lunes, 6 de mayo de 2013

Día 3: no es difícil; tampoco es fácil

Km recorridos (día/total): 6/22                                               Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/11

He de reconocer que hoy me ha costado un poco más de lo habitual levantarme. De hecho, después de ponerme las mallas, he permanecido sentado en la cama durante un par de minutos, la mirada soñolienta y los pensamientos vagos. Es lo que tiene no haber dormido muy bien, pero tampoco es excusa para no levantarse. He salido a la calle, y los 45 minutos de adelanto de la hora de carrera, al menos de lunes a jueves, se notan en la frescura del ambiente. Eso sí, el sol ya lucía tres dedos por encima del horizonte, pero al menos aún no calentaba en exceso.

A las siete menos dos minutos ha aparecido Manu, el único superviviente, al menos hoy, del grupo de ayer. No me apetecía correr solo, así que he agradecido enormemente su presencia. Ha sido fácil ponernos de acuerdo: tres vueltas muy suaves al circuito de siempre, charlando y sin forzar lo más mínimo.

En un momento dado se me ha ocurrido que, a priori, no es tan difícil lo de correr al menos 10 minutos diarios y, sin embargo, tampoco es fácil establecer un compromiso que te lleve a no fallar ningún día. Al final, a no ser que uno sea un enamorado de la carrera o un testarudo que fija un objetivo y va a por él, no es descabellado pensar que, tarde o temprano, llegará el día en que falle la fuerza de voluntad por mil y un motivos, y nos digamos que, total, qué más da, si sólo son diez minutos. Yo, por suerte o por desgracia (según el caso), reúno ambas cualidades: me encanta correr y soy un cabezón, así que, a día de hoy, sumo ya 18 meses y 4 días corriendo de forma ininterrumpida al menos esos diez minutos.

He de decir que no me ha resultado tan difícil. Tampoco fácil, aunque sólo al principio. Luego uno se acostumbra, y ya no hay forma de parar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario