martes, 8 de enero de 2013

Empezando a entrenar.

Hace unos días leía en un foro una pregunta que formulaba alguien que, después de muchos años de vida sedentaria, quería retomar la actividad deportiva, y se planteaba cómo había de hacerlo. Puede que sea algo que pasa por la cabeza de muchas personas que, en estas fechas, se han llenado de nuevos propósitos y renovadas energías y se calzan, por primera vez en mucho tiempo, tal vez por primera vez en su vida, unas zapatillas de deporte. En este caso, la edad sí importa, principalmente porque, asociados a la misma, vendrán un montón de hábitos que dejar atrás, y que indudablemente habrán dejado su huella en el organismo: el tabaco, el alcohol, el propio sedentarismo, una alimentación deficiente,...Y claro, cuanto más tiempo hayan residido en nosotros éstas y otras costumbres poco saludables, mayor será la resistencia a vencer.

Por eso, hay que tener paciencia a la hora de empezar. Y constancia. Me atrevería a decir que a partes iguales. Todos, en nuestra juventud más o menos reciente, hemos corrido, saltado, caminado,...El cuerpo tiene memoria para todo lo que alguna vez ha experimentado, pero no es menos cierto que también la tiene (y más) para lo más reciente, sobretodo si es malo. Por eso creo que, paralelamente a nuestros nuevos y sanísimos propósitos, es conveniente realizar una prueba de esfuerzo que descarte, por un lado, cualquier patología cardíaca, y en la que pueden haber intervenido los malos hábitos dejados atrás, y que por otro, nos ayude a fijar unas franjas de trabajo cardiaco, de tal forma que nuestro corazón se vaya fortaleciendo progresivamente.

No hemos de olvidar que el corazón es un músculo que trabaja de forma ininterrumpida, y que necesita llevar a cabo un entrenamiento progresivo de sus propias capacidades. Conforme vayan pasando los días, y gracias a las adaptaciones orgánicas (puedes leer algo al respecto en la entrada "Da igual lo que hagas: ¡CORRE!), el funcionamiento del músculo cardíaco se irá optimizando: mejor capacidad de bombeo, aumento del grosor de las paredes auriculares y ventriculares,...Al mismo tiempo, y debido a una mayor eficiencia de la función transportadora de nutrientes y oxígeno de la sangre, el corazón necesitará menos latidos para llevar la cantidad necesaria de aquellos a las distintas partes del cuerpo, lo cual aliviará en gran medida la carga de trabajo del mismo.

Por último, es importante llevar a cabo una adaptación progresiva al nuevo status de persona no sedentaria, y seguir los consejos de personas cualificadas, que, de un modo u otro, garanticen un plan de entrenamiento/actividad con la adecuada progresión e intensidad de las cargas, y establezcan un correcto equilibrio trabajo-descanso, de tal forma que el organismo pueda adaptarse de una forma natural a las nuevas exigencias. Para que el cambio de hábitos sea saludable, hay que llevarlo a cabo de una forma responsable, y huir de las fórmulas mágicas que prometen inminentes resultados. Después de dar el paso en la dirección correcta, hay que procurar no tener demasiada prisa, de tal forma que no volvamos a perder el rumbo. 

Los resultados visibles llegarán en breve. Los invisibles empezaron a aparecer desde el momento en que tomaste la decisión.


2 comentarios:

  1. Muchas gracias, por tus consejos. Pues probablemente de no haberlos leido, hubiera hecho alguna barbaridad.
    Un saludo

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  2. Gracias a ti por el comentario, y muchos ánimos.
    Un saludo.

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