merece, pero lo cierto es que hoy estoy un poco chafado, porque no termina de ir bien y la contractura no desaparece.
 
Así que ando con automasajes con el gancho Richelli (qué suerte haberlo traído), la crema de masaje, el Radiosalil, la bolsa de gel frío que ayer tan amablemente me dieron en la farmacia del hospital (aquí se llama ROLE 2) y algún que otro ibuprofeno. Pero nada, parece que no termina de ser suficiente. Estoy seguro de que un día de estos me levantaré con la increíble sensación de haber superado las molestias, y podré correr sin dolor.
 
Por el momento, la de hoy ha sido una carrera de compromiso, 10 minutos y una vuelta más que sumar a la cuenta. Con este, son ya 18 meses y medio corriendo todos los días al menos esos 10 minutos de los que os hablo en otras entradas y que, como sabéis, son la esencia de todo lo que hay en el blog. Pero me encuentro un poco desanimado porque ni siquiera con esos 10 minutos he podido pasar sin molestias, y al final de la vuelta la contractura era tan fuerte que, aunque hubiese querido, no habría sido capaz de dar una vuelta más.
E
n fin, son los gajes del oficio y es lo que nos hace corredores: dar el siguiente paso, aún cuando el sentido común te dice que deberías parar y dejarlo para otro día. Pero no me rindo, y estoy seguro de que con los masajes y los estiramientos esto pasará pronto y sólo habrá sido el peor momento atlético en el más de año y medio que llevo corriendo.
 
La pena es que haya llegado justamente aquí y ahora. Lo bueno es que no podrá conmigo.

PS. Por cierto, hoy quiero mandarle un fuerte abrazo a un gran deportista que está un poco fastidiado tras una caída de la bici: el grandísimo Paco Luque. La semana pasada se fue al suelo cuando entrenaba, y no podrá estar este fin de semana en el Campeonato de Europa de Tarragona, para el que tanto y tan bien había entrenado. Paco, uno se hace aún más grande en la adversidad. Espero que te recuperes de tus lesiones muy pronto. Mucho antes de que yo vuelva...

jueves, 16 de mayo de 2013

Día 13: la soledad del corredor de fondo

Km recorridos (día/total): 6/86                                             Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/43
 
Hoy, nuevamente por motivos laborales, he tenido que ajustar mi hora de carrera al inicio de mi jornada de trabajo. Es algo que en otro ámbito me habría costado trabajo, pero, sinceramente, aquí no me resulta tan difícil. Así, a las seis de la mañana han comenzado a cantar los grillos de mi iPhone, y me he puesto en marcha.
 
Como ha sido una hora un tanto anormal me ha tocado, al igual que el domingo pasado, correr solo. La temperatura era muy agradable, y soplaba una leve brisa del oeste, si mal no recuerdo, que seguramente a lo largo del día ha ido rolando hacia el sur. Es probable que, debido a ese cambio en la dirección del viento (durante las casi dos semanas anteriores ha soplado casi permanente el viento del norte proveniente de Turkmenistán), la temperatura se haya elevado unos cuantos grados.
 
A pesar de lo temprano de la hora, me he encontrado con muchos corredores, en su mayoría italianos, en sentido contrario al mío. Me imagino que, después de unas semanas más, el grupo se irá reduciendo y al final quedaremos los más habituales. Pero, como digo, hoy iban todos en sentido antihorario, así que me ha tocado verles venir de frente.
 
Estoy acostumbrado a correr solo, pero tal vez hoy me habría venido bien una compañía un poco más lenta, porque de otra manera las molestias seguirán increscendo, que no es lo que deseo. Suerte que, a media mañana, he conseguido un masaje de emergencia, y ahora me encuentro un poco mejor. Es probable que mañana ruede muy poco tiempo, el mínimo de diez minutos, y dedique un buen rato a estirar bien.
 
