domingo, 30 de junio de 2013

Día 58: a base de kilómetros

Km recorridos (día/total): 7/309,6                                      Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/139
 
"Puede ser que el mar domine tus horas, o que toda tu risa le gane ese pulso al dolor".
Dani Martín.
 
Como dice Nacho, mi compañero de habitación, cada vez que salgo a primera hora, paso por al lado de su cama y le digo: ¡vamos a correr!, esta mañana estaba "mazao", así que me han dado las ocho antes de que fuese capaz de levantarme, protestando para mis adentros, bostezando, soñoliento, dolorido,...me he puesto las Ghost 5 (antepenúltimo día de utilización: después de las dos carreras de esta semana las jubilaré) y me he puesto a rodar. Eso sí, muy despacio al principio, que me cuesta unos minutos coger el ritmo y desentumecer los músculos pero, sobretodo, las articulaciones, especialmente las de los tobillos.
 
Luego, el domingo ha sido mucho más tranquilo de lo que en principio se preveía, así que me lo he tomado con mucha calma, relajado, que para algo es domingo aunque haya que ir a la oficina. A decir verdad, lo necesitaba, después del día de ayer, emocionalmente tan duro, tan alegre y tan triste a la vez, tan cargado de risas, tan contenido en llantos.
 
Y hoy, que no sabía de qué escribir (algo se me habría ocurrido, pero a veces cuesta), me he llevado la alegría de poder, por fin, después de dos meses, charlar un buen rato con mi gran amigo David y pensar que, por qué no, él era un buen motivo para esta entrada. Yo sé que seguramente se sonrojará un poco al leer esto, pero no puedo ocultar que, como le he dicho, es para mí una permanente fuente de inspiración.
 
Hemos charlado un poco de todo: de mi vida en Afganistán, de cómo van las cosas por allí, de los kilómetros que haremos juntos a la vuelta, de las sesiones de pista que pensamos implementar, del blog, de los amigos a los que echo de menos, de nuevos proyectos, de nuevas ilusiones, de cómo se añoran unos vaqueros y una camiseta, una paella en casa y una carrera por la orilla de la playa.
 
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David es, probablemente, la persona más humilde y sensata que conozco. Como me dijo una vez, sabe escuchar. Y tiene la misteriosa capacidad de hacerte sentir mejor sin apenas decir nada. Hoy me ha comentado que de vez en cuando comparte lo que lee en el blog con su gente. Es uno de los mejores halagos que me han hecho nunca. Así, como es él. Sin apenas decir nada.
 
Me siento muy afortunado. Mi experiencia en Afganistán, a pesar de los momentos difíciles, de la separación y de otros muchos aspectos, está siendo muy enriquecedora. Tal vez, entre otras cosas, porque, como le decía a David, aquí (aunque no sólo aquí) uno aprende a apreciar lo verdaderamente importante.
 
A base de kilómetros y kilómetros, de frío y de viento (aquella mañana en el Garruchal, ¿te acuerdas?), de mil conversaciones y un millón de silencios (porque he pasado ratos muy duros, de los peores, a su lado), se termina conociendo bien al que corre contigo. Por la respiración, porque se deja caer medio metro, porque baja un poco la cabeza y se le hunde la mirada...
 
Máquina, tienes reservadas las páginas centrales de este pequeño libro que es mi vida.
 
Y no dejaré nunca de agradecértelo.

sábado, 29 de junio de 2013

Día 57: contrastes

Km recorridos (día/total): 7/302,6                                      Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/137
 
Ha sido un día duro. No por salir a correr a las siete y media, cuando Manu y yo nos hemos ido rodando muy tranquilos hasta el extremo sur de la base, junto a cabecera de pista, haciendo kilómetros casi sin darnos cuenta. Ha sido la primera vez, a excepción del día de la carrera del aniversario del US Army, que corro en esa dirección, y lo cierto es que ha sido muy agradable, especialmente porque he podido correr prácticamente cinco kilómetros sin tocar el asfalto. Tendré que volver. Sumaré menos vueltas, pero mis piernas lo agradecerán.
 
Para ser sincero, hoy me he movido entre los contrastes, entre el frío y el calor de las miradas, el tacto y las palabras. Entre las sonrisas y las ganas de vivir (los niños, como escribí una vez, son niños en todos sitios, aunque la infancia a veces no sea infancia en todos esos lugares), entre la cruda realidad y lo que me gustaría que fuese, entre la indignación y la felicidad absoluta, entre las sombras de los grandes (des)propósitos y las luces de unos breves minutos de juegos, en los que se da la espalda a lo que hemos creado y se recibe con brazos abiertos lo que es, aunque sólo sea durante ese breve lapso de tiempo.
 
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No puedo, aunque me gustaría, profundizar en lo que he vivido durante el día de hoy.  En parte porque forma parte de mi intimidad más profunda, de mis sentimientos más personales, de mi alma más desnuda. En parte también porque a buen seguro elaboraría juicios de valor ciertamente incompletos que no harían sino llevarme a una encrucijada difícilmente salvable en un esfuerzo a todas luces inútil por defender lo indefendible, por atacar lo inexpugnable. Las inercias sociales y culturales son monstruos voraces.
 
Así que hoy, que tendría un sinfín de cosas de las que hablar, no hablaré en particular de ninguna, principalmente por incapacidad emocional. Los sentidos se inundan ante días como el que he vivido, las emociones se desbordan, desgarran, arrastran con todo lo que encuentran a su paso.
 
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Esta noche soñaré con risas, con llantos, con caricias, con calladas demandas de cariño, con niños que juegan con globos y beben zumo de tetrabrik y comen bizcocho con avidez, con tímidos silencios y con explosiones de infancia destapada con cuentagotas, con niños que quieren jugar al fútbol y niñas hazara con pañuelos anudados a la cabeza y ojos ligeramente rasgados.
 
También tendré pesadillas, pero esas no son para llenar páginas de blog.

viernes, 28 de junio de 2013

Día 56: la noche más corta

Km recorridos (día/total): 6,6/295,6                                   Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/135
 
Ayer, como contaba, estuve de cena con los compañeros de mi oficina. Fue todo genial casi hasta la hora de acostarme. Luego, sin saber muy bien por qué, me costó un montón dormirme. A las dos y media me puse unos pantalones cortos y salí a que me diese un poco el aire, harto ya de dar vueltas y más vueltas, con la salsa de langosta de los espaguetis luchando por quedarse a vivir en mi estómago.
 
Al menos me entretuve un rato siguiendo el España-Italia de la Copa Confederaciones por el móvil. Pero también era demasiado para mí: penaltis y una mala conexión a internet no son la mejor combinación. Afortunadamente, los viernes se entra a trabajar un poco más tarde, así que me he quedado en la cama hasta casi las ocho. Desde hace unas semanas tengo nuevo compañero de habitación, después de casi mes y medio solo.
 
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Lo que para muchos ha sido un inconveniente, para mí ha sido una gran noticia. Ya paso solo bastante tiempo al cabo del día. Además, Nacho y yo nos conocemos desde hace un tiempo y sabíamos, por el carácter de los dos, que la convivencia resultaría más que sencilla. Casi nos enteramos al mismo tiempo de que veníamos a Afganistán, y compartimos los preparativos del viaje y muchos momentos aquí. Para mí, pasar a convivir con él durante lo que queda de misión es una suerte.
 
Pero a lo que iba, cuando me he levantado (hoy no había quedado con nadie), me he puesto la ropa y las zapatillas en un estado casi catatónico, muerto de sueño. De hecho, me ha costado un par de vueltas despejarme. En principio, no sabía si lo dejaría ahí, en los dos giros, pero finalmente he dado un tercero, con buenas sensaciones a pesar del cansancio, todo sea dicho.
 
