Hace tres años un gran médico (que me consta que lo es) me dijo que fuese pensando en dejar de correr, debido a una fascitis casi crónica en el pie derecho con la que conviví durante casi dos años. No me dí por vencido. Es más, desde aquel momento, supe que iba a volver a correr incluso más que antes. Luego, las circunstancias de la vida me pusieron en manos de tres grandísimos fisioterapeutas: Jordi Reig, de Alcoy, y especialmente dos generaciones de Fisioizquierdo, José Luis Izquierdo padre e hijo, a los que debo en gran medida esta extensión de mi vida deportiva que ahora disfruto.

No sé por qué razón, la mayoría de los deportistas somos alérgicos al reposo. Sin duda, hay ocasiones en las que físicamente es evidentemente necesario parar, pero en la mayoría de los casos soy partidario de HACER, más que de DEJAR pasar el tiempo. La mayoría de los médicos, a buen seguro grandísimos profesionales, no entienden que decirle a un deportista que no haga nada es condenarle. El reposo cura a la larga, pero nosotros necesitamos acelerar esa recuperación, reducir plazos, disminuir el tiempo de inactividad o, en el peor de los casos, buscar alternativas que maten esa necesidad imperiosa de aumentar las pulsaciones. Somos competitivos incluso a la hora de recuperarnos.
Desde luego, es mucho mejor prevenir que curar y, para ello, nada mejor que integrar periódicamente en nuestros entrenamientos una sesión de fisioterapia cada una o dos semanas, en función de nuestro nivel de cargas de trabajo. Esperar a que aparezcan los primeros síntomas es estar avanzando irremisiblemente hacia ese periodo de oscuridad que en la mayoría de los casos significa "reposar". Al igual que efectuamos revisiones al coche para evitar que a medio plazo surjan averías graves, deberíamos "revisarnos" nosotros mismos, o lo que es mejor, ponernos en manos de buenos profesionales que cuiden nuestros músculos y se anticipen a posibles lesiones. En ese sentido, es conveniente dar con un profesional que sea consciente de esa necesidad imperiosa que tenemos de sentir el aire entrando en nuestros pulmones, que entienda lo que significa ser un deportista.
Siempre podremos cambiar de vehículo. Sin embargo, sólo tenemos un cuerpo, que nos tiene que durar toda la vida, y es necesario cuidarlo convenientemente para hacer de nuestra pasión por el deporte una compañera de viaje agradable y duradera, a salvo de frustraciones temporales o definitivas.
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