domingo, 16 de junio de 2013

Día 44: una cuarta parte del camino

Km recorridos (día/total): 6/209                                         Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/103

Parece que, después de la carrera del viernes, la gente ha bajado un poco el ritmo y se ha tomado el fin de semana de descanso. También es cierto que al ser domingo la rutina semanal se relaja un poco, y cada uno sale cuando le apetece. A pesar de que ayer me acosté un poco más tarde de lo habitual, a las seis y media tenía los ojos abiertos como platos. Aún así, he aguantado en la cama una hora más y antes de las ocho he echado a rodar. A diferencia de otros domingos, apenas me he cruzado con uno o dos corredores, pero he disfrutado de la carrera, porque el aire estaba limpio y la mañana especialmente clara.

Atendiendo a la previsión de la duración de la misión, hoy he cumplido exactamente un cuarto de la misma. Hay quien prefiere no contar los días que llevamos aquí, pero a mí, sinceramente, me resulta imposible obviar lo evidente. Tenerlo o no en cuenta no hará que el tiempo pase más deprisa o parezca detenerse. En cualquier caso, han pasado cuarenta y cinco días desde que aterricé, que sólo me parecen muchos cuando echo la vista atrás y repaso fugazmente las entradas de mi Diario de un corredor afgano.

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Parece mentira cómo las cosas van tomando forma casi sin que uno se dé cuenta, y de qué forma sentarme delante del ordenador se ha convertido en una rutina equivalente a la de correr cada día. De esta manera, poco a poco, casi sin darme cuenta, van creciendo los kilómetros y las vueltas y, paralelamente, los días y las líneas de este blog, que a ratos se ha convertido en una tabla a la que asirme en los momentos de deriva.
 
Han ido surgiendo a lo largo de este mes y medio algunas ideas que, espero, en breve comenzarán a tomar forma. De momento, el próximo objetivo será cumplir un tercio de la misión, dentro de tan sólo 15 días. A ver si para entonces se empiezan a despejar algunas incógnitas de cara al futuro. Por el momento, suena una esperanzadora fecha de regreso a casa que no desvelaré, pero que se ha convertido en mi fecha favorita.
 
Mientras tanto, y si las lesiones me respetan mínimamente (sólo un poco más que durante lo que llevo aquí), seguiré sumando kilómetros a mejor ritmo, si cabe, que en este primer cuarto del camino. Con un poco de suerte, cumpliré 400 kilómetros en menos de un mes. Al final va a tener razón mi amigo Lolo Yepes, y el último día voy a tener que llevar detrás un camión de grava que vaya tapando el surco que dejen mis zapatillas.

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