viernes, 7 de junio de 2013

Día 35: me miran raro

Km recorridos (día/total): 6/162                                                 Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/81

Venir aquí ha supuesto para mí cambiar algunas de mis costumbres diarias, en  algunos casos para poder adaptarme a los horarios o a las condiciones climáticas, y en otros porque existe una imposibilidad física de llevar a cabo determinadas rutinas: mis sesiones de recuperación con Jose o Juan Diego, que conocen al milímetro mi musculatura y saben como atajar mis lesiones, las carreras por terreno variado, los partidos de tenis,... 

Las variaciones en la alimentación son grandes. Es cierto que como en casa no se come en ningún sitio, tanto en calidad como en cantidad, esto último si uno se lo propone. También es justo decir que la calidad de la comida aquí es más que aceptable, así como la variedad. Pero me ha costado un mes ajustar las cantidades. Eso es algo que en casa me resulta muy sencillo, sobretodo porque suelo pesarme a diario, y en función del resultado ajusto la ingesta de alimentos o la dosis de ejercicio para mantenerme dentro de los márgenes que deseo.

Hacer esto aquí me resulta más complicado, principalmente porque no dispongo de una báscula (tampoco pasa nada), y me tengo que guiar por los signos externos, que también me valen, para determinar si me mantengo en el peso que quiero. En cualquier caso, desde hace unos días he comenzado a controlar un poco más las cantidades de comida, porque si no uno se planta con cuatro o cinco kilos más en noviembre, y a ver quién corre rápido entonces.

Así que he comenzado a utilizar un cuenco, en lugar de un plato, para todo lo que se puede comer en él: ensaladilla, arroz, sopa...y, aunque el señor o la señora filipina que está de servicio en el comedor me mire con cara rara cuando lo hago, siempre pido que en el segundo plato me pongan un solo filete o una ración reducida de lo que haya: carne, pescado, pasta,...

Pero no todo iba a ser tan sencillo, y ahora tengo que aprender a decir que no a los postres. Sé que debería tomar más fruta, especialmente entre horas, y dejar los flanes y las natillas para ocasiones especiales, pero de momento es superior a mis fuerzas, lo admito. Eso, y la Coca Cola. Tengo mis debilidades (de sobra conocidas).

A todo esto, el test de esta mañana, bajo un calor de justicia (y eso que he comenzado a las siete y media de la mañana) ha sido un éxito rotundo: tres vueltas al circuito, la segunda a un buen ritmo, y cero molestias en el sóleo, que ahora está sólo un poco raro, pero ya está. Con un poco de suerte, a principios de la semana próxima meteré un poco de calidad. Sólo un poco, pero lo suficiente para coger buenas sensaciones de cara a finales de la semana que viene. Y es que, con un poco de suerte, después de más de mes y medio, volveré a competir.



Los americanos organizan una carrera de 5 kilómetros como celebración del aniversario del Army (ya podríamos aprender). Será el próximo viernes a las ¡seis y media de la mañana!. Tocará madrugar para activarse un poco, pero me da igual. Tengo tantas ganas de correr a todo lo que dé el cuerpo...

Pequeño objetivo a corto plazo. Y ya estaremos a mitad de junio.

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