jueves, 10 de octubre de 2013

Día 160: ¡qué frío!

Km recorridos (día/total): 5,2/1373,5                                Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/350
 
A priori, finaliza con el día de hoy una serie de días en los que, casi por primera vez desde que aterricé en Herat, he tenido que alterar mi rutina de carreras y salir cuando podía. Conforme va avanzando el otoño, las horas de luz diurna van disminuyendo y, a día de hoy, a poco que comience a trabajar más temprano de lo habitual es imposible salir a rodar, pues hasta las seis de la mañana es noche cerrada, y aquí la iluminación es mínima por cuestiones de seguridad.
 
Así, desde el pasado domingo hasta hoy, sólo ha habido un par de mañanas en las que he podido entrenar como me gusta. El resto de los días he buscado el hueco para salir al menos a estirar un poco las piernas, en algunos casos corriendo no contra el crono (esta semana no ha sido, desde luego, de las que uno mira los tiempos o los kilómetros) sino contra la caída de la noche.
 
Herat a las cinco y media de la mañana es un paraíso de estrellas sobre un fondo azul oscuro. Esta mañana hacía frío, y el horizonte se apreciaba levemente difuminado por el polvo en suspensión y la bruma matinal de tal forma que, cuando el cielo ha ido adquiriendo un tono más celeste y el sol ha comenzado a asomar tímidamente, su brillo era tan atenuado que se le podía observar sin necesidad de filtros.
 
Como digo, la mañana era fría de verdad, y el que más y el que menos se encogía en su uniforme y buscaba protección contra los siete grados que, de la noche a la mañana, nunca mejor dicho, nos han sorprendido en este hasta la fecha cálido lugar. Como humanos que somos, a buen seguro dentro de unos días estaremos añorando el calor que nos ha asolado durante los últimos meses.
 
A todo esto, ni que decir tiene que a las cinco y media no estaba despierto por gusto, ni que a mediodía, a pesar de las benévolas temperaturas, no tenía el cuerpo para salir a rodar. Tampoco he podido salir a las cinco, cuando Tabu, Alberto y Pascual lo han hecho, aunque a decir verdad, no me sentía con la energía suficiente como para afrontar el trabajo de series que han llevado a cabo.
 
A estas alturas de semana, y con la carrera del doce de octubre a la vista, no sé muy bien cómo van a reaccionar mi cuerpo y mi cabeza. En estos casos, uno suele tirar de las reservas de emergencia para hacerlo lo mejor posible. Lo malo es que yo ya voy en emergencia desde hace unas cuantas semanas. Afortunadamente, no hay mal que por bien no venga y, con todo, estos días me han servido para descansar un poco de kilómetros. En cualquier caso daré el cien por cien, e intentaré disfrutar a tope de la que probablemente sea mi última prueba en Herat antes de volver a casa (qué bien suena eso...).
 
Hoy me he podido organizar algo mejor, y en breve estaré metido en la cama, manta puesta por si acaso las temperaturas nocturnas siguen en descenso.  Mi entrada de hoy no finalizará con unos puntos suspensivos que denoten mis ganas de irme a la cama (las tengo y muchas, para qué mentir), como humilde dedicatoria a un gran tipo, Carlos Delgado, con el que tengo la gran suerte de compartir esta misión. Por gente como él, cada minuto de estos meses pasados y de los treinta y dos días que quedan por delante ha merecido la pena. Habrá que aprovecharlos hasta el último momento. Luego los echaremos de menos. Como el calor del verano.

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