Además de todo esto, la meteo me está respetando durante esta semana. Nuevamente ha amanecido un día totalmente cubierto y con un poco más de humedad de lo que había sido habitual aquí desde que llegué. Eso sí, parece que por fin ha comenzado a soplar el viento afgano de los 120 días, ese que irrita los ojos, especialmente por la tarde. Veremos si es cierto que son cuatro meses. Si es así, lo despediré desde la escalerilla del avión un día de finales de octubre, espero.
 
El resto del día ha dado poco más de sí en el terreno deportivo. ¡Ah, casi lo olvidaba! He recibido de España algunas cosillas que harán mi estancia mucho más agradable de aquí al final. ¡Y por fin tengo sales minerales!
 
Mañana promete ser un grandísimo día, profesional y personalmente hablando, así que hoy me iré pronto a dormir, que a las siete y media he quedado con Manu para dar unas cuantas vueltas antes de comenzar la jornada laboral. Sí, es sábado, pero sólo porque hay entrenamientos y calificación de fórmula 1. Por todo lo demás, es un día más. O un día menos, según se mire.

jueves, 27 de junio de 2013

Día 55: the earlier, the faster

Km recorridos (día/total): 6,6/289                                     Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/132
 
No es que me haya dado por ser internacional ni nada por el estilo. En realidad, esta entrada la tengo pensada desde ayer aunque como por otro lado ya tenía algo de lo que escribir, preferí dejarla para hoy. A decir verdad, es la primera vez desde que estoy aquí que me ocurre. La mayoría de las ocasiones me siento delante del ordenador sin saber muy bien por donde salir (luego todo fluye, salvo en contadas ocasiones, y es mucho más fácil).
 
Ayer me enteré de que los americanos van a organizar otro cinco mil. Hasta ahí, bien, porque ya lo sospechaba, aproximándose como se aproxima el cuatro de julio. Lo que no esperaba (o tal vez sí, pero me resistía) es que fuese otra vez tan temprano. Incluso más temprano que la vez anterior. Resulta que la salida de la carrera será a las seis de la mañana. Un jueves. Un cinco mil. Conociéndome como me conozco.
 
Así que, como aproveché para decirles que también nosotros estábamos organizando una prueba para la semana próxima, el siete de julio, empezamos un poco con la broma. Que si no saben hacer las cosas. Que aprendan de nosotros. Que nuestra carrera es más corta. Que es más tarde. Que es en domingo. Que tendremos un toro que pega calambrazos a los rezagados (bueno, eso no se lo dije: ya se enterarán). Que luego pondremos chocolate con churros...
 
Pero lo cierto, al fin y al cabo, es que su cinco mil será a las seis de la mañana, y que allí estaremos para dar guerra. The earlier, the faster (cuánto más temprano, más rápido). O sea, que no les voy a regalar nada, y que si ponen un cinco mil a las cuatro y media iré también, y saldré a muerte, y el que quiera ganar tendrá que pegarse un buen calentón, que el mío ya lo tengo asumido y no me duele (ahora, me refiero; luego en carrera es otra cosa). Así que si esperan que vaya el día cuatro a felicitarles el cuatro de julio, que sepan que iré, mentalizado a tope. Y tres días más tarde, San Fermín.
 
Entre tanta historia, no he contado nada de este nuevo día, tan parecido, tan diferente al anterior ;-), que afortunadamente volvió a amanecer nublado. Por primera vez en los últimas dos semanas no he salido a rodar solo. Hoy me ha acompañado Manu, a pesar de andar con una leve infección de garganta, y nos lo hemos tomado con mucha calma, que tampoco está mal. Luego ha soplado un viento fuerte del norte que arrastraba polvo en suspensión, hasta tal punto que, después de toda la tarde al aire libre por una cosa u otra, los ojos me escocían una barbaridad a la hora de la cena.
 
Llegada esa hora, yo ya no tenía ni ganas de cenar ni nada de nada, de lo cansado que estaba (y estoy). Afortunadamente, la compañía era muy agradable y ha sido una velada estupenda, con muchas, muchísimas risas, que tanta falta hacen. Y mañana ya es viernes. Y este fin de semana tiene domingo (en Silverstone, por cierto). Y yo estoy feliz.

miércoles, 26 de junio de 2013

Día 54: la trituradora afgana

Km recorridos (día/total): 6,6/282,4                                  Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/132
 
Esto es un infierno...para los corredores. O no, según se mire. Lo que estoy comprobando aquí es que los métodos tradicionales de "entrenamiento", véase, carrerita contínua a velocidad absurda, hoy veinte minutos, mañana treinta, la semana que viene cuarenta, la siguiente paro porque me duele todo,...son altamente inefectivos en un lugar donde las temperaturas son altas, la humedad baja, la fatiga muscular es enorme y, sobretodo, el terreno es altamente lesivo.
 
Y sin embargo, herencia de corredores populares de otro siglo y pastores ovejeros (entiéndase por pastor ovejero, con todos mis respetos, aquel que pastorea rebaños de alumnos, soldados u otros grupos, a cinco treinta o seis minutos el kilómetros durante 40 ó 50 minutos), ahí se sigue manteniendo el método tradicional, hasta que las rodillas aguanten, en el mejor de los casos. Es la trituradora afgana.
 
¿Por qué digo esto? Hoy, sin ir más lejos, he mantenido dos conversaciones al respecto del tema. Ayer, otra más. Y yo, hablando del sistema fraccionado y de las paradas cada cierto tiempo, parezco un revolucionario, intentando convencer a la gente de que no tiene sentido meterse, de la noche a la mañana, cuarenta o cincuenta minutos de machaque. Pero no lo soy. Simplemente, he comprobado en mis carnes que hay otras formas mejores, más agradables, menos agresivas, menos lesivas, de conseguir mejores resultados.
 
No es que la carrera contínua sea mala en sí misma pero, desde luego, considero que no es el mejor método para empezar, ni tampoco para progresar. ¿Por qué obtener un resultado a base de kilómetros y kilómetros, si se puede obtener con métodos mucho más eficaces y con menos kilómetros, o lo que es lo mismo, con un desgaste articular y orgánico menor?¿Por qué no eliminamos los kilómetros de la basura de nuestro entrenamiento?
 
Al fin y al cabo, se trata de que la máquina de correr que es nuestro cuerpo nos dure toda la vida. Se puede, sin duda. Igualmente, se puede correr todos los días.
 
Conversación:
 
- La semana que viene llegaré a los veinte meses corriendo todos los días.
 
- ¿Todos los días?¿Y cuánto corres?¿Y no descansas?
 
- Todos los días, al menos diez minutos. Correr sólo diez minutos es descansar. Incluso diría que es mejor que descansar. (Intercambio de miradas, sé lo que viene a continuación...)
 
- Ah, si son sólo diez minutos, entonces es fácil.
 
Pienso: Hazlo tú. Digo:
 
- Sí, sí que es fácil.¿Empiezas mañana? Si quieres quedamos...
 
- Mañana no me viene bien. Ya empezaré en otro momento.
 
Y nunca más se supo.
 
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Bueno, hoy estoy tal vez un poco ácido de más, he de reconocerlo, pero es miércoles, gran día, y he encontrado este momento de inspiración que otros días tanto echo en falta. No lo he dicho, pero esta mañana han caido al saco de vueltas tres más, con paradas intermedias, que ando con molestias en el bíceps femoral izquierdo, sin reloj ni ningún control de tiempo. Correr por correr. Just for fun.
 
