sábado, 27 de julio de 2013

Día 85: sumergido

Km recorridos (día/total): 14,7/524                                    Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/187
 
¡Otra mañana más sin poder abrir los ojos antes de las ocho! Voy a tener que invertir esta dinámica, y no porque me quede sin correr. Eso no me falta. El caso es que llevo tres días sin llegar a tiempo a desayunar, de tanto apurar en la cama. Últimamente, de hecho, ni siquiera lo intento, y me apaño luego con lo que tengo en la habitación y el café de después del briefing. No es que haga mucho más gasto, así que me imagino que con eso vale.
 
La de hoy por la mañana ha sido una carrera totalmente regenerativa. Estaba cansado, aunque no excesivamente, y contaba con que por la tarde saldría a entrenar nuevamente, así que he rodado muy suave y sin pausas apenas veinticinco minutos. Como durante los últimos días, el calor a esa hora se deja notar. Nada, en cualquier caso, a lo que no este acostumbrado ya.
 
Luego, a media mañana, he tenido sesión de fisio. Las molestias en los isquios de la pierna izquierda vienen y van. De hecho, esta semana, incluso a pesar de las dobles sesiones, han ido más que venido, principalmente porque aparecen cuando incremento el ritmo notablemente, algo que, por el momento, no ha ocurrido. Correr a ritmos cómodos es, al menos, una garantía muscular. Ya veremos cómo evoluciona todo, en cualquier caso. No me apetece estar toda la temporada así, por lo que el trabajo semanal de fisioterapia es importante para mantener las molestias a raya.
 
A la hora de comer he podido disfrutar de un pequeño gran lujo, que para muchos de los que leen esto, la playa o la piscina a tiro de piedra, supondrá un hecho totalmente cotidiano. Y es que hoy, después de tres meses...¡me he sumergido! Ha sido una pasada meterme en el agua, sentir todo el cuerpo en suspensión, oír mi propia respiración... Durante unos minutos ha sido algo íntimo, para mí solito. Luego, todavía metido en el agua, he compartido un rato de agradable charla con gente excelente, lo mejor sin duda que me llevo cada día de esta experiencia afgana.
 
Y por la tarde, ¡otra vez a correr! Cuarta doble sesión de la semana, y para ello le tenía preparada una sorpresita a Alberto: hoy hemos cambiado un poco la dinámica de los últimos días, y al aeróbico extensivo del primer tercio de carrera le han seguido dos de mil quinientos a un ritmo más bien alegre. Al terminar la primera, me ha dicho que no podía (pensaba que sólo era una, el pobre...), pero en estos casos soy muy pesado y hago oídos sordos, sobretodo cuando sé que sí que se puede, y le hemos metido caña a la segunda, otra vez con buenos ritmos.
Con Mario, entrenando para los Mundiales de Natación de Barcelona
Con Mario, entrenando para los Mundiales de Natación de Barcelona
Como iba animando a Alberto, no se me ocurría otra cosa que ir gritándole al lado todo lo que se me ocurría. Seguro que aquellos con los que nos hemos cruzado han alucinado al ver a un tío con cara de querer pararse corriendo al lado de otro que le gritaba, se reía y movía las manos... Con Alberto medio mareado del esfuerzo, hemos completado el resto del entrenamiento charlando sobre no sé qué cosas. Ha sido una gran tarde, sin lugar a dudas. Espero que nunca llegue a odiarme.
 
Y así ha transcurrido el día, entre amigos, desafiando al agobiante calor. Entre una cosa y otra, me ha venido a la cabeza, así, a última hora, la conversación de la vuelta a la calma con Alberto: hablábamos (le hablaba, más bien) de ritmos, de temperatura, de altitud... En general, de cosas sin mucha importancia. Se trataba únicamente de llenar los minutos para que Alberto corriese sin darse cuenta de que lo hacía. Y en eso soy un especialista.

 

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