sábado, 31 de agosto de 2013

Día 120: cambios de ritmo

Km recorridos (día/total): 19,2/930,2                                Vueltas dadas al perímetro (día/total): 4/263
 
Esta mañana el aire era fresco. Creo que, por primera vez desde que llegué, he tenido esa sensación en los brazos y en las piernas, sobretodo cuando hemos enfilado el tramo de dos kilómetros doscientos metros hacia el sur pues hoy, casualmente, la leve brisa soplaba de esa dirección, el sol brillaba, aunque ya con mucha más timidez a esas horas, y se veían las montañas tanto al norte como al este. Ha sido extraño correr sin la permanente oposición del viento turkmeno.
 
Ni que decir que, en esas magníficas condiciones, Alberto y yo hemos disfrutado la carrera como nunca. Uno empieza el día con una motivación mucho más elevada cuando ha pateado durante unos cuantos kilómetros el asfalto y la tierra afganas. Al salir de la ducha, me voy encontrando con caras soñolientas recién amanecidas, cuando yo ya llevo un rato de experiencia vital metida en el cuerpo. Correr por la mañana me renueva, me prepara para afrontar el día de otra manera.
 
El sábado, por lo demás y hasta media tarde, ha transcurrido de forma agradable. La bajada de temperaturas (treinta y dos grados hoy, cuando hace dos semanas teníamos cuarenta y cinco) es de agradecer y, aunque dicen que los próximos días volverán a ser calurosos, soy consciente de que, irremediablemente, el verano afgano ha quedado atrás de manera definitiva. De hecho, empieza a invadirme la certeza de que en breve habrá que tirar de alguna que otra prenda de abrigo, especialmente a primera hora aunque, por otro lado, hacen falta pocos metros para que entremos en calor, sobre todo si Alberto está inspirado.
 
La carrera de la tarde ha reunido a un buen grupo de atletas: Pepe Soria, Tabu, Alberto y Pascual. Antes de salir, nos hemos hecho unas cuantas fotos con el material que nos han facilitado www.identityessence.com (unas magníficas pulseras de identificación para deportistas con los datos de interés en caso de percance), Deportes Zenit (unos dorsales que estamos vendiendo para nuestras 60 NM Solidarias), el comercial de K-Swiss en Zaragoza (las súper-zapatillas que llevaremos en Valencia, a un gran precio) y Eurotri (que nos proporcionará en breve unas estupendas camisetas técnicas).
 
Aún cuando habíamos decidido tomarnos la sesión con relativa calma, otra vez el Gorra ha desenterrado el hacha de guerra a poco que se ha encontrado con buenas sensaciones, provocando numerosos cambios de ritmo y alternativas. El resultado: un entrenamiento divertido, rápido y exigente a la vez, que ha contribuido a elevar mi moral, un tanto baja al principio. Finalmente, el sábado ha sido provechoso, también deportivamente hablando.
 
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Creo que hoy me iré pronto a la cama. Me duelen las piernas y tengo muchísimas ganas de tumbarme en la cama y leer unas cuantas páginas de mi libro Pedaleando en la oscuridad, del ciclista británico David Millar, que descubre su relación con el dopaje y la práctica extendida del mismo en el ciclismo de épocas recientes. Interesante tema, que me hace plantearme si no estaremos equivocados al idolatrar, en muchas ocasiones, a las personas equivocadas por el simple hecho de dar pedales, golpear un balón o correr más rápido que otros. Tal vez deberíamos ir más allá, en busca de unos principios y unos valores humanos más sólidos.
 
Puede que entonces perdiésemos el interés por tales gestas. Y yo pensando: la de tardes de Tour tiradas a la basura...

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