De momento hoy he podido disfrutar unos cuantos minutos de la soledad del corredor de fondo. No ha sido como el pasado domingo (está claro, un domingo a las cinco y cuarto de la mañana en Herat, Afganistán, no puede haber mucha gente corriendo), pero tampoco ha estado mal.
Por cierto, acabo de comprobar que estoy a 14 kilómetros de llegar a los 100 primeros. Si todo va bien, de aquí al domingo estará hecho. También me he dado cuenta de que, día a día, mañana hará dos semanas que empecé a correr en Afganistán. El tiempo pasa, a su ritmo. Yo corro, al mío. Imparable, como el tiempo.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Día 12: regenerando

Km recorridos (día/total): 6/80                                                   Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/40

Ayer fue la primera vez que me fui a la cama antes de las doce. Me puse a leer un rato, pero me costó acabar el capítulo. Las noches empiezan a ser un poco más normales, principalmente porque este ritmo de lunes a domingo, con días que empiezan a las seis y media de la mañana y terminan pasada la media noche, le dejan a uno el cuerpo para pocas bromas.

En esas condiciones hay que tener en cuenta lo que se hace e hilar muy fino con el entrenamiento, porque cuando el organismo está fatigado vienen las lesiones si no se le trata con cariño. De escuchar al cuerpo escribí hace unos meses, y este no es en absoluto un mal escenario para predicar con el ejemplo. Por todo ello, y debido también a las circunstancias de las que os hablaba ayer, hoy he rodado muy, muy tranquilo.

Ha sido una carrera de regeneración pura y dura, de esas que ayudan a descansar y a curar lesiones. Lo mejor de todo es que el ritmo bajo me ha dado la oportunidad de ir charlando un rato sobre entrenamiento, descubriendo a mis acompañantes de hoy, Juan y Rafa, algunas claves del entrenamiento, que ya he tratado en el artículo ¡Hasta siempre, carrera continua! (para empezar).

Para rizar el rizo, los próximos días han dado en la zona temperaturas máximas de cuarenta y un grados. ¡Y estamos sólo a mitad de mayo! Habrá que hidratarse en condiciones y madrugar en consonancia con las exigencias climáticas. Pero eso será ya mañana. De momento, hoy he regenerado un poco y me ha venido muy bien. Mañana será otro día.

martes, 14 de mayo de 2013

Día 11: autoterapia de urgencia

Km recorridos (día/total): 8/74                                                   Vueltas dadas al perímetro (día/total): 4/37

Será ésta la última ocasión en la que me refiera a las dichosas molestias que tengo en el tendón de Aquiles, producto de una sobrecarga en el sóleo de mi pierna derecha. El hecho de no mencionarlas más es simplemente para restarles protagonismo, y que mi cerebro empiece a trabajar para eliminarlas.

De momento, he iniciado una terapia de urgencia: masaje con el gancho Richelli en el sóleo y manual directamente sobre el tendón (no es lo mismo cuando te lo hacen y te duele que cuando se lo hace uno mismo), y para terminar un buen taping en la zona afectada. Seguramente luego recurra al ibuprofeno y mañana al Radiosalil para calentar la zona antes de correr. Por supuesto, también estoy estirando bien cada vez que tengo ocasión.

Lo malo es que después de todo este autotratamiento de choque me duele mucho más, aunque sé que es normal, porque después de la agresión del masaje la zona queda muy dolorida. Luego me pasaré por el hospital por si tienen bolsas de gel frío para estos casos o algún spray de efecto parecido.

Tras tres párrafos todavía no he contado que hoy, como se puede leer en el encabezamiento, he sumado cuatro vueltas más a este circuito, y van treinta y siete. Si no llega a ser por Manu (que hoy tenía las piernas un poco castigadas de su sesión de gimnasio de ayer) me voy en sentido antihorario otra vez. Así iba de dormido... Me he dado cuenta de que en breve, si todo va bien, alcanzaré los 100 primeros kilómetros recorridos en suelo afgano. O lo que es lo mismo, una duodécima parte de los que espero completar al final de mi estancia asiática: 1200 kilómetros (o lo que es lo mismo: 600 vueltas a mi circuito, ahí es nada).

