lunes, 6 de mayo de 2013

¿Por qué correr al menos 10 minutos al día es tan bueno?

Después de haber estado casi una semana sin actualizar los contenidos del blog, más allá de mi “Diario de un corredor afgano”, que podéis leer en su apartado correspondiente, me doy cuenta de que mi entrada diaria desde Asia no puede de ningún modo limitar el resto de contenidos del blog. De esta forma, procuraré actualizar con la misma asiduidad previa a la fecha de mi despliegue el resto de apartados, en consonancia con lo que vaya escribiendo también en el diario. Desgraciadamente, aquí el campo de experimentación y la variedad en determinados aspectos brilla por su escasez. No obstante, seguro que van surgiendo temas a los que resultará interesante dedicarles una merecida atención.

Hoy quería escribir, aún brevemente, sobre la cuestión que da título al artículo: ¿Por qué correr 10 minutos al día es tan bueno? Sé que al respecto he escrito con anterioridad en alguna que otra ocasión, pero nunca desde el punto de vista que ayer, trabajando un rato en el gimnasio en compañía de Adolfo, el triatleta afgano, le planteaba, y que expongo a continuación.

Puede que el mero hecho de correr 10 minutos al día no sea gran cosa en sí misma, aunque no voy a negar que tiene su importancia en ciertas cuestiones. Una de ellas es la siguiente: en muchas ocasiones se da el caso, en personas que llevan un plan de entrenamiento relativamente regular, de tener que interrumpir durante unos días la actividad física al nivel al que estábamos acostumbrados. Puede ser debido a mil razones: trabajo, circunstancias personales, una leve dolencia, mal tiempo,… En ese punto, pasamos de 200 a 0 en cuestión de días.

Por experiencia personal, sé que cuando uno está hecho a, por ejemplo, nadar sesiones de 5000 metros, el día en que, por un motivo u otro, sólo puede hacer 1500 metros, le invade la sensación de no haber hecho nada. Y casi prefiere no hacer nada. Y eso no puede ser. Si fuésemos conscientes de la importancia que tiene seguir activando, aún mínimamente, el organismo cada día, nos daríamos cuenta de que sólo comparativamente esos 1500 metros son pocos.

En otras palabras, esa tan manida frase de “yo para diez minutos (o veinte, o treinta, en función del patrón de comparación de cada uno) ni me cambio” pierde toda su validez. En un momento dado, un parón obligado en los entrenamientos habituales de cuatro o cinco días, por la circunstancia que sea, se mitiga enormemente con sólo dedicar diez minutos al día a correr un poco. Evidentemente no subiremos el nivel, pero sí que amortiguaremos la pérdida relativa del mismo. O sea, que no es lo mismo, aunque lo pudiera parecer, estar seis días sin hacer nada que correr al menos diez minutos cada uno de esos días.

Por eso os aporto este nuevo punto de vista sobre por qué es tan bueno correr al menos diez minutos todos los días: porque llegarán jornadas en las que eso sea lo único que podamos hacer. Y será poco, pero sólo relativamente. Por lo demás, crea una diferencia. Puede que pequeña, pero diferencia al fin y al cabo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario