domingo, 28 de julio de 2013

Día 86: cabos sueltos y colores

Km recorridos (día/total): 4/528                                         Vueltas dadas al perímetro (día/total): 0/187
 
Ayer hablaba de invertir la tendencia de los últimos días, esa de quedarme remoloneando en la cama hasta la hora límite. Puedo confirmar que esa intención ha fracasado con éxito: hoy me han dado las ocho y media, y casi llego tarde a desayunar incluso a L'Azurro, o La Frontera, como se le llama en el lado español. Por suerte, el capuccino y el corneto son de pago, así que no han tenido inconveniente en esperarme unos minutos, los justos y necesarios para completar cuatro kilómetros de regeneración total y absoluta, que ya iba siendo hora.
 
Por cierto, el flexionator sigue en marcha, y he incrementado el número de flexiones a veinte cada vez, con lo que la media ha subido también a unas doscientas diarias, flexión arriba, flexión abajo. Ya voy por tres mil ochocientas y pico, que no son pocas. La estimación, de aquí a final de misión, si no surge ningún inconveniente, es llegar a veinte mil. Nacho ha subido a quince, y se ha unido al club de los tarados de las flexiones Juan, el jurídico. Voy causando estragos...:-)
 
Ignoro el motivo, pero me da la sensación de que este domingo es un día de atar cabos sueltos. Principalmente, hay un par de ellos que están ahí, a la espera de confirmaciones que, de momento, tardarán un poco en llegar. Una de ellas es la referente a la maratón. A día de hoy, no tengo nada claro que vaya a estar de vuelta para el tres de noviembre, fecha de la de Murcia.
 
flores
 
Como ya se me ha metido en la cabeza correr la distancia al volver, ando buscando alternativas para no quedarme con las ganas. Por el momento, gana enteros la de Castellón, el día 8 de diciembre. A mí me gustaría que fuese un poco antes, por eso de aprovechar la forma que lleve, pero también que prefiero que sea en un sitio donde se pueda correr sin agobios de gente. Parece que la de Castellón es perfecta para eso, sin tener en cuenta, por otra parte, lo especial que sería para mí correr allí.
 
Esta tarde tenía previsto hacer un par de horas de artes marciales, pero estoy tan cansado después de esta semana de kilómetros (al final han sido setenta y seis) y calor (hasta cuarenta y cuatro grados hoy), que he decidido dejarlo para otra ocasión y empezar la semana con buen pie. En muchos sentidos, la que queda atrás ha sido muy buena. Haber encontrado a un buen compañero de entrenamientos después de tres meses es algo sin lugar a dudas estupendo. Tengo ganas de que llegue el martes, para ver si conseguimos reunirnos unos cuantos. De momento, somos cinco o seis en nómina. La cosa promete.
 
En tres días habré alcanzado los tres meses de misión, aproximadamente la mitad de la duración total de la misma (digo aproximadamente, porque no tengo ni idea de cuándo volveré). A decir verdad, tengo muchísimas ganas de volver, pero no me iría de aquí por nada del mundo sin el resto de la gente con la que convivo a diario. Anoche todo esto estuvo de quebrarse por un casi desafortunado incidente, que se quedó en un susto sin importancia. Lo que más me habría dolido, pensaba, sería haber tenido que dejar atrás a los míos de aquí. Por qué poco...
 
Hoy quiero romper el color tierra del oeste de Afganistán con una foto que me ha encantado. Curiosamente, me acabo de dar cuenta de que también echo de menos los colores.

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