martes, 9 de julio de 2013

Día 67: había una vez...una historia de terror

Km recorridos (día/total): 6,2/363,6                                   Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/150
Había una vez un país de rica historia y tierra hostil, que yacía sobre inmensas llanuras de polvo y escarpadas montañas marrones donde la vegetación marchitaba de calor durante la época estival y moría de frío cuando aparecía el invierno. Donde en alguna breve ocasión hubo un período de paz entre guerras, y la tierra agradecida se volvió fértil no sólo para cultivar amapolas, y en las montañas las tribus antaño guerreras se dedicaron a combatir únicamente a los elementos.
Había una vez un país transitado pacíficamente por gente de todas las razas.
Había una vez un país de bravos jinetes, feroces combatientes diestros en el arte de la lucha con la espada, de hombres rudos con principios y valores, supervivientes en un medio extremo.
Había una vez, no hace mucho, un país por el que la gente circulaba en libertad, sin temor a que el suelo estallase bajo sus pies, donde se compraba en mercados atestados de gente que regateaba en puestos de fruta, de sedas y piedras que brillaban bajo el sol, donde la sangre no se entremezclaba con el polvo y las especias. Donde las tribus convivían en paz, donde los más fuertes no masacraban a los más débiles, donde los orfanatos no eran tristes moradas de dolor y angustia, desde cuyas sombras pequeños ojos rasgados miraban sin esperanza. Donde las mujeres no temían ser secuestradas cuando salían de casa, y vivían sin miedo a hablar en voz alta y a sonreír, y no eran lapidadas o azotadas en público, y una triste tela no cubría su rostro o sus cabellos, y llevaban tacones sin miedo a levantar oscuros deseos.
Foto de Ernesto Vázquez
Foto de Ernesto Vázquez
Había una vez un país donde las personas miraban al futuro con prudencia pero con ilusión, donde no se imponía el terror de estado ni siniestros personajes barbudos se paseaban desafiantes e impunes, donde no reinaban la barbarie y la corrupción. Donde mucha gente anhelaba vivir en paz y criar a sus hijos e hijas, donde las armas no circulaban por todos sitios y a aquellos que luchaban por un futuro mejor no se les colgaba de un árbol en un triste secarral, donde no se atormentaba a otros seres humanos, y la vida valía mucho más que el poder del opio y la heroína.
Había una vez un país que respiré sólo en pequeñas dosis, las que me traía el viento, casi siempre procedente de Turkmenistán, donde corrí disfrutando de agrestes y polvorientos paisajes, donde el sol me tostó la piel al descubierto y conocí a hombres y mujeres valientes y bondadosos, que vivían rogando a su dios poder vivir unos meses más, los justos y necesarios para poder que su esfuerzo no había sido baldío y sus vidas no habían sido entregadas a cambio de nada.
Había una vez un país donde amanecí cada mañana y escribí cada noche durante un tiempo, donde la sandía era muy dulce y el té un tanto amargo, donde cada cierto tiempo tenía que remendar rotos y curar viejas heridas.
Había una vez un país que algún día me gustaría conocer como verdaderamente es.

1 comentario:

  1. Muy duro, pero no veo mal que nos recuerdes en medio de donde te encuentras. Hoy quizás no tocaba hablar de running... ánimo!!

    ResponderEliminar