martes, 5 de marzo de 2013

Hora de aumentar el volumen

Acabo de echarle un vistazo al calendario para hacerme una idea de lo que queda por delante de aquí hasta las Fortalezas y posteriormente a los 101. En concreto, aún hay seis fines de semana antes del 20 de abril, y otros dos más antes del 11 de mayo, fechas de celebración de las respectivas pruebas. Parece una eternidad y, sin embargo, no lo es tanto, así que hay que estructurar bien lo que se quiere hacer desde ahora hasta entonces para llegar en unas condiciones óptimas.

Por mi parte, está todo más o menos claro. Para lo que es habitual, el volumen de entrenamiento puede parecer bajo, pero desde mi punto de vista y conociéndome un poco, es mi garantía de éxito, entendiendo el éxito por no lesionarme ni llegar a Cartagena y a Ronda pasado de vueltas. Ahora viene, eso sí, la hora de apretar un poco y aumentar la distancia de las sesiones de domingo, llegando a los 30 o 35 kilómetros casi de manera obligada.

El próximo sábado toca el primer entrenamiento de más de treinta con desnivel importante: un par de vueltas a un circuito que comprende las subidas al Calvario y el castillo de San Julián, en Cartagena. La semana siguiente vuelvo a tener una media maratón, la de Murcia, y aprovecharé nuevamente para hacer calidad y sobrepasar los 30 kilómetros totales. Después vienen tres fines de semana importantes, pues son los tres últimos de carga antes de la Ruta de las Fortalezas y, consecuentemente, antes de los 101 kilómetros de Ronda, ya que el período de tiempo entre una prueba y otra lo dedicaré a un descanso activo.
Dibujo
Mi circuito de entrenamiento preferido...
Además de todo, estoy considerando la posibilidad de aprovechar los días de Semana Santa para hacer un pico de volumen semanal, con tres o cuatro días de gran carga intercalados con otros de descanso activo. Eso sería la semana del 25 al 30 de marzo. Alguno de esos días sería para acumular kilómetros sin apenas desnivel.

Aunque parezca mentira, incluso cuando se está acostumbrado a entrenar en sesiones que ronden los 20 o 25 kilómetros, pasar de los 30 kilómetros conlleva inevitablemente un período de adaptación, así que hay que tomárselo con cierta calma. Uno puede tener unas sensaciones buenísimas durante el entrenamiento hasta la hora y media o dos horas, y sufrir un bajón energético importante a partir de entonces.

Por eso, es más que conveniente estructurar estos entrenamientos de tal forma que se pueda disponer de uno o dos puntos de avituallamiento intermedios. La hidratación y la alimentación durante el ejercicio son dos aspectos básicos que también han de trabajarse. Por una parte, estaremos entrenando la tolerancia del organismo a recibir alimentos y líquidos en unas condiciones anormales. Por otra, evitaremos un desgaste excesivo de nuestras reservas energéticas de emergencia y optimizaremos las condiciones del trabajo muscular.

En fin, que si todo va bien, el sábado a eso de las ocho y cuarto estaremos echando a rodar hacia el Calvario. Así que si alguien se anima, aunque sea a una vuelta, será bienvenido.

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