Parece que no, pero poco a poco, día a día, voy sumando vueltas y kilómetros, y como mencionaba en una entrada anterior, me siento cada vez un poco más cerca de casa. Aunque a ratos me dé la impresión contraria. Pero, a decir verdad, son los menos...

lunes, 13 de mayo de 2013

Día 10: ¡qué noches tan cortas!

Km recorridos (día/total): 6/66                                             Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/33
 
Estoy durmiendo poco y lo noto, especialmente a la hora de levantarme, cuando me quedo sentado en la cama, soñoliento y pensando en la siesta que después nunca me echo. Pero es que por la noche siempre se me hace tarde, porque para hablar con casa por Skype a una hora razonablemente buena allí hay que esperar hasta casi media noche aquí, y cuando llego a la habitación me gusta leer al menos un capítulo o dos del libro que he empezado aquí: "Cometas en el cielo", de Khaleed Hosseini. Últimamente no soy capaz de finalizar el capítulo...
 
Hoy ha habido un cambio de rutinas, como ya os comentaba algún día de la semana pasada: zapatillas nuevas (esta semana tocan las Brooks Ghost 5, que seguramente morirán en un par de meses, si no antes) y giros en sentido horario. Parece mentira cómo una simple alteración de lo habitual puede provocar un efecto tan renovador. De repente, el mismo circuito al que he estado dando vueltas en sentido contrario durante 10 días se vuelve, con una simple inversión del sentido, uno totalmente distinto.
 
Lo de las zapatillas es caso aparte, y el principal motivo del cambio es, como ya explicaba en el artículo "¿Zapatillas de running? Dos pares, mejor que uno", evitar que el pie se acostumbre a un mismo apoyo y vaya adquiriendo los defectos de pisada que conlleva el desgaste de la zapatilla. Aún así, llevo varios días con una ligera molestia en la zona del tendón de Aquiles derecho, aunque nada grave. Seguro que de aquí a un par de días, Radiosalil mediante, está como nuevo.
 
Por cierto, la mañana ha sido espectacular: unas nubes altas ocultaban el sol a la hora de la carrera (luego el calor ha apretado de lo lindo), así que la temperatura se ha mantenido muy agradable durante la media hora de carrera. Y esta tarde, a última hora y con la intención de despejarme un poco, he hecho un buen rato de swiss ball, especialmente equilibrios encima de la pelota. Me relajan muchísimo. Y eso era lo que necesitaba después de los días tan largos, pero sobretodo, de las noches tan cortas que llevo acumuladas últimamente.

domingo, 12 de mayo de 2013

Día 9: el amanecer afgano

Km recorridos (día/total): 6/60                                             Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/30
 
Por motivos de trabajo, hay he tenido que adelantar mi hora habitual de carrera. A las seis y cuarto tenía que estar listo, así que me he organizado para levantarme una hora antes, correr media hora y estar duchado para entonces. Ni qué decir tiene que me ha costado levantarme: el vibrador del teléfono me ha sacado casi a rastras de un sueño placentero. Pero ha merecido la pena.
 
El sol en esta zona de Afganistán sale, durante estos días, minutos después de las cinco de la mañana. Hasta ahora, siempre que he salido a correr, ya brillaba con fuerza tres o cuatro dedos por encima del horizonte. Pero hoy no. Hoy me he levantado con él, y cuando he comenzado a rodar aún no asomaba por encima del merlón, así que he podido disfrutar de un par de vueltas con sombra y la brisa fresca de la mañana.
 
Además de todo, durante esos dos primeros giros al circuito de carrera, no he visto a nadie, así que he podido experimentar una sensación hasta ahora única en lo que llevo de estancia en este país: la soledad del corredor de fondo. Me he centrado en escuchar mi respiración y ser consciente de cosas que a menudo no apreciamos: el aire frío en la piel, la tensión muscular tras cada impacto,...Y todo ello sin tener que reparar en ningún vehículo. Tan sólo, lamentablemente, el continuo rugido de los generadores interrumpía, en determinadas zonas, la paz matinal de mi carrera de hoy.
 
