lunes, 11 de febrero de 2013

Correr sin perder el norte


Ayer, como sabéis, fue un día muy intenso. Después de la carrera dedicamos unos minutos a rodar suave. Tras un esfuerzo intenso siempre es conveniente reservar un tiempo a un ejercicio de baja intensidad: por un lado, ayudamos a eliminar el lactato residual; por otro, facilitamos que los radicales que han quedado libres (responsables en ese estado del envejecimiento de las células) vuelvan a agruparse en cadenas.
Independientemente de esos efectos fisiológicos, durante los poco más de tres kilómetros de vuelta a la calma de ayer David y yo estuvimos charlando brevemente sobre la carrera de ayer, y de cómo hay que analizar los resultados en un contexto global. He estado meditando sobre lo fácil que es perder el rumbo y dejarse embaucar por los cantos de sirena de cada prueba. Es un mal que afecta a muchos atletas: querer estar siempre a tope, siempre con el crono en la mano, siempre peleando al límite...
Cada prueba...
Cada kilómetro...
Cada segundo...
Si no somos capaces de utilizar determinadas competiciones como herramientas que nos acerquen a nuestro objetivo final, estaremos moviéndonos siempre en la media, y finalmente no evolucionaremos hacia nuestros límites. Ayer, después de la carrera, me dio un poco de rabia momentánea no haber tenido la capacidad de ir a más en determinado momento. Uno siempre quiere ser competitivo al máximo. Pero posteriormente, analizando el conjunto, que no sólo se queda en el ritmo por kilómetro, sino que integra otras muchas variables, me doy cuenta de que la progresión es buena, de que seguimos el camino correcto hacia unos objetivos personales más grandes.
En muchas ocasiones, bajamos tanto la cabeza, perdemos tanto la perspectiva real de las cosas, que las ramas no nos dejan ver el bosque. Mi bosque, en este caso, está lleno de ilusiones, y tiene un sendero que quiero seguir hasta el final. Las ramas son las pruebas intermedias, mi carácter competitivo, el cronómetro, los ritmos, la dificultad puntual para no aislarme del entorno,...
Afortunadamente, a día de hoy el camino está bien balizado, en parte gracias a conversaciones como las de ayer, a meditaciones como las de hoy. Siempre se agradece que, cuando uno pierde la perspectiva, una mano amiga le aparte las ramas que le impiden ver más allá. Ayer fue una de esas ocasiones...

1 comentario:

  1. Casi siempre estoy de acuerdo contigo pero hoy es con total rotundidad. Es una de mis máximas y por las que tengo más de una discusión. Hay que saber regular y utilizar algunas carreras para llegar fin a LA CARRERA. No tengo gana experiencia cm tú supongo pero ésta es ña de mis máximas y de las cosas que e aprendido. Por cierto, gran forma de describirlo con ese sendero.... Y gracias por los ánimos.

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