sábado, 14 de septiembre de 2013

Día 134: escribir entre líneas

Km recorridos (día/total): 5,2/1086,3                                Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/294

Cualquiera que haya seguido el Diario de un corredor afgano desde hace algún tiempo se dará cuenta de que en estas páginas es todo lo que está, pero no está, al menos explícitamente, todo lo que es. A menudo, para conocer sobre esto segundo es necesario saber leer entre líneas, aunque qué duda cabe de que para ello uno necesita saber escribir entre líneas, aspecto definitivamente condicionado por mi limitada capacidad de expresión escrita, principalmente.

Dicho esto, este sábado catorce de septiembre me ha servido para darme cuenta de lo rápido que las sombras le van ganando terreno a las luces. Ya amanece después de las seis de la mañana, y atardece apenas pasados unos minutos de las seis y media de la tarde. 

Esta mañana, echándole un vistazo a la previsión meteorológica de la semana próxima, por eso de hacerme una idea de las temperaturas que me voy a encontrar en mi relevo de las 60 NM Solidarias, he constatado que en menos de una semana el sol se pondrá diez minutos más temprano que a día de hoy. Me temo que en breve, en cuanto las temperaturas bajen un poco, tendré que cambiar mis horarios de entrenamiento y salir a mediodía.

En cualquier caso, hoy no he tenido que hacer cábalas al respecto, y me he conformado con rodar apenas cinco kilómetros por la mañana, cansado como estaba de los últimos días. Lo cierto es que esta tarde también tenía previsto salir un rato, pero la ausencia de compañía ha mitigado mis ganas de hacerlo y he decidido, de una vez por todas, darle un poco de descanso al cuerpo. Mañana será otro día.

Así, he podido tomarme la tarde con un poco más de calma. Parece mentira, pero el ritmo diario que me he impuesto de un tiempo a esta parte implica que apenas me queda tiempo para nada. Por un lado está bien, pero por el otro, el día a día provoca un desgaste tanto físico como mental relativamente importantes, de tal forma que, a ratos, el cuerpo y la mente piden a gritos una pequeña pausa como la de esta tarde.

Por otra parte, hoy he recibido algunas directrices sobre cómo, a partir de los datos obtenidos el pasado miércoles, orientar el entrenamiento durante las próximas semanas. Me va a tocar apretar un poco en algunos sentidos si quiero culminar el trabajo de estos meses como se merece. No obstante, los treinta y siete kilómetros del domingo próximo me aportaran nuevos elementos de análisis para ir afinando mi preparación.

Haciendo cálculos, me quedan más de seiscientos kilómetros por recorrer hasta el final de la misión. Desde luego, estuve poco acertado cuando fijé mi objetivo en tan sólo mil doscientos: en cuestión de ocho o diez días espero haber superado esa cifra y seguir sin problemas hasta alcanzar los mil setecientos o mil ochocientos kilómetros. Si alguien me lo hubiese dicho en mayo, no me lo habría creido.

En fin, poco más ha dado de sí este día. Tal vez algunas cosas de las que, por el momento, ni siquiera
puedo escribir entre líneas, aunque todo se andará. Os dejo una pincelada que os sonará a chino: ¿a alguien le gusta el té de la marca Earl Grey? Hasta aquí puedo escribir...

No hay comentarios:

Publicar un comentario