El cielo esta tarde estaba tan bonito como se muestra en la fotografía. Lo que es imposible retratar es la temperatura ambiente...Por cierto, esta mañana estaba nublado cuando he salido de mi edificio. Lo que yo digo, un gran día.

martes, 25 de junio de 2013

Día 53: con sólo 300 me pilla el toro

Km recorridos (día/total): 6,6/275,8                                   Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/129
 
Estamos organizando una carrera de una milla para el día de San Fermín. No habrá chupinazo, por razones obvias del lugar donde nos encontramos, pero sí camisetas blancas y pañuelos rojos, y el recorrido, que he preparado durante los últimos días, tiene tramos que recorren el interior de la zona de vida, asemejándose en algunos momentos a los de un encierro. Incluso hay quien está preparando una bicicleta con una batería acoplada en el cuadro y dos cables pelados a ambos lados del manillar a modo de cuernos.  Al que pille no lo empitonará, pero el calambrazo va a ser bueno. El ingenio humano no siempre está asociado a buenas ideas. A mí ésta, no obstante, me parece buenísima.
 
Eso será, como digo, para el día 7 de julio, así que todavía faltan casi un par de semanas. De momento, estos últimos días han transcurrido rápidos. Me he estancado en las tres vueltas al circuito. Algunas veces hago dos seguidas, descanso, y luego sigo. En otras ocasiones, sin embargo, el cuerpo me pide parar después de cada giro. Creo que seguiré con esta dinámica hasta que finalice el verano, ya que todavía es muy pronto para empezar a pensar en la temporada próxima, y a las carreras que haya por aquí iré prácticamente con lo puesto.
 
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Esta mañana, mientras corría, me han surgido nuevas ideas sobre ese nuevo proyecto dentro del propio Proyecto 101. Siento decir que todo tendrá que esperar hasta noviembre, pero estoy seguro de que la espera merecerá la pena. En esos momentos en los que las ideas bullen, me dan ganas de coger el teléfono y ponerme manos a la obra pero, lo quiera o no, hay una parte que sólo se podrá completar con el paso del tiempo.
 
Por otro lado, estoy alucinando y encantado de la acogida que está teniendo este Diario de un corredor afgano. Saber que cada día hay un montón de gente que lee estas palabras me da muchos ánimos de cara a seguir escribiendo, aunque muchas veces los días son tan parecidos los unos a los otros que resulta difícil saber de qué hablar. Por fortuna, siempre hay algo que me viene a la mente con el paso de las palabras. Creo que, como lo de correr, será un hábito diario que no abandonaré en lo sucesivo.
 
Hoy he comenzado un curso de Defensa Personal Policial. Ha sido por la tarde, y me tendrá ocupado un par de horas tres tardes a la semana. Es interesante, y a parte de los contenidos propios del curso, que está impartido por dos tíos muy competentes y con los que no se me ocurriría meterme nunca, me ha tocado hacer unas cuantas flexiones. Igual sería también conveniente plantearse retomar el hábito de las flexiones. ¿Nunca lo he contado? Esta entrada ya está casi acabada, pero me guardo el tema para otra tarde menos inspirada.
 
No es demasiado tarde todavía, así que voy a aprovechar para irme pronto a la cama, después de varias noches más cortas que de costumbre. Mañana ya estamos a mitad de semana. En poco más de cinco días habré llegado a los 300 kilómetros y al primer tercio de misión. Lo malo es que 300 no es un tercio de 1200, sino sólo una cuarta parte. Tendré que empezar a correr de verdad si no quiero que me pille el toro. El de los cables pelados, se entiende.

lunes, 24 de junio de 2013

Día 52: mirar con el corazón

Km recorridos (día/total): 6,6/269,2                                   Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/126
"Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos".
El principito (Antoine de Saint-Exupery)
Tengo que reconocer que hoy me ha costado muchísimo levantarme. Anoche estaba cansado, así que me fui pronto a dormir, pero me desvelé y hasta cerca de las dos no conseguí conciliar el sueño. El despertador, inmisericorde, me ha sacado de la cama a las seis y media, con todo un lunes por delante.
Luego, al echar a rodar, pensaba que seguramente cuando vuelva a España me gustará mantener esta rutina de carreras a primera hora. Y eso que a mí nunca me ha gustado correr tan temprano, salvo por necesidad. Pero ahora me he acostumbrado a ello, y después de unos cuantos minutos el cuerpo coge el ritmo y no me cuesta tanto. También es cierto que aquí no hay mejor hora para calzarse las zapatillas.
Así, esta mañana he completado otras tres vueltas a mi circuito, cambiando el sentido como buen lunes (me he dado cuenta de que aquí todo el mundo suele correr en sentido antihorario, así que las semanas como la que comienza hoy me siento un poco raro), y calzándome las Brooks Ghost 5, que están pidiendo a gritos la jubilación. Les quedan esta semana y poco más.
Hoy he recibido grandes noticias desde España. Posiblemente, las mejores noticias que vaya a recibir durante mi estancia en Herat. Iban acompañadas de una foto que pongo más abajo, en la que posan algunas de las raquetas más temibles y divertidas del litoral murciano. No puedo ocultar mi debilidad por jugar contra cualquiera de los cuatro que están en la foto, sencillamente porque me lo paso genial y son, por encima de buenos tenistas, gente excelente con la que da gusto compartir un buen rato. Son algunas de las personas a las que me refería en la entrada de ayer, y a las que echo de menos.
Siempre he intentado vivir la vida de una manera intensa. Sin embargo, me doy cuenta de que, en muchos momentos, no lo he sabido hacer con la suficiente presencia. Es algo que estoy aprendiendo a hacer aquí. Parecerá mentira, pero cuando uno piensa en el regreso a casa, no lo hace, al menos en mi caso, deseando grandes cosas. Echo de menos a mi familia y a mis amigos, pasear con los perros y caminar descalzo, sentarme a beber té en el porche y la brisa del mar, vestir una prenda que no sea de color árido y tener gente en casa.
Los días van pasando, ciertamente. Ahora, cuando salga del locutorio, habrá caido la noche y el aire será un poco menos cálido que hace unas horas. Resulta difícil no perderse el momento en el que estamos. En ocasiones no me doy cuenta de que llegará el día en que también esto acabe, en que también eche de menos el cielo afgano, el atardecer polvoriento y mil bellezas más que están ahí, delante de uno, esperando a ser descubiertas.
A ver si, de una vez por todas, aprendo a mirar todo el tiempo con el corazón.
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domingo, 23 de junio de 2013

Día 51: personas

Km recorridos (día/total): 6,2/262,6                                   Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/123
 
Hay personas que se cruzan en el camino de uno de forma accidental: una llamada de teléfono, una breve conversación, una coincidencia espacio-temporal, una lesión, una carrera fuera de horas,... En cualquier caso, por cualquier motivo o circunstancia, se puede encender una pequeña llama que simplemente hay que tratar de alimentar con cierta frecuencia. A veces esa llama sobrevive al paso del tiempo. En otras ocasiones, y a pesar de haber brillado con fuerza en algún momento, se va apagando sin más, hasta extinguirse en silencio.
 
A lo largo de estos años, he tenido la suerte de que varias de esas personas aparezcan en mi vida, y de procurar que esa llama, en la mayoría de los casos, no se desvanezca. Personas en las que mirarme, en muchos casos por su actitud ante la vida, ante las dificultades, ante los demás... Personas que han antepuesto lo humano al resto de cosas, que han dado un paso adelante cuando han intuido que era necesario, que han apoyado ideas y proyectos, que me han acompañado a carreras, que me han curado lesiones, que me han mandado mensajes de ánimo cada día, que han hecho horas de viaje por mí, que han llorado, que han pasado a tomarse un café, que han compartido kilómetros conmigo, en silencio en muchas ocasiones, que han firmado banderas que ondean encima de mi cama,...
 
