martes, 8 de octubre de 2013

Día 157: sólo diez minutos

Km recorridos (día/total): 2,2/1348,5                                Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/345

Creo que tendría que remontarme al mes de mayo para encontrar un día con sólo diez minutos de carrera a pie. Desde entonces, de una forma u otra, siempre había encontrado la forma y las ganas de salir más tiempo. He de reconocer que hoy mi voluntad ha flaqueado, tal vez más de la cuenta, y ni siquiera a mediodía he sido capaz de calzarme las zapatillas y salir a rodar veinte o veinticinco minutos como en algún momento de la mañana hubiese deseado.

Tan sólo por la tarde, ya puesto el sol desde hacía ya varios minutos, me he calzado las NB MT1010 y he salido a despejarme un poco, con la suerte de haberme encontrado con Tabu y Pascual, que me han acompañado durante los escasos dos kilómetros de suave trotar.

Y es que, a pesar de que ayer estaba en la cama antes de las diez, hoy he tenido nuevamente que madrugar y estar de un lado para otro prácticamente todo el día. Tiene sus ventajas levantarse antes de las seis a estas alturas: aún no ha amanecido, el aire es frío y se divisan las montañas al norte y al este. Empieza a hacer fresco: esta mañana, el timón de cola de un gran Ilyusin-76 aparcado frente a mí impedía que los rayos del sol me calentasen.

Parece que, durante los próximos días, y especialmente a partir del jueves, las temperaturas van a bajar bastante. Precisamente, dentro de un par de días las máximas previstas no superan los veintidós grados, y los termómetros descenderán hasta los nueve grados en plena noche. Resulta difícil de creer cuando durante el día de hoy nuevamente hemos superado ampliamente los treinta grados.

Por lo demás, esta semana ha comenzado, a nivel de entrenamientos, muy, muy floja. No sé si es por el cansancio acumulado en los últimos días, en los últimos meses o debido a una combinación de ambas cosas, lo cierto es que los kilómetros pesan cada día más. Prefiero, desde luego, pensar que es debido a la carga de trabajo de las últimas semanas, aunque sé que lo otro también influye.

Lo bueno, al menos para mí, es que después de tanto tiempo he aprendido a no exprimir al cuerpo cuando estoy en este estado. Corro según me siento, y me vale. Creo que es una buena forma de atenuar la falta de entrenamiento cuando ésta es debida a factores externos que influyen negativamente en uno mismo. Si me empeñase en seguir entrenando al mismo ritmo, los mismos kilómetros, estoy seguro de que no lo disfrutaría nada en absoluto…

Pero no, no voy a caer en la trampa de querer recuperar en un día lo que no se ha hecho en los anteriores. De todos modos, llevamos volumen de sobra, y tal vez lo más inteligente es tomarse las cosas con filosofía. Cuando no se puede, no se puede, y ya está. Eso sí, mañana por la mañana tendré tiempo, y espero haber descansado lo suficiente para compartir con mis compañeros de asfalto un buen rato de atletismo afgano. Pero para eso tengo que ir pensando en apagar la luz. Ya va siendo hora, después de un día tan largo.

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