domingo, 14 de julio de 2013

Día 72: canciones

Km recorridos (día/total): 6,2/394,6                                  Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/160
 
¡Qué día tan largo! Hoy ni siquiera he tenido tiempo para mi capuccino y mi trozo de pastel de frutas de los domingos en el italiano que está pegado a la inicio de la parte española. Por fortuna, ayer quedé con alguien a correr, y aunque al final me ha tocado irme solo después de los cinco minutos de cortesía, lo bueno es que a primera hora lo tenía ya todo hecho.
 
Luego, el día se ha convertido en una sucesión de acontecimientos varios, algunos de ellos muy interesantes de los que ya pondré fotos (me habría gustado ponerlas hoy, pero no he tenido tiempo para descargarlas de la cámara al ordenador), en ocasiones tenso, en otros momentos divertidos, a ratos deseando que el día acabase y por último disfrutando de la compañía de amigos que pronto se marcharán y dejarán un gran vacío.
 
Hay una canción para cada momento, como he podido comprobar a lo largo del domingo. Hoy, durante la cena, hemos disfrutado de verdad, entonando entre charla y charla un montón de ellas en una mesa compartida primero con italianos y luego con albaneses que debían estar alucinando, sin que realmente nos importase mucho lo que fuesen a pensar.
 
Algunas noches afganas son realmente especiales, y la de hoy ha sido una de ellas. La semana que mañana comienza va a traer consigo amargas despedidas, pero deja sellados muy buenos momentos que, a lo mejor en otra ocasión, en otra terraza o en otra ciudad, vuelven a repetirse en una frecuencia emocional distinta a la actual.
 
Por otro lado, estoy muy ilusionado con la preparación de la Maratón de Murcia. Con un poco de suerte y tiempo, mañana me inscribiré. Lo mejor de todo es que no lo haré solo. David ha aceptado el envite. Será un doble desafío, no tanto por la distancia como por el hecho de prepararla separados por más de 6000 kilómetros. A ver si consigo hacer una planificación medianamente decente para que el tres de noviembre no se nos note a ninguno de los dos.
 
Al final, entre una cosa y otra, son casi las doce y aquí estoy, cayéndome de sueño. Mañana volverá a ser, a priori, un día intenso, lo cual me va a obligar nuevamente a madrugar. Creo que me tocará estar a las seis y media con las zapatillas puestas para alcanzar los 400 kilómetros afganos, después de dos meses y más de diez días. La pena es que a esas horas no habrá canciones...
 
¡Por cierto, hoy también ha habido alguien muy especial que se ha acordado de enviarme el mar!
 
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