jueves, 7 de febrero de 2013

Desafío Fortalezas-Ronda 2013: hasta el último suspiro

Algunas veces, especialmente durante estos días en los que estoy empezando a aumentar progresivamente el volumen de las salidas, cuando termino el entrenamiento no puedo evitar pensar en lo que aún me quedará por delante en la Ruta de las Fortalezas o en los 101 kilómetros de Ronda. Para ser honesto, el pensamiento suele venir más referido a esta última prueba que a la primera tal vez porque, como he escrito en alguna entrada anterior, en Cartagena son sólo 51 kilómetros, y a poco que uno quiera darse cuenta ya está llegando a meta. Mientras, en Ronda cuando se tiene esa primera sensación de "lo que me queda por delante", suele ser, al menos en mi caso, alrededor del kilómetro 35, y por mucho que en ese momento intente minimizar lo que resta, no se puede huir del hecho cierto de que son 65 kilómetros, se pinten como se pinten. Más adelante, el cerebro vuelve a acudir a pequeñas estrategias de relativización pero, por norma general, hay momentos de total indefensión en los que uno tiene que convivir con la evidencia de que lo que le queda por recorrer es un mundo.

Me gustan estas pruebas porque al final ponen a cada uno en su sitio, especialmente si se hacen las cosas bien. Se tenga lo que se tenga, al final se gastará todo. Da igual lo tranquilo que uno vaya al principio: antes o después se encenderá la luz de la reserva y poco más tarde se acabará la gasolina. Por eso hay que hacer las cosas bien: uno tiene que encontrar el ritmo adecuado, ese que parece que no desgasta (sólo lo parece), y avanzar, siempre avanzar. ¿Qué necesidad hay de hacerlo mal y gastar de más? O lo que es lo mismo, ¿para que morirse en 50 kilómetros, teniendo otros 51 por delante, si es mejor hacerlo poco a poco y prolongar la agonía hasta el final?

Hace cuatro años fui con un grupo de gente muy joven, muy fuerte y con muchas ganas, que puso en práctica la estrategia suicida, desde mi punto de vista, de correr hasta donde diesen las fuerzas. El resultado fue que hicieron la primera mitad de la prueba en cinco horas y la segunda mitad ¡en quince! Y aún así tuvieron la fuerza de voluntad de terminar, padeciendo como nunca antes lo habían hecho. Por eso, a todo aquel que me habla de las pruebas, especialmente de los 101, le digo que no se preocupe, que al final se gasta todo lo que se tiene y mucho más. Bien es cierto que cuanto más tarde llegue ese momento en que ya no te queda nada, mucho mejor.

Me divierte muchísimo ver como, en el primer tercio de carrera, la gente pasa por los avituallamientos con prisas, casi sin pararse, intentando no perder ni un solo segundo. ¡No hay tiempo que perder! Pero no es así: queda por delante todo el tiempo del mundo. Al principio le damos importancia a los segundos, luego a los minutos, y posteriormente a las horas, hasta que llega un punto en que el tiempo deja de tener importancia, y sólo queremos llegar.

Primero pensamos: "tengo que mantener un ritmo de cinco, seis o siete minutos el kilómetro, cueste lo que cueste, no puedo perder tiempo". Luego llegan las cuestas y la fatiga moderada, y nos desanimamos al ver que el ritmo baja, pero nos volvemos a rehacer, y lo que en un principio desechábamos, ahora lo acogemos con alegría: "bueno, a siete, ocho o nueve minutos el kilómetro tampoco está mal, aunque tenga que perder un poco de tiempo en los avituallamientos". Posteriormente llega la fatiga extrema, el sueño, el hambre, el frío y el vacío energético, y estamos deseando llegar a un punto de control que nos dé una excusa para descansar unos minutos. Ya no pensamos en minutos por kilómetro, sino que hacemos una estimación del tiempo que nos llevará llegar al siguiente punto, o lo que es lo mismo, al siguiente descanso. Da gusto ver como el tiempo pierde su importancia...

Si hay algo que te enseñan las carreras de ultradistancia es que todo es relativo: los ritmos, los tiempos, los puestos, los kilómetros,...Da igual qué pretensiones se tengan al principio de la prueba: tarde o temprano dejarán de tener importancia y la prueba pondrá a cada uno en su sitio. Bueno, puede que haya una cosa que no sea relativa, después de todo: lo darás todo, lo gastarás todo. Hasta el último suspiro.

1 comentario:

  1. Qué bien lo has expresado. Cómo cambia el ambiente conforme avanza la carrera...de los primeros avituallamientos animados a los finales en los que la gente llega arrastrandose...jeje

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