domingo, 2 de junio de 2013

Día 30: golpes de calor

Km recorridos (día/total): 2/144                                                 Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/72

A mediodía de hoy el termómetro marcaba 37 grados y el índice de humedad relativa se situaba en torno al 12 por ciento. Estas condiciones son poco idóneas para la práctica del deporte al aire libre. Por eso intento madrugar un poco y salir a rodar. Aún así, hay que ir siempre muy bien hidratados.

Esta mañana, después de correr tan sólo 10 minutos, muy tranquilo, sin forzar lo más mínimo, he llegado a la habitación sudando, y todavía después de la ducha mi cuerpo seguía generando calor, de tal forma que he tenido que esperar un buen rato hasta que mi organismo ha vuelto a alcanzar una temperatura óptima de funcionamiento. Eso ha sido ¡a las ocho de la mañana!
Pronóstico para esta semana en Herat.
Pronóstico para esta semana en Herat.
Ayer, sin ir más lejos, un corredor que salió a las seis de la mañana a rodar 17 kilómetros a punto estuvo de sufrir un golpe de calor. De hecho, después de unas horas, todavía se encontraba muy débil y con la temperatura corporal alterada. No es el primero, y me temo que no será tampoco el último. Es el problema de este tiempo tan seco y tan caluroso: el sudor se evapora rápidamente, por lo que su efecto enfriante se ve enormemente disminuido. Además, debido a la rápida evaporación, uno tiene la impresión de no sudar y no es consciente de que la temperatura corporal se va elevando y de que, paralelamente, el cuerpo se deshidrata.

El efecto de una elevación de la temperatura corporal, unido a una deshidratación severa, puede tener unas consecuencias desastrosas, pues los órganos internos pueden verse afectados, ya que el cerebro tiende a proteger del subidón de temperatura a los órganos que considera vitales. En el peor de los casos, se puede provocar un colapso de consecuencias fatales.

Me llama mucho la atención que, a pesar de este riesgo, mucha gente aquí se anima a correr a mediodía o a media tarde, sin tener en cuenta que, además del recibido por la exposición solar, el suelo ha estado todo el día acumulando acumulando calor que es irradiado, haciendo que la capa de aire más próxima a él sea la más calurosa de todas.

De forma inconsciente, estos corredores están poniendo en un riesgo elevado su salud. A todo ello se suma el inconveniente de la altitud a la que nos encontramos, casi mil metros sobre el nivel del mar, lo cual implica una menor concentración de oxígeno que hace que nuestro pulso de trabajo suba. Este factor se une al aumento de frecuencia cardíaca que provoca la deshidratación, desde el mismo momento en que empieza a producirse.

Recuerdo un campeonato de España de triatlón en el que participé en Águilas, hace unos años. Había 36 grados y, en este caso, una humedad altísima, que me provocó una deshidratación severa (en el transcurso de una prueba de dos horas perdí unos 7 kilos). A mitad del sector de carrera a pie, comencé a sufrir taquicardias y, después de entrar en meta, no era capaz de articular una frase con cierto sentido.

NO merece la pena arriesgar la salud de ese modo. Lo primero que hay que hacer es evitar la ocasión. Pero si no la evitamos, por la circunstancia que sea, hay que saber reconocer los síntomas propios del proceso: sequedad bucal, incremento del ritmo cardíaco, sudor frío o ausencia del mismo,...y parar a tiempo e hidratarse de forma adecuada (hay que beber despacio y en pequeñas cantidades).

Por suerte o por desgracia, yo de momento no estoy en peligro de sufrir, en sólo diez minutos, un golpe semejante. Más adelante, no hay duda, adoptaré todas las precauciones necesarias...

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