miércoles, 24 de julio de 2013

Día 81: no sé estarme callado

Km recorridos (día/total): 6,2/474,3                                         Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/180

Normalmente escribo las entradas después de cenar o, a lo sumo, a media tarde, después de haber terminado la jornada de trabajo, cuando presupongo que el día ya no dará mucho más de sí. Hoy voy a hacer una excepción, por dos razones fundamentales: en primer lugar, porque esta noche nos reuniremos a cenar unos cuantos y seguramente a continuación de la cena no tenga más que ganas de irme a dormir. En segundo lugar, porque sé que voy a estar bastante cansado.

La excepción es también curiosa porque esta tarde vuelvo a correr con Alberto. Si acaso, dejaré la entrada en stand by hasta después de entrenar, y simplemente sumaré los kilómetros que haga antes de publicarla. No voy a hablar hasta mañana de lo de esta tarde, pero presumo que la salida se me hará larga. ¿Por qué, entonces, no me voy a tomar algo con la gente, o me paseo por ahí, o me meto en internet? No lo sé, y tal vez es lo que debería hacer, pero estoy con los ánimos como las fuerzas, justos, y sé que pasar este buen rato junto a Alberto me hará mucho bien.

IMG_20130723_200047A ver si tengo suerte y me cuenta anécdotas de alguna de sus carreras, como la de una vez que se perdió en una prueba de 100 kilómetros en Santander, creo recordar, y al final alguien le vio tan mal que le invitó a una cerveza en un bar, y terminó haciendo los últimos diez kilómetros, del noventa al cien, en cincuenta minutos. Seguro que tiene un montón de ellas por ahí guardadas. A ver si esta tarde le tiro un poco de la lengua.
Yo no estoy para contar batallitas, la verdad. Esta tarde estaba tan cansado que me ha costado un montón despertarme de la siesta. Soñaba que me levantaba, que miraba por la ventana y que tenía mucho sueño. Luego, para colmo, como no sé estarme callado, he llamado a Alberto para lo de esta tarde. Masoquismo puro y duro, pero también un poco de autoterapia. Con un poco de suerte, de aquí al viernes llegaré a los quinientos kilómetros, y me tocará invitar a un café a mis compañeros de trabajo después del briefing de por la mañana. Qué menos, ¿no? No se alcanzan quinientos kilómetros en Afganistán todos los días.

Por suerte para mí, en un par de semanas llega a Herat un buen runner con el que tuve la suerte de compartir alguna que otra carrera hace ya más de diez años. El destino ha querido que, después de todo este tiempo, vayamos a encontrarnos de nuevo tan lejos ambos de casa. Para mí será un gran compañero de entrenamiento, especialmente en la segunda mitad de la misión, con setecientos kilómetros por delante. Poco a poco, se va formando un buen grupo de auténticos runners, gente con una pasión desmesurada por el asfalto y el aire libre. ¡Después de todo, me siento tan afortunado!

Cuando vuelva de corre intentaré poner una foto de los kilómetros de esta tarde. A ver qué tal se da todo. Ni sé estarme callado, ni quiero aprender: no me perdería este rato próximo por nada del mundo.

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