Esta mañana he hablado con una de esas tantas personas que, de un modo u otro, han mejorado mi vida. Lo he hecho para exponerle otro proyecto, a sabiendas de que esa persona es todo ilusión, sensibilidad y ganas de hacer por los demás. Luego, esta persona me ha enviado la foto que pongo hoy, de un bonito atardecer en Cabo de Palos, del mar que tanto añoro. Así, sin apenas conocernos. Porque, en realidad, nos conocemos poco, aunque muchas veces ese poco es mucho, y bastan un par de minutos en una terraza del puerto de Cartagena para saber que quien tienes delante verdaderamente merece la pena.
 
Por lo demás, el domingo ha sido un día muy agradable, más aún si lo comparo con los días pasados, con una carrera muy suave, no muy temprana, que me ha servido para inspeccionar el recorrido que estamos preparando para el día 7 de julio, San Fermín. Sigo corriendo solo, pero no me importa. Por cierto, dicen que esta noche la luna volverá a estar impresionante. Con un poco de suerte, le dedico otro rato.
Atardecer desde Cabo Palos (Murcia)
Atardecer en Cabo de Palos (Murcia)

sábado, 22 de junio de 2013

Día 50: a estas horas me falta inspiración

Km recorridos (día/total): 6,6/256,4                                   Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/121
 
Otra vez se me ha hecho tardísimo, y hoy estoy verdaderamente cansado, con ganas de acostarme y desconectar de este sábado, uno más, uno menos, en tierras afganas. Seguro que mañana será otro día, espero que no tan ventoso y con tanto polvo en suspensión, aunque seguramente tan caluroso como el de hoy.
 
El día comenzó como de costumbre últimamente, con mis seis kilómetros y pico de rigor nuevamente en solitario, un poco más tarde de lo habitual (al ser sábado me lo podía permitir, claro). A las ocho el sol calentaba con fuerza, pero lo cierto es que los kilómetros pasan rápido y yo me voy acercando a los trescientos poco a poco.
 
Para ser sincero, hace unas semanas no lo habría creído, ya que por momentos pensé que tendría que dejar de correr durante un tiempo. Afortunadamente no ha sido así, y voy camino de los veinte meses seguidos corriendo al menos diez minutos al día. No son pocos días, después de todo. A decir verdad, he perdido la cuenta. Al final lo que importa es que cada día de los últimos casi 600 me he calzado unas zapatillas de deporte durante unos cuantos minutos.
 
A lo largo de esta semana han venido a mi mente algunas ideas que quiero poner en práctica inmediatamente después de volver a casa. Voy dándole forma a un pequeño proyecto dentro del Proyecto 101. De momento no puedo contar mucho más, pero van apareciendo personas así, como por arte de magia, que me aportan, en la mayoría de los casos de forma inconsciente, su granito de arena, y que van dando forma a algo que me ilusiona especialmente.
 
En ocasiones el día a día supone una pequeña (o gran, según el caso) tempestad emocional, acentuada por la lejanía y otros factores que no vienen a cuento. Yo he descubierto un sitio desde el que se puede contemplar el cielo en tranquilidad una vez ha anochecido. Después de terminar estas líneas, iré a sentarme allí un buen rato (¡espero que no esté ocupado!). A mirar el cielo. A contar estrellas.
 
Mañana no dejaré para tan tarde la entrada del blog. A estas horas, me sobra sueño y me falta inspiración. Espero que sepáis disculparme. A partir de las diez no soy persona. Al menos en un día como hoy. Tan cansado. Tan lejos.

viernes, 21 de junio de 2013

Día 49: con ganas de ver el mar

Km recorridos (día/total): 6,6/249,8                                         Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/118

Nada existe fuera del ahora. Eckhart Tolle

Ya llevaba un rato despierto, o más bien a medio despertar, cuando a las seis y media de la mañana ha sonado la alarma de emergencia aérea, debido a un leve incidente sin consecuencias. Aún así, he sido capaz de aguantar casi una hora más en la cama, intentando desperezarme, hasta que finalmente he decidido ponerme en marcha, calzarme las Cascadia 7 y echar a rodar, hoy un poco más tarde de lo habitual.

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Como últimamente ando sin molestias, aunque un poco rígido (me faltan muuuuuchos estiramientos, para ser sincero), me estoy dedicando a rodar por rodar. Además, desde la semana pasada me ha tocado salir solo todos los días, lo cual tiene sus inconvenientes pero también sus ventajas: no tengo con quién hablar, pero me puedo centrar en ir a mi ritmo sin preocuparme de nada más.

Hoy, quizás por el ambiente tan seco de los últimos días, y debido a que cerca de las ocho ya soplaba una ligera brisa, los vehículos levantaban bastante polvo, especialmente en determinadas zonas del circuito. Por fortuna, era fácil encontrar el lado bueno del camino, y dejar pasar las nubes de esporas a un par de metros. Y es que no está la cosa para bromas, y ya durante los últimos días han caído con una gastroenteritis bastante severa muchos de mis compañeros. De momento, me voy librando...

A media mañana me ha tocado ir a ejercer labores de intérprete con una tripulación ucraniana que se había quedado tirada. Ha sido divertido, y aparte de todo he tenido la oportunidad de ver por dentro un avión de carga espectacular como el que traían. Eso sí, todo muy ruso y muy rústico. El rato ha merecido la pena.

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A ver si en una hora me animo a hacer un poco de ejercicio de tarde, aunque sea en el exterior de mi alojamiento, en una zona de sombra que se forma entre naves, muy poco concurrida. Si se tercia, igual le doy otra vuelta más al circuito a modo de calentamiento o de vuelta a la calma, aunque ahora mismo no me veo haciéndolo, y más bien estiraré suavemente y haré un trabajo de abdominales isométricas.

Hoy no tengo mucho más que contar. Mañana se cumplen cincuenta días desde mi llegada. Todavía quedan unos cuantos por delante. ¡Qué ganas tengo de que termine el mes de junio!¡Qué ganas también de ver el mar!

jueves, 20 de junio de 2013

Día 48: la tontería de los cuencos

Km recorridos (día/total): 6,6/243,2                                         Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/115

"¡No supe comprender nada entonces! Debí juzgarla por sus actos y no por sus palabras. ¡La flor perfumaba e iluminaba mi vida, y yo jamás debí huir de allí! (...) ¡Son tan contradictorias las flores! Pero yo era demasiado joven para saber amarla".

El principito, Antoine de Saint-Exupery

Esta mañana se me ha ocurrido llevarme mi GPS de pulsera, el Garmin Forerunner, para medir el circuito en el que llevo corriendo desde que llegué. Tenía mis sospechas de que eran algo más de dos kilómetros, y he comprobado que estaba en lo cierto: dos kilómetros y doscientos metros.

De repente, haciendo cuentas de las vueltas que he dado desde el día en que salí por primera vez del merlón e inauguré este recorrido, me he encontrado con que llevo casi once kilómetros más de los que creía. No son muchos, pero los he pateado yo, así que tampoco es cuestión de que caigan en el olvido. Sumados quedan. Mañana llego a los 250 kilómetros sin falta.

Por lo demás, el día ha amanecido con gratas sorpresas, en forma de personas que se toman unos minutos para enviar, a través del blog, unas cuantas palabras de ánimo que siempre son de agradecer y que me hacen sentarme por la tarde aún con más ganas de escribir esta pequeña historia en que se ha convertido el Diario de un corredor afgano.

cuencosEn fin, ayer dije que hoy iba a hablar brevemente de mi "teoría de los cuencos", algo de lo que ya escribí hace unas jornadas. En realidad, es una tontería (a lo mejor, debería decir mi "tontería de los cuencos"), una obviedad relacionada con la cantidad de comida que ingerimos diariamente. Creo firmemente que comemos de más. Nos hemos acostumbrado a una sobreingesta de calorías que, en la mayoría de los casos, no necesitamos. Así, nos resulta difícil controlar nuestro peso, sencillamente porque nuestros niveles de actividad, incluso en aquellos que practican deporte regularmente, no se corresponden con la realidad de lo que comemos.

