jueves, 5 de septiembre de 2013

Día 125: mil kilómetros, mil gracias

Km recorridos (día/total): 17/1005,6                                 Vueltas dadas al perímetro (día/total): 3/278
 
Hoy era el día de los mil kilómetros recorridos desde mi llegada a Afganistán. Me parece mentira, sobre todo cuando ha habido épocas en las que he sumado tan poco. Lejanos quedan ya los días de mayo, el sóleo contraído y las pisadas dolorosas, que me hacían temer lo peor. También las largas jornadas de junio, en solitario en muchas ocasiones, intentando encontrar motivaciones ocultas, rutinas, objetivos a corto plazo. Pero un día nos cruzamos Alberto y yo, y las carreras comenzaron a ser momentos especiales, a ratos en silencio, a ratos en animada charla. Y luego llegaron Pascual y Tabu, y Pepe Soria se unió a nosotros muchas tardes, y entonces los kilómetros volaban devorados por nuestras zapatillas, y surgieron proyectos y sueños, y pasaron momentos malos y buenos, siempre al compás de nuestras pisadas, al abrigo de nuestra grupeta, genuina mezcla de estilos, técnicas y zancadas diversas. Y así llegó el día de hoy.
 
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A las seis y media me esperaban Alberto y Tabu, y en este día un tanto especial, se habían apuntado Manu, con el que compartí muchos de mis primeros kilómetros aquí, y Nacho que ¡hoy sí! ha madrugado para calzarse las zapatillas y correr. Los kilómetros han discurrido tranquilos, pausados, a ratos a buen ritmo. Cuál no ha sido mi sorpresa al enfilar la última recta, la que nos lleva al punto final de la carrera, y ver a lo lejos a un grupo inusual de gente. Pronto he comprendido que eran mis compañeros, que me esperaban a mí. Ahí estaban casi todos: Lorenzo, Juan, Carlos, Mario, Dani, Manu, Rafa, Asís, Antonio, Mar,…que habían organizado una llegada estupenda y me felicitaban por haber alcanzado los mil kilómetros.
 
Me ha emocionado mucho. Ellos no lo saben, pero cuando estiraba, las lágrimas me caían por las mejillas, camufladas entre gotas de sudor, a salvo de ser descubiertas por nadie. A estas alturas, y me atrevería a decir que siempre, gestos como este le llegan a uno al corazón. Por eso, hoy que debía ser el día de los mil kilómetros, es el día de las mil gracias a todos los que han madrugado un poco más de la cuenta para hacerme sentir especial.
 
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Por lo demás, sigo avanzando en el tema que me ocupaba las dos últimas entradas. Hay grandes noticias: finalmente no voy a tener que ir a España (esa es una mala noticia, porque me habría encantado, unas horas al menos); las pruebas me las haré aquí, y consistirán en un test de saliva que remitiré probablemente la semana que viene para su análisis, de tal forma que se pueda comprobar que mi perfil sigue siendo compatible. Porque, a día de hoy, soy el donante más compatible, parece ser que en todos los campos, lo cual deja abierta la puerta a la esperanza de que este cuento maravilloso que me está tocando vivir resulte en un final feliz.
 
Así que, si todo va bien, el martes próximo recibiré los kits para realizar los tests, los haré y los reenviaré de vuelta para que se inicie un proceso que puede durar unos meses, y que espero culmine con un exitoso transplante. Me siento muy afortunado de disfrutar de esta oportunidad.
 
Y por hoy es todo. Mañana seguiremos con la dinámica habitual, aunque un poquito más tarde. Empezaremos, si todo va bien, a las siete y cuarto. A ver si limamos unas cuantas asperezas que han surgido durante los últimos días. Es lo normal. Ya son muchos meses aquí, y a veces las cosas se magnifican...
 
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