domingo, 11 de agosto de 2013

Día 100: mentalidad de fondista

Km recorridos (día/total):  5,2/689,7                                  Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/218
 
¡Menudo día llevo! Entre una cosa y otra, y salvo el rato de carrera de por la mañana y el desayuno especial de los domingos en L'Azurro, no he parado casi ni un segundo. El poco tiempo que he tenido a mediodía me he tumbado en la cama, las piernas en alto, a ver si podía relajarme un poco. Si no llega a ser por ese rato...
 
Mucho me temo que la semana, como el día de hoy, viene cargada de trabajo que, inevitablemente, me va a hacer reestructurar un poco el ritmo de carreras que llevaba hasta el día de hoy. De momento, mañana me tocará madrugar un poco más, a ver si por la mañana puedo completar catorce o quince kilómetros antes del desayuno. Si todo va bien, a las seis y cuarto estaremos Alberto, Pascual y yo echando a rodar. Luego ya veremos si por la tarde puedo sumar un poquito más, para no desentonar con la semana que termina y con la anterior.
 
Acabo de ponerme a sumar, y resulta que así, como el que no quiere la cosa, he corrido casi noventa y tres kilómetros en los últimos siete días. Parece mentira lo liviana que me ha resultado la carga, sobre todo gracias a que entrenar, de un tiempo a esta parte, se ha convertido en una cuestión de al menos dos personas que se entienden mejor que bien: saltar de la cama y calzarse las zapatillas es mucho más fácil cuando fuera te espera una grata compañía.
 
imagesCAPKCXHPComo decía, la semana entrante va a resultar todo un desafío en ese sentido. A día de hoy, me encantaría seguir sumando kilómetros y coleccionando buenas sensaciones al ritmo actual. Me encuentro motivadísimo de cara a los meses que restan para la Maratón de Valencia, principalmente porque fijar este objetivo posterior a mi regreso ayuda a que los días transcurran en un sentido muy definido. Me ilusiona muchísimo volver a casa. No deseo otra cosa.
 
Soy un deportista de larga distancia. Por eso, cuando mucha gente me contaba o predecía que a partir del tercer o cuarto mes esto se haría muy pesado, yo pensaba que igual, en mi caso, ocurría lo contrario. Aplicaba, y aplico, mi mentalidad de fondista: la segunda mitad de las pruebas siempre me resulta mucho más rápida que la primera, mucho más llevadera. Cada kilómetro recorrido, cada día transcurrido, es un objetivo cumplido. Más aún cuando, como no me canso de repetir, he tenido la suerte de que se crucen en mi camino las personas que se han cruzado, y no sólo en referencia a mis compañeros de fatigas atléticas.
 
Esta mañana, hablando con Nacho, nos dábamos cuenta de que, si todo sigue más o menos según lo planeado, ya hemos iniciado el descenso de este gran puerto de montaña. Por supuesto, todavía vendrá algún que otro repecho, algún que otro tramo bacheado, algún pinchazo e incluso puede que alguna leve caída. No importa: tengo la línea de meta incrustada en la cabeza. Ya no se me puede olvidar que, pase lo que pase, estoy más cerca de levantar los brazos que del día en que partí.
 
Y de las charlas en el jardín. Y de las pizzas de los sábados en la cocina. Y de mi té en el porche después de comer con los perros buscando caricias. Y de los paseos por la orilla de la playa. Y de caminar descalzo. Y de unos vaqueros y una camiseta...
 

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