miércoles, 29 de mayo de 2013

Día 26: descalzo, ma non troppo

Herat desde el Castillo de Alejandría
Herat desde el Castillo de Alejandría.

Km recorridos (día/total): 4/136                                           Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/68

Estaba triste porque no tenía zapatos, hasta que ví a mi lado a uno que no tenía pies
(proverbio árabe)

A las seis de esta mañana el aire estaba limpio. Soplaba una leve brisa del norte que atraía el frescor de las montañas en la lejanía, proyectándolo suavemente contra cada poro de mi piel. El sol de nuevo madrugó un poco más que yo, aunque me tengo prometido que antes de marcharme de aquí, un día le sorprenderé en su lecho, y cuando asome por el horizonte yo ya me encontraré allí, conntemplándolo, pensando para mis adentros que, por una vez, gané esa carrera a las sábanas y al despertador.

A día de hoy es una prueba que, a decir verdad, tampoco me he propuesto. Amanece demasiado temprano y el día es muy largo como para esperarlo despierto sin más. Pero llegará la mañana en que me deleite con un amanecer afgano. Me pregunto cómo será en ese momento el contraste de sombras en las montañas al este. Seguro que merece la pena el madrugón.

Los últimos días en Herat han sido una sucesión de mañanas nítidas que dieron paso, conforme avanzaban las horas, a temperaturas que ascendían parsimoniosamente hasta los 35 o 36 grados para luego, con el atardecer, ir descendiendo al tiempo que el aire volvía a enfriarse levemente, pero lo suficiente como para convertir el ocaso en una agradable conjunción de sombras y brisa fresca.

En las horas centrales del día, el sol aprieta de lo lindo, inclemente a los casi mil metros de altitud a los que nos encontramos. Los próximos días, según todos los pronósticos, llegaremos a los 40 grados. Suerte que mi procedencia africana y mi propia naturaleza me hacen especialmente adaptable al caluroso clima afgano, que a mi me recuerda al de las montañas del Rif en julio y agosto.

Sí. Después de todo esto, aún no he hablado ni una sola palabra de correr, pero lo cierto es que el día y las circunstancias no la merecen. Así que bien valga el proverbio árabe que encabeza la entrada para definir mi estado actual. En cualquier caso, da igual cuantas veces (re)caiga: seguiré levantándome. No es tan grave, después de todo, no tener zapatos...

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