Aunque el madrugón me ha costado trabajo, después de la ducha me sentía muy satisfecho con el simple hecho de haber tenido la suficiente fuerza de voluntad para levantarme tan temprano y echar a correr. Me ha ayudado, sin duda, el hecho de haberlo comentado con varios compañeros en el día de ayer. ¿Con qué cara iba a decirles yo hoy que al final me había quedado sin ver el amanecer afgano por pereza?
El madrugón de hoy mereció la pena en todos los sentidos
        El madrugón de hoy mereció la pena en todos los sentidos

sábado, 11 de mayo de 2013

Día 8: buscando potasio

Km recorridos (día/total): 6/54                                                   Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/27

El entrenamiento en un clima seco lleva implícito, qué duda cabe, un período de adaptación. En esta época, las mañanas afganas, al menos en la zona oeste del país, donde me encuentro, son agradables y frescas. El viento sopla con mediana fuerza la mayoría de los días desde que amanece (ignoro si lo sigue haciendo por la noche) y el ambiente es seco.

Las condiciones actuales son, a priori, idóneas para hacer deporte. Bien es cierto que se echa de menos un poco más de humedad, porque el 20 o 25 por ciento que debe haber en estos momentos reseca, como he comentado en otras entradas, las vías respiratorias en pocos minutos. Pero este hecho se compensa con las suaves temperaturas mañaneras del mes de mayo.

El problema viene después, cuando uno se pone el uniforme de trabajo durante 15 ó 16 horas: botas, pantalón largo, camiseta interior y camisola de manga larga. Como el clima es seco, da la impresión de que apenas se suda, y sin embargo no es así. Lo que ocurre es que el sudor se evapora rápidamente, con lo que su función de refrigeración se ve afectada negativamente, extremo por el cual el cuerpo produce más sudor, que vuelve a evaporarse. Casi sin darse uno cuenta, se pierden gran cantidad de sales minerales, algunas de las cuales son imprescindibles en el proceso de contracción muscular.

Una de ellas debe ser la que me está empezando a faltar a mí: el potasio. Así que aquí estoy, buscando la manera de conseguir un aporte extra, ya que de madrugada mis gemelos comienzan a amenazar con contraerse brusca y dolorosamente. En los próximos días me dedicaré a una búsqueda exhaustiva de este para mí preciado mineral, ya sea en su estado natural (plátanos) o en pastillas o componentes de electrolitos.

A ver si entonces mi musculatura deja de darme las noches...

viernes, 10 de mayo de 2013

Día 7: la primera alegría

Km recorridos (día/total): 6/48                                             Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/24

A pesar de que esta mañana le he comentado a Manu que la crónica de hoy se llamaría de otra manera (mañana será así. ¿Será por días?), luego me he acordado de que la del viernes ya tenía dueño, así que tendré que dedicar otro día a lo prometido a primera hora de hoy.
 
Es increíble como a veces las coincidencias y los caprichos del destino nos ponen en el camino de gente a la que, de otra manera, seguramente no habríamos llegado a conocer. Aunque aún es pronto para hablar de la experiencia afgana, yo ya he recibido una de las primeras alegrías al conocer a una persona entusiasmada con el deporte, que ha estado entrenando durante seis meses en unas condiciones nada fáciles, además de desempeñar, como me consta, una gran labor profesional.
 
Por eso, hoy por la mañana le he dicho a Adolfo, el supertriatleta afgano, que mañana al llegar a casa tendría una sorpresa. Para mí ha sido un verdadero placer coincidir con él aquí, pues aunque hayan sido sólo unos días, estoy seguro de que mantendremos el contacto a partir de ahora, y tendremos tiempo y ocasiones para charlar de deporte o de cualquier cosa, simplemente porque da gusto hablar con él y ver a una persona tan positiva e ilusionada.
 
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Y aunque él no lo crea así, pienso que deportivamente hablando es un crack, porque hay que serlo para hacer lo que él ha hecho. No sólo las marcas y los logros definen a un deportista. Hay otros parámetros que también cuentan, y mucho, y a mí me parece que, independientemente de los primeros, la ilusión, la dedicación y la capacidad de sacrificio describen perfectamente a un gran deportista como lo es él.
 
