viernes, 31 de mayo de 2013

Día 28: vínculos de runners

Km recorridos (día/total): 2/140                                          Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/70
 
Al final hoy también se me ha hecho tardísimo para sentarme a escribir, pero aquí estoy, intentando mantener la compostura delante del teclado y con un calor de muerte dentro de la cabina de internet. De nuevo ha sido un día muy largo, con muchas cosas que hacer, incluidos, como no, mis diez minutos, de momento ni uno más, de carrera por la mañana, seguidos de una buena sesión de estiramientos.
 
Después de un mes aquí, al final uno se da cuenta de que siempre se cruza a las mismas personas, a las mismas horas. Hay grupitos de italianos que salen a rodar, tres o cuatro personas a lo sumo, muy tranquilos, siempre en sentido antihorario. Luego hay gente dispersa por ahí, que me cruzo cada vuelta, normalmente en la parte del circuito que sale de la zona de vida y circula paralela entre el merlón y la pista, una carretera de hormigón con una estrecha cuneta pedregosa que aprovecho para no cargar mucho las piernas.
 
Tras cuatro semanas, los corredores empezamos a reconocernos unos a otros. Ya se sabe quien va a tal o cual ritmo, y aunque no sé los nombres de las personas con las que me cruzo, seguramente al final de estos seis meses hayamos corrido algún día juntos para compartir breve y entrecortadamente alguna que otra experiencia, sobre la vida aquí o sobre las carreras en general.
 
Se va forjando un vínculo entre runners, que terminan conociéndose por el simple hecho de cruzarse en el camino de forma periódica. Es curioso, pero es como una relación que se va consolidando: empiezas por un leve saludo, tal vez un leve asentimiento con la cabeza o un ligero gesto, y conforme van pasando los días ese saludo se hace más cercano, hasta que llega el día en que le preguntas "¿vamos?", y uno de los dos se da la vuelta y une su camino al del otro, aún por unos minutos.
 
A partir de ese momento, sin que haya habido más palabras, se puede decir que surge una relación más cercana, y se va forjando una especie de "amistad atlética" entre ambos: los saludos son más efusivos, a menudo se comparten kilómetros, y puede que hasta alguna que otra vivencia más personal. Yo aún estoy en el punto de los leves gestos y los ligeros asentimientos con la cabeza. Queda tiempo por delante para hacer amistades.
 
Por cierto, hoy, por fin, me he podido escapar al gimnasio, y he aprovechado para hacer una sesión muy suave de swiss ball. Mañana, si no ocurre nada especial, repetiré antes de comer. Ahora me voy a dormir, que estoy muy cansado.

Vaya, otro día sin foto. Tengo que arreglar mi falta de previsión...

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