martes, 15 de octubre de 2013

Día 165: de un contagioso gris

Km recorridos (día/total): 5,2/1426,3                               Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/361
Hay días en los que el cielo amanece gris y contagia su tonalidad. Aquí ya llevamos dos días con esas nubes que tantísimo he echado en falta durante el verano. Aunque es difícil de creer, desde el pasado dos de mayo y hasta hace un par de días la estampa ha sido la misma a diario, salvo contadísimas y muy pasajeras excepciones. Como ha estado repitiendo el meteorólogo día tras días durante meses: Sky clear everywhere.
Ahora las mañanas son grises. Hoy, por ejemplo, el sol no asomaba a la hora de la carrera por ningún sitio, la brisa soplaba del oeste (en verano solía venir del norte) y los tonos de las montañas eran muy distintos a los que nos tenía acostumbrado el verano. Las paradas son también más breves pues, aunque el paisaje se disfruta más en esta época de nuevos colores, el aire enfría rápidamente el sudor.
Los pueblos siguen siendo de un color marrón pálido, arcillados en perfecta comunión con el entorno.
La estampa de los mismos pueblos cubiertos de nieve dentro de un par de meses debe ser sobrecogedora por su belleza, aunque yo ya no estaré aquí para contemplarla. Después del verano, y presintiendo ya el invierno, uno comprende por qué aquí la gente es tan dura: las inclementes condiciones meteorológicas, además de otros factores, han forjado a un pueblo resistente, seleccionado naturalmente por el entorno.
paisaje afgano (Custom)
Mi día, como apuntaba, también ha sido un tanto gris, tal vez penalizado por el dolor de cabeza que me ha acompañado gran parte del mismo. Mi pie, por suerte, va mucho mejor, y apenas noto ya una leve molestia en momentos muy determinados. Le ha venido muy bien el último par de días, con rodajes cortos y suaves que han acompañado en su recuperación.
Faltan escasamente cuatro semanas, y empiezo a plantearme en que punto he de comenzar a guardar fuerzas para lo que vendrá a continuación de nuestra llegada. De momento, esta semana, si todo va bien, me la tomaré con relativa tranquilidad, intentando acumular kilómetros pero sin llegar a lo del mes de agosto y septiembre. Probablemente el domingo hagamos una salida muy similar a la del anterior, pero incrementando un poco más el volumen de trabajo. A estas alturas he de seleccionar muy bien los kilómetros que corro, así como mi forma de correrlos. No estoy para derroches.
Ojalá mañana sigan las nubes pero no contagien su plomizo colorido. Se agradece muchísimo la temperatura tan suave de la que ahora disfrutamos durante las horas centrales del día, aunque mucho me temo que de aquí a un par de semanas será algo menos agradable. No obstante, ¡ya está bien de verano! La pena es que el ocaso del sol va ya por las seis menos cuarto de la tarde, y bajando. Por eso he abandonado ya mi hábito de correr a esa hora y pasaré a partir de ahora mi carrerita de por la tarde a mediodía, en búsqueda de un ápice de calidez y luz natural.
En fin, que eso lo iré contando a la vez que descuento días. Tan sólo veintiséis quedan ya. Comparado con lo transcurrido, es una ínfima parte que lucha por hacerse grande, aunque no lo conseguirá: después de lo pasado, lo que queda por delante no es nada. Empiezo ya a saborear la vuelta: zapatillas de deporte, vaqueros, camiseta, paseos y charlas, tiempo libre, el sol del porche, el té de frambuesa junto a los perros, el mar... ¡Esto ya está casi hecho!

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