Así que hoy la crónica es un regalillo de bienvenida para Adolfo, al que echaré de menos en mis sesiones de swiss ball durante los próximos meses. Esto sigue como lo dejó esta mañana. Bueno, un poquito más vacío.
 
Por cierto, hoy, por fin, amaneció nublado. Pero tampoco tocaba hablar de eso...

jueves, 9 de mayo de 2013

Día 6: hitos que me acercarán a casa

Km recorridos (día/total): 8/42                                                   Vueltas dadas al perímetro (día/total): 4/21

A la hora de escribir esto el polvo flota en el ambiente, arrastrado por la leve brisa del norte. Sin embargo, esta mañana el aire estaba limpio y claro y se podían ver las cadenas montañosas que, tanto al norte como al este, se elevan imponentes, abrigo natural de mil batallas a lo largo de la historia de este país.

Hoy coincidíamos Juan, Manu y yo, y como es costumbre hemos empezado a rodar a ritmo suave, desperezándonos por el duro y pedregoso pavimento que hará las veces de maravilloso circuito de entrenamiento durante estos próximos meses. A veces en estos ratos impera el silencio únicamente roto por la respiración acompasada y el sonido que produce el impacto de las zapatillas sobre el terreno. Pero eso suele ser cuando ya llevamos unos cuantos minutos en movimiento. Al principio de cada carrera, como hoy, suelen surgir conversaciones poco trascendentes, que duran unos cientos de metros (otros días toda la sesión) antes de dar paso a una especie de introspección, en la que cada uno se sumerge en mayor o menor medida.

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A mí, cuando corro, me entretiene bastante hacer cálculos: de tiempos, de ritmos, de kilómetros... Just for fun. Esta mañana he estado haciendo cuentas en voz alta, compartiendo predicciones de cuántos kilómetros o cuántas vueltas a nuestro circuito nos esperan hasta noviembre. Es un elemento motivador: tantas semanas, tantas vueltas a la semana, tantos kilómetros por vuelta,...Y así, sin querer, uno va devorando metros sin darse cuenta, imaginándose cómo será cuando alcance los 500, los 1000 kilómetros, las 250, las 500 vueltas, las 600...

Todos estos momentos llegarán, estoy seguro. Lo mejor de todo es que esas pequeñas satisfacciones, esos pequeños hitos, llevarán implícito algo mucho más grande: cada vuelta nos acerca un par de kilómetros a casa.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Día 5: pequeñas rutinas

Km recorridos (día/total): 6/34                                             Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/17
 
Afortunadamente, las mañanas como las de hoy todavía son benévolas en lo que a temperatura se refiere. En determinadas zonas del circuito hay zonas de sombra que contribuyen a que el recorrido sea un poco más agradable. No obstante, correr todos los días durante los próximos seis meses en el mismo sitio corre el peligro de convertirse en un soberano aburrimiento, así que hay que buscar pequeñas rutinas y buenas compañías para hacerlo todo un poco más llevadero.
 
De las compañías hablaré mucho y bien en otra ocasión, conforme el tiempo me vaya dando la ocasión de conocer un poco más. De las pequeñas rutinas, a las que iré sumando otras a lo largo de mi estancia afgana, comenzaré hablando hoy. De momento, y aparte de las variaciones propias en el entrenamiento, que llevaré a la práctica conforme vaya aclimatándome a mi nuevo lugar de residencia eventual, he puesto en práctica la primera de ellas, fijando una hora determinada para cada día, en función de los quehaceres diarios: de lunes a jueves a las 06:45, y viernes, sábado y domingo aún por determinar, pero un poquito más tarde.
 
La segunda pequeña rutina será cambiar de zapatillas cada domingo. Esta semana me han tocado las Brooks Cascadia 7 rojas, la semana que viene las Ghost 5 y la siguiente las Cascadia 7 verdes y azules. Parecerá una tontería, pero ayuda a que cada semana sea distinta a la anterior. Por último, también los domingos cambiaré el sentido de la carrera. Esta semana, desde que llegué, las vueltas han sido en sentido antihorario. La semana próxima tocará en sentido horario. Y así, sucesivamente.
 
