viernes, 23 de agosto de 2013

Día 112: cuerpo a cuerpo

 Km recorridos (día/total): 5,2/833                                   Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/244
 
"Vivir no es sólo existir, sino existir y crear, saber gozar y sufrir y no dormir sin soñar. Descansar es empezar a morir"  (Gregorio Marañón)
 
Esta mañana me dolía la cabeza. No sé por qué razón, las dos últimas noches he abierto los ojos bastante antes de que amanezca. Al rato, consulto el reloj y compruebo aliviado que aún queda bastante para que suene el despertador, así que permanezco en un estado de delicioso duermevela hasta entonces.
 
A las siete menos cuarto, Alberto y yo hemos ido a rodar un rato, muy callados (me decía Alberto que qué estaría pensando esa cabecita mía, que iba tan en silencio), muy cansados después del tute de ayer, pero respirando el aire fresco de la mañana afgana en el tramo sur-norte de nuestro trazado.
 
A continuación, he disfrutado de mi segunda sesión de yoga. Estoy convencido de que, con un poco de paciencia, es algo que me ayudará a encontrar de nuevo la senda en mi maraña interna de caminos sin salida e impenetrables espesuras, desesperantes a veces. Por el momento, al menos me aporta un buen rato de relajación y me va abriendo puertas para acceder a interiores cuyo contenido ignoro.
 
La tarde nos la hemos tomado de relax, atléticamente hablando, que ya está bien después de los últimos siete días que llevamos. El descanso, en mi caso al menos, no ha sido absoluto porque hoy, como buen viernes, me tocaba BJJ, y allá he ido dispuesto a tomármelo con mucha calma y estar sólo una hora, practicando sobre todo técnicas que no me desgastasen lo más mínimo. Sin embargo, a partir de las ocho no he podido contener mis ganas de medirme, y he pasado unos muy buenos cincuenta minutos más de combate de suelo que, en esta ocasión y a pesar de los vapuleos, me han dejado mejor sabor de boca que el viernes pasado.
 
Esta tarde he recibido con tristeza el fallecimiento de Álvaro Bultó, deportista extremo y aventurero. Habrá quien critique tales aficiones que hacen vivir a uno en constante combate cuerpo a cuerpo con la muerte. No seré yo el que juzgue éstas u otras prácticas. Leyendo sobre su fatídico accidente he encontrado unas declaraciones suyas, que son las que inauguran la entrada de hoy, en las que hacía referencia a unas palabras de Gregorio Marañón. Eran, al parecer, el leitmotiv de Álvaro, al que tuve ocasión de saludar brevemente hace unos años en el transcurso de una exhibición.
 
salto
 
¡Qué razón tenía Gregorio Marañón al afirmar lo que afirmó! Vivir sin crear, sin soñar, sin gozar y sin sufrir es tan sólo un discurrir de días a la deriva, una sucesión de horas sin sentido. Vivir sin darse a los demás, sin arriesgarse más allá de los límites de la propia seguridad, sin probar, sin equivocarse, sin fracasar, sin experimentar la amarga y dolorosa sensación de una caída y la satisfacción de un éxito conseguido a base de sudor y lágrimas, vivir sin desafíos, sin miedos, no es en realidad vivir.
 
En muchas ocasiones a lo largo de estos últimos meses me he preguntado por el sentido de muchas cosas. En momentos de lucidez extrema, creo, me doy cuenta de que, de un tiempo a esta parte, soy más consciente de todo lo que me rodea, aún a pesar de las mil piezas que quedan todavía por encajar.
 
Honestamente, deseo existir y crear, saber gozar y aprender a sufrir. No quiero dormir sin soñar. No quiero descansar. No quiero empezar a morir. Todavía no.

1 comentario:

  1. Hola Fran, me quedo con la reflexión de Gregorio Marañón, Álvaro Bultó... y tuya.
    Saludos y suerte

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