viernes, 28 de junio de 2013

Día 56: la noche más corta

Km recorridos (día/total): 6,6/295,6                                   Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/135
 
Ayer, como contaba, estuve de cena con los compañeros de mi oficina. Fue todo genial casi hasta la hora de acostarme. Luego, sin saber muy bien por qué, me costó un montón dormirme. A las dos y media me puse unos pantalones cortos y salí a que me diese un poco el aire, harto ya de dar vueltas y más vueltas, con la salsa de langosta de los espaguetis luchando por quedarse a vivir en mi estómago.
 
Al menos me entretuve un rato siguiendo el España-Italia de la Copa Confederaciones por el móvil. Pero también era demasiado para mí: penaltis y una mala conexión a internet no son la mejor combinación. Afortunadamente, los viernes se entra a trabajar un poco más tarde, así que me he quedado en la cama hasta casi las ocho. Desde hace unas semanas tengo nuevo compañero de habitación, después de casi mes y medio solo.
 
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Lo que para muchos ha sido un inconveniente, para mí ha sido una gran noticia. Ya paso solo bastante tiempo al cabo del día. Además, Nacho y yo nos conocemos desde hace un tiempo y sabíamos, por el carácter de los dos, que la convivencia resultaría más que sencilla. Casi nos enteramos al mismo tiempo de que veníamos a Afganistán, y compartimos los preparativos del viaje y muchos momentos aquí. Para mí, pasar a convivir con él durante lo que queda de misión es una suerte.
 
Pero a lo que iba, cuando me he levantado (hoy no había quedado con nadie), me he puesto la ropa y las zapatillas en un estado casi catatónico, muerto de sueño. De hecho, me ha costado un par de vueltas despejarme. En principio, no sabía si lo dejaría ahí, en los dos giros, pero finalmente he dado un tercero, con buenas sensaciones a pesar del cansancio, todo sea dicho.
 
Además de todo esto, la meteo me está respetando durante esta semana. Nuevamente ha amanecido un día totalmente cubierto y con un poco más de humedad de lo que había sido habitual aquí desde que llegué. Eso sí, parece que por fin ha comenzado a soplar el viento afgano de los 120 días, ese que irrita los ojos, especialmente por la tarde. Veremos si es cierto que son cuatro meses. Si es así, lo despediré desde la escalerilla del avión un día de finales de octubre, espero.
 
El resto del día ha dado poco más de sí en el terreno deportivo. ¡Ah, casi lo olvidaba! He recibido de España algunas cosillas que harán mi estancia mucho más agradable de aquí al final. ¡Y por fin tengo sales minerales!
 
Mañana promete ser un grandísimo día, profesional y personalmente hablando, así que hoy me iré pronto a dormir, que a las siete y media he quedado con Manu para dar unas cuantas vueltas antes de comenzar la jornada laboral. Sí, es sábado, pero sólo porque hay entrenamientos y calificación de fórmula 1. Por todo lo demás, es un día más. O un día menos, según se mire.

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