Por ello, nuestro balance calórico, o como sea que se llame técnicamente la relación entre las calorías que ingerimos y las que consumimos, está frecuentemente en desequilibrio, de tal manera que nuestro metabolismo tiene que adaptarse de alguna forma para quemar al menos parte del exceso de calorías que ingerimos. Así, aunque hagamos deporte es difícil perder esos kilos de más.

Lo que yo hago es reducir la cantidad de comida, y qué mejor manera de hacerlo, al menos para mí, que pasar de utilizar platos a usar cuencos, donde sólo cabe, por ejemplo, un cucharón de sopa, o una porción de pasta o arroz. Lo decía una vez el gran Karlos Arguiñano en un programa: la dieta CLM (Come la Mitad). Comemos de más. De eso estoy seguro. Al principio cuesta un poco, porque uno se queda con sensación de hambre, pero pronto el cuerpo y el cerebro (visualmente, tenemos un plato lleno delante, y esa es la información que recibe) se acostumbran a las nuevas cantidades.

En cualquier caso no soy, ni mucho menos, un especialista en nutrición, ni tengo aspiraciones de llegar a serlo. Este sistema me funciona a mí (ya me voy conociendo después de tanto tiempo), pero seguramente no sea el que recomiendan los profesionales del sector. Puede también que no sea el más adecuado según para quién o en función de determinado nivel de actividad. Así que si estás pensando que quieres controlar tu peso o reducirlo, es mejor que acudas a un especialista en nutrición que te dé las pautas oportunas en base a sus conocimientos y experiencia.

La "teoría de los cuencos" es sólo una idea poco original desarrollada a más de 6000 kilómetros de mi casa en unas condiciones anormales de humedad y temperatura (hoy otra vez cuarenta y dos grados y un seis por ciento de humedad relativa), para llenar mi cuadragésimo octavo día de estancia en Herat.

PS. Hoy para terminar quiero enviarle mis mejores deseos de recuperación a Jesús Manzanares, el gran atleta que se impuso el viernes en la carrera aniversario del US Army. Las lesiones son una parte desagradable de nuestro recorrido. Espero que te recuperes pronto y bien. Prefiero mil veces un rival en forma y en la pista a uno lesionado.
Jesús Manzanares, en la carrera aniversario del US Army, en una estupenda foto de Casto Martínez
Jesús Manzanares, a la derecha, en la carrera aniversario del US Army, en una estupenda foto
de Casto Martínez

miércoles, 19 de junio de 2013

Día 47: ¡Vaya madrugón!

Km recorridos (día/total): 6/227                                         Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/112
 
Cuando a las cinco y cuarto ha sonado el despertador, me he planteado seriamente la posibilidad de seguir durmiendo un rato más y dejar la carrera para una hora más prudente. Luego, he de reconocer que ha sido un acierto encontrar un rescoldo de fuerza de voluntad entre tanta pereza acumulada y, medio dormido, me he puesto las mallas, la camiseta y las zapatillas y he echado a rodar. Eran, concretamente, las cinco y treinta y tres minutos. Antes de venir aquí, creo que no había salido a correr tan temprano.
 
Como andaba un poco justo de tiempo, hoy he dado las tres vueltas seguidas, muy tranquilo, eso sí, y disfrutando de las muchas zonas de sombra que el sol, acariciando aún el horizonte, era todavía incapaz de alumbrar. Por cierto, a esas horas ya hay corredores (no muchos, pero los hay) pisoteando el asfalto afgano.
Herat en 2005.
Herat en 2005.
 
Curiosamente, a las seis y cuarto, cuando me dirigía al trabajo, había gran cantidad de ellos, sobretodo americanos que desde las seis estaban haciendo un poco de trabajo físico en el campo de deportes, seis o siete personas, no más, con la camiseta gris del US Army y pantalones azul marino. No eran un derroche de facultades, pero siempre da gusto ver un grupo homogéneo de gente que hace el esfuerzo de levantarse un rato antes para ejercitarse.
 
El día, con posterioridad, no ha dado mucho más de sí, y eso que ha sido largo de verdad. Esta tarde he pasado de TRX y de swissball y me he dedicado a hacer la colada de mi ropa de deporte, ya que al ritmo de una o dos camisetas y pantalones diarios y con un fondo de armario deportivo extenso pero sin lujos, enseguida me quedo sin ropa que ponerme.
 
Esta noche, al volver a la habitación, me tocará esquivar charcos antes de pasar la fregona, pero al menos tendré un humidificador natural. Por cierto, y cambiando de tema, a ver si mañana me acuerdo y hablo un poco de la "teoría de los cuencos", por petición popular: el sistema más efectivo de pérdida de peso conocido en Herat, y que estoy promoviendo ampliamente entre mis compañeros. ¡Qué pena no tener una báscula!
 
Finalmente ayer, entre una cosa y otra, Mario y Soraya fueron papás de una hermosa criatura, Emma, que no quiso esperar a que su padre volase en el día de hoy hacia España. En cualquier caso, Mario ya está en casa disfrutando de los suyos. Le echamos de menos, aunque está sobradamente disculpado. Además, en el Ciano, la cafetería italiana a la que solemos ir a media tarde, todavía no tienen helados. Y claro, sin helados esto no es lo mismo. Sin Mario tampoco pero, como digo, por esta vez se lo perdonamos :-).

martes, 18 de junio de 2013

Día 46: arañas de 5 euros

Km recorridos (día/total): 6/221                                         Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/109
 
Cuando he visto el pronóstico meteorológico del día de hoy en Madrid no me lo podía creer: ¡17 grados y lluvia! Seguramente los de allí se quejarán del tiempo que hace a estas alturas de año. Sin embargo, ¡qué envidia! A Herat ha regresado el calor sofocante, exento, eso sí y afortunadamente, de polvo en suspensión, de tal forma que las montañas se pueden ver nítidamente a lo lejos y por la noche el cielo presenta una estampa impresionante, con cientos de estrellas que brillan con fuerza, a pesar de la luna creciente.
 
araña de 5 euros
 
Aquí de momento ni llueve, ni se espera que lo haga en los próximos cuatro meses, así que los días son una sucesión de sol y calor, a veces más, a veces menos. Lo que va quedando claro es que cinco grados arriba o abajo se notan: hoy, por ejemplo, ha empezado a hacer calor nuevamente. De unos plácidos 34 ó 35 grados hemos pasado a rondar los 40. Cuestión de aclimatación: cuando tengamos dos o tres semanas de 45 grados o más, lo de hoy parecerá un plácido día primaveral.
 
Así las cosas, esta mañana he vuelto a rodar tranquilo, con las piernas algo cargadas, ya que ayer estuve nuevamente con el TRX liado y no contento con ello, me encontré con 17 escalones que me entretuve en subir tres veces a la pata coja con cada pierna. Es un muy buen ejercicio de fortalecimiento de todo el tren inferior, pero sin estar acostumbrado me ha dejado las piernas buenas. En cualquier caso, creo que lo voy a incorporar a mi rutina semanal de ejercicios en medio natural para mejorar la potencia de piernas, algo que me ayudará sin duda a mejorar las prestaciones en carrera.
 
De todos modos, y aparte de los ejercicios de ayer, hoy he amanecido muy cansado, con lo que no me ha venido mal dedicarme a simplemente rodar. Al fin y al cabo, se trata de ir sumando día a día. Me parece mentira que, casi sin darme cuenta, esté a punto de alcanzar los 250 kilómetros recorridos desde mi llegada. Dicho así no parecen muchos, pero el día a día no es fácil, sobretodo en determinados momentos. Al final, el único que sale todas las mañanas soy yo. No quiero ni pensar en cómo será el último día, cuando alcance los 1200 kilómetros y más de 600 vueltas.
 
