lunes, 4 de marzo de 2013

Media maratón de Cartagena: correr por sensaciones

Ayer se completó el tercer paso del Proyecto 101: 1 kilómetro, 1 euro, bajo un cielo gris plomizo y una fina lluvia que acompañó de manera intermitente a los participantes en la Media Maratón de Cartagena durante toda la mañana. Fueron otros 21 kilómetros que van dando forma a esta causa conforme avanzan las semanas, y que, si todo va bien, tendrán continuación dentro de un par de semanas en Murcia.
Con David antes de la salida. ¡Qué carrerón, máquina!
 
He escrito en alguna ocasión del efecto mariposa, o de cómo casi todo lo que hacemos tiene una repercusión en los demás. En este caso, para mí, el batir de alas fue el libro que terminé de leer el sábado pasado, “Correr con los keniatas”, de Adharanand Finn, y que recomiendo a todos. Este hecho me llevó a tomar la decisión de afrontar la media maratón de ayer basándome única y exclusivamente en mis sensaciones: ni crono, ni pulsómetro, ni nada de nada. Quería, en cierto modo, no dejarme condicionar por agentes externos y simplemente correr por correr, según me sintiese en cada momento. He de decir que resultó un experimento interesante que repetiré en breve.

Para evitar aglomeraciones y prisas de última hora, David y yo habíamos quedado temprano, con la intención de realizar un buen calentamiento en las pistas del PDM de San Javier, y posteriormente ir a Cartagena con los deberes hechos. Ayer queríamos hacer algún que otro kilómetro de más, así que llegamos a la salida, después de recoger a Teresa, con unas cuantas vueltas completadas. Como habíamos recogido los dorsales el día anterior, pudimos tomarnos las cosas con tranquilidad.

Concentrado antes de la salida.
Durante el calentamiento, estuvimos hablando un poco de la carrera. Yo intuía que David podía dar un salto de calidad en su marca de media maratón, así que enfocamos la prueba de tal manera que no se dejase condicionar, en la medida de lo posible, por el cronómetro: un primer cinco mil de ajuste, sin frenarse ni preocuparse del tiempo, y a partir del kilómetro cinco, tres segmentos más de la misma distancia en los que inicialmente acomodarse al ritmo y posteriormente luchar por mantenerse en la referencia del segundo cinco mil. Para él, como para muchos, era dar el salto de la falsa seguridad que nos proporciona ir al ritmo que creemos correcto para aventurarse en un mundo de sensaciones, donde el cronómetro deja de ser un indicador de nuestro estado.
 
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A las diez y veinte comenzaba la carrera: una combinación de asfalto mojado y piso resbaladizo, sobre todo en las calles del centro de la ciudad.  Hoy, evidentemente, no puedo hablar de parciales ni de ritmos. Sí de sensaciones. He de reconocer que, a ratos, me sentía un poco perdido sin poder apoyarme en minutos y segundos que contrastasen los progresos que iba realizando en la prueba. En esos momentos, procuraba centrarme en correr según lo que me pedía el cuerpo, aunque por momentos dudaba sobre si habría acertado o no con la decisión. La parte más resbaladiza me sentó realmente mal: veía como otros avanzaban con facilidad mientras yo perdía terreno. Negociar las curvas y progresar por las calles del centro se convirtió para mí en un pequeño suplicio que acabaría pasándome factura.
 
En función de ese tramo, en el primer tercio de cada vuelta, podría fácilmente desglosar mi carrera: muy buenas sensaciones antes, muy malas durante y después (en la primera vuelta), recuperación y mis mejores momentos entre los kilómetros 7 y 12, durante los cuales me uní a un corredor finlandés, otra vez el tramo resbaladizo (donde perdí contacto) y una pelea constante desde entonces, con unos tres últimos kilómetros un tanto agónicos hasta meta, viendo como me superaron tres corredores. Justo antes de negociar los últimos doscientos metros, primera referencia de tiempo: 1h19m15s, 16, 17,…Al final, tres segunditos por debajo de la hora y veinte minutos, y 20-17 de segundo y tercer pulso. Después de todo, satisfecho.
 
mmcartagena1
Me había cruzado con David en un par de ocasiones durante la carrera, en un pequeño grupo que marchaba  ligeramente por detrás de mí, así que pensé que no tardaría en entrar. Su marca anterior rozaba la hora y veinticuatro minutos. Yo suponía que podía acercarse a la hora y veintidós minutos (mi predicción era de veintidós treinta), pero tampoco había querido decirle nada para no condicionarle. A la hora y veintidós minutos entraba Miguel, otro amigo que iba en el grupo de David allá por el kilómetro 15. No podía estar lejos…En breve apareció por recta de meta, esprintando a lo grande. ¡Una veintidós once: esa fue su gran marca, casi dos minutos por debajo de su anterior registro! Nos dimos un abrazo enorme. ¡Qué alegría!

Hoy toca descansar un poco de forma activa y sesión de fisio. Ya estoy pensando en la media de Murcia, el próximo día 17. Seguramente me decida otra vez a correrla sin referencias, a ver qué tal sale. Es una buena forma de conocerme un poco mejor, y no será explorar un terreno tan desconocido como el de ayer, aunque nunca se sabe.

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