jueves, 15 de agosto de 2013

Día 103: se abre una ventana

Km recorridos (día/total):  5,2/714,6                                        Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/223

Continuando con la racha de esta semana, en el día de hoy mi entrenamiento se ha limitado nuevamente a cinco kilómetros a primera hora de la mañana. A decir verdad, es algo con lo que contaba, principalmente porque sabía que tendría el día ocupado desde primera hora y hasta bien entrada la tarde. Así, he decidido tomármelo con filosofía, pensando también en la carrera de mañana.

De hecho, durante el rodaje me he encontrado realmente bien. Al terminar la carrera de la mañana he comentado con Alberto las buenas sensaciones que tenía de cara a la carrera de mañana, como no podía ser de otra forma. De esta forma ha comenzado el día, y ha continuado de la misma manera que los anteriores: con mucho trabajo y poco tiempo. Desde luego, las horas vuelan cuando uno no para pero, por otro lado, prefiero un poco más de tranquilidad para no tener que ir de un lado para otro deprisa y corriendo.

Lástima que, al final de la tarde, he sabido que no podré correr la carrera de mañana. Por supuesto, estoy aquí para trabajar, y siempre ajusto mi carrera matinal y vespertina a la jornada de trabajo, madrugando más o apurando al máximo el trabajo para tenerlo todo hecho a la hora de entrenar por la tarde. Sin embargo, mañana no puedo ajustar el horario de comienzo de la carrera a mis obligaciones laborales, de tal forma que, aunque lo he intentado hasta última hora de la tarde, finalmente las cosas han caído por su propio peso y a las siete, muy a mi pesar, no seré de la partida.

Una lástima, aunque sólo si se mira desde un punto de vista limitado y poco objetivo. Es cierto que me apetecía un montón correr mañana, pero no lo es menos que no es una prueba a la que haya consagrado todos mis esfuerzos así que, si no puede ser, pues no será, y a otra cosa. Me fastidia, más que nada, porque me habría encantado correr con Alberto y con Pascual para exprimirles un poco. Pero por otro lado, sé cuál es mi estado de forma actual, y de que manera he de continuar para mejorarlo cada día un poco más.

Lo que sí tocará mañana, indefectiblemente, es madrugar. A las seis he de estar en marcha si quiero irme a trabajar con mi carrera, la principal, la de al menos diez minutos, completada. Luego, por la tarde, y adaptándome un poco a las nuevas circunstancias, rodaré largo y tendido, para volver así a sumar kilómetros. Ni qué decir tiene que el fin de semana, sin competición y sin otras obligaciones de las que, por fortuna, me he liberado en la tarde de hoy, tendré mucho que hacer, dada la exigua cantidad de kilómetros acumulados durante esta semana.

Tal vez por eso, por esas obligaciones que de un plumazo han desaparecido y me han aclarado un sombrío panorama hasta el domingo, no me he sentido especialmente contrariado por el hecho de no poder competir mañana. A fin de cuentas, otros días habrá para desengrasar la máquina y ponerla a punto antes de noviembre. De momento, mañana será una buena ocasión para ello. Es bien cierto el dicho de que “cuando se cierra una puerta, se abre una ventana”.

Por la mía entrará el sol mañana antes de lo previsto: aunque no haya competición, me esperan mis zapatillas, que ya llevan un rato descansando. Luego no entienden que no dé más de mí…

No hay comentarios:

Publicar un comentario