Por la tarde he vuelto otra vez a dedicarle un buen rato a la swiss ball en compañía de Adolfo, el triatleta afgano. La verdad es que me da mucha pena que se vaya pronto (se lo ha ganado, después de 6 meses aquí), porque los ratos de gimnasio son mucho más amenos en buena compañía. Y aunque él no lo sepa, para mí es todo un crack un tío que es capaz de llevar a cabo durante medio año un programa de entrenamiento con sesiones de rodillo de dos horas, gimnasio y carrera a 7000 kilómetros de casa, día tras día, semana tras semana. Lo dicho: un pedazo de triatleta.
 
Ya va siendo hora de irse a la cama, que mañana, como os he contado, hemos adelantado 15 minutos la hora de salida de la carrera. A ver si el tiempo se equivoca y amanece nublado (no tengo ninguna esperanza puesta en ello, todo hay que decirlo...). Da igual. Haga el día que haga, a las 06:45 (04:15 de la madrugada hora española) ya estaré dando las primeras zancadas del día por suelo afgano. Lo digo por si abres un ojo a esa hora. Ahí estaré. Corriendo.

martes, 7 de mayo de 2013

Día 4: se marcharon las nubes :-(

Km recorridos (día/total): 6/28                                             Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/14
 
Hoy de nuevo ha amanecido un día soleado (ayer bromeaba con Teresa por Skype: me decía que habían dado bueno para el fin de semana; yo le contesté que aquí han dado sol y viento para los próximos seis meses...). A decir verdad, por la tarde me llevé una pequeña alegría cuando iba camino del gimnasio y, sin saber muy bien de dónde habían salido, unas cuantas nubes taparon el sol hasta que atardeció. Deseé con todas mis fuerzas que permaneciesen ahí hasta la mañana siguiente, sin mucho éxito, por lo visto.
 
A las siete de la mañana sólo ha aparecido Ricardo que, como me dijo hace unos días con media sonrisa cuando le pregunté cuanto tiempo llevaba sin hacer deporte, ha pasado 20 años en el dique seco, atléticamente hablando. Nunca es tarde para comenzar de nuevo (si todavía no lo crees, puedes leer el artículo El deporte, fuente de eterna juventud). En esas condiciones, es evidente que nuestros ritmos son totalmente distintos, y un par de minutos después de comenzar cada uno ha ido a lo suyo.
 
Como todavía no termino de dormir bien, además ayer me acosté un poco más tarde de lo habitual (las dos horas y media de diferencia no ayudan) y por si fuera poco (que en realidad lo es) ando con una ligera gastroenteritis, hoy me encontraba un pelín cansado y tenía ganas de terminar pronto. Por ello, he corrido las tres vueltas seguidas y...¡sorpresa! a buen ritmo. Total, que tras poco menos de veintisiete minutos estaba con la tarea hecha y en la ducha.
 
Esta tarde, según me permita el trabajo, intentaré estrenarme con el TRX. Los últimos tres días han sido con swiss ball, y sólo puedo decir que es alucinante comprobar de qué manera funciona. ¡Ya os contaré un día de estos! De momento, mañana os hablaré de las pequeñas rutinas que harán que el mismo lugar sea otro totalmente distinto con mínimos ajustes a mi alcance. ¡Hasta mañana!

lunes, 6 de mayo de 2013

¿Por qué correr al menos 10 minutos al día es tan bueno?

Después de haber estado casi una semana sin actualizar los contenidos del blog, más allá de mi “Diario de un corredor afgano”, que podéis leer en su apartado correspondiente, me doy cuenta de que mi entrada diaria desde Asia no puede de ningún modo limitar el resto de contenidos del blog. De esta forma, procuraré actualizar con la misma asiduidad previa a la fecha de mi despliegue el resto de apartados, en consonancia con lo que vaya escribiendo también en el diario. Desgraciadamente, aquí el campo de experimentación y la variedad en determinados aspectos brilla por su escasez. No obstante, seguro que van surgiendo temas a los que resultará interesante dedicarles una merecida atención.