Estoy aquí, terminando de escribir esta post, sin saber muy bien como encajar la araña del tamaño que se ve en la foto en estas líneas, y entra Mario para decirme que su mujer, Soraya, está de parto. Qué mejor manera de finalizar que deseándole a la pequeña Emma lo mejor del mundo. ¡Y un abrazo muy fuerte a Soraya! (al padre lo tengo por aquí dando vueltas nerviosito perdido...).

lunes, 17 de junio de 2013

Día 45: evolucionando entre concertina

Km recorridos (día/total): 6/215                                           Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/106
 
De nuevo he vuelto a correr solo y, sin embargo, poco me ha importado. Ha comenzado otra semana, así que hoy tocaba cambio de zapatillas y de sentido, simplemente por cambiar la rutina y darle un nuevo toque a mi entrenamiento afgano. Por suerte, las Brooks Cascadia 7 naranja y negro que compré una tarde de abril en Murcia (qué lejos quedan ya las tardes de abril) me van como anillo al dedo. Mis pies ni las notan.
 
Lo cierto es que cada día es un poco mejor que el anterior, al menos deportivamente hablando (también en muchos otros sentidos que no vienen a cuento). Llevo dos días seguidos en los que he aumentado el tiempo de continuo, de tal forma que las dos primeras vueltas han sido sin parada intermedia, y luego ha habido una tercera un poco más tranquila. Es parte de la evolución que espero seguir de aquí a septiembre, cuando me centraré, si todo va bien, en una preparación un poco más exhaustiva de cara a mi regreso a casa.
 
De momento, y una vez superados todos los achaques del primer mes, voy mejorando día a día y disfrutando cada vez más de la carrera a pie, lo cual es una buenísima señal para mí. De repente, me encuentro haciendo cálculos, kilómetros y planificaciones. Es un síntoma inequívoco de que lo que me ilusiona correr cuando no me duele nada.
 
Seguramente, a partir de esta semana introduzca un par de tardes de carrera muy suave, que tal vez me sirva de calentamiento para mis rutinas de swissball y TRX. Y es que no lo he dicho, pero llevo varias sesiones descubriendo las posibilidades de esto último, y la verdad es que me está resultando un gran descubrimiento. Así, mi intención es poder llegar a sumar entre 50 y 60 kilómetros semanales. Poco a poco, sin prisa pero sin pausa.
 
blog

De momento, el calor está dándome una pequeña tregua, aunque vienen días en los que las temperaturas subirán de nuevo de los cuarenta grados. Por otro lado, a ver si durante el mes de julio hay alguna otra competición, aunque sea corta, que me motive a trabajar un poco la calidad. También es cierto que el verano es muy largo y que mi temporada, propiamente dicha, no comenzará hasta bien entrado el otoño, así que tampoco es cuestión de perder la cabeza ahora.
 
No obstante, este año pretendo darle un giro radical a mi preparación e introducir sesiones de pista de las que ya hemos tenido ocasión de charlar David y yo antes de venir a Afganistán. Me motiva mucho la posibilidad de mejorar. También la certeza de que, trabajando como es debido, dejaré de sufrir lo que sufro en las carreras cortas por querer ir más rápido de lo que debo.
 
En cualquier caso, y hasta dentro de unos meses, mis horizontes deportivos están delimitados por concertina, merlones, duro asfalto y áridas montañas a lo lejos de las que, según qué día, en ocasiones sopla un aire seco y fresco por las mañanas.

domingo, 16 de junio de 2013

Día 44: una cuarta parte del camino

Km recorridos (día/total): 6/209                                         Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/103

Parece que, después de la carrera del viernes, la gente ha bajado un poco el ritmo y se ha tomado el fin de semana de descanso. También es cierto que al ser domingo la rutina semanal se relaja un poco, y cada uno sale cuando le apetece. A pesar de que ayer me acosté un poco más tarde de lo habitual, a las seis y media tenía los ojos abiertos como platos. Aún así, he aguantado en la cama una hora más y antes de las ocho he echado a rodar. A diferencia de otros domingos, apenas me he cruzado con uno o dos corredores, pero he disfrutado de la carrera, porque el aire estaba limpio y la mañana especialmente clara.

Atendiendo a la previsión de la duración de la misión, hoy he cumplido exactamente un cuarto de la misma. Hay quien prefiere no contar los días que llevamos aquí, pero a mí, sinceramente, me resulta imposible obviar lo evidente. Tenerlo o no en cuenta no hará que el tiempo pase más deprisa o parezca detenerse. En cualquier caso, han pasado cuarenta y cinco días desde que aterricé, que sólo me parecen muchos cuando echo la vista atrás y repaso fugazmente las entradas de mi Diario de un corredor afgano.

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Parece mentira cómo las cosas van tomando forma casi sin que uno se dé cuenta, y de qué forma sentarme delante del ordenador se ha convertido en una rutina equivalente a la de correr cada día. De esta manera, poco a poco, casi sin darme cuenta, van creciendo los kilómetros y las vueltas y, paralelamente, los días y las líneas de este blog, que a ratos se ha convertido en una tabla a la que asirme en los momentos de deriva.
 
Han ido surgiendo a lo largo de este mes y medio algunas ideas que, espero, en breve comenzarán a tomar forma. De momento, el próximo objetivo será cumplir un tercio de la misión, dentro de tan sólo 15 días. A ver si para entonces se empiezan a despejar algunas incógnitas de cara al futuro. Por el momento, suena una esperanzadora fecha de regreso a casa que no desvelaré, pero que se ha convertido en mi fecha favorita.
 
Mientras tanto, y si las lesiones me respetan mínimamente (sólo un poco más que durante lo que llevo aquí), seguiré sumando kilómetros a mejor ritmo, si cabe, que en este primer cuarto del camino. Con un poco de suerte, cumpliré 400 kilómetros en menos de un mes. Al final va a tener razón mi amigo Lolo Yepes, y el último día voy a tener que llevar detrás un camión de grava que vaya tapando el surco que dejen mis zapatillas.

sábado, 15 de junio de 2013

Día 43: un gran día

Km recorridos (día/total): 6/203                                        Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/100
 
El día después de la carrera ha sido un gran día. Como hoy es sábado y empezamos a trabajar un poco más tarde, me he quedado un rato más en la cama. Cuando he salido a rodar hacía un sol de justicia y soplaba una brisa muy agradable (a lo largo del día fue creciendo en intensidad), así que he aprovechado para completar tres vueltas a mi circuito favorito de carrera y llegar a los 100 giros y sobrepasar los 200 kilómetros recorridos desde que llegué.
 
Al llegar a la oficina y abrir el ordenador me ha alegrado muchísimo leer los mensajes de dos personas a las que admiro muchísimo, y que me enviaban ánimos a través del blog. No se imaginan lo importantes que son para mí esas palabras de aliento, especialmente en determinados momentos. Tampoco se imaginan lo que les aprecio y lo que me inspiran.
 
En realidad, el día ha sido muy especial por el rato de mediodía que he podido compartir con varias personas a las que hace tan sólo un mes y medio ni siquiera conocía, y que día a día van aportando cosas nuevas y muy valiosas a mi vida. Hoy he disfrutado de la compañía de gente de muy diversa procedencia, de la hospitalidad afgana y de conversaciones muy interesantes al respecto de la situación que vive el país, de los acontecimientos vividos en los últimos años y de las perspectivas que, a pesar de todo, en ocasiones como la de hoy, sentados a una mesa y delante de un exquisito plato de arroz y pasta de cinco verduras diferentes mezclada con carne de ternera, parecen menos terrible de lo que verdaderamente son.
 
