viernes, 12 de julio de 2013

Día 70: naúfrago en días de calma

Km recorridos (día/total): 6,2/382,2                                  Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/156
 
Ya va siendo hora de hablar de despertadores, y de kilómetros, y de pulsos, y de zapatillas gastadas, y de molestias,...pero no puedo, porque los días transcurren, y yo esta semana no he hecho sino pelearme con el despertador y dejarlo sonar, o apagarlo antes de tiempo. Hoy, por ejemplo, no he salido a correr hasta casi las ocho de la mañana, con un dolor de cabeza importante que sólo he conseguido mitigar a base de Ibuprofeno después de la carrera.
 
A veces no me sale hablar de kilómetros. En realidad, ¿qué importancia puede tener, a día de hoy? Ando navegando en medio de un mar de días, tan parecidos los unos a los otros, hasta tal punto que deja de tener interés el día que viene, porque es simplemente otro día más.
 

Bueno, tal vez sumar kilómetros me asemeje al triste náufrago que araña sus largas jornadas en el mar sobre un tablón de madera gastada. Tal vez lo haga, después de todo, por el sencillo motivo de mirar de cuando en cuando hacia atrás o hacia adelante y ver que, después de todo, han transcurrido los días, aunque sea de una forma en ocasiones tan anodina.
 
untitled
 
No fue anodina la cena de ayer, ni mucho menos. De hecho, fue, con mucho, la mejor cena desde que llegué. Hoy nos lo hemos pasado en grande viendo las fotos. Todo tan natural, tan llano, tan tonto,...y tan divertido. Parece mentira que se haya juntado tanta buena gente en este lugar en concreto, de tal forma que, a pesar de las circunstancias, casi podría decir que no me habría perdido a muchas de estas personas por nada del mundo.
 
Vamos, que me alegro muchísimo de haber venido, y que no me iría antes que ninguno de los que está aquí conmigo. Puede que sea contradictorio. Estoy deseando llegar a casa y, sin embargo, me dolería tanto hacerlo antes que mis amigos de aquí, que, a la postre, los tres meses y medio restantes no son tantos.
 
Vamos, que me alegro muchísimo de haber venido, y que no me iría antes que ninguno de los que ha venido conmigo. Puede que sea contradictorio. Estoy deseando llegar a casa y, sin embargo, me dolería tanto hacerlo antes que mis amigos de aquí, que, a la postre, los tres meses y medio restantes no son tantos.
 
Otro día más, y de nuevo sin hablar de despertador y de correr. En breve alcanzaré los 400 kilómetros o, lo que es lo mismo, un tercio de mis intenciones afganas. Me cuesta pensar que aún me separan más de 800 kilómetros de todo lo que añoro. Cuantas vueltas, cuantas tormentas, cuantos días de calma chicha, cuántos palitos marcados a cuchillo en la madera...Y pasarán, a buen seguro, y serán sólo un recuerdo marcado en la suela de dos o tres pares de zapatillas, en el moreno de mi piel y en la sequedad de mis músculos pidiendo auxilio.
 
Prometo que mañana escribiré un poco más temprano, a ser posible sobre kilómetros y los grillos del despertador del iPhone, sobre los gemelos que se me quieren subir mientras duermo, sobre ritmos y objetivos concretos, sobre cuánto y de qué forma deseo pisar tierra firme. Aunque sepa que ese día miraré al mar a mi espalda y me sentiré huérfano de sus noches al raso...

No hay comentarios:

Publicar un comentario