Hoy quería escribir, aún brevemente, sobre la cuestión que da título al artículo: ¿Por qué correr 10 minutos al día es tan bueno? Sé que al respecto he escrito con anterioridad en alguna que otra ocasión, pero nunca desde el punto de vista que ayer, trabajando un rato en el gimnasio en compañía de Adolfo, el triatleta afgano, le planteaba, y que expongo a continuación.

Puede que el mero hecho de correr 10 minutos al día no sea gran cosa en sí misma, aunque no voy a negar que tiene su importancia en ciertas cuestiones. Una de ellas es la siguiente: en muchas ocasiones se da el caso, en personas que llevan un plan de entrenamiento relativamente regular, de tener que interrumpir durante unos días la actividad física al nivel al que estábamos acostumbrados. Puede ser debido a mil razones: trabajo, circunstancias personales, una leve dolencia, mal tiempo,… En ese punto, pasamos de 200 a 0 en cuestión de días.

Por experiencia personal, sé que cuando uno está hecho a, por ejemplo, nadar sesiones de 5000 metros, el día en que, por un motivo u otro, sólo puede hacer 1500 metros, le invade la sensación de no haber hecho nada. Y casi prefiere no hacer nada. Y eso no puede ser. Si fuésemos conscientes de la importancia que tiene seguir activando, aún mínimamente, el organismo cada día, nos daríamos cuenta de que sólo comparativamente esos 1500 metros son pocos.

En otras palabras, esa tan manida frase de “yo para diez minutos (o veinte, o treinta, en función del patrón de comparación de cada uno) ni me cambio” pierde toda su validez. En un momento dado, un parón obligado en los entrenamientos habituales de cuatro o cinco días, por la circunstancia que sea, se mitiga enormemente con sólo dedicar diez minutos al día a correr un poco. Evidentemente no subiremos el nivel, pero sí que amortiguaremos la pérdida relativa del mismo. O sea, que no es lo mismo, aunque lo pudiera parecer, estar seis días sin hacer nada que correr al menos diez minutos cada uno de esos días.

Por eso os aporto este nuevo punto de vista sobre por qué es tan bueno correr al menos diez minutos todos los días: porque llegarán jornadas en las que eso sea lo único que podamos hacer. Y será poco, pero sólo relativamente. Por lo demás, crea una diferencia. Puede que pequeña, pero diferencia al fin y al cabo.

Día 3: no es difícil; tampoco es fácil

Km recorridos (día/total): 6/22                                               Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/11

He de reconocer que hoy me ha costado un poco más de lo habitual levantarme. De hecho, después de ponerme las mallas, he permanecido sentado en la cama durante un par de minutos, la mirada soñolienta y los pensamientos vagos. Es lo que tiene no haber dormido muy bien, pero tampoco es excusa para no levantarse. He salido a la calle, y los 45 minutos de adelanto de la hora de carrera, al menos de lunes a jueves, se notan en la frescura del ambiente. Eso sí, el sol ya lucía tres dedos por encima del horizonte, pero al menos aún no calentaba en exceso.

A las siete menos dos minutos ha aparecido Manu, el único superviviente, al menos hoy, del grupo de ayer. No me apetecía correr solo, así que he agradecido enormemente su presencia. Ha sido fácil ponernos de acuerdo: tres vueltas muy suaves al circuito de siempre, charlando y sin forzar lo más mínimo.

En un momento dado se me ha ocurrido que, a priori, no es tan difícil lo de correr al menos 10 minutos diarios y, sin embargo, tampoco es fácil establecer un compromiso que te lleve a no fallar ningún día. Al final, a no ser que uno sea un enamorado de la carrera o un testarudo que fija un objetivo y va a por él, no es descabellado pensar que, tarde o temprano, llegará el día en que falle la fuerza de voluntad por mil y un motivos, y nos digamos que, total, qué más da, si sólo son diez minutos. Yo, por suerte o por desgracia (según el caso), reúno ambas cualidades: me encanta correr y soy un cabezón, así que, a día de hoy, sumo ya 18 meses y 4 días corriendo de forma ininterrumpida al menos esos diez minutos.