Me alegra comprobar que hay, entre las generaciones afganas de mi edad, personas que consideran prioritaria la educación de sus hijas, niñas que viven un presente difícil en el que, sin embargo y a pesar de la alargada sombra de un terrible pasado reciente, existen unas cuantos motivos para la esperanza.
 
comida con JABAR 15JUN2013 (Large)
 
Estoy seguro de que una de las claves del progreso del país reside en el acceso a la educación de las generaciones actuales, niños y niñas, de tal manera que, progresivamente, se vaya introduciendo un matiz cultural que amplíe la visión y las posibilidades de vida de las venideras, algo que a primera vista podría considerarse una tarea relativamente sencilla pero que, lamentablemente, cuenta con infinidad de obstáculos e impedimentos intrínsecos a la propia realidad cultural de un país sumido en el caos social desde hace más de treinta años.
 
Por suerte, hay gente noble que cree que estos avances son factibles y que un futuro distinto y mejor que el actual es posible para sus hijos. Honestamente, me siento muy afortunado de tener la ocasión de conocer a personas como las que me han acompañado en la comida del día de hoy. Son, sin duda alguna, la parte más positiva de esta experiencia afgana. Un tesoro de valor incalculable que muchos, de forma inconsciente y arrastrados por la inercia del día a día, ignoran por completo.
 
Gracias a Casto, Magda, Homayun, Mario y, especialmente, a Jabar y a su esposa por el día de hoy.

viernes, 14 de junio de 2013

Día 42: no son horas para un cinco mil

Km recorridos (día/total): 7/197                                           Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/97

Si esta mañana, cuando he empezado a rodar a las seis menos cuarto, hubiese hecho caso a mis sensaciones, seguramente me habría vuelto a la cama, o habría decidido afrontar la carrera de otra manera. Pero no aprendo, o no quiero aprender (David lo sabe bien. Por cierto, me he acordado de él un montón cuando calentaba: las competiciones no son iguales cuando se calienta solo), y a pesar de saber que no estaba para tirar cohetes, he sido fiel a mi filosofía de carrera, que es la que llevo practicando desde que recuerdo: darlo todo desde el primer metro, y el que quiera y pueda, que me siga.

Así he salido también esta mañana, con muchas ganas a pesar de todo, a muerte y a ver que pasaba. En seguida se ha formado un pequeño grupo de cuatro o cinco corredores entre los que me encontraba, junto a Jesús Manzanares, mi favorito para ganar la carrera, un americano, un italiano y otro español. Al llegar al primer kilómetro había que hacer un giro de 180 grados y desandar lo andado.
Salida de la prueba (foto de Casto Martínez)
Salida de la prueba (foto de Casto Martínez).

En ese punto, por un pequeño error de señalización, me he ido recto, el americano ha visto en el último momento la señal de giro pintada en el asfalto, ha girado y se ha llevado por delante a Jesús, que se ha ido al suelo, afortunadamente sin consecuencias, salvo un pequeño rasguño.

Yo he perdido unos metros que han sido definitivos pero que, para ser sinceros y viendo como iba la carrera, habría perdido tarde o temprano. Se me han ido tres por delante, aunque en los dos kilómetros y pico de la recta que bordea la zona de vida he podido pasar al tercero en discordia. Por delante, Jesús y el americano se habían ido definitivamente, y por detrás, un italiano se mantenía a unos incómodos para mí veinte o veinticinco metros. Lo malo es que yo, aparte de contra los kilómetros y las sensaciones, he tenido que pelear por no tener una descomposición estomacal que, por momentos, me ha hecho temer lo peor: tener que pararme por imposibilidad física.

Así han transcurrido los kilómetros hasta meta. A falta de un kilómetro Jesús se ha marchado del americano, y yo he mantenido una agónica lucha por mantenerme en carrera y no ceder el tercer puesto, imposible como me ha resultado dar caza al que marchaba en segundo lugar. En algún momento he creído que el italiano me alcanzaría, aunque finalmente no ha sido así, a base de mantener una pequeña batalla psicológica con él: cuando había una curva y me perdía de vista, apretaba, para que al llegar al giro viese que me había despegado nuevamente.
 
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Tomando la primera curva (foto de Casto Martínez).
Al llegar, decía que si hubiese habido veinte o treinta metros más me habría cogido. No lo creo, pero no le he respondido. Es lo que tienen las carreras: la distancia es fija y cada uno juega sus cartas en función de la misma y de sus propias fuerzas. Lo que hubiera sido o dejado de ser no viene a cuento, y al final cada uno termina en el sitio que le corresponde. Lo demás sobra.

Hoy no terminaré la entrada sin agradecerle enormemente a mi compañero Casto Martínez el madrugón y el pedazo de reportaje fotográfico que ha hecho. No eran horas, y sin embargo, allí ha estado, haciendo mil fotos que me han alegrado la mañana no sólo a mí, sino a todos los que se han visto retratados en pleno esfuerzo por su cámara. ¡Gracias!

jueves, 13 de junio de 2013

Día 41: treguas

Km recorridos (día/total): 6/190                                           Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/95

La climatología y las molestias parecen haber dado sendas treguas. Durante la semana, las temperaturas han ido progresivamente en descenso y aunque a mediodía el calor se deja notar, no es tan asfixiante como lo fue durante el fin de semana, y de los casi cuarenta y cinco grados del sábado nos hemos asentado en unos cómodos treinta y tantos, que una vez ha caído el sol descienden rápidamente hasta rozar los veinte grados. Todo ello, sumado a la brisa constante (el intenso viento de principio de semana, que arrastraba polvo y más polvo, también se ha tomado unos días libres), hace que las tardes y las noches sean muy agradables.
 
Independientemente del calor en sí, las temperaturas más suaves de esta semana han ayudado también a mi recuperación física y fisiológica. El organismo no tiene que estar combatiendo todo el tiempo contra la sequedad ambiental y las altas temperaturas, que tanto parecen afectar a mis músculos, y puede centrarse en recuperarse de los esfuerzos mañaneros sin más. Así, cada día voy un poco mejor, y en breve creo que empezaré a aumentar progresivamente el volumen, probablemente doblando sesión un par de tardes a la semana, aprovechando la hora de luz desde la puesta de sol hasta el anochecer.
Si no fuera por estos buenos ratos...
Si no fuera por estos buenos ratos...
Esta tarde me he puesto a hacer cálculos en función de los kilómetros que, en un principio, querría completar a lo largo de mi estancia en Herat: 1200. Resulta que, entre una cosa y otra, y en función de este objetivo, que ni mucho menos es inalienable pero que me encantaría alcanzar, voy casi 90 kilómetros por debajo de la progresión lineal que, corriendo una media de casi siete kilómetros diario, me llevaría, en 180 días, a alcanzar esa cifra.
 
Lo cierto es que no me preocupa, porque en cualquier caso quería dedicar el mes de mayo a descansar después de toda la temporada en España y al final, por una causa o por otra, lo he podido hacer, aunque un poco por obligación, todo hay que decirlo. Así que me he hecho una pequeña tabla de Excel que me sirva como guía de lo que llevo, de lo que teóricamente debería llevar en función de los días y de la desviación entre una cosa y la otra.
 
No voy a perder la cabeza por eso, pero si poco a poco puedo ir convirtiendo el balance negativo en positivo, eso que me llevo. A día de hoy, como digo, estoy en - 88 kilómetros. Ya reduciré la distancia. Quedan muchos días por delante y, además, en septiembre me encantaría comenzar una fase un poco más específica de cara a mi regreso a España. Con un poco de suerte, nada más llegar correré la media maratón de San Javier, y me gustaría mucho hacerlo bien.
 
