sábado, 29 de junio de 2013

Día 57: contrastes

Km recorridos (día/total): 7/302,6                                      Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/137
 
Ha sido un día duro. No por salir a correr a las siete y media, cuando Manu y yo nos hemos ido rodando muy tranquilos hasta el extremo sur de la base, junto a cabecera de pista, haciendo kilómetros casi sin darnos cuenta. Ha sido la primera vez, a excepción del día de la carrera del aniversario del US Army, que corro en esa dirección, y lo cierto es que ha sido muy agradable, especialmente porque he podido correr prácticamente cinco kilómetros sin tocar el asfalto. Tendré que volver. Sumaré menos vueltas, pero mis piernas lo agradecerán.
 
Para ser sincero, hoy me he movido entre los contrastes, entre el frío y el calor de las miradas, el tacto y las palabras. Entre las sonrisas y las ganas de vivir (los niños, como escribí una vez, son niños en todos sitios, aunque la infancia a veces no sea infancia en todos esos lugares), entre la cruda realidad y lo que me gustaría que fuese, entre la indignación y la felicidad absoluta, entre las sombras de los grandes (des)propósitos y las luces de unos breves minutos de juegos, en los que se da la espalda a lo que hemos creado y se recibe con brazos abiertos lo que es, aunque sólo sea durante ese breve lapso de tiempo.
 
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No puedo, aunque me gustaría, profundizar en lo que he vivido durante el día de hoy.  En parte porque forma parte de mi intimidad más profunda, de mis sentimientos más personales, de mi alma más desnuda. En parte también porque a buen seguro elaboraría juicios de valor ciertamente incompletos que no harían sino llevarme a una encrucijada difícilmente salvable en un esfuerzo a todas luces inútil por defender lo indefendible, por atacar lo inexpugnable. Las inercias sociales y culturales son monstruos voraces.
 
Así que hoy, que tendría un sinfín de cosas de las que hablar, no hablaré en particular de ninguna, principalmente por incapacidad emocional. Los sentidos se inundan ante días como el que he vivido, las emociones se desbordan, desgarran, arrastran con todo lo que encuentran a su paso.
 
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Esta noche soñaré con risas, con llantos, con caricias, con calladas demandas de cariño, con niños que juegan con globos y beben zumo de tetrabrik y comen bizcocho con avidez, con tímidos silencios y con explosiones de infancia destapada con cuentagotas, con niños que quieren jugar al fútbol y niñas hazara con pañuelos anudados a la cabeza y ojos ligeramente rasgados.
 
También tendré pesadillas, pero esas no son para llenar páginas de blog.

1 comentario:

  1. El comentario que hice sobre esta entrada iba inspirado en una bonita mirada, que veo ha desaparecido y que imagino el motivo. Pero como sabemos cual es, solo decir que esa mirada me hizo estremecer, porque no hacía falta decir nada, su mirada lo decía todo.

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