sábado, 24 de agosto de 2013

Día 113: según dictan los sentidos

Km recorridos (día/total): 10,4/843,4                                Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/246
 
Durante los últimos días, a primera hora sopla una brisa casi imperceptible que hace que durante el tramo de bajada, en esos dos kilómetros doscientos metros de norte a sur, el calor se deje notar de tal manera que llegamos abajo, a nuestro punto de giro, donde solemos parar un minuto escaso y dejar que el cuerpo asimile el esfuerzo, y rompemos a sudar.
 
Lo cierto es que, aunque pocas veces reparamos en ello, es un lugar privilegiado: al sur se extiende una llanura polvorienta; al este se yerguen tres cadenas montañosas que, según la incidencia de la luz, ofrecen una gama de colores pálidos en distintas tonalidades; al norte, más allá del horizonte, se levantan también los grandes macizos que separan Turkmenistán de Afganistán, morada de bandidos, territorio comanche; al oeste, sólo un triste merlón de tierra compactada y concertina.
 
Hoy he aprovechado para hacerme un análisis de sangre, a ver qué tal estaba respondiendo mi organismo a tantos kilómetros. Sin que el resultado sea para tirar cohetes, lo cierto es que mi cuerpo va tolerando las agresiones a las que le voy sometiendo con el paso de los días. En cualquier caso, ya presumía yo que no habría ningún motivo para echarse las manos a la cabeza. Sigo, pues, adelante.
 
Por otro lado, me sigue ilusionando enormemente descubrir que hay muchísima gente que se va comprometiendo a colaborar con nuestro proyecto 60 NM Solidarias, del que daba cumplida información hace tres o cuatro días. Me emociona aún más si cabe comprobar que gran cantidad de esas personas que quieren aportar su granito de arena lo van a hacer desde España. Al final no sé qué resultará de todo esto, pero estoy seguro de que será algo muy grande. Por cierto, en breve inauguraré el apartado 60 NM SOLIDARIAS en la esquina derecha de la barra de menú del blog y tendremos un número de cuenta en el que se puedan hacer efectivas las compras de dorsales 00. Estamos en ello.
 
Se aproxima el mes de septiembre (¡¡por fin!!) y el día once los americanos van a organizar una carrera de dieciséis kilómetros que me hace muchísima ilusión. Será un buen test para mi preparación de cara a la maratón de Valencia y un aperitivo de los treinta y seis kilómetros en solitario que me esperan el día veintidós. Por supuesto, a una hora muy temprana, aunque ya no me sorprenda tanto como al principio (y a mi cuerpo tampoco).
 
Esta tarde, a pesar de lo que digan los resultados de la analítica, no estaba yo para correr mucho. Tampoco Alberto, por lo que hemos rodado muy suave unos veinticinco minutos durante los cuales hemos decidido que hoy no era día de sufrir. Así, hemos convertido la carrera en una agradable charla sin más pretensión que la de mover un poco el cuerpo, al ritmo que me dictaban los sentidos. De vez en cuando viene bien darse un pequeño respiro, sobre todo en buena compañía. Y la de Alberto es cada día mejor. Una suerte estar aquí, no me cansaré de repetirlo.
 
Por primera vez en algunos días voy a permitirme el lujo de cerrar el ordenador un buen rato antes de irme a dormir. Como ya tendré la entrada escrita, a ver si luego encuentro las ganas suficientes para abrir mi próximo libro: Pedaleando en la oscuridad, de David Millar. De momento ahí está, mirándome desde la minúscula mesita de noche un par de noches. Igual hoy me animo a empezar con él. Si no me vence el sueño, claro está.

 
 

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