lunes, 4 de noviembre de 2013

Día 185: sapos y culebras

Km recorridos (día/total): 10,4/1646,3                               Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/402
 
Me propuse desde un principio que si en algún momento escribía sobre alguien sería siempre porque merecería la pena hacerlo. Está claro que no todo el mundo tiene la misma incidencia en la vida de uno, ya sea por las circunstancias o por una cuestión de afinidades. Hay, sin embargo, sujetos que proyectan negativismo, incapacidad, ineficiencia, mala educación, vacío personal... Es mi propósito llegar a conseguir algún día hacerme inmune a todas estas cosas. De momento, estoy en ello, con mayor o menor éxito, según la ocasión. No merecen estas personas, por mi parte, más atención que la ya prestada en estas líneas. Se me antojan, dicho sea de paso, demasiado reconocimiento a tan ingrata y contaminante labor.
 
La semana ha comenzado con el cielo encapotado y de un tono gris oscuro allá por el este. Tuve la esperanza, al verlo así, de que esas nubes se encaminasen hacia donde nos encontramos y descargasen agua con furia por el simple placer de ver llover, aunque también porque echo de menos el olor a tierra mojada que queda después de la tormenta. No hubo suerte: decidieron proseguir su viaje hacia el suroeste. Aquí apenas cayeron unas tristes gotas.
 
En cualquier caso, Alberto, Pascual y yo no fallamos a nuestra cita de las siete de la mañana para empezar la semana con un rodaje rápido. Es el último lunes que rodaremos los tres juntos, pues Pascual partirá hacia España unos días antes que nosotros, pocos, pero los suficientes para que le echemos de menos durante unas cuantas jornadas.
 
Como he dicho en muchas ocasiones, conocer a Alberto aquí ha sido una suerte, a la que hay que sumar la llegada de Pascual y Tabu (para mí, otro de los grandes descubrimientos personales de la misión) a principios de agosto. Lo de Pascual ha sido una bendita coincidencia, después de tantos años sin vernos que quedaron resumidos en un abrazo a pie de avión cuando nos reencontramos. Nuestros caminos se separaron hace muchos años, sólo para volver a unirse con gran intensidad a miles de kilómetros de nuestros hogares.
 
Repasando los días que quedan atrás, me doy cuenta de que no podría haber tenido mejores compañeros de viaje (en el grupo, sin duda alguna, habría encajado a la perfección mi buen amigo David, a quien echo de menos y espero ver en breve). No es sencillo soportarme durante tantos kilómetros como lo ha hecho Alberto ni que, una vez conformada la pareja, se sumen al engranaje Pascual, Tabu, Pepe y Vïctor con tal naturalidad. Cada uno ha contribuido de forma esencial a que lleguemos tan lejos como lo hemos hecho, en un camino salpicado de dificultades y nostalgias.
IMG-20131104-WA0000
De izq. a der.: Pepe, Pascual, Víctor, Alberto, yo y Roberto. ¡#peazoteam!
Hemos pasado malos momentos, pero nos hemos reído de los obstáculos y disfrutado de muchísimos kilómetros y de la seguridad que daba saber que fuera esperaba siempre alguien que te sacaría una sonrisa. Esta tarde nos hemos reunido los que quedamos para despedir a Roberto, nuestro fisio, al que he mencionado en alguna ocasión, y cuyo trabajo aquí ha resultado ser de incalculable valor, en gran medida debido a su calidad humana.
 
Pepe, Pascual, Víctor, Alberto, Roberto y yo hemos disfrutado de unas pizzas y de la complicidad que da el asfalto. Faltaba Tabu, aunque estoy seguro de que en esta ocasión no nos ha envidiado en absoluto. O tal vez sí. Al final me doy cuenta de que, a pesar de todo, no habría querido perderme esta aventura por nada del mundo. O lo que es lo mismo: no me habría querido perder a estas personas y a otras muchas con las que he convivido.
 
Incluso a las que proyectan sapos y culebras: a su modo, también me ayudaron a crecer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario