miércoles, 27 de febrero de 2013

¿Entreno o descanso?

Hace rato que ha dejado de nevar. Y yo, que tenía la romántica esperanza de que continuase durante toda la mañana y de bajar a la Casa de Campo a estampar las huellas de mis zapatillas en los senderos blancos…Eso sí, hace un frío que pela y, por lo gris que está el día, no parece que el sol se vaya a animar a calentar en ningún momento. Así que hoy, entre el tiempo y que estoy medio griposo, voy a hacer las cosas bien y me conformaré con un rodaje muy, muy tranquilo alrededor del lago.

nieve en casa de campoNo es lo que tenía previsto, pero ayer me pasé todo el día con mal cuerpo y, aunque hoy me he levantado mejor, creo que haré bien en seguir recuperándome. Si acaso me encuentro con fuerzas, igual alargo hasta los 10 o 12 kilómetros, pero no más. No se trata de exprimir al organismo, y si ayer estuvo flojo, hoy seguro que me agradece esta pequeña pausa. Mañana será otro día.

Salir a entrenar en contra de la voluntad del propio cuerpo no es, desde mi punto de vista, una gran idea. Cuando, a pesar de una ligera enfermedad o de otros signos más o menos evidentes de que algo en nosotros no funciona como es debido, nos empeñamos en calzarnos las zapatillas y hacer como si nada raro sucediese, en realidad estamos comprometiendo nuestro estado de forma y nuestra salud. Nos parece que no podemos perder ese día de entrenamiento. De ninguna manera. Bajo ningún concepto.

¿Qué será de mi preparación?

¿Cómo voy a perder este dulce estado de forma?

¿Cómo voy a parar de entrenar?

No PUEDO parar. No DEBO parar.

Pero la realidad es bien distinta. Lo cierto es que, en esas circunstancias, tu preparación se verá comprometida si fuerzas, tu dulce estado de forma se verá resquebrajado en muy poco tiempo y tu organismo te obligará a parar aún más tiempo en cuanto detecte la inclemente agresión a la que le estás sometiendo en estos momentos de indefensión. PUEDES parar. DEBES parar.

Parar, en muchos casos, no significa quedarse en casa mirando por la ventana. Quiere decir que nos vamos a dar un respiro, que hoy vamos a salir a disfrutar, a poner los cinco sentidos en las señales que nos envía el cuerpo, que nos olvidaremos por una vez del crono, del pulso, de los kilómetros,…y simplemente haremos lo que sintamos que debemos hacer.

Tuve durante un tiempo la oportunidad de aprender de un grandísimo entrenador. Cuando me mandaba los programas de trabajo, nunca incluía una semana de descanso. “No te preocupes”, me decía, “el organismo nos dirá cuando tenemos que parar y descansar”. Y así era: cada cierto tiempo, el cuerpo se rebelaba contra el proceso de entrenamiento y me pedía a gritos un descanso. No era una cuestión de si ahora elijo o no elijo. No había más posibilidades. “O paras, o te paro yo”, parecía gritarme. Y vaya si lo hacía. Tal vez si en esos momentos hubiese sabido interpretar determinadas señales habría logrado sacar más partido a lo que hacía. No lo sé. A toro pasado es muy fácil decirlo.

Así que hoy, como digo, toca descansar. Igual luego me sorprendo a mí mismo y me entono.

Igual empieza a nevar de nuevo y cuaja…

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