lunes, 7 de octubre de 2013

Día 156: antes de que salga el sol

Km recorridos (día/total): 10,4/1346,3                             Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/344

¡Qué noche tan corta y qué día tan largo! Creo que es la primera vez en mi vida que me levanto para ir a correr y me tengo que volver a meter en la cama porque está demasiado oscuro. Pobre Alberto, que se ha pegado el madrugón, al igual que yo, para nada. Bueno, para nada tampoco: había que ver el cielo afgano una hora antes del amanecer, tan oscuro, tan inmenso, tan lleno de estrellas,… Aparte de eso, a las cinco y cuarto poco se podía hacer, teniendo en cuenta el lugar donde nos encontramos, y en el que dos tipos corriendo a oscuras podrían levantar peligrosísimas sospechas.

Así que por primera vez desde el día tres de mayo, llegaba la hora del desayuno y yo todavía no había rodado ni un metro, a pesar de llevar más de tres horas despiertos y llevar las mallas Salomon todavía debajo del uniforme, esperando una buena ocasión que no llegaría hasta después de la comida.

Cierto es que a estas alturas de mes no hace el mismo calor que hacía, por ejemplo, hace un par de semanas, el día de las 60 NM Solidarias. A día de hoy se podía correr sin que el aire quemase los pulmones, de tal forma que a las tres de la tarde me he calzado las zapatillas y me he lanzado a rodar cinco kilómetros, que no son muchos pero a la larga suman, qué duda cabe.

Desde ese momento, ya podía estar tranquilo. La verdad es que tenía la firme intención de ir a correr en el primer hueco libre de que dispusiese, así que tampoco estaba excesivamente preocupado, si bien sí bastante cansado después del madrugón para no poder hacer lo que me apetecía. Con lo que no contaba era con volver a rodar nuevamente apenas dos horas después de haber finalizado la primera carrera. Pero como me lo han planteado y realmente no tenían nada mejor que hacer, he dicho que sí, y a las seis de la tarde, junto con Alberto y Marcos, uno de los periodistas de TVE que estarán aquí hasta el jueves, he rodado otros cinco kilómetros, luchando contra la creciente penumbra que lo invadiría todo minutos después de finalizar nuestra sesión de entrenamiento.

Desde entonces y hasta ahora he estado deseando meterme en la cama, sobre todo sabiendo que mañana hay que estar en pie otra vez antes de las seis. Será extraño acumular una segunda mañana seguida sin poder currar. Lo que ocurre es que, pasados los veintitrés meses corriendo todos los días al menos diez minutos, ya no hay quien me pare, y por mucho que el día comience torcido, en lo referente al menos a la carrera a pie, siempre hay tiempo, si uno está mentalizado, para enderezarlo, en ocasiones, como hoy, por partida doble. Ya veremos si mañana me animo a tanto...

No hay comentarios:

Publicar un comentario