martes, 4 de junio de 2013

Día 32: a veces me cuesta tanto...

Km recorridos (día/total): 4/152                                           Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/76
 
(...) todas las cosas verdaderamente importantes —la belleza, el amor, la creatividad, la alegría, la paz interna— surgen de más allá de la mente. (Eckhart Tolle)
 
Hay días en los que me levanto atrapado en mi mismo, sin saber muy bien por qué. Hoy ha sido uno de esos días, en los que el tiempo se ralentiza y las horas discurren perezosas, arrastrando cada instante hasta hacerlo parecer una eternidad. En días como estos, me alegro más que nunca de, en cierto modo, ser un autómata que no sabe decir que no a la carrera de por la mañana y quedarse en la cama. Haciendo de tripas corazón, hoy me he calzado las Ghost 5 y me he echado a correr. Me ha costado horrores.
 
Por suerte, y ya puestos, me apetecía correr solo, y por una cosa o por otra (aquí cada uno tiene sus circunstancias y sus momentos) así ha sido. Me he atrevido nuevamente con dos vueltas al perímetro de las zonas italiana y española, recorriendo la parte exterior del merlón de sur a norte. Curiosamente, las montañas apenas podían distinguirse en el horizonte, porque una gran nube de polvo las ocultaba de la vista. Durante el día, el mismo polvo ha vuelto a andar rondando. Dicen los afganos que en breve comenzarán los 120 días de viento, que traerá polvo en suspensión casi de forma continua durante unos cuantos meses. Cuando pasen casi me habré ido...
Foto de Emilio Morenatti.
                                       Foto de Emilio Morenatti.
 
He de decir que, por ahora y en lo relativo al polvo, soy muy afortunado. Antes de venir la gente me hablaba de lo perjudicial que podía llegar a ser para el organismo, al transportar aquel esporas a las que no está acostumbrado. Sin embargo, salvo en una ocasión (que achaco más al exceso de cenas oficiales que al polvo), la salud me ha respetado y de las temidas gastroenteritis afganas, de momento ni rastro. Ojalá siga así por mucho tiempo.
 
Yo, no sé por qué, sospecho que tiene mucho que ver el ejercicio diario, pero sobretodo con la hora a la que lo realizo. Antes de las siete de la mañana son escasos los coches que circulan por el circuito donde entreno, por lo que le polvo apenas se levanta. Por si acaso, si en algún momento me sobrepasa un vehículo, intento cubrirme y protegerme las vías respiratorias. Estoy convencido de que, al final, mi cuerpo se acostumbrará al polvo afgano sin mayores consecuencias.
 
Me voy a dormir. Es lo que llevo deseando hacer hoy desde que me levanté, después de haber pasado una noche regular, con continuos despertares. Mañana amanecerá igualmente, y seguro que el sol incide en mi mente de una manera concreta, haciendo que lo vea todo desde un prisma un tanto distinto. Os lo contaré.

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