lunes, 11 de noviembre de 2013

Día 192: el último día en Herat

Km recorridos (día/total): 5,2/1705,7                                 Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/414
 
El último día completo en Herat no ha sido, ni mucho menos, de descanso. De hecho, me alegro de haber planeado la salida con Alberto a las siete de la mañana, en lugar de dejarla para media mañana, pues la jornada ha sido tan densa en tantos sentidos que a duras penas habríamos encontrado un hueco para salir a rodar, y habría sido a costa de ir más agobiado en todos los trámites que debía cumplimentar antes de mi partida.
 
Eso sí, la carrera de por la mañana ha sido un auténtico disfrute. Alberto y yo hemos pasado tanto tiempo juntos, a ratos de forma divertida, a ratos apoyándonos el uno en el otro cuando las cosas marchaban bien pero las mirábamos desde la perspectiva inadecuada, que a estas alturas apuramos los pocos minutos que nos quedan, emplazados, no obstante a vernos el próximo sábado (se me llena la boca al decirlo) en Valencia, con unos vaqueros y una camiseta en lugar del uniforme de árido.
 
Así, el día ha transcurrido entre despedidas y emotivos abrazos. Hay personas con las que me volveré a encontrar (con algunas de ellas con muchas ganas, después de lo vivido), y personas a las que, probablemente, no volveré a ver jamás. Por ello, el día de hoy ha sido especial y a la vez un tanto triste, pues después de tantos días uno se da cuenta, casi de repente, de que ya no habrá más vasos de té servidos a media mañana por Jabbar en la oficina, ni más masajes de Maya en la zona italiana, ni más bolsas de fruta afgana traída de Herat por Musa o Said.
 
A pesar de que seis meses y medio han dado para muchas cosas, me queda la sensación, por extraño que parezca, de que podría haber aprovechado un poco más el tiempo. Pero luego, cierto es, me doy cuenta de que, después de todo, este más de medio año en Afganistán ha dado para llenar muchas páginas que, aunque no relatan todo lo acontecido, sí me ayudarán a rememorar, más adelante, determinados días en los que ocurrió algo especial: el primer viaje a Qala-i-Nao, las visitas de los niños afganos, Herat, la carrera de San Fermín, las tardes veraniegas de carrera con Alberto, Tabu y Pascual, los encuentros casuales, las orientaciones, los momentos difíciles, las risas, los llantos (que también los hubo),...
 
A día de hoy, puedo decir que la experiencia, además de un ejercicio de paciencia infinita, ha sido realmente positiva. Eso, a pesar del trabajo ininterrumpido de lunes a domingo, mañana y tarde, desde el pasado tres de mayo. Lo mejor de todo es que he conocido a gente estupenda: Mario, Kevin, Asís, Carlos, Antonio, Alberto, Nacho, Max, Manu, Juan, Edu, Rocío, Carmen, David, Jose, Iván, Mar, Pedro, Fructu, Luis, Chema, Juan Carlos, Ricardo, Fran, Mariajo, Toni, Lorenzo, Homayún, Dani, Juanjo, Lele, Umberto, Piero, Sandro, Mónica, Ángel, Cañete, Rafa, Víctor, Tabu, Pascual, Sheryl, Rochelle, Reinaldo, Marifé, Beverly, Rowena,... y un larga lista de nombres con los que podría llenar una página entera, aún después de lo cual seguiría dejándome a muchos.
 
Es muy tarde, y mañana a las seis y media saldré, por última vez aquí, atravesando el refugio que hay en el lateral de mi alojamiento, para encontrarme con Alberto y rodar muy tranquilos antes del viaje. Será un día muy largo y muy especial. Será el día que llevaba esperando desde el diecinueve de marzo, fecha en que supe que, irremisiblemente, pasaría en Herat una larga temporada. Parecía que no llegaría nunca. Qué largo se ha hecho... 
 
 
 

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