He de decir que no me ha resultado tan difícil. Tampoco fácil, aunque sólo al principio. Luego uno se acostumbra, y ya no hay forma de parar.

domingo, 5 de mayo de 2013

Día 2: Dios los cría y ellos se juntan

El sol en Herat sale muy pronto. Nada que ver con los tardíos amaneceres mediterráneos. Yo no lo supe hasta ayer, y lo he podido constatar hoy nuevamente, cuando, pensando que las siete y media de la mañana sería una buena hora para correr sin pasar calor, salí sin gafas de sol y tuve que volver a mi alojamiento a por ellas.
 
Por otro lado, también creía que a esa hora, estando como estamos a principios de mayo, la temperatura sería agradable, incluso fresca. Tampoco. Debe haber una humedad relativa del 20 o 25 por ciento, y el calor se nota incluso desde primera hora de la mañana. A mí se me seca la garganta en seguida, así que mañana me llevaré una botella de agua a situar estratégicamente en algún punto del recorrido para atenuar el efecto de la sequedad ambiental.
 
Hoy, domingo, hemos vuelto a repetir hora de encuentro, y nos hemos juntado cinco, aunque estoy seguro de que el grupo irá aumentando con el paso de los días. La primera vuelta de 2 kilómetros ha sido muy suave, conjunta, para que el resto, menos Manu, que ya lo conocía, viese el circuito, y después de una breve parada, he vuelto a mis ritmos de carrera, charlando, pero con un pelín más de exigencia. Así, cada uno ha ido encontrando su ritmo y hemos completado dos vueltas más con pausa intermedia, ligero y con muy buenas sensaciones.
 
Por la tarde he tenido otra sesión de swiss ball, esta vez con la buena compañía de un triatleta, Adolfo, que termina misión en unos días (una pena no haber coincidido con él, porque habríamos aprendido mucho el uno del otro). De nuevo he trabajado, de forma muy relajada, abdominales y músculos de los que desconozco no ya su nombre, sino hasta su localización. Pero están ahí, por pequeños que sean, y son los que, a la larga, nos limitan el ejercicio por lo poco que, principalmente por desconocimiento, los trabajamos habitualmente.
 
Que bueno es, después de apenas 48 horas desplegado en suelo afgano, haber encontrado buenos acompañantes que dulcifiquen, en cierto modo, la rutina deportiva diaria. ¿Ley de la atracción?¿Casualidad? No lo sé. En cualquier caso, hacemos bueno el dicho: Dios los cría y ellos se juntan. Así, como si nada. Con naturalidad.

sábado, 4 de mayo de 2013

Día 1: hasta siempre, Takio

Km recorridos (día/total): 6/10                                               Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/5
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Aunque aún no me he repuesto totalmente del viaje, pero sobretodo del jet lag, esta mañana he madrugado un poco para salir a rodar. La diferencia horaria con la Península Ibérica es de dos horas y media en verano (para cuando cambien de nuevo la hora lo estaré celebrando), y los desplazamientos oeste-este son los que, a priori, más estragos causan en los patrones de sueño. Seguramente sea cuestión de un par de noches acostumbrarse.
 
Por la tarde me he animado a ir al gimnasio. A falta todavía de prepararme una buena rutina de ejercicios, he estado trabajando un buen rato de abdominales con la swiss ball y he estirado a conciencia a continuación. Mañana será el día para elaborar un pequeño planning de entrenamiento, que me sirva para estructurar un poco las sesiones de la tarde, de tal forma que incluya musculación, swiss ball y TRX, veremos de que manera.
 
Lamentablemente, acabo de conocer, mientras escribía esto, que hoy nos ha dejado mi amigo Takio. Finalmente, el cáncer ha podido con este luchador. Te echaré de menos. Al final, el jueves no pudimos darnos ese que sabía sería nuestro último abrazo. Hasta siempre, Takio.
 
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