domingo, 1 de septiembre de 2013

Día 121: reorientándome

Km recorridos (día/total): 10,4/940,6                                Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/265
 
Hoy no ha sido un domingo cualquiera. No ha habido capuccino al sol ni charla relajada a eso de las nueve sentados alrededor de una mesa de madera. Salimos, eso sí, Alberto y yo a una hora prudente, a rodar muy suave después del corto pero intenso intercambio de golpes que supuso la sesión de ayer por la tarde, y que nos ha dejado las piernas castigadas. Tanto, que decidimos tomarlo con mucha calma y completar únicamente una vuelta. ¡Ya haríamos la segunda por la tarde!
 
Después, unos buenos estiramientos, charla, ducha, desayuno rápido, vuelta a cambiarse de deporte...¡y a una orientación urbana por las zonas de vida española e italiana! Parecía imposible, y sin embargo, gracias nuevamente a la dedicación de gente apasionada, he disfrutado de una carrera de orientación muy, muy divertida, rápida y estupendamente organizada. Lo mejor de todo es que mi único propósito era disfrutar, y vaya si lo he hecho. Así que no me queda más que agradecer a Javier Amaya su gran trabajo y la ilusión que ha depositado en la organización de este evento que, aunque haya sido por un día, me ha sacado de la rutina habitual de los domingos.
 
A partir de ahí, el domingo ha transcurrido un tanto denso. Por supuesto, estaba cansado: después de la carrera matinal y los treinta y cinco minutos de orientación buscando balizas alrededor de contenedores, en el interior de refugios subterráneos o escondidas en rincones recónditos, necesitaba una buena siesta. Así que he aprovechado para comer pronto y, hoy sin lectura por imposibilidad física manifiesta, he dormido un buen rato, antes de la sesión laboral de tarde.
 
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Por fin, a las seis de nuevo Alberto y yo hemos rodado otro rato, corto, suave, distendido y reparador. Las tardes se han tornado frescas y agradables, el sol se pone varios minutos antes de las siete y la zona de carrera es un hervidero de corredores, solitarios, por parejas o en grupos más grandes, que hacen que uno se sienta bien.
 
Como hemos terminado con tiempo por delante, hemos hecho una aproximación a la báscula (es la tercera vez que me peso desde que llegué) con buenos resultados. Estoy donde quería estar, aunque no sé si donde me estaré dentro de un par de meses. En los últimos tres meses he perdido algo de peso, no mucho, pero sí lo suficiente como para que se me note, especialmente a la hora de correr. Veremos en qué punto me encuentro de aquí a finales de octubre.
 
Ha comenzado septiembre un tanto enmarañado. En los próximos días por fin sabré la fecha de mi regreso a España. La incertidumbre, a estas alturas, junto con la posibilidad de que sea un poco más tarde de lo esperado, no ayudan en absoluto. No hay nada que desee más que volver a casa. Aunque a veces no sepa expresarlo como es debido. El paso del tiempo va haciendo mella en mi capacidad para relacionarme, especialmente con las personas más cercanas. Afganistán me aisla de dos realidades: la del país, desconocida casi por completo para mí, y la de mi vida en España, que queda demasiado lejana, tanto en el pasado como en el futuro.

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