martes, 2 de abril de 2013

¿Cómo hacer calidad sin que se note?


Hacía mucho tiempo que no llevaba a cabo una doble sesión de entrenamiento. En realidad, a lo que hice ayer apenas se le puede llamar doble sesión, ya que por la mañana únicamente me dediqué a rodar unos 30 minutos muy suaves, sin crono ni referencias, y parando cada cierto tiempo. Regeneración pura y dura, después de haber estado un par de días tirando con lo mínimo: mis 10 minutos al día.
Por la tarde me animé a ir nuevamente a entrenar. En principio, mi intención era hacer 10x800 metros en el PDM de San Javier, saliendo cada cuatro minutos, para trabajar un poco de aeróbico extensivo y a la vez descansar de forma activa. Sin embargo, nuevamente sobre la marcha, convertí la sesión en un buen trabajo de calidad, ya que mis sensaciones fueron inmejorables y mi segundo pulso, siempre por debajo de 20, me invitó a llegar hasta las ocho repeticiones a buen ritmo, para posteriormente echar el freno y suavizar un poco durante las últimas dos vueltas.
A veces nos encontramos con el problema de no saber de qué forma llevar a cabo una sesión de calidad cuando estamos cansados, o a principios de temporada. En otras ocasiones, una mala estructuración de una sesión de este tipo aumentará la fatiga y comprometerá nuestras reservas, perjudicando nuestro organismo cuando activemos los sustratos energéticos inadecuados. En todo caso, he de decir que a mí me gusta llevar a cabo entrenamientos rápidos desde el principio de temporada, teniendo siempre en cuenta que, en función de mi estado de forma, tendré que adecuar la sesión de tal forma que sea positiva.
Para ello, hay que considerar la necesidad de observar ciertos parámetros, especialmente los relativos a pulsos de recuperación, que determinarán si el trabajo que estamos llevando a cabo está en consonancia con los objetivos que nos habíamos propuesto. De manera genérica, si se quiere trabajar la calidad sin comprometer el estado de forma, de tal forma que lo que hagamos sirva para mejorar y no al contrario, habrá que estar muy encima no tanto del pulso de trabajo, como del segundo y tercer pulso, que determinan la respuesta orgánica ante la agresión que supone una sesión de entrenamiento. 
De este modo, será preciso afinar a la hora de fijar tanto el número de repeticiones como el volumen de las mismas, así como prestar atención a la evolución de nuestra recuperación entre serie y serie, para, en un momento dado, disminuir la distancia o incluso dar la sesión por concluida.
No hay que olvidar que, para correr rápido, hay que entrenar rápido. Esto, desde mi punto de vista, es totalmente cierto, con una pequeña salvedad: hay que saber cómo encajar esa velocidad, ese entrenamiento de calidad, en nuestra planificación, para que, en ningún caso, se convierta en "factor de riesgo" que comprometa el resto de capacidades que se han de trabajar conjuntamente con aquel.
Así que ya sabes, entrena la calidad desde el primer día, pero con criterio. Si quieres ir rápido, ¡corre rápido!

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