jueves, 23 de mayo de 2013

Día 20: mejor no escribo de correr

Km recorridos (día/total): 2/112                                           Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/56
 
Hoy mejor no escribo de correr. Dejémoslo ahí, sin más. ¿Para qué darle más vueltas? Ha hecho un calor sofocante, seco, hostil. A medio día, el polvo en suspensión era un espectáculo desolador. En las distancias cortas apenas se nota, pero si uno levanta la cabeza, se da cuenta de que la visibilidad es tan reducida que apenas deja ver unos kilómetros más allá. Por suerte, todavía no me ha tocado entrenar en estas circunstancias, aunque bien es cierto que a primera hora de la mañana, sin tantos vehículos en circulación, el ambiente está un poco más limpio.
 
A mediodía es, de largo, la peor hora: el calor es asfixiante y el ambiente está muy sucio, así que hago lo posible por evitarlo. Y por la tarde, cuando baja el sol, la temperatura es un poco más agradable, pero el suelo de hormigón irradia el calor acumulado a lo largo del día.
Con Manolito y Juan, dos cracks afganos
Con Manolito y Juan, dos cracks afganos
 
Hace un rato han caído las primeras gotas de lluvia desde que estoy en Herat. Apenas cuatro gotas, sin exagerar. Ni siquiera se ha mojado el suelo. Nada que ver con las tormentas vespertinas de Moscú, donde casi por esta época el año pasado, a las siete de la tarde comenzaba a llover y no paraba durante horas, así día tras día, hasta que aprendí que había que correr antes para no mojarse, especialmente en las salidas de los dvor, los patios interiores rusos, que desalojaban ingentes cantidades de agua imposible de sortear.
 
Me apetece correr por la Casa de Campo de Madrid, con sus árboles, su tierra suelta...o por la orilla de la playa, respirando el aire húmedo que trae el viento de levante. Echo de menos la pista del PDM de San Javier, sus 800 metros de tierra suelta, blandita, la gente jugando al padel en un extremo y tirando con arco en el otro (siempre me da mal rollo correr ese lateral cuando están tirando, la verdad).
 
Me apetece algo que no sea el hormigón armado que me machaca los gemelos y el sóleo, que me ata a ritmos lentos, que no me deja escribir de lo que me gusta...

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