miércoles, 10 de julio de 2013

Día 68: demasiado afilada (la intención)

Km recorridos (día/total): 6,2/369,8                                   Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/152
 
Ayer por la tarde comenzó el Ramadán, o como se dice en darí, Ramazán, Mes del Ayuno Voluntario para los musulmanes de todo el mundo. Me cuesta hacerme a la idea de lo que supone aquí, donde el sol sale, a día de hoy, a las cinco y diecisiete minutos de la mañana, y se pone pasadas las siete de la tarde. En esta época, durante el día se sobrepasan sobradamente los cuarenta grados, y la humedad relativa del aire difícilmente supera el ocho o nueve por ciento. Son unas condiciones durísimas, de eso no cabe la menor duda.
 
La voluntad humana, sin embargo, puede ser férrea hasta límites insospechados. De ello tenemos ejemplos claros en la vida, y más concretamente en el deporte. Al cabo de un tiempo, la mente se educa según los dictámenes de lo que verdaderamente deseamos con pasión. Lla expresión y el fervor religiosos bien entendidos son una muestra de esa pasión que nos lleva, en muchos casos, a vencer resistencias a priori insuperables.
 
Hecha esta reseña, hoy me han hecho especial ilusión algunos comentarios y mensajes en referencia a la entrada que escribía ayer. Fue un experimento difícil, como lo es cada vez que decido abrir gas a tope y quitarme de encima las corazas y el miedo a la exposición más cruda de mis sentimientos. Pero como escribía como respuesta a uno de estos comentarios, es difícil no hablar de determinadas cosas cuando uno ve, escucha pero, sobretodo, siente lo que ocurre a su alrededor.
 
Ayer, trágica casualidad, como suscribiendo mi triste historia de terror, una bomba casera segaba la vida de doce mujeres, cuatro niños y un hombre en una localidad de la provincia donde me encuentro. Son noticias que pasan en voz baja por nuestros medios de comunicación, más preocupados de los escándalos y de las tramas mafiosas de mediocres políticos corruptos, que únicamente se diferencian de muchos de los de aquí en las vestimentas y el pulcro afeitado, y de otros asuntos intrascendentes que venden. Porque al final se trata de eso, de vender: una imagen, un propósito, un falso interés por la humanidad de lo que es en realidad económico...
 
En fin, creo que el cansancio ha afilado de más el contenido de esta entrada, todo ello sin decir que esta mañana, un día más, y van sesenta y nueve desde que aterricé en Herat y más de seiscientos desde que comencé con los diez minutos diarios, he salido a rodar un rato, como siempre. Me habría gustado doblar esta tarde, pero finalmente ha soplado el viento todo el día y había demasiado polvo en suspensión.
 
A ver si el jueves se da un poco mejor. A ver si mañana tengo más roma la intención.
 
Y una buena foto.

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