sábado, 1 de junio de 2013

Día 29: por las reinas de Francia, de Rusia y de Inglaterra

Km recorridos (día/total): 2/142                                           Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/71
 
Esta mañana he amanecido casi a las ocho. Con esto de que, de momento, con una vuelta y diez minutos me bastan (ojalá pudiese un poco más, pero mejor no), puedo aprovechar y descansar un poco más, sobretodo después de esta semana que ha sido verdaderamente intensa. Me gusta mirar el teléfono por la mañana, por si hay algún correo interesante o algún mensaje por whatsapp de alguien.
 
Hoy me ha alegrado mucho tener un mensaje de mi buen amigo Pedro. Me ha hecho, por un rato, pensar en los partidos de tenis que jugábamos y en los paseos con Rex, su pastor alemán, flanqueado por Danko y Troy, mis dálmatas, a primera hora de la mañana del sábado. He de decir que jugar al tenis con Pedro es de las cosas que más disfruto a día de hoy, y no por el hecho de que sea un competidor nato, que lo es y de los buenos, sino porque me lo paso en grande con él, deportiva y personalmente hablando.
 
 
Como ya he contado en alguna ocasión, Pedro tiene una derecha temible, de esas que cuando está bien engrasada abre ángulos a velocidad endiablada. A mi me gusta jugarle al revés y liftado. Cuando me sale un buen golpe, de esos en que la pelota bota bien alta, Pedro me grita, en mitad del punto: "¡Tírala más alta!", y yo me río para mis adentros. También me divierto al escucharle resoplar cuando me sale una buena dejada. Entonces, corre hacia la red maldiciendo en alemán, o acordándose de las reinas de Francia, de Rusia o de Inglaterra.
 
Pero, por encima de todo, me encanta jugar con Pedro porque es una persona que jamás pone una excusa a un buen punto del contrario. Te felicita sinceramente si has jugado bien, y si te gana, lo hace con tanta humildad que no te queda otro remedio que irte contento a casa a pesar de perder. No le faltan palabras de ánimo cuando te ve decaído, ni alabanzas cuando te salen las cosas bien. Termine como termine el partido, al final siempre nos felicitamos, no por el juego en sí, creo yo, sino por el buen rato que hemos pasado jugando juntos.
 
Estando donde estoy, echo de menos a amigos como Pedro, que le pregunta cada día a Teresa cómo me va con sincero interés y me manda algún correo un viernes por la noche para alegrarme la mañana del sábado al despertar. Echo de menos los partidos contra él, los paseos con los perros y su vitalidad siempre que nos encontramos.
 
A partir de noviembre tendremos que ponernos las pilas, si queremos recuperar el tiempo y los sets perdidos. Lo estoy deseando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario