sábado, 13 de julio de 2013

Día 71: que decida el inconsciente

Km recorridos (día/total): 6,2/388,4                                         Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/158

Llevo un par de días dándole vueltas a un tema. Hace un par de días me enteré de que la media maratón de San Javier, en principio prevista para el día 3 de noviembre, va a celebrarse el 13 de octubre, con lo cual me va a ser imposible, salvo que se abra pronto un agujero negro en este suelo cálido y árido y se trague a todos los malos de turbante, barba, AK-47, RPG, clavos y olla express (el puto kit del talibán, con perdón). Como esto, lamentablemente, no tiene visos de suceder, me temo que la media de San Javier quedará para otro año, así que habrá que buscarse otra carrera.

Hasta aquí no hay ningún dilema. La cuestión se plantea cuando uno indaga y, como sospechaba, descubre que el motivo del cambio de fecha ha sido la coincidencia de la carrera de San Javier con la I Maratón de Murcia. Y como no sé estarme quieto, ayer abrí la web de la Maratón, y le empecé a dar vueltas al tema. Esta mañana, cuando he empezado a rodar, he estado valorando los pros y los contras. Paradójicamente, NUNCA he corrido una maratón como tal. Sí los 101 kilómetros de Ronda y varias ediciones de la Ruta de las Fortalezas, por lo que la distancia en sí no sería un problema en condiciones normales.

Está claro, por otro lado, que estas pruebas no tienen mucho que ver con cuarenta y dos kilómetros y pico de asfalto, a priori mucho más monótonos: aceleración, velocidad de crucero, avituallamientos cada cinco kilómetros y a dejar que transcurra el tiempo. Por otro lado, existen varios factores que hacen que me lo esté pensando dos veces. En primer lugar, el 3 de noviembre es demasiado pronto, sobretodo pensando en lo larga que es luego la temporada. En segundo lugar, la preparación tendría que ser aquí, con el desgaste que ello implica. A esto último se suma el hecho de que aún me resiento de algunas molestias en diversas partes de mi musculatura avatar.

Foto San Fermín

Sabiendo todo esto, y otros muchos elementos que no me he detenido a analizar, pero que seguro irían surgiendo, está el problema principal: ME APETECE. Y como me conozco, por mucho que me empeñe en negarlo, sé que soy especialista en hacer caso a mi intuición, aunque para ello haya que negar lo evidente hasta el punto en que, sin saber muy bien cómo, cuando me quiero dar cuenta estoy con el agua al cuello y con escasas posibilidades de dar marcha atrás.

Lo peor de todo es que supone, por qué no decirlo, un desafío importante y que, en medio de tantas vueltas a la cabeza, mucho me temo que mi inconsciente ya ha tomado una decisión. Precisamente, mientras escribía esta entrada...

Máquina, ¿nos apuntamos?

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