Hoy me toca cenar pasta en Casa Italia con mi amigo Manu. A ver si con eso, mañana nos salimos los dos. Por lo menos, cenaremos bien. Luego, que nos quiten lo bailao.

miércoles, 12 de junio de 2013

Día 40: afilando los cuchillos

Km recorridos (día/total): 6/184                                            Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/92
Parece mentira el juego que da una carrera. Aquí, desde que se sabe que hay una competición el viernes, el ambiente ha cambiado por completo. Ahora, cuando salgo a rodar, se ve a la gente afinando y metiéndose un poco de calidad. Hay quien ha comenzado incluso a acostumbrar el cuerpo al horario. Las seis y media de la mañana no es una hora habitual para correr, mucho menos para competir y exigirle al cuerpo unas prestaciones decentes.
Lo normal el viernes sería levantarse tres horas antes de la carrera pero, en esta ocasión, voy a declinar el honor de despertarme tan temprano, que luego el día es muy largo y de lo que se trata es de pasarlo bien. En cualquier caso, para activarme como es debido, al menos cuarenta y cinco minutos antes del inicio de la prueba saldré a rodar un par de kilómetros y meteré algunas progresiones no muy largas, para ir despertando.
Después, a las seis, que es cuando hay que hacer la inscripción, estiraré bien y me hidrataré, sobretodo porque después de toda la noche la boca y la garganta se resecan muchísimo, y estoy seguro de que cuando empiece a correr el cinco mil, al poco estaré deseando haberme hidratado convenientemente. Por suerte no será mucho tiempo de prueba, porque aún a pesar de la hora tendremos más de veinte grados, una humedad relativa muy baja y el sol habrá comenzado a calentar con intensidad.

A mí me gusta el ambiente que se ha creado alrededor de todo esto. Hay un montón de gente que se va a animar a correr, cada uno a su ritmo, y para mí eso es un aspecto digno de mención, especialmente cuando uno podría elegir quedarse en la cama sin más. Pero no, aquí se preguntan unos a otros, se hacen cálculos de tiempos y alguno que no tenía previsto correr se ha visto circunstancialmente entre la espada y la pared y no ha tenido más remedio que apuntarse con media sonrisa. Hay que aplaudirlo, qué duda cabe.
Quedan sólo dos días. Yo, invariablemente, desde hace unos días sólo pienso en la carrera y enfoco todos mis pensamientos deportivos en sensaciones, tácticas y ritmos. Al final, por muchas vueltas que le dé, y por más que dude entre correr de una manera u otra, sé que tiraré por el camino más sencillo. O sea, que saldré a tope y con el paso de los kilómetros me daré cuenta de si he acertado o no con la no táctica. Por entonces, será demasiado tarde para corregir y tocará sufrir un poquito. Pero estoy hecho a ello, y antes de que me quiera dar cuenta estaré enfilando la línea de meta.
Por cierto, ya tocaba una entrada exclusivamente sobre deporte. Un oasis en medio de este desierto de días demasiado parecidos los unos o los otros. Bendita carrera.

martes, 11 de junio de 2013

Día 39: todos en el mismo saco

Km recorridos (día/total): 2/178                                                 Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/89

"El mismo suelo que piso seguirá, yo me habré ido, rumbo también del olvido..."
Jorge Drexler, Milonga del moro judío
blogAyer terminaba la entrada diciendo que muchos se empeñan meter a todo un país en un mismo saco, cuando es sencillamente imposible. Tendemos a generalizar lo individual, y a individualizar lo general, de tal manera que cometemos el error de juzgar a unos por los pecados de otros, a la vez que consideramos a aquellos, en cualquier caso, potenciales pecadores por el simple hecho de pertenecer a una estirpe, a una raza o a un pueblo concreto.
Hasta aquí, y de momento, puede llegar mi reflexión sobre cómo se tiende a considerar al afgano según una serie de patrones de conducta y comportamiento prejuiciosos, sin que uno se pare a pensar que detrás de cada persona hay una vida y, lo que es más importante, unas circunstancias de vida particulares que, en cualquier caso, han condicionado la existencia del individuo en cuestión.

En algunos momentos me planteo lo difícil que será para mí despedirme de mucha gente dentro de unos meses. Me niego a pensar que todo afgano que me regala una sonrisa o un gesto amable lo hace porque espera un beneficio material a cambio. No, no puede ser así. Estoy seguro de que, en la mayoría de los casos, hay mucho más que eso.

CIMG4586Tal vez espera una sonrisa sincera y un apretón de manos firme y honesto que en muchos casos negamos con condescendencia y un estúpido sentimiento de superioridad racial, como si nosotros, occidentales de pro, hubiésemos sabido batallar de otra manera mucho más civilizada de haber tenido la ocasión de patear estas tierras polvorientas, áridas y hostiles, durante siglos asediadas por el enemigo invasor.
En fin, que como digo, aquí finaliza mi pequeña e íntima reflexión, que es posible que en nada se corresponda con la realidad absoluta, sino con una visión particular y sesgada de la misma como la mía. Ayer volví a irme a dormir muy tarde (tengo que aprender a escribir mi entrada del blog antes de las ocho...), y esta mañana he preferido quedarme un rato más en la cama y levantarme a rodar únicamente un par de kilómetros y pico. Mis piernas, después de toda la carga extra de ayer, han agradecido cierta tregua.

Ha comenzado a soplar, parece ser, el viento de los 120 días. Pero de eso hablaré en otra ocasión (si las predicciones son acertadas, me quedan muchos días por delante para poder hacerlo). De momento, sólo os puedo adelantar que de las montañas que hace días flanqueaban en la distancia un buen tramo de mi circuito de carrera sólo queda una fina línea que se adivina en el polvo. Poco más.

lunes, 10 de junio de 2013

Día 38: en el espacio exterior

Km recorridos (día/total): 6/176                                           Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/88
 
¡Qué trabajo me ha costado levantarme esta mañana! Entre una cosa y otra, al final anoche me fui a la cama pasadas las doce, y hoy a las seis y media ya estaban cantando los grillos de mi iPhone en la mesita de noche. Como buen lunes que es, han tocado cambio de sentido (esta semana daré vueltas en el sentido horario) y de zapatillas (mis Brooks Cascadia 7 azules, que me hacen un poco de daño en el meñique, aunque me da igual), y me ha tocado hacerlo solo, porque por un motivo o por otro, esta mañana no ha aparecido nadie a la hora señalada. Por suerte, me encanta correr solo.
 
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Luego el día ha dado mucho de sí, principalmente porque he tenido la oportunidad de salir de aquí, después de casi cuarenta días, salvando la breve mañana en Qala-e-Nao de hace un mes, y pasar una mañana fuera. Cierto es que la situación en el país no es, a día de hoy, la más idónea , y que los acontecimientos recientes le hacen sentirse a uno muy vulnerable. De hecho, en el trayecto de esta mañana, de unos escasos diez minutos, cada vez que nos cruzábamos con otro vehículo el corazón hacía amago de esconderse en el pecho, tras el chaleco de protección, pero un poco más profundo, como si eso le pudiese proteger, llegado el caso, de la latente amenaza externa.
 
Afortunadamente, la mañana y parte de la tarde han sido muy tranquilas y en grata y muy preparada compañia, con lo cual el disfrute de la breve aventura al espacio exterior ha sido máximo, a pesar del sol y del viento que durante más de tres horas ha arrastrado todo el polvo de la provincia de Herat, podría decirse, directamente a mis ojos y a mi cámara de fotos.
 
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Este lunes ha sido, pues, verdaderamente intenso, y aunque ahora tenga los ojos irritados y una sensación de cansancio me invada desde hace horas (el chaleco antifragmentación y el casco pesan lo suyo, y han sido compañeros inseparables hasta la hora de comer, y después en el camino de regreso), creo que ha merecido la pena tener la oportunidad de comprobar, aún brevemente, que ahí fuera hay un país que lucha por controlar la hemorragia que lleva desangrándolo durante más de treinta años.
Y aunque algunos se empeñen en meter a todos en el mismo saco, a mí me da mucha pena ir conociendo a personas que, invariablemente, son arrastradas por la desesperanza.
 
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